El genocidio en Gaza está dejando mucha
contaminación, además de miles de muertos
Por Adán Salgado Andrade
La fabricación de
armas, así como las guerras, producen mucha contaminación, de CO2,
metano, partículas suspendidas y metales pesados, entre otros. Un estudio hecho tan sólo para la industria
militar inglesa, estimó que, para el 2018, emitió unos 11 millones de toneladas
de CO2 (ver: https://www.sgr.org.uk/sites/default/files/2020-05/SGR-DUK_UK_Military_Env_Impacts.pdf).
El complejo militar
estadounidense es el que más contamina, pues es el que más armas fabrica y el
que más guerras ha impulsado. No sólo con armas convencionales, sino con armas
químicas (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/el-muy-contaminante-complejo-militar.html).
Como lo que hizo en
Vietnam, hace más de 50 años, que para combatir al “enemigo”, rociaba desde el
aire el muy tóxico “agente naranja”, para destruir las selvas en donde aquél se
escondía. Y a pesar de todo ese tiempo, la contaminación de suelos y los daños
a la salud siguen vigentes (ver: https://apnews.com/article/vietnam-war-anniversary-agent-orange-0829caefe48cc11fb88ab27982da922b).
Lo peor es que cada que
se hacen las reuniones anuales de las llamadas COP (Conferencia de las Partes)
o en el IPCC (Panel Internacional del Cambio Climático, por sus siglas en
inglés), casi no se consideran a las guerras o a la producción de armas como
contaminantes.
Son escasos los datos
de la contaminación producida por las armas. Sin embargo, hay científicos que
trabajan en ello. Por ejemplo, el doctor Stuart Parkinson, de Scientists for
Global Responsibility, ha determinado las cantidades sólo de CO2 emitidas por
algunos vehículos militares. Por ejemplo, el Humvee, un transporte blindado,
usado por el Pentágono, tiene un pésimo rendimiento de 6 millas por galón de
diésel, es decir, apenas 2.56 km/l, y produce por cada misión, unos 260 kg de
CO2 equivalentes. Un avión caza F-35, rinde 0.6 millas por galón, o sea, apenas
un cuarto de kilómetro por litro usado. Por cada misión, produce 27,800 kg de
CO2 equivalentes. En tanto que un B-2, un bombardero que arroja misiles
nucleares, rinde 0.3 millas por galón de combustible, o sea, 0.12 km/l – bajísimo su rendimiento y altísima su
contaminación –, y produce alrededor de 251,400 kg de CO2 equivalentes.
Y así, el resto de las
armas.
Claro que tales
emisiones todavía no llegarían a la letal contaminación que se daría si se
emplearan las mortíferas armas nucleares, como las que se usaron en Hiroshima y
Nagasaki, en agosto de 1945 (que ya no se requerían, pero había que probar los
engendros creados por el Proyecto
Manhattan). Ese tipo de contaminación, sería radioactiva y sus letales
efectos perdurarían por años, aniquilando a millones de seres humanos (ver: https://www.msn.com/es-mx/noticias/tecnologia/as%C3%AD-ser%C3%A1-el-fin-del-mundo-seg%C3%BAn-la-inteligencia-artificial/vi-AA1EkQgo?ocid=nl_article_link).
Justamente el genocidio
cometido por los genocidas judíos en Gaza, está ocasionando una brutal
contaminación, que equivale a la que generarían individualmente más de cien
países. Es lo que expone el artículo “La huella de carbono del genocidio de
Israel contra Gaza, excede la producida por países enteros individualmente”,
firmado por Nina Lakhani, quien agrega el subtítulo “un estudio halló que el
costo climático de la guerra excede las emisiones del 2023 de Costa Rica y
Estonia juntas” (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/may/30/carbon-footprint-of-israels-war-on-gaza-exceeds-that-of-many-entire-countries).
Dice Lakhani que “la
huella de carbono durante los primeros 15 meses del genocidio en Gaza, será
mayor que la producida individualmente por cien países, lo que exacerbará la
emergencia climática global, además de los miles de asesinados que ha dejado la
matanza. Un estudio determinó que el costo a largo plazo de haber destruido, de
que se limpien los escombros y de que se reconstruya Gaza, podrían producir 31
millones de toneladas equivalentes de CO2. Esta cantidad es mayor
que las emisiones combinadas de Costa Rica y Estonia. Y de todos modos, las
naciones no tienen obligación de reportar las emisiones producidas por sus
ejércitos a las Naciones Unidas”.
Justamente lo que
indico arriba, que siempre dicen que hay que reducir emisiones contaminantes de
combustibles fósiles, que hay que usar autos eléctricos (que no son la solución
ambiental, pues contaminarán de otra forma, al incrementar el extractivismo),
que ciudades más compactas, que más áreas verdes… ¡pero no se toca toda la
mencionada contaminación que deja el complejo militar!
“Las armas y el
combustible empleados por Hamas, ascienden a 3,000 toneladas de emisiones de CO2,el
equivalente a sólo 0.2 por ciento del total de emisiones emitidas, en tanto que
el 50 por ciento fueron generadas por la entrega y uso de armas, tanques y
otros pertrechos empleados por el ejército judío, de acuerdo con el estudio”,
señala Lakhani.
Refiere que la quema de
combustibles fósiles es la causa que está llevando a la catástrofe ambiental,
lo que provoca los extremos climáticos que padecemos, como largas sequías,
lluvias torrenciales, poderosos, destructivos huracanes y sobre todo,
temperaturas cada vez más altas, incluso que han rebasado los 50º C. “La región
del golfo está entre las más vulnerables al clima extremo y a sus desastrosos
eventos, como sequías, desertificación, calor extremo y lluvias erráticas, así
como degradación ambiental, inseguridad alimentaria y escasez de agua”, señala
Lakhani.
En efecto, pues mucho
de su territorio es desértico, así que están más propensos a los eventos
climáticos extremos, tales como las largas sequías y las ondas de calor. Es en
donde hay más decesos por el calor extremo, sobre todo, de niños y adultos
mayores (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/africa-la-que-mas-sufre-los-embates-del.html).
Señala Lakhani que esa
investigación es parte de la Red de Investigación de Ciencia Social, que forma
parte de un “creciente movimiento para que los países y negocios se hagan responsables
de los costos ambientales de las guerras y la invasiones, incluyendo el impacto
en el largo plazo a la tierra, la comida y las fuentes de agua, así como la
limpieza luego de los conflictos y la reconstrucción”.
El estudio, hecho por
investigadores de Inglaterra y Estados Unidos “es el más comprensible hecho
hasta ahora y estima que la destrucción hecha por Israel en Gaza y con Yemen,
Irán y Líbano, es equivalente a cargar 2,600 millones de celulares inteligentes
o dejando funcionar 84 gasoeléctricas durante un año”.
Cita Lakhani a Astrid
Puentes, relatora de la ONU, quien señaló que “estas evidencias puestas al día,
muestran la urgencia de terminar con las atrocidades que van en aumento y
asegurarnos que Israel y todos los países cumplan con la ley internacional,
incluyendo decisiones que tomen la ICC (Cámara de comercio Internacional) y la
ICJ (Corte Internacional de Justicia). Si los países acuerdan o no en llamar a
eso genocidio, lo que estamos presenciando es un severo impacto de toda la vida
en Gaza, y también que se están amenazando los derechos humanos en la región e
incluso globalmente, debido al agravamiento del cambio climático”.
Claro, porque la
contaminación no sólo queda en Gaza y alrededores, sino en todo el planeta. Es como
si alguien hiciera una fogata, el humo se esparce por todas partes.
Señala Lakhani que el
99 por ciento de las emisiones contaminantes del genocidio, 1.89 millones de
toneladas de CO2 equivalentes, son atribuibles a los bombardeos y la
invasión terrestre de Gaza. Además, casi 30 por ciento de los gases efecto invernadero
generados en ese periodo, “provinieron de los envíos de 50,000 toneladas de
armas hechos por Estados Unidos mediante aviones y barcos”. Y otro 20 por ciento se atribuye al
combustible gastado por los aviones de reconocimiento judíos y los bombarderos,
además del CO2 generado por la manufactura de las bombas y la
artillería, así como su empleo”.
¡Nada más vean cuántas
toneladas de armas envió Estados Unidos! Y eso ha sido desde la administración
de Joe Biden (1942), no sólo de la de Donald Trump (1946). En efecto, tanto la
construcción de tales armas (bombas, balas, cañones, tanques, rifles,
ametralladoras, granadas…), así como su empleo, que es para destruir, producen
mucha contaminación. Pero además, es un excelente negocio la venta de armas,
calculado en más de $2,000,000,000,000 de dólares anuales. Por eso, para las
armeras, que siga el genocidio (o la guerra de Rusia contra Ucrania).
Como Gaza había desarrollado
mucho su infraestructura eléctrica mediante paneles solares, de los que obtenía
una cuarta parte de su electricidad, y todo ha sido destruido, ahora sólo le
queda el empleo de generadores de diésel, muy contaminantes, que han emitido
más de 130,000 toneladas de gases efecto invernadero a la atmósfera, que montan
un 7 por ciento de las emisiones totales del genocidio.
Y también, los 70,000
camiones que han llevado ayuda alimentaria, generaron más del 40 por ciento de
las emisiones contaminantes. “Y aun así, la ONU ha determinado que esa ayuda ha
sido insuficiente”.
En una tabla
comparativa, se muestra que los vuelos para transportar armas, han producido
817,000 toneladas de CO2, los vuelos de reconocimiento y los de los
bombarderos, 252,000 toneladas, las bombas (al estallar), 78,000 toneladas y
los tanques y vehículos usados por los judíos, 48,000 toneladas de CO2.
También se señala la
contaminación que dejaron los bombardeos judíos a Irán, 5,000 toneladas de CO2,
a Líbano, 4,000 toneladas y a Yemen, 3,000 toneladas de CO2.
Pero también, señala
Lakhani, el costo para el clima de la reconstrucción de Gaza (si es que se
hace), será alto, pues ha sido reducida a unos 60 millones de toneladas de
escombros tóxicos.
Basta ver fotos de las
ciudades y, en efecto, todas son prácticamente ruinas.
Se calcula que tan sólo
en limpiar los escombros, se emplearían 10 años, en tanto que la reconstrucción
total llevaría hasta ¡80 años! Cuatro generaciones. ¿Y mientras tanto, dónde
viviría la gente?
“Las emisiones de
carbono resultantes de limpiar los escombros y luego de reconstruir 436,000
departamentos, 700 escuelas, mezquitas, clínicas, oficinas de gobierno y otros
edificios, además de 5 kilómetros de caminos de Gaza, generará alrededor de 29.4
millones de toneladas de CO2, más o menos lo que genero Afganistán
en el 2023”, señala Lakhani.
¡Imaginen el grado de
destrucción que se ha hecho, si tan solo las escuelas suman 700!
No creo que se le
reconstruya o haya el dinero suficiente para hacerlo. Los judíos han acabado
con el futuro de ese país. Que es justo lo que buscan, limpiar a Israel de
palestinos, pues dicen que todas esas tierras, incluyendo Cisjordania, les pertenecen
y que allí harán el Tercer Templo que representa a su reino. Justo lo levantarían
en la mezquita llamada la Cúpula de la Roca, como muchos supremacistas judíos
afirman que señalan “las escrituras” (ver: https://www.theguardian.com/world/series/along-the-green-line).
Cita Lakhani a Zena
Agha, analista política para la red palestina de política Al-Shabaka, quien
afirma que “este reporte es un profundo recordatorio del costo social y
ambiental de la campaña genocida de Israel contra el planeta y los que están
sufriendo. Pero también es una guerra de los Estados Unidos, el Reino Unido y
la Unión Europea, los que han proveído de recursos ilimitados para que Israel pudiera
devastar la zona más densamente poblada del planeta. Y esto crea la
inestabilidad provocada por el estado colonizador de Israel y su alianza con el
complejo industrial de occidente”.
¡Por supuesto, gracias
a las armas proporcionadas por varios países de Europa (Inglaterra, Francia,
Alemania…), no sólo de Estados Unidos, es que los judíos lograron casi borrar
del mapa a Gaza. Y todavía, hipócritamente, esos países, Inglaterra entre
ellos, exigen que ya pare el genocidio, si ellos mismos lo estuvieron
alimentando e impulsando!
Y, como señalo arriba,
las emisiones que ha dejado el conflicto, hasta rebasan a las producidas por
muchos países. Y entre más suba el presupuesto para armas, más sube la
contaminación. “El presupuesto militar judío se elevó a $46,500 millones de
dólares, el mayor del mundo. Y el efecto de tantas compras de armas y su
fabricación, equivalen a 6.5 millones de toneladas de CO2, esto es
más que la huella de carbono de Eritrea, un país de 3.5 millones de habitantes”.
Pero ningún país, insiste
Lakhani, tiene la obligación de reportar su contaminación militar.
Cita, por último, a
Hadeel Ikhmais, directora de la oficina para el cambio climático, de la
Autoridad Palestina de la Calidad del Aire, quien dice que “las guerras, no
sólo matan a gente, sino que también emiten químicos tóxicos, destruyen
infraestructura, contaminan el suelo, el aire y el agua, además de que aceleran
los desastres climáticos y ambientales. No considerar esas emisiones,
constituye un agujero negro en la contabilidad, lo que permite a los gobiernos
desentenderse de sus crímenes medioambientales”.
No pudo decirlo mejor.
Repito, en las
reuniones anuales se toca que la producción petrolera debe de disminuir, que la
de gas natural, también, pero nunca se toca directamente el punto de las
guerras, en especial, el genocidio en Gaza (o la guerra Rusia contra Ucrania).
Se protegen los
intereses de los fabricantes de armas, los que, además, necesitan siempre que
haya guerras.
De lo contrario, no
venderán sus engendros de destrucción.
No importa cuánta gente
sea asesinada.
No serán más que daños colaterales.
Contacto: studillac@hotmail.com