Argentina - Economía: Sólo con lucha y organización se puede frenar su “pacto social”

Posted by Correo Semanal on viernes, diciembre 14, 2007

Fuente: Bandera Roja Año XVI - Nro. 81 (2da. Época)
Liga Socialista Revolucionaria
Con Cristina sigue
la fiesta de los capitalistas


Los astros parecen hoy más alineados que nunca para que los capitalistas y los ricos hagan aún más pomposa su fiesta en Argentina el año que viene.

Los precios de los granos que exporta el país están en su récord histórico y seguirán subiendo gracias a los biocombustibles, a las migraciones asiáticas hacia las ciudades industriales (que no se autoabastecen de alimentos) y al accionar de los grandes fondos financieros especulativos, que no encuentran nada mejor que las commodities para especular.

Gracias a las retenciones a las exportaciones y a los subsidios para las privatizadas que piensa ahorrar aumentando las tarifas, el Gobierno podrá mostrar en 2008 un excedente fiscal mayor que el de este año, sin necesidad de un ajuste tan brusco y conflictivo como el que proyectaba apenas unos meses atrás.

Incrementar el superávit es la promesa que le hicieron los Kirchner a las naciones del G-7, ansiosas por cobrar los 6.200 millones de dólares que le reclama a la Argentina el Club de París y los 20.000 millones que exigen los bonistas privados que no ingresaron al canje de la deuda.
Para cumplir ese compromiso, a pocos días de las elecciones subieron las retenciones a la exportación de granos y naftas, lo cual les permitirá embolsar cerca de 9.000 millones de pesos. Pero lo harán sin ninguna expropiación: los pulpos del agro siguen embolsando ganancias récord con una cosecha superior a los 100 millones de toneladas y las petroleras reciben 42 dólares de los 100 que vale cada barril, con un costo de 8 a 10 dólares.

La rebaja de tasas de interés de la Reserva Federal estadounidense empuja a los operadores financieros a llevar su dinero al Sur en busca de mejores rendimientos. Eso les permite al Gobierno y a las grandes empresas acceder más fácil al crédito internacional. Es decir, endeudar más al país.

La caída del dólar, alimentada también por la baja de tasas en medio de la crisis financiera internacional, otorga una mayor ventaja a los productos argentinos, que se abaratan en otras monedas a partir de la nueva convertibilidad “3 a 1” con la divisa yanqui.

En el plano local, la creación de más de tres millones de empleos en cuatro años sostuvo el vertiginoso crecimiento del consumo. Aunque sean puestos con salarios bajos y condiciones de trabajo tan explotadoras como las de los flexibilizadores años ‘90, contribuyeron a revitalizar un mercado interno que había quedado diezmado tras la recesión.

Así, los bancos y las privatizadas volvieron a registrar fuertes ganancias, los supermercados admitieron haber recuperado sus márgenes de rentabilidad récord de la convertibilidad y la industria mantiene su expansión a tasas del 7%, aunque cada vez más concentrada y en manos de firmas brasileñas o de otros orígenes.

La economía de conjunto cierra en 2007 su quinto año de crecimiento al 8% anual y es un 25% más grande que antes de la crisis, en 1998. La expansión de este año ya deja un arrastre estadístico de cuatro puntos para 2008, cuando el crecimiento del PBI no bajará del 6%.
El único verdadero desafío para Cristina Fernández de Kirchner tendrá lugar si los trabajadores nos decidimos y organizamos para recuperar la porción de la torta perdida a partir del golpe genocida de 1976, que ninguna política kirchnerista atinó a devolver.

El ‘pacto social’ que propone el gobierno no tiene otro objetivo que abortar esa posibilidad. Consciente de los límites del tope salarial que impuso en las dos últimas rondas de paritarias con la inestimable ayuda de Hugo Moyano y la CGT, la presidenta electa busca incluir a toda la burocracia en el cordón humano pensado para mantener a las masas de trabajadores bien lejos de la fiesta de los capitalistas.

La norma dentro de esa gran masa es el trabajo en negro (que afecta al 42% de los asalariados, más que en cualquier momento de los ‘90) y los sueldos de miseria. Recién a fines del año pasado se recuperó el salario real promedio de fines de 2001 –el más bajo de la década menemista– y la inflación de este año se comió la mayor parte de los nuevos aumentos.

Para sostener el tope salarial y evitar una escalada de conflictos por la recuperación del poder adquisitivo, el gobierno sostuvo la intervención del Indec y la manipulación de las estadísticas oficiales. Su objetivo no es pagar menos a los acreedores por la deuda indexada, sino hacerle creer a la población que el costo de vida sube menos de lo que marcan a diario las góndolas y los mostradores.

Mientras tanto, nada dicen los Kirchner sobre las empresas monopólicas que fijan los grandes precios de la economía, cuyo poder les permite esquivar o directamente ignorar los controles del payasesco Guillermo Moreno. Incluso acordaron mantener a ese funcionario en el gobierno, pese a que la Justicia lo acusa por los aprietes a los técnicos que rechazaron vender su silencio a cambio de prebendas.

Cristina Kirchner buscará a toda costa mantener en los próximos años las actuales tasas de ganancia récord de las empresas. Y no lo hará sólo por solidaridad de clase, por dinero o por el carácter burgués del Estado que encabeza. También porque los empresarios argentinos y extranjeros se niegan a invertir un peso más en el país si ese esquema se modifica.

Sin esas inversiones, la inflación se acelerará y los conflictos serán mayores. Pero la ampliación de la capacidad productiva bajo el capitalismo depende exclusivamente de la voluntad de los empresarios, que en nuestro país tienen una larga tradición en la búsqueda de rentabilidades rápidas y ganancias extraordinarias.

La burguesía nacional a la que apuestan los Kirchner atesora cerca de 160.000 millones de dólares fuera del país. Pero igual reclama un ‘banco de desarrollo’ para que toda la sociedad subsidie sus emprendimientos, mientras la inmensa mayoría de los trabajadores no accede al crédito hipotecario y se ve condenada al pago de alquileres inaccesibles.

Si no ponemos de pie una fuerza anticapitalista y antiburocrática que golpee como un solo puño en la lucha contra el gobierno y el frente empresarial-imperialista que sostiene a Cristina, la fiesta continuará por unos años más. Y los trabajadores seguiremos del lado de afuera de la reja, esperando las sobras.

A. MERQUINNI