Brasil - Entrevista a Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST)

Posted by Correo Semanal on lunes, abril 25, 2016


“La sociedad brasilera está dividida en escisión característica de la lucha de clases”    

Raphael Sanz, Redacción
Correio da Cidadania, 20-4-2016
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Mientras la aprobación del proceso de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff monopoliza atenciones, una serie de acontecimientos negativos en el campo se destacaron en los noticieros. El más trágico, el asesinato de dos trabajadores sin tierra en Quedas do Iguaçu (Paraná), en la misma semana el movimiento social volvió a divulgar el aumento de los índices de violencia en el campo, por cuenta de la tierra, pero cada vez más por el agua. Para hablar del asunto y relacionarlo a los acontecimientos en la ciudades y en los poderes, conversamos con Gilmar Mauro, importante dirigente del MST, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra.

-Correio da Cidadania: ¿Qué puede comentar sobre los asesinatos de dos trabajadores sin tierra recientemente en Paraná?
Gilmar Mauro: Lo que ocurrió en Paraná fue una provocación. Una provocación muy grave que trata de la eliminación de vidas. El grupo que controla una cantidad enorme de áreas de Paraná, recibe asignaciones públicas hace mucho tiempo y ya utilizó de todos los recursos naturales de esas áreas. Además de destruir todos los recursos naturales de las tierras, todavía planto mono-culturas de eucalipto, que son bosques homogéneos, con el fin de inversiones económicas.
Existe una tensión en la región hace bastante tiempo. La empresa posee grupos de seguridad y ha contratado los servicios de pistoleros, más allá de las formalidades en relación a la seguridad. Pero lo más grave es que el grupo sustentó varias campañas de diputados, entre ellas, la del jefe de la Casa Civil Valdir Rossoni (PSDB), electo con el dinero de Araupel. Además financia a otros político en la región.
Se formó un complot entre la empresa, parte del Ministerio Público, parte de la Policía Militar y también ahora la Casa Civil y la Secretaría de Seguridad de Paraná. Viendo la posibilidad de pérdida del área en la justicia, por tratarse de tierra pública de la Unión, el grupo Araupel intentó crear una situación de conflicto. Para eso utilizó inclusive los servicios de la Policía Militar de Paraná, que provocó al campamento.
La idea de ellos era de nuestra gente reaccionara y proporcionara las condiciones para una intervención militar mayor. Felizmente, conseguimos hacer una gran movilización de masas, dimos una respuesta de masas y nuestra base no cayó en la provocación. 
Es evidente el vínculo de ese episodio en Paraná con la coyuntura política nacional. Hay sectores de derecha que están buscando provocar de todas las formas conflictos sociales, pregonando el caos, para justificar acciones de tipo militar, no sólo en Paraná. El episodio ocurre precisamente en el mes que se cumplen 20 años de la masacre de Eldorado dos Carajás, cuyos asesinos y mandantes continúan sueltos. Es lamentable y muy preocupante la situación en Paraná y en el resto de Brasil.
-Correio da Cidadania: ¿En abril de 2015, el MST hizo cerca de 50 ocupaciones de tierras. Cómo estuvieron las acciones del movimiento en el año que pasó?
Gilmar Mauro: Hay una tendencia. Es lo que dije el año pasado y acabó se acabó revelando con el agravamiento de la crisis, el aumento del desempleo y un empeoramiento general en la vida de la población. Un momento donde una gran cantidad de familias sin tierra procuran componer los campamentos. En este año ya ocurrieron muchas ocupaciones y la tendencia es que en el segundo semestre muchas más ocurrirán.
Además de la crisis socioeconómica brasilera, hay otro ingrediente, que estamos debatiendo con la sociedad, sobre el tema de los agro-tóxicos, de la utilización de la tierra, del agua, de los recursos naturales. Vengo percibiendo una preocupación bastante grande de la sociedad en relación al consumo de alimentos.
Históricamente, tenemos un punto de vista que coloca al campo como lugar de atraso. Hasta en la poesía, en la literatura y en las artes, está la idea de los “Jecas Tatus”, lo que creó en la población del campo una especie de baja autoestima, que hacía con que todo padre de familia dijese a los hijos que estudiaran y fueran a la ciudad, “porque aquí es difícil”. Y de hecho los propios productos agrícolas son utilizados de forma peyorativa en la sociedad. Cuando alguien tiene un problema habla de “abacaxi”, “pepino”, “humo” o “pisar tomates”. Esa situación se ha revertido porque el campo se ha transformado en una esperanza. Un lugar de producción de alimentos saludables y aire puro exactamente en el momento en que la ciudad se está transformando en lugar de stress, de las dificultades, de falta de vivienda y así por delante.
Además del ingrediente socioeconómico, todavía hay otro, de búsqueda de calidad de vida. Así, es posible prever que muchas ocupaciones de tierra ocurrirán en nuestro país. Esperamos que después de ganar la batalla del golpe, de hecho el gobierno pueda dar prioridad a la reforma agraria, con inversión en la recaudación de tierra para el desarrollo de la agricultura. Todos nosotros sabemos que en un momento de crisis, si las familias tuvieran un lugar para plantar, colectar y vivir, la situación puede ser no solo amenizada; sino general propuestas de producción y abastecimiento multiplicadoras en el comercio, en los servicios, y promover algún desarrollo económico. No tengo ninguna duda de que la lucha por la reforma agraria y por la tierra va a continuar y van a ocurrir muchas ocupaciones de tierra este año en nuestro país.

-Correio da Cidadania: ¿Cómo evalúa el último domingo (17) en la Cámara de los Diputados y qué esperar del actual momento marcado por el proceso de impedimento de la presidenta Dilma?
Gilmar Mauro: La evaluación que hacemos es que hubo muchos más manifestantes contra el impeachment de que a favor. Una demostración de que, si lo hubiéramos hecho una semana antes de la votación, podríamos haber conseguido que la población fuese cambiando la opinión de algunos parlamentarios. Hay una participación cada vez mayor con involucramiento de la intelectualidad, de los artistas,  y también de la población, que está dándose cuenta lo aquello que fue armado. Y esa armazón se comprobó en el Congreso Nacional.
El domingo, en particular, tuvimos un aula de cretinismo político. De hecho Lenin ya decía que “el parlamento es una fábrica de cretinos” y el domingo pasado se comprobó para todo Brasil. De cualquier forma creo que fue pedagógico. Porque el pueblo brasilero vio quienes son, de hecho, los parlamentarios de la Cámara Federal y del Congreso Nacional. Fue vergonzoso. La mayoría de los votos fueron en nombre de la familia, de Dios, de los hijos, nietos, etc. En el fondo se comprueba aquello que ya habíamos denunciado, un complot.
Para tener una idea, la propia diputada de Montes Claros (Raquel Muniz, PSD-Minas Gerais), que homenajeó al marido diciendo que él era un ejemplo para la nación, vio al marido caer preso al día siguiente por corrupción, en clara demostración de que el Congreso Nacional es hoy una banda de ratas; y por eso el impedimento no tiene legalidad. Cualquier gobierno que venga a asumir, sea Temer o Cunha, no va a tener moral ni legalidad. Por eso, es evidente que nosotros vamos a aprovechar este momento pedagógico para politizar a la población brasilera acerca de aquello que son las instituciones, ahora reveladas por el último domingo en el Congreso Nacional.
Hay una crisis política que en el curso de ese debate revela lo que son las demás instituciones, como el Ministerio Público, el Poder Judicial y otras. Tenemos una cantidad de promotores públicos y jueces mequetrefes, con mucho odio y poco contenido. Eso se va a traducir en un proceso de formación política del pueblo brasilero. Estoy con la expectativa muy grande de que nosotros podamos avanzar enormemente en el próximo período.
-Correio da Cidadania: ¿Cómo analiza este último año del gobierno Dilma y los recientes decretos de desapropiación de tierras para la reforma agraria en medio del ápice de la crisis de su gobierno?
Gilmar Mauro: El gobierno Dilma, en sus acciones referentes a la reforma agraria, fue pinchando, para no decir inexistente. Fue prácticamente nulo. En este segundo mandato no hizo casi nada. Excepto este año, en que algunas áreas fueron arrecadadas, el año pasado no hubo desapropiaciones.
Desde el punto de vista de nuestra base, las principales cuestiones no fueron atendidas, Varios proyectos que fueron aprobados en el Congreso Nacional, y algunos de ellos hasta por iniciativa del Ejecutivo, como el tema de la criminalización de los movimientos sociales, son extremamente complicados y graves. Entretanto, nuestra posición acertada es firme contra el golpe, no una defensa burra del gobierno, sino una defensa de las conquistas democráticas de nuestro pueblo brasilero, que están en disputa hace mucho tiempo.
Como ya dije, no hacemos una defensa ciega del gobierno, sino de las conquistas democráticas que nuestro pueblo alcanzó. Y principalmente contra la onda fascista que se esparce por el mundo. Por tanto, creo que es una tarea no sólo del MST, sino de todos y todas, no apenas de la izquierda, sino también de los que defienden la libertad y la ampliación de la democracia. 

-Correio da Cidadania: ¿Independiente del desenlace que tenga el proceso de impeachment, cómo prevé la continuidad de la vida política brasilera, especialmente en lo referido a la pauta del MST?
Gilmar Mauro: Pienso que tenemos que prepararnos para un largo período. He dicho directamente en el MST que tenemos una lucha prolongada, Serán 10 años o más. La sociedad brasilera está dividida. No en una escisión tipo disputa de fútbol, sino característica de la lucha de clases. Hay ingredientes, y siempre busco usar metáforas, de que estamos viviendo un período de tempestades. Y las tempestades son eventos presentes en la naturaleza que pueden traer tanto tragedias cuanto felicidades; ellas tienen su aspecto positivo. En una tempestad, varios árboles podridos y edificaciones mal construidas van a perecer. Entretanto, utilizando un viejo proverbio chino, “quien tiene raíces no teme a las tempestades”. Yo diría que también es un momento para aquellos que tienen raíces profundas en Brasil se consoliden y fortalezcan para hacer los enfrentamientos de lucha de clases que estarán muy presentes en el próximo período.
Durante los gobierno petistas, hubo un proceso, no sé si puede decir de despolitización, pero por lo menos de no-politización de la sociedad brasilera. En los últimos 30, 40 días, la politización se intensificó de una manera muy fuerte. Tal proceso de politización se da hoy en varios campos de la sociedad. En la sociedad civil de forma general, pero también en el núcleo familiar, por las redes sociales. En grupos de familias que no discutían política y ahora están discutiendo. Y de una forma acelerada. Porque la sociedad se organiza y se aglutina en torno a polos. Y dos grandes polos están caracterizados en Brasil: un polo de los demócratas, y allí también está la izquierda, y un polo de la derecha fascista, que quiere el retroceso de la sociedad brasilera. Eso tiende a ser la marca de la sociedad en el próximo período.
Tenemos que no sólo prepararnos para derrotar el polo fascista en el Congreso, sino principalmente en la calle, donde será la derrota de ellos. Precisamos prepararnos también para promover en los próximos diez años un intenso proceso de politización. Es el ingrediente positivo: podemos avanzar mucho en la politización y en las formas organizativas de la clase trabajadora. Porque la clase en si es una cosa muy amplia, pero, de forma general, los más diversos sectores de las clases trabajadoras están politizados y organizados de alguna forma. Así, creo que vamos a avanzar a pasos largos en la perspectiva de consolidar la conciencia de clase en nuestro país, algo importante para superar este orden extremamente perverso del capitalismo en Brasil.
-Correio da Cidadania: ¿Las políticas de ajuste fiscal, implementadas por el gobierno Dilma desde el año pasado, han traído una serie de retrocesos en los derechos de los trabajadores. De qué forma eso se tradujo en el campo?
Gilmar Mauro: No es diferente, hoy la distancia y muy pequeña entre el campo y la ciudad. Estamos bajo la égida y lógica del capital, por lo tanto las mismas empresas que actúan en la ciudad y en el sistema financiero actúan también en el medio rural. Así, los impactos de las políticas recesivas y neoliberales golpean de igual forma en el campo y la ciudad. Evidentemente, el campo tal vez tenga algunas condiciones que permiten una mayor resistencia.
En la ciudad, la posibilidad de que el desempleo siempre está a las puertas de las casas de las familias es un problema, pues cuando se está desempleado se pierden perspectivas hasta mismo de sobrevivencia. El campo, para aquellos que sean pequeños agricultores, inclusive de los asentamientos de la reforma agraria, da condiciones de producir la propia alimentación. Evidentemente, hay sectores en el campo, como los asalariados rurales, que sufren una serie de impactos en la medida en que el desempleo avanza. Por eso muchas veces se acercan a los campamentos de los sin tierra. Tanto por la sobrevivencia cuanto a una perspectiva de conquista de su pedazo de tierra y tener un espacio para producir su propia comida.
Creo que esa situación tiene a agravarse porque la crisis económica no es una particularidad brasilera. En el mundo entero la crisis se agrava más y más. Y las salidas presentadas por el capitalismo son salidas que agravan todavía más la crisis económica. La reunión del G-8 no presentó ninguna propuesta concreta para la humanidad. Muy por el contrario, la única alternativa que quedó más o menos patente sería hacer la cuarta revolución tecnológica e industrial, que implicaría el despido de 70 millones de trabajadores en todo el mundo. Las medidas presentadas por el capitalismo son medidas de un proceso que agrava los problemas sociales.
Los verificamos ahora en Oriente Medio y en Europa, con el desempleo y la violencia, un agudización de los problemas gravísimos que rozan la barbarie. Por lo tanto, otro desafío, de nuestro caso particular de Brasil, es resistir el golpe y prepararse para politizar. El desafío de todos los movimientos de izquierda y progresistas es buscar articulaciones internacionales con el objetivo de hacer un enfrentamiento mundial inmediato contra el orden del capital.
-Correio da Cidadania: ¿Incluso con lo que usted llama de “acción no-politizada” de los tiempos del lulismo, cree que todavía es posible componer una alternativa de izquierda para el país junto a los sectores fieles a Lula?
Gilmar Mauro: Lo creo posible, sí. Y la decisión política nuestra de estar junto, quiere decir que quien está junto tiene el derecho a criticar. Es simple estar junto no de una forma ciega, sino de forma crítica.
Evidentemente, es preciso hacer autocriticas. Tal vez ni todo el mundo conseguirá comprender. Pero una gran parte de la militancia petista hoy está comprendiendo muy claramente esa autocritica. Más que comprendiendo, está asimilando con una perspectiva de cambio, algo que se va esparciendo muy rápidamente.
El Frente Brasil Popular se está organizando en varios municipios de Brasil. Y creo que también el Frente Pueblo Sin Miedo ha ampliado bastante su radio de acción. El Frente Brasil Popular, con el cual tengo una mayor ligazón, está en municipios pequeños, dentro de la universidad, escuelas, barrios y así por delante. Así como comités contra el golpe, con la inserción de artistas y sectores de clase media muy importantes.
Evidentemente, tenemos muchas contradicciones en frente. Vienen las elecciones municipales ahora, después las presidenciales de 2018. Como dije anteriormente, construir buenas raíces en las formas organizativas, aunque todavía no sean definitivas, pero como embriones de nuevas formas, alianzas y articulaciones para la construcción de frentes todavía más amplios, es fundamental para organizar gran parte de la clase trabajadora en todo el territorio del país.
Espero que esa formas de organización vengan para politizar a la clase trabajadora en el límite de la radicalización de la democracia. Ahora, la clase todavía intenta construir un programa mínimo, que aporte no sólo para resistir el retroceso, sino en una perspectiva de democratización de los medios de comunicación, del poder judicial, de la reforma política de nuestro país y de ampliación de debates sobre la reforma agraria, la reforma urbana, la producción de empleos, etc.
Ese es un programa mínimo y el proceso está bastante acelerado. Yo diría que es un momento de estar juntos para tener el derecho a la palabra. Pasado el momento de mayor tensión, continuar la construcción para intentar producir una unidad, todavía llena de contradicciones, en una perspectiva de avance. Por eso creo que los sectores de izquierda más radicalizados que no participaron de ese proceso, deben reflexionar y sumarse a los procesos de movilización de calle, que son muy importantes y muy politizadoras.
-Correio da Cidadania: ¿Cuáles proyecciones podemos hacer para el futuro del país en medio de toda la crisis política, económica, social y ética? ¿Y cuál será el papel del MST?
Gilmar Mauro: El MST es una organización más dentro de ese proceso. Nunca tuvimos ambición de dominar o hegemonizar la izquierda, mucho menos de ser la vanguardia del proceso. Estamos dentro de nuestra construcción orgánica, felizmente muy estructurada como organización. Mantuvimos siempre nuestras escuelas de formación militante y continuaremos inclusive ampliándolas para otros sectores de la sociedad brasilera.
La izquierda de alguna manera sobreestimó la capacidad intelectual de la elite brasilera. Creo que eso está siendo demostrado claramente en el proceso de impeachment y tentativas de golpe. Queda patente cuan limitada es. Por tal razón es importante la preocupación de la militancia de que el odio dirigido contra el movimiento social en general -y no sólo contra el PT-, es contra toda la izquierda de forma más general, falta contenido pero sobra disposición destructiva.
Evidentemente, no se trata de subestimar a las elites brasileras, no estoy hablando de eso. Creo que no demos ni subestimar ni sobrestimar. El gran desafío de este programa mínimo y de las condiciones presentadas, es intentar avanzar en la perspectiva de crear espacios mayores de participación popular. A mi modo de ver, se pudiésemos rescatar al viejo creador de este jornal, nuestro camarada Plínio Arruda Sampaio (1930-2014) al discutir el tema de la participación popular, en una perspectiva de espacios de lucha, de movilización abarcando la cultura y la juventud, podríamos ayudar a hacer una autocrítica contundente, inclusive de las formas de movilización, Para más allá del modo que se hacen las movilizaciones -bajo la idea del camión con altoparlantes encima y todo el mundo disputando el micrófono-, es posible tener de participación, de agitación y propaganda, que aglutinen a la juventud y otros sectores de la sociedad brasilera que no están contemplados en nuestras charlas y formas usuales.
1) es posible construir nuevas formas organizativas;
2) es preciso estimular la participación popular;
3) esa participación tiene que ser politizada para se transforme en políticas de un gobierno popular;
4) es preciso discutir estrategias y proyecto político junto a la militancia y la clase trabajadora, en una perspectiva en ese momento de radicalizar la democracia y discutir todo el conjunto de cuestiones que mencionamos a lo largo de la conversación;
5) montar en Brasil y en nivel internacional un movimiento de la clase trabajadora y construir posibilidades reales, a fin de reunir fuerza concreta para alterar el orden del sistema en Brasil y a escala internacional:

No es una lucha para 15 días, ni para 2018, y no es una lucha que se cierra en nuestra generación. Es una lucha bastante prolongada, pero estoy muy optimista con las nuevas condiciones que están siendo creadas. Creo que vamos a resistir al fascismo y plantar semillas mucho mejores para el futuro.