Malak A Tantesh, una valerosa, sufrida periodista gazatí de sólo veinte años

Posted by Adán Salgado Andrade on domingo, septiembre 28, 2025

 

Malak A Tantesh, una valerosa, sufrida periodista gazatí de sólo veinte años

Por Adán Salgado Andrade

 

Los sufrimientos, humillaciones, constantes asesinatos y la casi total destrucción de su país, que han experimentado todos los gazatíes, sean mujeres, hombres, niñas, niños, personas de la tercera edad, con profesiones, con oficios, estudiando… con una vida futura, ya destruida, por supuesto, infligidos por el criminal genocidio cometido por los judíos, son interminables (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/07/las-destrozadas-vidas-de-los-gazaties.html)  

Y podrían hacerse varios libros, novelas… de todo lo terrible, brutal, por lo que han pasado. Si tenemos imaginación suficiente, podríamos tratar de recrear lo que han pasado. Pero hay algunos testimonios que nos podrían dar una idea aproximada de lo que era la vida antes del genocidio y de lo que es actualmente. Es el de la periodista Malak A Tantesh, de veinte años, que casi desde el inicio del conflicto, comenzó a trabajar como reportera de The Guardian en una entrevista concedida hace unos días, comentando el dolor que le provocó tanto a su familia, como a ella, que de nuevo, por onceava ocasión, los obliguen a ser desplazados, esta vez, de la ciudad de Gaza, en donde siempre habían vivido, “pero ahora sabemos, sentimos, que ya no nos dejarán regresar a esta casa y a esta tierra que tanto amamos y que nuestros padres nos han inculcado a respetar y a venerar”. Es lo que expone el podcast “Escapando de la ciudad de Gaza, mientras da la crónica de su destrucción”, coordinado por Lucy Houghwith, la que nos introduce a su trabajo señalando que “el 16 de septiembre, el día que Israel comenzó su total ofensiva terrestre en la ciudad de Gaza, Malak A Tantesh estaba entre los que intentaban abandonar la ciudad. Mientras empacaba apresuradamente, por su onceavo desplazamiento forzoso en los últimos 18 meses, ella grabó algunas notas de voz. ‘No queremos irnos de aquí, nadie, pero en el fondo sabemos que no tenemos opción’, dice. ‘Cuando el bloqueo de Israel nos trajo hambre, yo estaba escribiendo historias de gente famélica y yo misma estaba famélica. A veces sentía que me iba a colapsar, sólo estábamos comiendo una comida al día’. Unos doscientos periodistas han sido asesinados en gaza. Dice que tiene pesadillas, de que una bomba casi le cae, pero no se da por vencida: ‘Cuando escribo sus historias, yo las siento mías, y así puedo transmitir qué siente mi gente, hacia el mundo exterior. Y a pesar de todo el horror que estamos viviendo, no me quiero ir de Gaza, no nos iremos. Mis abuelos nos enseñaron cómo debemos amar a estas tierras y cómo cuidarlas. Nosotros y la tierra somos uno’” (escuchar: https://www.theguardian.com/news/audio/2025/sep/25/escaping-gaza-city-while-reporting-on-its-destruction-podcast).

Describe que su casa era de tres plantas y que tenían su cuarto ellas y sus hermanas, “en donde jugábamos, nos divertíamos, jugábamos fútbol. Y teníamos un jardín con muchas, muchas hermosas flores”.

Pero la destrucción judía, acabó totalmente con su casa. Narra que cuando llegaron a donde solía estar, ni siquiera reconocieron las calles que, por tanta destrucción, quedaron irreconocibles. Y la vida cambió brutalmente: “hemos tenido que vivir en improvisadas tiendas de campaña, que son de plástico, muy calientes en el día y muy frías en la noche. Yo me enfermé de hepatitis A, por ingerir comida y alimentos contaminados y tuve que curarme durante dos meses, casi sin medicinas, pues no hay hospitales, sólo unos cuantos y sólo atienden los casos más graves”.

Por tal razón es que se está pidiendo una visa humanitaria para que cientos de chicas y chicos heridos, mutilados de piernas o brazos o desfigurados terriblemente, por tantos bombazos, sean trasladados a países como Estados Unidos o a Inglaterra, con tal de que les den urgente y adecuada atención médica, pues muchos están en peligro de morir si no se les proporciona tal atención. Una foto de un artículo al respecto muestra a Ahmed Duweik, Mariam Sabbah y Nasser al-Najjar. Los dos primeros, de no más de 10 años, niño y niña, perdieron sus brazos derechos, luego de un bombazo que casi los mata, pero los dejó con dichos miembros destrozados. Sufren de lo que se llama “miembro fantasma” y tienen terribles pesadillas, recordándoles lo sucedido. A Nasser, una bomba le desfiguró terriblemente el rostro “y ahora, detesto verme en un espejo”, dice. También perdió un ojo (ver: https://www.theguardian.com/global-development/2025/sep/18/visa-medical-evacuation-gaza-injured-children-palestinian).

Todas esas son infamias, verdaderas atrocidades, crímenes de lesa humanidad. Los genocidas están cometiendo peores atrocidades que las que los nazis provocaron en su tiempo (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/06/el-tercer-reich-el-gran-negocio-de.html).

Sigue comentando Malak todos los infortunios por los que pasaron, de todas las veces que los desplazaron y que cuando llegaron de nuevo a la ciudad de Gaza, “sentí que el corazón se me partía a pedazos al ver nuestra casa destruida. Lloré de dolor, recordé, junto con mis hermanas y mis padres, el jardín tan bello que teníamos y que ya no existía. Aun así, encontré un pequeño árbol de olivo que milagrosamente había sobrevivido y ese pequeño detalle nos llenó de alegría”.

Cuando fueron desplazados de Khan Yunis, su padre y un tío trataron de recuperar algunas cosas de la tienda de campaña, pero, desgraciadamente, fueron atacados y su tío, falleció. “Mi padre, sobrevivió milagrosamente”, dice, muy triste por la muerte de su querido tío.

Houghwith le pregunta sobre su trabajo como reportera, qué sintió cuando comenzó a hacerlo. “La verdad, para mí es muy importante por dos cosas. Primero, es un respiro. Me hubiera vuelto loca de estar sin hacer nada. Mi padre es el que me enseñó todo sobre cómo hacer reportajes, él enseña a los reporteros a hacerlo. Me enseño el idioma (la bella Malek habla inglés perfectamente, aunque con algo de acento), cómo entrevistar, como enviar notas… todo. Y la segunda razón es para compartir con el mundo todo lo que estamos sufriendo, por este largo genocidio que ha matado a muchos y ha destruido lo que éramos, lo que teníamos. Me ha hecho madurar, no me siento más como una chica de veinte años, me siento como una mujer con experiencia de 40, 50 años”.

Claro, el dolor la ha hecho crecer.

Dice que cuando se pone a hacer entrevistas, muchos, le responden, otros, no, pues se enojan, “me dicen que para qué hago esto, que si no me doy cuenta de lo que están sufriendo. Yo los respeto, pues estoy pasando por lo mismo”.

Como en la ciudad de Gaza, tenían un departamento, se maravillaron de que lo hallaron intacto, con agua, electricidad, internet, “pero cuando nos dijeron con volantes que de nuevo teníamos que irnos, me sentí otra vez muy triste, tener que dejar todo eso, porque sabemos que no nos dejarán regresar”.

De hecho, el genocida Netanyahu (1949) ha advertido ante la declaración de reconocer al Estado Palestino, por varios países, Francia en Inglaterra, entre ellos, que no se irán de allí, que “es nuestra tierra”. Así de desafiante esta ese miserable corrupto asesino (de hecho, el genocidio lo sigue alargando para que no reabran los cargos por corrupción que hay contra él).

Dice Malak que ha tenido que reportear sobre la hambruna, cuando ella misma, como señalo arriba, ha pasado hambre. Houghwith se nota bastante conmovida con el relato de la chica (se le nota que la voz se le quiebra. Y a quién no, al escuchar tantos sufrimientos y profundo dolor).

Dice que agradece de que su familia inmediata está toda viva. “Tratamos de cuidarnos lo más que se puede. Y cuando salgo a hacer entrevistas, evito los lugares muy obscuros, porque el crimen ha subido mucho en Gaza”.

Es terrible que ni siquiera en situaciones tan extremas, el ser humano deje de ser tan mezquino. En efecto, hay pandillas de gazatíes que roban alimentos y hasta se han aliado con los genocidas para matar a sus paisanos (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/jun/29/medical-staff-struggle-gangs-fight-aid-supplies-gaza).

Pero, a pesar de tanto dolor, desplazamientos y sufrimientos, dice Malak que nunca se irá de Gaza, “es nuestra tierra y nuestros abuelos nos han enseñado a amarla, a respetarla. Sólo muertos nos podrán sacar de aquí”.

Al final, Houghwith le agradece de corazón la entrevista (que como pudo, Malek le dio desde Gaza) y le pide que se cuide mucho, pues en su situación, en cualquier momento podría caer abatida, tanto su familia, así como ella, por la asesina maquinaria de los genocidas.

Esperemos, de corazón, que Malak y su familia sobrevivan y salgan adelante, algo muy difícil en un país que está casi destruido por completo, así como sus vidas y su futuro.

 

Contacto: studillac@hotmail.com