Colombia - Entrevista Timochenko, jefe de las Farc

Posted by Correo Semanal on viernes, febrero 05, 2016


Entrevista Timochenko, jefe de las Farc, sobre lo que ha sido la guerra y cómo se están preparando para la vida democrática
“Vamos a hacer política sin armas”

Semana, Bogotá, 30-1-2016

Apenas reelegido como presidente (abril de 2014), Juan Manuel Santos se reunía con el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, en Bogotá. La reunión entre los dos políticos estuvo centrada en el “proceso de paz”. En los días previos al arribo de Biden, el presidente de Colombia destacaba el rol del gobierno norteamericano como “un firme defensor” de las negociaciones con las Farc. Según Santos, la administración de Barack Obama y el Congreso de EEUU reconocían que "es muy importante que este proceso termine de forma exitosa”. A juicio de Santos, Estados Unidos estaba especialmente interesado en el punto 3 de la agenda pactada con las Farc, relativo al problema del narcotráfico y sobre el cual ya se había logrado un preacuerdo en La Habana. Para el presidente colombiano no cabían dudas: la paz negociada será el "broche de oro" del Plan Colombia”, es decir, el “programa de cooperación” con Estados Unidos que se implementó en 2002 (entre los presidentes Rafael Pastrana y Bill Clinton) para “acabar con el narcotráfico y las guerrillas por la vía militar”. Un plan contrainsurgente por el cual EEUU entregó a Colombia más de 8.000 mil millones de dólares y que, bajo los dos gobiernos de Alvaro Uribe (con Santos en el Ministerio de Defensa), consiguiera las mayores victorias militares contra las Farc. La paz, en palabras de Santos, “transformaría el Plan Colombia, ya no sería el combate con los grupos al margen de la ley", Por eso, EEUU no solamente apoyaba las negociaciones de La Habana, con Bernie Aronson como “enviado especial”, sino que empezaba a dar los pasos para financiar el “postconflicto”. (Agencia EFE, Bogotá, 17-6-2014)
Menos de un año después, ya con las negociaciones avanzadas, Obama confirmaba todo su respaldó el “proceso de paz”. En la VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá el presidente estadounidense subrayó los "progresos" entre el gobierno de Santos y la guerrilla de las Farc, según indicaba la portavoz de medios hispanos de la Casa Blanca, Katherine Vargas. La funcionaria detalló que Obama transmitió a Santos su "apoyo" para resolver los "desafíos" pendientes en el proceso, entre ellos el asunto de los derechos de las víctimas y otros vinculados al "fin del conflicto". Asimismo, Obama enfatizó que la designación del “enviado especial” de EEUU para el proceso de paz en Colombia, simboliza la "esperanza compartida" en que se logre una "paz estable y duradera". Para el jefe de la principal potencia imperialista, el “proceso de paz” colombiano y la “normalización” de las relaciones con Cuba, eran los dos hechos más importantes en las relaciones de EEUU con América Latina. Una prueba inequívoca de que los “viejos desencuentros” de la “guerra fría” quedaban atrás, definitivamente. (Noticias RCN, Bogotá, 11-4-2015)
El martes 15 de diciembre de 2015, el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia anunciaron que habían llegado a un acuerdo sobre el tema de la reparación y la justicia para las víctimas del conflicto armado, clave para el proceso de paz que adelantan desde hace tres años en La Habana. "Hemos dado un paso fundamental de avance para la construcción de la paz estable y duradera y la finalización de una guerra de más de medio siglo que ha desangrado al país", dijeron las partes en el comunicado que leyeron en la capital de Cuba. El punto de víctimas ha sido el más complejo de acordar de los cinco de la agenda de negociaciones y se estaba discutiendo desde agosto de 2014. Sus objetivos son: la satisfacción de los derechos de las víctimas, de las que hay más de 7 millones en Colombia; garantizar la no repetición; tener un enfoque territorial, diferencial y de género; proveer seguridad jurídica para los procesados; promover la convivencia y la reconciliación; y conseguir tener legitimidad. El sistema incluye una Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que será la encargada de juzgar los crímenes cometidos en el marco del conflicto.
El “acuerdo histórico” fue ratificado con un encuentro entre el presidente Santos, Timochenko, jefe máximo de las Farc, y Raúl Castro, presidente de Cuba. La firma de la “paz definitiva”, que incluye el desarme de las Farc, se anuncia para el 23 de marzo de 2016.
Los acuerdos firmados alcanzados hasta ahora, no mencionan a los trabajadores asalariados, ni a los “informales” de las ciudades, ni a los sindicatos o los movimientos urbanos y rurales. En nada cuestionan el modelo neoliberal, ni la extranjerización de la economía y, mucho menos la concentración de la tierra. Por tanto, las demandas que animan las movilizaciones sociales que hay en el país, no son contempladas. El único sector social a nombre del cual hablan las Farc es una retaguardia campesina colona, pobre, cocalera y marginal. En zonas selváticas, no conectadas ni con carreteras ni con infraestructura en general  con las  regiones  productivas. 
Luego de la firma de los acuerdos finales, Santos piensa rearmar un gabinete ministerial que exprese un pacto entre las elites y una política de conciliación de clases con la izquierda y el movimiento sindical y social. La paz, entonces, será presentada como "paz social", un paréntesis en las  resistencias populares en  beneficio de un supuesto "futuro armónico". Incluso el plan de ajuste (con la caída de  los precios del petróleo, una reforma tributaria regresiva, y una brutal contracción salarial, etc.) será vendido como el precio a pagar por una gobernabilidad pacífica. Por otra parte, la izquierda legal está evaluando en sumarse al gabinete de Santos, después de la firma de los acuerdos habaneros. 
La negociación, entonces, tomó la forma de reconocimientos regionales en zonas donde las Farc han tenido presencia  acompañando la colonización selvática desde de los años 1960. A  cambio, la guerrilla ha aceptado la impunidad del terrorismo de Estado.  En la Jurisdicción Especial para la Paz que definieron  los acuerdos de La Habana -que contemplan esa impunidad- caben incluso hasta lo que se conoció como "falsos  positivos", es decir, los crímenes cometidos por militares en barrios periféricos de las ciudades y en donde los asesinados -población joven y pobre-  eran vestidos con uniformes de la guerrilla para cobrar la “recompensa” conforme a la cúpula de las Fuerzas Armadas, metodología indicada por los manuales mercenarios norteamericanos. 
En este contexto hay que ubicar la entrevista a Timochenko que a continuación publicamos. En todo caso, las declaraciones del jefe fariano confirman la adopción de una política “realista” y un fenomenal retroceso programático. Es el fin del discurso sobre la “lucha armada” y, sin duda, la consecuencia de una derrota estratégica, política y militar. El régimen de dominación de la gran burguesía colombiana, custiodado por Estados Unidos, continuará intocado. Igual que las grandes líneas de su modelo económico.Los empresarios locales y las multinacionales también tienen motivos para celebrar el “acuerdo histórico”. (Redacción de Correspondencia de Prensa)

Entrevista a Timochenko
“Vamos a hacer política sin armas”
Semana, Bogotá, 30-1-2016
SEMANA: ¿Cómo ingresó usted a las Farc?
TIMOCHENKO: Yo ingreso en el año de 1976 motivado por la situación del entorno en que vivía. Éramos una familia pobre en un pueblo pobre, de padres afectados por la época de la violencia. Mi mamá era viuda. A su primer marido lo asesinaron al frente de la casa y pues uno oía todos esos relatos y todo eso lo sensibilizaba. Uno veía las desigualdades sociales, el entorno que había en la escuela primaria. Uno veía los niños que llegaban sin desayuno, iba a la casa de ellos y sabía que no tenían para el almuerzo. Todo eso me llenaba de inquietudes. Mi mamá cultivó en mí el amor a la lectura. Ella misma me enseñó a leer, entonces yo ya sabía antes de entrar a la escuela y en esas lecturas se aclaraban algunas cosas.
-SEMANA: ¿Cómo fueron esos primeros años en el monte?
T.: La actividad guerrillera común y corriente. La preparación militar, la preparación para el combate pero a la vez la formación política. Lo primero a lo que uno llega es al estudio de los estatutos y los reglamentos. El vivir en función del colectivo y el colectivo vive en función de uno.
-SEMANA: ¿Usted se imaginó en algún momento llegar a ser jefe de las Farc?
T.: No, jamás. Incluso en las distintas responsabilidades que me ha tocado asumir, nunca he trabajado por ser jefe de un frente. La consigna mía desde que ingresé ha sido tratar de hacer las cosas bien. Cuando toca ranchar, tratar de ranchar bien; pagar la guardia, pagarla bien; hacer las exploraciones, tratar de hacerlas bien. En la guerrilla eso es un proceso gradual. En la medida en que a la gente se le ven cualidades, se le van dando responsabilidades.
-SEMANA: ¿Con tantos años en la guerrilla, no siente que la guerra deshumaniza?
T.: Nosotros trabajamos mucho el elemento político para no deshumanizarnos. Nosotros antes que todo somos un movimiento político. Decía Jacobo Arenas: “Un hombre armado, con poder y nada en la cabeza, es sumamente peligroso”. Y por eso nosotros tenemos unos estatutos, unos reglamentos. Son duros porque van encaminados a eso, a que la gente no se desvíe.
--SEMANA: ¿Con los actos de barbarie que han cometido en la guerra ustedes no se han cuestionado esa degradación?
T.: Eso lo siente uno en el momento más intenso, y cuando la gente le toca combata y combata es cuando más hay que estar pendiente. Me decía alguien “la guerra no es un poema”. La guerra es muerte, heridos, mutilados, desarraigados, desaparecidos. Eso es la guerra y por eso queremos terminarla.
T.: Eso lo siente uno en el momento más intenso, y cuando la gente le toca combata y combata es cuando más hay que estar pendiente. Me decía alguien “la guerra no es un poema”. La guerra es muerte, heridos, mutilados, desarraigados, desaparecidos. Eso es la guerra y por eso queremos terminarla.
-SEMANA: Esa degradación de la guerra hace que hayan llegado a actos de terrorismo inaceptables como la bomba de El Nogal…
T.: Yo no quiero hablar de cosas puntuales de lo que ha sucedido. Yo creo que una de las grandes ganancias de lo que hemos logrado hasta ahora es ese escenario que se va a construir por las partes para dilucidar todo lo que ha sucedido, en qué contexto se dio y quién tiene responsabilidad. No para justificarlo, pero sí para explicarlo. En la guerra se da esa situación: está la vida del otro o la vida suya. Acá hay un grupo de gente que está haciendo lo que está haciendo en función de destruirlo a él, y al revés. En esa dinámica se dan situaciones que uno dice ojalá nunca se hubieran dado.
-SEMANA: ¿Ustedes justificaron la guerra para hacer una rebelión, pero los medios que utilizaron no considera que fueron inhumanos? ¿Por ejemplo, las Farc no se arrepienten del secuestro?
T.: Es un método de financiación que se justificó en determinado momento. Nosotros necesitábamos financiarnos y encontramos ese instrumento que realmente no es el más humano y tratamos de corregirlo en la época de Belisario. Pero como el proceso no se desarrolló como estaba planteado volvimos a la confrontación. Pero hay un momento en que dijimos: hay que parar esto.
-SEMANA: ¿Por qué acudieron al secuestro y no a otras opciones como el narcotráfico?
T.: No es el escenario para profundizar un tema tan sensible. Nosotros lo hemos reconocido y si decidimos suspenderlo es porque tenía un costo político muy grave, pero, además, era una acción inhumana. Usted me dice el narcotráfico, pero entonces nos estigmatizan. Nosotros nos hemos financiado de donde hay: de la ganadería, del café, donde hay plata ahí tratamos de buscar.
-SEMANA: ¿Qué opinaron cuando salieron más de 5 millones de colombianos vestidos de blanco a gritar no más Farc? ¿Eso no suscitó una reflexión en las Farc sobre la validez de su lucha armada?
T.: Reflexión sí, uno reflexiona. De cómo son capaces de construir en el imaginario de la gente a partir de medias verdades. Yo no voy a decir de mentiras, pero de medias verdades. Esa es la parte en que nosotros en cierta medida estamos en desventaja porque se ha logrado imponer en la sociedad colombiana y en el mundo una narrativa distorsionada del conflicto. Se cogen medias verdades se magnifican y se nos estigmatiza. Ese es el gran reto que tenemos ahora en este proceso: tratar de llegar a una lectura objetiva y realista de lo que ha sido la confrontación. Y la parte que nos corresponde: hemos cometido errores, nos hemos equivocado. Nosotros nunca desarrollamos la guerra para generar terror a la población, a la sociedad, nosotros desarrollamos la guerra como un objetivo político. Entonces, usted no va a encontrar nunca una directriz en ese sentido. Se han dado casos, pero los hemos sancionado.
-SEMANA: Ustedes pidieron perdón a las víctimas de Bojayá en un acto privado. Pero no es suficiente. ¿Ustedes planean un acto público de contrición?
T.: ¿Y por qué tiene que ser público? Las víctimas tienen derecho a definir cómo se va a realizar ese acto.
-SEMANA: ¿No ve el perdón como un acto público?
T.: Nosotros hemos planteado que nos pongamos de acuerdo todos los actores del conflicto y hagamos un gran acto de contrición nacional. Es más, vamos más allá. Convocamos a todos los sectores a que hagamos un pacto de ‘nunca más’. Nunca más la utilización de las armas en la resolución de los conflictos políticos y sociales de Colombia. A eso estamos dispuestos. Lo que no estamos dispuestos es a ir a escenarios donde nos ponen contra la pared y se saquen las cosas del contexto en que se dan.
-SEMANA: Pero los actos de perdón públicos son un acto de reconciliación generoso que ayuda a generar confianza. Tiene un valor muy importante…
T.: Ahí está lo de Bojayá y estamos trabajando en otros. Lo que pasa es que no queremos hacer eso a través de los medios de comunicación. Estamos trabajando por un objetivo muy importante, supremo, que ese va a ser el mejor acto en función de todo esto: la paz. Vamos a construir la paz y eso tiene varias etapas. Primero, tenemos que llegar al acuerdo.
-SEMANA: Si usted hiciera una mirada autocrítica sobre lo que ha sido el conflicto, ¿cuáles cree que han sido los grandes errores de las Farc?
T.: Que les hemos creído a los dirigentes en los distintos momentos en que hemos iniciado los procesos de paz.
-SEMANA: ¿No cree que el secuestro fue un error?
T.: Mirándolo desde aquí y a estas alturas, sí hombre. Si tocara volver a reiniciar, yo creo que no lo volveríamos a hacer.
-SEMANA: ¿A estas alturas de la historia no cree que el tema de la lucha armada es anacrónico?
T.: La lucha armada como instrumento de la lucha popular es válida cuando las circunstancias la obligan porque se impone. La lucha armada no es válida cuando es uno el que la traslada artificialmente. Pero es que la lucha nuestra, la lucha de las Farc nace del contexto de la lucha social en Colombia. Yo digo, aquellos que no creen en la lucha armada, hombre ayudemos a crear las condiciones para que no sea necesaria. Lo que no estamos dispuestos es a renunciar a nuestras ideas, a nuestro ideario político, a la concepción que tenemos del mundo, de la vida.
-SEMANA: ¿A estas alturas de la historia no cree que el tema de la lucha armada es anacrónico?
T.: La lucha armada como instrumento de la lucha popular es válida cuando las circunstancias la obligan porque se impone. La lucha armada no es válida cuando es uno el que la traslada artificialmente. Pero es que la lucha nuestra, la lucha de las Farc nace del contexto de la lucha social en Colombia. Yo digo, aquellos que no creen en la lucha armada, hombre ayudemos a crear las condiciones para que no sea necesaria. Lo que no estamos dispuestos es a renunciar a nuestras ideas, a nuestro ideario político, a la concepción que tenemos del mundo, de la vida.
T.: Nosotros desde el principio dijimos aquí venimos a construir un acuerdo que nos permita comenzar a trabajar por la paz en Colombia y nos permita hacer política dejando las armas a un lado. Es un compromiso que asumimos y lo vamos a cumplir.
-SEMANA: ¿Qué papel jugó en la negociación el presidente Chávez?
T.: Yo no sé si sea la palabra determinante, pero fue muy importante. En esos momentos en que la situación estaba compleja, se dio lo de la muerte de Alfonso (Cano), había muchos temores, muchos miedos, muchas inseguridades, es cuando el presidente Santos le pide a él que converse conmigo. Yo acepté y tuvimos una larga conversación y de ahí yo salí convencido de que teníamos un punto de apoyo que nunca habíamos tenido.
-SEMANA: ¿Qué le dijo Chávez?
T.: Él era muy conversador. En ese momento él estaba reponiéndose de la primera operación. Estuvo toda una noche ahí sentado conversando y uno sabía lo que él estaba sintiendo. Pero él me dice “vea, Timochenko, tenga la seguridad de que por la paz de Colombia lo que sea, para la guerra nada”. Entonces a nosotros y especialmente a mí en ese momento digo, hombre esto da seguridad. Es un hombre que estoy seguro que no nos va a clavar el cuchillo por la espalda, que no nos va a dejar colgados de la brocha. Y fue consecuente hasta el último día. Cuando termine exitosamente (el proceso de paz), como todos queremos, habrá que darle el merecido reconocimiento al papel que jugó.
-SEMANA: ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de la negociación?
T.: Cuando el presidente ha salido en forma unilateral a decir cosas. Ya no genera la misma tensión, pero cuando estábamos comenzando uno decía ‘esto con cualquier cosa se rompe’.
-SEMANA: ¿Cómo ve la negociación la tropa de combatientes? ¿Qué tan cohesionados están las Farc?
T.: Nos sentimos profundamente cohesionados.
-SEMANA: ¿No han tenido rebeliones internas?
T.: Opiniones sí. Yo tengo un sistema de comunicación muy rudimentario. Por radio, eso lo conoce la contraparte. He estado insistiéndole a la gente que las inquietudes que tengan nos las hagan conocer.
-SEMANA: ¿Qué inquietudes tienen?
T.: Un denominador común: ¿camarada, no nos va a pasar lo mismo que cuando la Unión Patriótica? El temor es ese. Que demos un paso en falso y nos pase lo de la Unión Patriótica.
-SEMANA: ¿Qué porcentaje de guerrilleros o frentes cree que no se van a desmovilizar?
T.: De los frentes el 100 por ciento. Si me pregunta de los guerrilleros, le puedo dejar un margencito, dígale un 99 por ciento. Yo no descarto que por ahí uno que otro muchacho se descarrille. Eso es normal.
-SEMANA: ¿Cómo se financian hoy las Farc?
T.: La ‘impuestación’, fundamentalmente.
-SEMANA: ¿Y el secuestro?
T.: Desde el día que nosotros anunciamos que lo suspendíamos lo hemos cumplido.
-SEMANA: ¿Tiene la certeza de que no se ha hecho un secuestro?
T.: Tengo la certeza.
-SEMANA: ¿Y la extorsión?
T.: El impuesto de guerra.
-SEMANA: ¿Y la plata del narcotráfico?
T.: El impuesto es a lo que se mueva en la región.
-SEMANA: ¿Y las relaciones que han tenido algunos jefes de frente con el narcotráfico?
T.: En determinado momento sí ha habido cuadros nuestros... pero yo lo he dicho: cuadro nuestro que se deja absorber por el narcotráfico, es un cuadro que se pierde. Hay muchos casos de guerrilleros de cuadros medios de miembros de las Farc que los hemos perdido. Yo siempre planteé a nivel de las Farc la necesidad de mucha vigilancia con la gente que está en esas zonas de narcotráfico, e incluso de estarlos moviendo. Eso es una cultura tremenda donde la gente se deja absorber. Entonces, por ejemplo, cuando usted dice es que ustedes son narcotraficantes, hombre si nosotros fuéramos narcotraficantes ya no seríamos revolucionarios porque sería algo incompatible. Que aprovechamos la plata que se mueve por esos lados, sí; pero que estamos vinculados al negocio, no. El narcotráfico es una cultura, una visión de la vida. Un narcotraficante consigue la plata, para la vida buena, para disfrutarla. Uno como revolucionario piensa completamente distinto.
-SEMANA: Usted siempre ha estado en contra de las fechas y dice que son fechas fatales. ¿A cuánto estamos del cese bilateral?
T.: Sabe que ahora estoy como cambiando de opinión…Como que me están gustando las fechas. Le toca a uno ponerse metas. Nosotros no estamos trabajando en función de fechas. Estamos en función de acelerar y alcanzar el acuerdo final lo más pronto posible.
-SEMANA: ¿Y el 23 marzo usted lo ve viable?
T.: Yo lo que le puedo decir es que le estamos trabajando con bastante entusiasmo.
-SEMANA: ¿Qué papel ha jugado Estados Unidos a través de su enviado especial?
T.: Lo primero para señalar es el interés. Él, además, ha sido sincero porque ha dicho “yo aquí vengo a defender los intereses de Colombia, del presidente Santos, que es un gran amigo de los Estados Unidos”. Así lo dejó clarito.
-SEMANA: ¿Quedó resuelto el tema de la extradición?
T.: Ese tema de la extradición, definido en el acuerdo de la justicia especial, está con el visto bueno de los Estados Unidos a través de su representante. En la subcomisión también había un hombre que tenía comunicación directa con él.
-SEMANA: ¿Qué miedos tienen hoy de lo que se venga después de la firma del acuerdo?
T.: El miedo permanente que lo acompaña a uno en esta etapa es que nos vayamos a equivocar, ese es el miedo. Y no logremos un acuerdo que quede bien blindado, y que ponga en riesgo la implementación de los acuerdos. Y los temores normales de cualquier persona es llegar a un escenario distinto. Independientemente que nuestra actividad siempre ha sido política, pero siempre circunscrita a la selva, en la montaña. Siempre he pensado que lo importante es que acertemos en las decisiones que tomemos. Ese es como el temor principal. Porque bueno, el temor de que de pronto lo maten a uno, ese temor es de todo el mundo.
-SEMANA: ¿Cómo va a ser esa transición de las armas a la política? ¿Cuáles van a ser las pautas políticas del nuevo movimiento?
T.: Vamos a hacer política sin armas. Tenemos la Plataforma Bolivariana por la nueva Colombia, tenemos ahí unas columnas vertebrales frente al imaginario de lo que debería ser Colombia. Pero una cosa es la que debería ser y otra la que puede ser. Y en eso tenemos que ser realistas. Vamos a entrar a un escenario político donde lo fundamental es lograr hacer confluir el mayor número de fuerzas posibles para garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Todo es integral: el tema agrario, la participación política, la justicia especial, la dejación de armas, la vinculación a la vida civil, económica y política de las Farc.
-SEMANA: En bastantes sectores de la sociedad hay temores sobre la visión de que esos acuerdos sean enemigos de la empresa privada, de la generación de riqueza. Se habla de la visión castrochavista. ¿Ustedes qué visión tienen del capitalismo y la libre empresa?
T.: Nosotros nunca hemos dicho que estamos en contra de la propiedad privada. Nosotros de lo que estamos en contra es de la sobreexplotación de la gente, estamos en contra es de la inequidad tan grande que hay en la distribución de la riqueza en Colombia, de que somos uno de los países más inequitativos del mundo, más corruptos del mundo y donde hay mayor impunidad. Si logramos entrar a superar esos tres elementos, podemos entre todos construir una Colombia más amable.
-SEMANA: Ustedes contemplan la posibilidad de que convivan gran agroindustria y pequeños minifundios. ¿Están abiertos a diferentes fuentes productivas?
T.: En la medida en que corresponda. Por ejemplo, en Colombia tenemos la capacidad de autoabastecernos, pero son más de 10 millones de toneladas de alimentos que se importan. ¿Por qué no las producimos?
-SEMANA: Hubo una reunión en La Habana con grandes empresarios. ¿Cómo les fue en esa reunión?
T.: Yo no estuve. El informe que tengo es de optimismo, que fue una reunión muy buena, muy sincera. Cada uno dijo sus temores y creo que ellos se fueron satisfechos con la explicación que se les dio de lo que se está haciendo aquí, de las perspectivas del proceso. Incluso, les quitamos esa gran preocupación que tienen los empresarios de que ahora van a salir 2.000, 5.000, 10.000 o 15.000 hombres para darles trabajo. Nosotros no vamos a pedirles trabajo, vamos a trabajar por Colombia. Nosotros no nos estamos negando a hablar de ningún tema. Este no es un proceso que va encaminado contra el empresariado. Este no es un proceso que va encaminado a tumbar el Estado colombiano, es un proceso que está tratando de generar las condiciones para que en Colombia se produzcan unas mínimas transformaciones para que nos dejemos de matar por las ideas que cada uno defienda. Así de sencillo.
-SEMANA: ¿Pero están dispuestos a trabajar en esas zonas que ustedes ha llamado Terrepaz, que todavía no sabemos qué significan y que asustan a muchos?
T.: Yo tampoco… Es que todo esto está en construcción porque, además, no somos solo nosotros, está el gobierno y hay que tener en cuenta también la contraparte. Ahora, debemos recoger la opinión de los industriales, de los campesinos, de los ganaderos. ¿Cuánta tierra hay en Colombia en función de la ganadería y cuanta en función de la producción de alimentos?
-SEMANA: ¿Las Farc como movimiento político en las regiones estarían dispuestas a ayudar a los empresarios que van a hacer agroindustria?
T.: Habría que ver en qué condiciones. Si es en condiciones de sobreexplotar la fuerza de trabajo de la gente, ahí sí tenemos una visión distinta. Desarrollemos la actividad agrícola, traigamos el capital que sea necesario y donde esté, nacional o extranjero, pero en qué condiciones. Somos los colombianos los que debemos poner las condiciones porque es en nuestra tierra. ¿Cuál es el problema que hay con todas esas políticas agroindustriales? Que imponen qué es lo que se va a producir. Mire todo el daño que han hecho en muchas regiones, con el etanol, la famosa caña, grandes extensiones que antes sembraban arroz hoy siembran caña. La palma, y no es que esté en contra de la palma, pero partamos de las realidades nuestras, de las necesidades nuestras. Y eso es algo que debemos construir entre todos.
-SEMANA: En esa transición a entender la democracia sin armas, ¿cómo van a despojarse de su estructura autoritaria?
T.: Nosotros nos consideramos una organización profundamente democrática, a pesar de ser una organización militar. ¿Cuál es el problema? Que somos una organización armada que tiene que regirse por leyes que rigen la actividad armada. El mando único, eso va a desaparecer en una organización política. Eso lo vamos a construir entre todos, incluso esperamos que el presidente Santos nos abra el espacio y no se nos vayan a generar ahí obstáculos para nosotros poder realizar la décima conferencia donde vamos a definir nuestra plataforma. ¿Cómo vamos a irrumpir en la vida política del país? Tenemos que decidirlo entre todos y eso es lo que estamos construyendo.
-SEMANA: ¿Y cómo va a ser ese proceso hacia la vida democrática?
T.: Tenemos claro algo: nosotros no nos vamos a desmovilizar, nos vamos a movilizar políticamente. Vamos a dejar las armas a un lado y vamos a meternos en la lucha política, en las reglas del juego que tiene el régimen, a partir de que se implemente lo que se ha acordado en la mesa, para que se abra un poco ese espacio. Muchos sectores han planteado que Santos les está entregando el país a las Farc. Eso es una barbaridad, una ridiculez. Nosotros queremos lograr generar ese espacio en que nos reconozcamos como colombianos. Que logremos esos espacios de convivencia, que la reconciliación vaya más allá de la convivencia, que se estrechen lazos y que rescatemos y logremos acabar con esa cultura de la violencia. ¿Cómo vamos a ayudar a plantear propuestas? Eso tiene un componente cultural fundamental. Si los medios siguen incentivando esa cultura del crimen, esa cultura mafiosa que se fomenta en esos programas, pues cómo no los vamos a cuestionar. Y estamos en la libertad de hacerlo. Lo que no vamos a hacer es ir a ponerles una bomba. Eso no.
-SEMANA: ¿Usted aspira a algún cargo público?
T.: Yo hago lo que la organización me ponga a hacer, desde que sea capaz, trataré de hacerlo bien. Lo fundamental es hacia donde tenemos que trabajar para unir el mayor número de fuerzas posibles y cristalizar los acuerdos de La Habana.
-SEMANA: ¿Entre esas fuerzas está el uribismo?
T.: Todo el mundo tiene que ser parte de esto. Yo a esos sectores les diría: no se marginen, démosle una oportunidad a la paz de Colombia. No estamos aquí planteando que tengamos un pensamiento único. No. Démosle la oportunidad a Colombia. No incentivemos la guerra. No le pongamos obstáculos a la construcción de la paz. Yo creo que la paz se va a imponer, así como vamos. Pero es importante que los que no creen en la paz, no le pongan obstáculos. Uno sabe que esa narrativa del conflicto ha incidido mucho y toda esa imagen que nos pintan como monstruos, pues eso genera resistencias, uno las entiende pero vamos a crear los escenarios para acabar con eso y construir la paz.
-SEMANA: ¿Qué mensaje le mandaría a Uribe?
T.: Yo creo que ya lo he dicho otras veces. Aquí hay una posibilidad histórica de ayudar a la reconciliación de los colombianos, no la desaprovechemos.
-SEMANA: ¿Participarían en las elecciones de 2018? ¿Están trabajando para eso?
T.: Estamos trabajando en la actividad política, y si de aquí a allá hemos logrado el acuerdo, pues eso es actividad política.
-SEMANA: ¿No descarta hacer alianza con otros sectores?
T.: Nosotros tenemos que buscar el mayor número de alianzas posibles, de acumulados que se junten para hacer realidad la implementación de los acuerdos. Ir más allá es entrar un poco en la especulación.
-SEMANA: ¿Cómo piensan vencer en ese tránsito hacia la democracia tanto miedo y rabia que tienen los colombianos hacia ustedes?
T.: Esa opinión me hace acordar lo que nos decían en el encuentro exploratorio. Siempre decían, es que Santos se está jugando el capital político con ustedes, a ustedes no los quiere nadie en la sociedad colombiana. Y eso incluso trancó mucho, eso habría podido hacerse en semanas no en meses. ¿Y qué ha mostrado la realidad? Que no es tan así. Cuando a nosotros nos dejen llegar a la gente en condiciones distintas, hablar y explicar. Cuando podamos implementar el acuerdo, la comisión de esclarecimiento, pero todo esto que se va a desencadenar nos va a permitir a nosotros mostrar que la imagen no es tan así. Que esa percepción fue artificialmente creada a partir de las realidades de la guerra, pero magnificadas y dirigidas a la creación de esos monstruos que necesitaban crear.
-SEMANA: Usted mete en el mismo paquete al paramilitarismo y al Estado. ¿Todavía los ven como una expresión del Estado o como bandas criminales?
T.: Afirmar nosotros que esas expresiones del paramilitarismo, que realmente existen, están impulsadas desde la cúpula del Estado, decir que Santos lo está haciendo, no. Pero que sí hay agentes del Estado. Esto que se está dando en el Chocó en el nordeste antioqueño, la misma gente lo está viendo. Grupos militares, mandos militares, les están permitiendo vivir allí, los están protegiendo. Cuando las fuerzas nuestras han ido a combatirlos han sido atacadas por la espalda por el Ejército. Se lo hemos comentado a ellos en la mesa. Porque no es solamente las bandas, es un fenómeno multidimensional y como tal hay que afrontarlo. Y eso no se va a acabar a partir del acuerdo, ni de un decreto “acábese el paramilitarismo”, pero sí se necesita que haya la voluntad, en todas las entidades del Estado, de acabar con el fenómeno en todas sus expresiones. Y el caldo de cultivo del paramilitarismo es la corrupción.
-SEMANA: ¿Qué mensaje les manda a esos sectores del establecimiento que tienen miedo de que ustedes lleguen a la política y que terminemos en el espejo de Venezuela?
T.: Si leen con detenimiento los planteamientos nuestros en ese sentido, que vamos a revisar y adaptar a las nuevas realidades, nosotros lo que queremos es una Colombia que se desarrolle. Que se desarrollen las fuerzas productivas. Necesitamos rescatar la industria nacional, que rescatemos las riquezas. Bueno, que no tenemos la capacidad suficiente y nos toca con inversión extranjera, con una transnacional sí, pero, señores, después de nosotros. Y la tajada principal tiene que quedar aquí, pero hoy la tajada principal se va. Y aquí lo único que queda son los socavones. Mire lo que pasa en La Guajira, en todas las zonas donde hay las minas, qué le queda a la gente: miseria, hambre, desnutrición. Entonces tengan la plena seguridad de que nosotros lo que vamos a construir es consenso, interpretando el sentir de la gente y pensando en el bienestar. En el vivir bien, pero no en el vivir bien de manera mafiosa. En que se resuelvan las necesidades de la gente.
-SEMANA: ¿Qué va a pasar con el ELN?
T.: Eso sí me queda muy difícil. Pregúntele al ELN. Desafortunadamente, hace rato no ha habido forma de comunicarnos con ellos.
-SEMANA: ¿No le parece que si ellos no se suben al bus de los acuerdos terminen copando los espacios territoriales que ustedes dejan?
T.: Esperemos a ver qué va a pasar.
-SEMANA: ¿Qué mensaje le mandaría usted a Tirofijo o a Cano, ahora que estamos ‘ad portas’ de cerrar ese ciclo de la historia y después este largo conflicto?

T.: Por fin estamos logrando lo que ustedes tanto soñaron.