Brasil - Entrevista a Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST)
“La sociedad brasilera está dividida
en escisión característica de la lucha de clases”
Raphael Sanz, Redacción
Correio da Cidadania, 20-4-2016
Traducción de Ernesto Herrera –
Correspondencia de Prensa
Mientras la aprobación del proceso de
impeachment de la presidenta Dilma Rousseff monopoliza atenciones, una serie de
acontecimientos negativos en el campo se destacaron en los noticieros. El más
trágico, el asesinato de dos trabajadores sin tierra en Quedas do Iguaçu
(Paraná), en la misma semana el movimiento social volvió a divulgar el aumento
de los índices de violencia en el campo, por cuenta de la tierra, pero cada vez
más por el agua. Para hablar del asunto y relacionarlo a los acontecimientos en
la ciudades y en los poderes, conversamos con Gilmar Mauro, importante
dirigente del MST, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra.
-Correio da Cidadania: ¿Qué puede
comentar sobre los asesinatos de dos trabajadores sin tierra recientemente en
Paraná?
Gilmar Mauro: Lo que ocurrió en
Paraná fue una provocación. Una provocación muy grave que trata de la
eliminación de vidas. El grupo que controla una cantidad enorme de áreas de
Paraná, recibe asignaciones públicas hace mucho tiempo y ya utilizó de todos
los recursos naturales de esas áreas. Además de destruir todos los recursos
naturales de las tierras, todavía planto mono-culturas de eucalipto, que son
bosques homogéneos, con el fin de inversiones económicas.
Existe una tensión en la región hace
bastante tiempo. La empresa posee grupos de seguridad y ha contratado los
servicios de pistoleros, más allá de las formalidades en relación a la seguridad.
Pero lo más grave es que el grupo sustentó varias campañas de diputados, entre
ellas, la del jefe de la Casa Civil Valdir Rossoni (PSDB), electo con el dinero
de Araupel. Además financia a otros político en la región.
Se formó un complot entre la empresa,
parte del Ministerio Público, parte de la Policía Militar y también ahora la
Casa Civil y la Secretaría de Seguridad de Paraná. Viendo la posibilidad de
pérdida del área en la justicia, por tratarse de tierra pública de la Unión, el
grupo Araupel intentó crear una situación de conflicto. Para eso utilizó
inclusive los servicios de la Policía Militar de Paraná, que provocó al
campamento.
La idea de ellos era de nuestra gente
reaccionara y proporcionara las condiciones para una intervención militar
mayor. Felizmente, conseguimos hacer una gran movilización de masas, dimos una
respuesta de masas y nuestra base no cayó en la provocación.
Es evidente el vínculo de ese
episodio en Paraná con la coyuntura política nacional. Hay sectores de derecha
que están buscando provocar de todas las formas conflictos sociales, pregonando
el caos, para justificar acciones de tipo militar, no sólo en Paraná. El
episodio ocurre precisamente en el mes que se cumplen 20 años de la masacre de
Eldorado dos Carajás, cuyos asesinos y mandantes continúan sueltos. Es
lamentable y muy preocupante la situación en Paraná y en el resto de Brasil.
-Correio da Cidadania: ¿En abril de
2015, el MST hizo cerca de 50 ocupaciones de tierras. Cómo estuvieron las
acciones del movimiento en el año que pasó?
Gilmar Mauro: Hay una tendencia. Es
lo que dije el año pasado y acabó se acabó revelando con el agravamiento de la
crisis, el aumento del desempleo y un empeoramiento general en la vida de la
población. Un momento donde una gran cantidad de familias sin tierra procuran
componer los campamentos. En este año ya ocurrieron muchas ocupaciones y la
tendencia es que en el segundo semestre muchas más ocurrirán.
Además de la crisis socioeconómica
brasilera, hay otro ingrediente, que estamos debatiendo con la sociedad, sobre
el tema de los agro-tóxicos, de la utilización de la tierra, del agua, de los
recursos naturales. Vengo percibiendo una preocupación bastante grande de la
sociedad en relación al consumo de alimentos.
Históricamente, tenemos un punto de
vista que coloca al campo como lugar de atraso. Hasta en la poesía, en la
literatura y en las artes, está la idea de los “Jecas Tatus”, lo que creó en la
población del campo una especie de baja autoestima, que hacía con que todo
padre de familia dijese a los hijos que estudiaran y fueran a la ciudad,
“porque aquí es difícil”. Y de hecho los propios productos agrícolas son
utilizados de forma peyorativa en la sociedad. Cuando alguien tiene un problema
habla de “abacaxi”, “pepino”, “humo” o “pisar tomates”. Esa situación se ha
revertido porque el campo se ha transformado en una esperanza. Un lugar de
producción de alimentos saludables y aire puro exactamente en el momento en que
la ciudad se está transformando en lugar de stress, de las dificultades, de
falta de vivienda y así por delante.
Además del ingrediente
socioeconómico, todavía hay otro, de búsqueda de calidad de vida. Así, es
posible prever que muchas ocupaciones de tierra ocurrirán en nuestro país.
Esperamos que después de ganar la batalla del golpe, de hecho el gobierno pueda
dar prioridad a la reforma agraria, con inversión en la recaudación de tierra
para el desarrollo de la agricultura. Todos nosotros sabemos que en un momento
de crisis, si las familias tuvieran un lugar para plantar, colectar y vivir, la
situación puede ser no solo amenizada; sino general propuestas de producción y
abastecimiento multiplicadoras en el comercio, en los servicios, y promover
algún desarrollo económico. No tengo ninguna duda de que la lucha por la
reforma agraria y por la tierra va a continuar y van a ocurrir muchas
ocupaciones de tierra este año en nuestro país.
-Correio da Cidadania: ¿Cómo evalúa
el último domingo (17) en la Cámara de los Diputados y qué esperar del actual
momento marcado por el proceso de impedimento de la presidenta Dilma?
Gilmar Mauro: La evaluación que
hacemos es que hubo muchos más manifestantes contra el impeachment de que a
favor. Una demostración de que, si lo hubiéramos hecho una semana antes de la
votación, podríamos haber conseguido que la población fuese cambiando la
opinión de algunos parlamentarios. Hay una participación cada vez mayor con
involucramiento de la intelectualidad, de los artistas, y también de la
población, que está dándose cuenta lo aquello que fue armado. Y esa armazón se
comprobó en el Congreso Nacional.
El domingo, en particular, tuvimos un
aula de cretinismo político. De hecho Lenin ya decía que “el parlamento es una
fábrica de cretinos” y el domingo pasado se comprobó para todo Brasil. De
cualquier forma creo que fue pedagógico. Porque el pueblo brasilero vio quienes
son, de hecho, los parlamentarios de la Cámara Federal y del Congreso Nacional.
Fue vergonzoso. La mayoría de los votos fueron en nombre de la familia, de
Dios, de los hijos, nietos, etc. En el fondo se comprueba aquello que ya
habíamos denunciado, un complot.
Para tener una idea, la propia
diputada de Montes Claros (Raquel Muniz, PSD-Minas Gerais), que homenajeó al
marido diciendo que él era un ejemplo para la nación, vio al marido caer preso
al día siguiente por corrupción, en clara demostración de que el Congreso
Nacional es hoy una banda de ratas; y por eso el impedimento no tiene
legalidad. Cualquier gobierno que venga a asumir, sea Temer o Cunha, no va a
tener moral ni legalidad. Por eso, es evidente que nosotros vamos a aprovechar
este momento pedagógico para politizar a la población brasilera acerca de
aquello que son las instituciones, ahora reveladas por el último domingo en el
Congreso Nacional.
Hay una crisis política que en el
curso de ese debate revela lo que son las demás instituciones, como el
Ministerio Público, el Poder Judicial y otras. Tenemos una cantidad de
promotores públicos y jueces mequetrefes, con mucho odio y poco contenido. Eso
se va a traducir en un proceso de formación política del pueblo brasilero.
Estoy con la expectativa muy grande de que nosotros podamos avanzar enormemente
en el próximo período.
-Correio da Cidadania: ¿Cómo analiza
este último año del gobierno Dilma y los recientes decretos de desapropiación
de tierras para la reforma agraria en medio del ápice de la crisis de su
gobierno?
Gilmar Mauro: El gobierno Dilma, en
sus acciones referentes a la reforma agraria, fue pinchando, para no decir
inexistente. Fue prácticamente nulo. En este segundo mandato no hizo casi nada.
Excepto este año, en que algunas áreas fueron arrecadadas, el año pasado no
hubo desapropiaciones.
Desde el punto de vista de nuestra
base, las principales cuestiones no fueron atendidas, Varios proyectos que
fueron aprobados en el Congreso Nacional, y algunos de ellos hasta por
iniciativa del Ejecutivo, como el tema de la criminalización de los movimientos
sociales, son extremamente complicados y graves. Entretanto, nuestra posición
acertada es firme contra el golpe, no una defensa burra del gobierno, sino una
defensa de las conquistas democráticas de nuestro pueblo brasilero, que están
en disputa hace mucho tiempo.
Como ya dije, no hacemos una defensa
ciega del gobierno, sino de las conquistas democráticas que nuestro pueblo
alcanzó. Y principalmente contra la onda fascista que se esparce por el mundo.
Por tanto, creo que es una tarea no sólo del MST, sino de todos y todas, no
apenas de la izquierda, sino también de los que defienden la libertad y la
ampliación de la democracia.
-Correio da Cidadania: ¿Independiente
del desenlace que tenga el proceso de impeachment, cómo prevé la continuidad de
la vida política brasilera, especialmente en lo referido a la pauta del MST?
Gilmar Mauro: Pienso que tenemos que
prepararnos para un largo período. He dicho directamente en el MST que tenemos
una lucha prolongada, Serán 10 años o más. La sociedad brasilera está dividida.
No en una escisión tipo disputa de fútbol, sino característica de la lucha de
clases. Hay ingredientes, y siempre busco usar metáforas, de que estamos
viviendo un período de tempestades. Y las tempestades son eventos presentes en
la naturaleza que pueden traer tanto tragedias cuanto felicidades; ellas tienen
su aspecto positivo. En una tempestad, varios árboles podridos y edificaciones
mal construidas van a perecer. Entretanto, utilizando un viejo proverbio chino,
“quien tiene raíces no teme a las tempestades”. Yo diría que también es un
momento para aquellos que tienen raíces profundas en Brasil se consoliden y
fortalezcan para hacer los enfrentamientos de lucha de clases que estarán muy
presentes en el próximo período.
Durante los gobierno petistas, hubo
un proceso, no sé si puede decir de despolitización, pero por lo menos de
no-politización de la sociedad brasilera. En los últimos 30, 40 días, la
politización se intensificó de una manera muy fuerte. Tal proceso de
politización se da hoy en varios campos de la sociedad. En la sociedad civil de
forma general, pero también en el núcleo familiar, por las redes sociales. En
grupos de familias que no discutían política y ahora están discutiendo. Y de
una forma acelerada. Porque la sociedad se organiza y se aglutina en torno a
polos. Y dos grandes polos están caracterizados en Brasil: un polo de los
demócratas, y allí también está la izquierda, y un polo de la derecha fascista,
que quiere el retroceso de la sociedad brasilera. Eso tiende a ser la marca de
la sociedad en el próximo período.
Tenemos que no sólo prepararnos para
derrotar el polo fascista en el Congreso, sino principalmente en la calle,
donde será la derrota de ellos. Precisamos prepararnos también para promover en
los próximos diez años un intenso proceso de politización. Es el ingrediente
positivo: podemos avanzar mucho en la politización y en las formas
organizativas de la clase trabajadora. Porque la clase en si es una cosa muy
amplia, pero, de forma general, los más diversos sectores de las clases
trabajadoras están politizados y organizados de alguna forma. Así, creo que
vamos a avanzar a pasos largos en la perspectiva de consolidar la conciencia de
clase en nuestro país, algo importante para superar este orden extremamente
perverso del capitalismo en Brasil.
-Correio da Cidadania: ¿Las políticas
de ajuste fiscal, implementadas por el gobierno Dilma desde el año pasado, han
traído una serie de retrocesos en los derechos de los trabajadores. De qué
forma eso se tradujo en el campo?
Gilmar Mauro: No es diferente, hoy la
distancia y muy pequeña entre el campo y la ciudad. Estamos bajo la égida y
lógica del capital, por lo tanto las mismas empresas que actúan en la ciudad y
en el sistema financiero actúan también en el medio rural. Así, los impactos de
las políticas recesivas y neoliberales golpean de igual forma en el campo y la
ciudad. Evidentemente, el campo tal vez tenga algunas condiciones que permiten
una mayor resistencia.
En la ciudad, la posibilidad de que
el desempleo siempre está a las puertas de las casas de las familias es un
problema, pues cuando se está desempleado se pierden perspectivas hasta mismo
de sobrevivencia. El campo, para aquellos que sean pequeños agricultores,
inclusive de los asentamientos de la reforma agraria, da condiciones de
producir la propia alimentación. Evidentemente, hay sectores en el campo, como
los asalariados rurales, que sufren una serie de impactos en la medida en que
el desempleo avanza. Por eso muchas veces se acercan a los campamentos de los
sin tierra. Tanto por la sobrevivencia cuanto a una perspectiva de conquista de
su pedazo de tierra y tener un espacio para producir su propia comida.
Creo que esa situación tiene a
agravarse porque la crisis económica no es una particularidad brasilera. En el
mundo entero la crisis se agrava más y más. Y las salidas presentadas por el
capitalismo son salidas que agravan todavía más la crisis económica. La reunión
del G-8 no presentó ninguna propuesta concreta para la humanidad. Muy por el
contrario, la única alternativa que quedó más o menos patente sería hacer la
cuarta revolución tecnológica e industrial, que implicaría el despido de 70
millones de trabajadores en todo el mundo. Las medidas presentadas por el
capitalismo son medidas de un proceso que agrava los problemas sociales.
Los verificamos ahora en Oriente
Medio y en Europa, con el desempleo y la violencia, un agudización de los
problemas gravísimos que rozan la barbarie. Por lo tanto, otro desafío, de
nuestro caso particular de Brasil, es resistir el golpe y prepararse para
politizar. El desafío de todos los movimientos de izquierda y progresistas es
buscar articulaciones internacionales con el objetivo de hacer un
enfrentamiento mundial inmediato contra el orden del capital.
-Correio da Cidadania: ¿Incluso con
lo que usted llama de “acción no-politizada” de los tiempos del lulismo, cree
que todavía es posible componer una alternativa de izquierda para el país junto
a los sectores fieles a Lula?
Gilmar Mauro: Lo creo posible, sí. Y
la decisión política nuestra de estar junto, quiere decir que quien está junto
tiene el derecho a criticar. Es simple estar junto no de una forma ciega, sino
de forma crítica.
Evidentemente, es preciso hacer
autocriticas. Tal vez ni todo el mundo conseguirá comprender. Pero una gran
parte de la militancia petista hoy está comprendiendo muy claramente esa
autocritica. Más que comprendiendo, está asimilando con una perspectiva de
cambio, algo que se va esparciendo muy rápidamente.
El Frente Brasil Popular se está
organizando en varios municipios de Brasil. Y creo que también el Frente Pueblo
Sin Miedo ha ampliado bastante su radio de acción. El Frente Brasil Popular,
con el cual tengo una mayor ligazón, está en municipios pequeños, dentro de la
universidad, escuelas, barrios y así por delante. Así como comités contra el
golpe, con la inserción de artistas y sectores de clase media muy importantes.
Evidentemente, tenemos muchas
contradicciones en frente. Vienen las elecciones municipales ahora, después las
presidenciales de 2018. Como dije anteriormente, construir buenas raíces en las
formas organizativas, aunque todavía no sean definitivas, pero como embriones
de nuevas formas, alianzas y articulaciones para la construcción de frentes
todavía más amplios, es fundamental para organizar gran parte de la clase
trabajadora en todo el territorio del país.
Espero que esa formas de organización
vengan para politizar a la clase trabajadora en el límite de la radicalización
de la democracia. Ahora, la clase todavía intenta construir un programa mínimo,
que aporte no sólo para resistir el retroceso, sino en una perspectiva de
democratización de los medios de comunicación, del poder judicial, de la
reforma política de nuestro país y de ampliación de debates sobre la reforma
agraria, la reforma urbana, la producción de empleos, etc.
Ese es un programa mínimo y el
proceso está bastante acelerado. Yo diría que es un momento de estar juntos
para tener el derecho a la palabra. Pasado el momento de mayor tensión,
continuar la construcción para intentar producir una unidad, todavía llena de
contradicciones, en una perspectiva de avance. Por eso creo que los sectores de
izquierda más radicalizados que no participaron de ese proceso, deben
reflexionar y sumarse a los procesos de movilización de calle, que son muy
importantes y muy politizadoras.
-Correio da Cidadania: ¿Cuáles
proyecciones podemos hacer para el futuro del país en medio de toda la crisis
política, económica, social y ética? ¿Y cuál será el papel del MST?
Gilmar Mauro: El MST es una
organización más dentro de ese proceso. Nunca tuvimos ambición de dominar o
hegemonizar la izquierda, mucho menos de ser la vanguardia del proceso. Estamos
dentro de nuestra construcción orgánica, felizmente muy estructurada como
organización. Mantuvimos siempre nuestras escuelas de formación militante y
continuaremos inclusive ampliándolas para otros sectores de la sociedad
brasilera.
La izquierda de alguna manera
sobreestimó la capacidad intelectual de la elite brasilera. Creo que eso está
siendo demostrado claramente en el proceso de impeachment y tentativas de
golpe. Queda patente cuan limitada es. Por tal razón es importante la
preocupación de la militancia de que el odio dirigido contra el movimiento
social en general -y no sólo contra el PT-, es contra toda la izquierda de
forma más general, falta contenido pero sobra disposición destructiva.
Evidentemente, no se trata de
subestimar a las elites brasileras, no estoy hablando de eso. Creo que no demos
ni subestimar ni sobrestimar. El gran desafío de este programa mínimo y de las
condiciones presentadas, es intentar avanzar en la perspectiva de crear
espacios mayores de participación popular. A mi modo de ver, se pudiésemos
rescatar al viejo creador de este jornal, nuestro camarada Plínio Arruda
Sampaio (1930-2014) al discutir el tema de la participación popular, en una
perspectiva de espacios de lucha, de movilización abarcando la cultura y la
juventud, podríamos ayudar a hacer una autocrítica contundente, inclusive de
las formas de movilización, Para más allá del modo que se hacen las
movilizaciones -bajo la idea del camión con altoparlantes encima y todo el
mundo disputando el micrófono-, es posible tener de participación, de agitación
y propaganda, que aglutinen a la juventud y otros sectores de la sociedad
brasilera que no están contemplados en nuestras charlas y formas usuales.
1) es posible construir nuevas formas
organizativas;
2) es preciso estimular la
participación popular;
3) esa participación tiene que ser
politizada para se transforme en políticas de un gobierno popular;
4) es preciso discutir estrategias y
proyecto político junto a la militancia y la clase trabajadora, en una
perspectiva en ese momento de radicalizar la democracia y discutir todo el
conjunto de cuestiones que mencionamos a lo largo de la conversación;
5) montar en Brasil y en nivel
internacional un movimiento de la clase trabajadora y construir posibilidades
reales, a fin de reunir fuerza concreta para alterar el orden del sistema en
Brasil y a escala internacional:
No es una lucha para 15 días, ni para
2018, y no es una lucha que se cierra en nuestra generación. Es una lucha
bastante prolongada, pero estoy muy optimista con las nuevas condiciones que
están siendo creadas. Creo que vamos a resistir al fascismo y plantar semillas
mucho mejores para el futuro.
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