Colombia - Entrevista Timochenko, jefe de las Farc
Entrevista Timochenko, jefe de las Farc,
sobre lo que ha sido la guerra y cómo se están preparando para la vida
democrática
“Vamos a hacer política sin armas”
Semana, Bogotá, 30-1-2016
Apenas reelegido como presidente (abril
de 2014), Juan Manuel Santos se reunía con el vicepresidente de Estados Unidos,
Joe Biden, en Bogotá. La reunión entre los dos políticos estuvo centrada en el
“proceso de paz”. En los días previos al arribo de Biden, el presidente de
Colombia destacaba el rol del gobierno norteamericano como “un firme defensor”
de las negociaciones con las Farc. Según Santos, la administración de Barack
Obama y el Congreso de EEUU reconocían que "es muy importante que este
proceso termine de forma exitosa”. A juicio de Santos, Estados Unidos estaba
especialmente interesado en el punto 3 de la agenda pactada con las Farc,
relativo al problema del narcotráfico y sobre el cual ya se había logrado un
preacuerdo en La Habana. Para el presidente colombiano no cabían dudas: la paz
negociada será el "broche de oro" del Plan Colombia”, es decir, el
“programa de cooperación” con Estados Unidos que se implementó en 2002 (entre
los presidentes Rafael Pastrana y Bill Clinton) para “acabar con el
narcotráfico y las guerrillas por la vía militar”. Un plan contrainsurgente por
el cual EEUU entregó a Colombia más de 8.000 mil millones de dólares y que,
bajo los dos gobiernos de Alvaro Uribe (con Santos en el Ministerio de
Defensa), consiguiera las mayores victorias militares contra las Farc. La paz,
en palabras de Santos, “transformaría el Plan Colombia, ya no sería el combate
con los grupos al margen de la ley", Por eso, EEUU no solamente apoyaba
las negociaciones de La Habana, con Bernie Aronson como “enviado especial”,
sino que empezaba a dar los pasos para financiar el “postconflicto”.
(Agencia EFE, Bogotá, 17-6-2014)
Menos de un año después, ya con las
negociaciones avanzadas, Obama confirmaba todo su respaldó el “proceso de paz”.
En la VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá el presidente
estadounidense subrayó los "progresos" entre el gobierno de Santos y
la guerrilla de las Farc, según indicaba la portavoz de medios hispanos de la
Casa Blanca, Katherine Vargas. La funcionaria detalló que Obama transmitió a
Santos su "apoyo" para resolver los "desafíos" pendientes
en el proceso, entre ellos el asunto de los derechos de las víctimas y otros
vinculados al "fin del conflicto". Asimismo, Obama enfatizó que la
designación del “enviado especial” de EEUU para el proceso de paz en Colombia,
simboliza la "esperanza compartida" en que se logre una "paz
estable y duradera". Para el jefe de la principal potencia imperialista,
el “proceso de paz” colombiano y la “normalización” de las relaciones con Cuba,
eran los dos hechos más importantes en las relaciones de EEUU con América
Latina. Una prueba inequívoca de que los “viejos desencuentros” de la “guerra
fría” quedaban atrás, definitivamente. (Noticias RCN, Bogotá, 11-4-2015)
El martes 15 de diciembre de 2015, el
gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
anunciaron que habían llegado a un acuerdo sobre el tema de la reparación y la
justicia para las víctimas del conflicto armado, clave para el proceso de paz
que adelantan desde hace tres años en La Habana. "Hemos dado un paso
fundamental de avance para la construcción de la paz estable y duradera y la
finalización de una guerra de más de medio siglo que ha desangrado al
país", dijeron las partes en el comunicado que leyeron en la capital de
Cuba. El punto de víctimas ha sido el más complejo de acordar de los cinco de
la agenda de negociaciones y se estaba discutiendo desde agosto de 2014. Sus
objetivos son: la satisfacción de los derechos de las víctimas, de las que hay
más de 7 millones en Colombia; garantizar la no repetición; tener un enfoque
territorial, diferencial y de género; proveer seguridad jurídica para los
procesados; promover la convivencia y la reconciliación; y conseguir tener
legitimidad. El sistema incluye una Jurisdicción Especial para la Paz (JEP),
que será la encargada de juzgar los crímenes cometidos en el marco del
conflicto.
El “acuerdo histórico” fue ratificado
con un encuentro entre el presidente Santos, Timochenko, jefe máximo de las
Farc, y Raúl Castro, presidente de Cuba. La firma de la “paz definitiva”, que
incluye el desarme de las Farc, se anuncia para el 23 de marzo de 2016.
Los acuerdos firmados alcanzados hasta
ahora, no mencionan a los trabajadores asalariados, ni a los “informales” de
las ciudades, ni a los sindicatos o los movimientos urbanos y rurales. En nada
cuestionan el modelo neoliberal, ni la extranjerización de la economía y, mucho
menos la concentración de la tierra. Por tanto, las demandas que animan las
movilizaciones sociales que hay en el país, no son contempladas. El único
sector social a nombre del cual hablan las Farc es una retaguardia campesina
colona, pobre, cocalera y marginal. En zonas selváticas, no conectadas ni con
carreteras ni con infraestructura en general con las regiones
productivas.
Luego de la firma de los acuerdos
finales, Santos piensa rearmar un gabinete ministerial que exprese un pacto
entre las elites y una política de conciliación de clases con la izquierda y el
movimiento sindical y social. La paz, entonces, será presentada como "paz
social", un paréntesis en las resistencias populares en
beneficio de un supuesto "futuro armónico". Incluso el plan de ajuste
(con la caída de los precios del petróleo, una reforma tributaria
regresiva, y una brutal contracción salarial, etc.) será vendido como el precio
a pagar por una gobernabilidad pacífica. Por otra parte, la izquierda legal está
evaluando en sumarse al gabinete de Santos, después de la firma de los acuerdos
habaneros.
La negociación, entonces, tomó la forma
de reconocimientos regionales en zonas donde las Farc han tenido
presencia acompañando la colonización selvática desde de los años 1960.
A cambio, la guerrilla ha aceptado la impunidad del terrorismo de
Estado. En la Jurisdicción Especial para la Paz que definieron los
acuerdos de La Habana -que contemplan esa impunidad- caben incluso hasta lo que
se conoció como "falsos positivos", es decir, los crímenes
cometidos por militares en barrios periféricos de las ciudades y en donde los
asesinados -población joven y pobre- eran vestidos con uniformes de la
guerrilla para cobrar la “recompensa” conforme a la cúpula de las Fuerzas
Armadas, metodología indicada por los manuales mercenarios
norteamericanos.
En este contexto hay que ubicar la
entrevista a Timochenko que a continuación publicamos. En todo caso, las
declaraciones del jefe fariano confirman la adopción de una política “realista”
y un fenomenal retroceso programático. Es el fin del discurso sobre la “lucha
armada” y, sin duda, la consecuencia de una derrota estratégica, política y
militar. El régimen de dominación de la gran burguesía colombiana, custiodado por Estados Unidos, continuará intocado. Igual que las grandes
líneas de su modelo económico.Los empresarios locales y las multinacionales
también tienen motivos para celebrar el “acuerdo
histórico”. (Redacción de Correspondencia de Prensa)
Entrevista a Timochenko
“Vamos a hacer política sin armas”
Semana, Bogotá, 30-1-2016
SEMANA: ¿Cómo ingresó usted a las Farc?
TIMOCHENKO: Yo ingreso en el año de 1976
motivado por la situación del entorno en que vivía. Éramos una familia pobre en
un pueblo pobre, de padres afectados por la época de la violencia. Mi mamá era
viuda. A su primer marido lo asesinaron al frente de la casa y pues uno oía
todos esos relatos y todo eso lo sensibilizaba. Uno veía las desigualdades
sociales, el entorno que había en la escuela primaria. Uno veía los niños que
llegaban sin desayuno, iba a la casa de ellos y sabía que no tenían para el
almuerzo. Todo eso me llenaba de inquietudes. Mi mamá cultivó en mí el amor a
la lectura. Ella misma me enseñó a leer, entonces yo ya sabía antes de entrar a
la escuela y en esas lecturas se aclaraban algunas cosas.
-SEMANA: ¿Cómo fueron esos primeros años
en el monte?
T.: La actividad guerrillera común y
corriente. La preparación militar, la preparación para el combate pero a la vez
la formación política. Lo primero a lo que uno llega es al estudio de los
estatutos y los reglamentos. El vivir en función del colectivo y el colectivo
vive en función de uno.
-SEMANA: ¿Usted se imaginó en algún
momento llegar a ser jefe de las Farc?
T.: No, jamás. Incluso en las distintas
responsabilidades que me ha tocado asumir, nunca he trabajado por ser jefe de
un frente. La consigna mía desde que ingresé ha sido tratar de hacer las cosas
bien. Cuando toca ranchar, tratar de ranchar bien; pagar la guardia, pagarla
bien; hacer las exploraciones, tratar de hacerlas bien. En la guerrilla eso es
un proceso gradual. En la medida en que a la gente se le ven cualidades, se le
van dando responsabilidades.
-SEMANA: ¿Con tantos años en la
guerrilla, no siente que la guerra deshumaniza?
T.: Nosotros trabajamos mucho el
elemento político para no deshumanizarnos. Nosotros antes que todo somos un
movimiento político. Decía Jacobo Arenas: “Un hombre armado, con poder y nada
en la cabeza, es sumamente peligroso”. Y por eso nosotros tenemos unos
estatutos, unos reglamentos. Son duros porque van encaminados a eso, a que la
gente no se desvíe.
--SEMANA: ¿Con los actos de barbarie que
han cometido en la guerra ustedes no se han cuestionado esa degradación?
T.: Eso lo siente uno en el momento más
intenso, y cuando la gente le toca combata y combata es cuando más hay que
estar pendiente. Me decía alguien “la guerra no es un poema”. La guerra es
muerte, heridos, mutilados, desarraigados, desaparecidos. Eso es la guerra y
por eso queremos terminarla.
T.: Eso lo siente uno en el momento más
intenso, y cuando la gente le toca combata y combata es cuando más hay que
estar pendiente. Me decía alguien “la guerra no es un poema”. La guerra es
muerte, heridos, mutilados, desarraigados, desaparecidos. Eso es la guerra y
por eso queremos terminarla.
-SEMANA: Esa degradación de la guerra
hace que hayan llegado a actos de terrorismo inaceptables como la bomba de El
Nogal…
T.: Yo no quiero hablar de cosas
puntuales de lo que ha sucedido. Yo creo que una de las grandes ganancias de lo
que hemos logrado hasta ahora es ese escenario que se va a construir por las
partes para dilucidar todo lo que ha sucedido, en qué contexto se dio y quién
tiene responsabilidad. No para justificarlo, pero sí para explicarlo. En la
guerra se da esa situación: está la vida del otro o la vida suya. Acá hay un
grupo de gente que está haciendo lo que está haciendo en función de destruirlo
a él, y al revés. En esa dinámica se dan situaciones que uno dice ojalá nunca
se hubieran dado.
-SEMANA: ¿Ustedes justificaron la guerra
para hacer una rebelión, pero los medios que utilizaron no considera que fueron
inhumanos? ¿Por ejemplo, las Farc no se arrepienten del secuestro?
T.: Es un método de financiación que se
justificó en determinado momento. Nosotros necesitábamos financiarnos y
encontramos ese instrumento que realmente no es el más humano y tratamos de
corregirlo en la época de Belisario. Pero como el proceso no se desarrolló como
estaba planteado volvimos a la confrontación. Pero hay un momento en que
dijimos: hay que parar esto.
-SEMANA: ¿Por qué acudieron al secuestro
y no a otras opciones como el narcotráfico?
T.: No es el escenario para profundizar
un tema tan sensible. Nosotros lo hemos reconocido y si decidimos suspenderlo
es porque tenía un costo político muy grave, pero, además, era una acción
inhumana. Usted me dice el narcotráfico, pero entonces nos estigmatizan.
Nosotros nos hemos financiado de donde hay: de la ganadería, del café, donde
hay plata ahí tratamos de buscar.
-SEMANA: ¿Qué opinaron cuando salieron
más de 5 millones de colombianos vestidos de blanco a gritar no más Farc? ¿Eso
no suscitó una reflexión en las Farc sobre la validez de su lucha armada?
T.: Reflexión sí, uno reflexiona. De cómo
son capaces de construir en el imaginario de la gente a partir de medias
verdades. Yo no voy a decir de mentiras, pero de medias verdades. Esa es la
parte en que nosotros en cierta medida estamos en desventaja porque se ha
logrado imponer en la sociedad colombiana y en el mundo una narrativa
distorsionada del conflicto. Se cogen medias verdades se magnifican y se nos
estigmatiza. Ese es el gran reto que tenemos ahora en este proceso: tratar de
llegar a una lectura objetiva y realista de lo que ha sido la confrontación. Y
la parte que nos corresponde: hemos cometido errores, nos hemos equivocado.
Nosotros nunca desarrollamos la guerra para generar terror a la población, a la
sociedad, nosotros desarrollamos la guerra como un objetivo político. Entonces,
usted no va a encontrar nunca una directriz en ese sentido. Se han dado casos,
pero los hemos sancionado.
-SEMANA: Ustedes pidieron perdón a las
víctimas de Bojayá en un acto privado. Pero no es suficiente. ¿Ustedes planean
un acto público de contrición?
T.: ¿Y por qué tiene que ser público?
Las víctimas tienen derecho a definir cómo se va a realizar ese acto.
-SEMANA: ¿No ve el perdón como un acto
público?
T.: Nosotros hemos planteado que nos
pongamos de acuerdo todos los actores del conflicto y hagamos un gran acto de
contrición nacional. Es más, vamos más allá. Convocamos a todos los sectores a
que hagamos un pacto de ‘nunca más’. Nunca más la utilización de las armas en
la resolución de los conflictos políticos y sociales de Colombia. A eso estamos
dispuestos. Lo que no estamos dispuestos es a ir a escenarios donde nos ponen
contra la pared y se saquen las cosas del contexto en que se dan.
-SEMANA: Pero los actos de perdón
públicos son un acto de reconciliación generoso que ayuda a generar confianza.
Tiene un valor muy importante…
T.: Ahí está lo de Bojayá y estamos
trabajando en otros. Lo que pasa es que no queremos hacer eso a través de los
medios de comunicación. Estamos trabajando por un objetivo muy importante,
supremo, que ese va a ser el mejor acto en función de todo esto: la paz. Vamos
a construir la paz y eso tiene varias etapas. Primero, tenemos que llegar al
acuerdo.
-SEMANA: Si usted hiciera una mirada
autocrítica sobre lo que ha sido el conflicto, ¿cuáles cree que han sido los
grandes errores de las Farc?
T.: Que les hemos creído a los
dirigentes en los distintos momentos en que hemos iniciado los procesos de paz.
-SEMANA: ¿No cree que el secuestro fue
un error?
T.: Mirándolo desde aquí y a estas
alturas, sí hombre. Si tocara volver a reiniciar, yo creo que no lo volveríamos
a hacer.
-SEMANA: ¿A estas alturas de la historia
no cree que el tema de la lucha armada es anacrónico?
T.: La lucha armada como instrumento de
la lucha popular es válida cuando las circunstancias la obligan porque se
impone. La lucha armada no es válida cuando es uno el que la traslada
artificialmente. Pero es que la lucha nuestra, la lucha de las Farc nace del
contexto de la lucha social en Colombia. Yo digo, aquellos que no creen en la
lucha armada, hombre ayudemos a crear las condiciones para que no sea
necesaria. Lo que no estamos dispuestos es a renunciar a nuestras ideas, a
nuestro ideario político, a la concepción que tenemos del mundo, de la vida.
-SEMANA: ¿A estas alturas de la historia
no cree que el tema de la lucha armada es anacrónico?
T.: La lucha armada como instrumento de
la lucha popular es válida cuando las circunstancias la obligan porque se
impone. La lucha armada no es válida cuando es uno el que la traslada
artificialmente. Pero es que la lucha nuestra, la lucha de las Farc nace del
contexto de la lucha social en Colombia. Yo digo, aquellos que no creen en la
lucha armada, hombre ayudemos a crear las condiciones para que no sea
necesaria. Lo que no estamos dispuestos es a renunciar a nuestras ideas, a
nuestro ideario político, a la concepción que tenemos del mundo, de la vida.
T.: Nosotros desde el principio dijimos
aquí venimos a construir un acuerdo que nos permita comenzar a trabajar por la
paz en Colombia y nos permita hacer política dejando las armas a un lado. Es un
compromiso que asumimos y lo vamos a cumplir.
-SEMANA: ¿Qué papel jugó en la
negociación el presidente Chávez?
T.: Yo no sé si sea la palabra
determinante, pero fue muy importante. En esos momentos en que la situación
estaba compleja, se dio lo de la muerte de Alfonso (Cano), había muchos
temores, muchos miedos, muchas inseguridades, es cuando el presidente Santos le
pide a él que converse conmigo. Yo acepté y tuvimos una larga conversación y de
ahí yo salí convencido de que teníamos un punto de apoyo que nunca habíamos
tenido.
-SEMANA: ¿Qué le dijo Chávez?
T.: Él era muy conversador. En ese
momento él estaba reponiéndose de la primera operación. Estuvo toda una noche
ahí sentado conversando y uno sabía lo que él estaba sintiendo. Pero él me dice
“vea, Timochenko, tenga la seguridad de que por la paz de Colombia lo que sea,
para la guerra nada”. Entonces a nosotros y especialmente a mí en ese momento
digo, hombre esto da seguridad. Es un hombre que estoy seguro que no nos va a
clavar el cuchillo por la espalda, que no nos va a dejar colgados de la brocha.
Y fue consecuente hasta el último día. Cuando termine exitosamente (el proceso
de paz), como todos queremos, habrá que darle el merecido reconocimiento al
papel que jugó.
-SEMANA: ¿Cuáles han sido los momentos
más difíciles de la negociación?
T.: Cuando el presidente ha salido en
forma unilateral a decir cosas. Ya no genera la misma tensión, pero cuando
estábamos comenzando uno decía ‘esto con cualquier cosa se rompe’.
-SEMANA: ¿Cómo ve la negociación la
tropa de combatientes? ¿Qué tan cohesionados están las Farc?
T.: Nos sentimos profundamente
cohesionados.
-SEMANA: ¿No han tenido rebeliones
internas?
T.: Opiniones sí. Yo tengo un sistema de
comunicación muy rudimentario. Por radio, eso lo conoce la contraparte. He
estado insistiéndole a la gente que las inquietudes que tengan nos las hagan
conocer.
-SEMANA: ¿Qué inquietudes tienen?
T.: Un denominador común: ¿camarada, no
nos va a pasar lo mismo que cuando la Unión Patriótica? El temor es ese. Que
demos un paso en falso y nos pase lo de la Unión Patriótica.
-SEMANA: ¿Qué porcentaje de guerrilleros
o frentes cree que no se van a desmovilizar?
T.: De los frentes el 100 por ciento. Si
me pregunta de los guerrilleros, le puedo dejar un margencito, dígale un 99 por
ciento. Yo no descarto que por ahí uno que otro muchacho se descarrille. Eso es
normal.
-SEMANA: ¿Cómo se financian hoy las
Farc?
T.: La ‘impuestación’, fundamentalmente.
-SEMANA: ¿Y el secuestro?
T.: Desde el día que nosotros anunciamos
que lo suspendíamos lo hemos cumplido.
-SEMANA: ¿Tiene la certeza de que no se
ha hecho un secuestro?
T.: Tengo la certeza.
-SEMANA: ¿Y la extorsión?
T.: El impuesto de guerra.
-SEMANA: ¿Y la plata del narcotráfico?
T.: El impuesto es a lo que se mueva en
la región.
-SEMANA: ¿Y las relaciones que han
tenido algunos jefes de frente con el narcotráfico?
T.: En determinado momento sí ha habido
cuadros nuestros... pero yo lo he dicho: cuadro nuestro que se deja absorber
por el narcotráfico, es un cuadro que se pierde. Hay muchos casos de
guerrilleros de cuadros medios de miembros de las Farc que los hemos perdido.
Yo siempre planteé a nivel de las Farc la necesidad de mucha vigilancia con la
gente que está en esas zonas de narcotráfico, e incluso de estarlos moviendo.
Eso es una cultura tremenda donde la gente se deja absorber. Entonces, por
ejemplo, cuando usted dice es que ustedes son narcotraficantes, hombre si
nosotros fuéramos narcotraficantes ya no seríamos revolucionarios porque sería
algo incompatible. Que aprovechamos la plata que se mueve por esos lados, sí;
pero que estamos vinculados al negocio, no. El narcotráfico es una cultura, una
visión de la vida. Un narcotraficante consigue la plata, para la vida buena,
para disfrutarla. Uno como revolucionario piensa completamente distinto.
-SEMANA: Usted siempre ha estado en contra
de las fechas y dice que son fechas fatales. ¿A cuánto estamos del cese
bilateral?
T.: Sabe que ahora estoy como cambiando
de opinión…Como que me están gustando las fechas. Le toca a uno ponerse metas.
Nosotros no estamos trabajando en función de fechas. Estamos en función de
acelerar y alcanzar el acuerdo final lo más pronto posible.
-SEMANA: ¿Y el 23 marzo usted lo ve
viable?
T.: Yo lo que le puedo decir es que le
estamos trabajando con bastante entusiasmo.
-SEMANA: ¿Qué papel ha jugado Estados
Unidos a través de su enviado especial?
T.: Lo primero para señalar es el
interés. Él, además, ha sido sincero porque ha dicho “yo aquí vengo a defender
los intereses de Colombia, del presidente Santos, que es un gran amigo de los
Estados Unidos”. Así lo dejó clarito.
-SEMANA: ¿Quedó resuelto el tema de la
extradición?
T.: Ese tema de la extradición, definido
en el acuerdo de la justicia especial, está con el visto bueno de los Estados
Unidos a través de su representante. En la subcomisión también había un hombre
que tenía comunicación directa con él.
-SEMANA: ¿Qué miedos tienen hoy de lo
que se venga después de la firma del acuerdo?
T.: El miedo permanente que lo acompaña
a uno en esta etapa es que nos vayamos a equivocar, ese es el miedo. Y no
logremos un acuerdo que quede bien blindado, y que ponga en riesgo la
implementación de los acuerdos. Y los temores normales de cualquier persona es
llegar a un escenario distinto. Independientemente que nuestra actividad
siempre ha sido política, pero siempre circunscrita a la selva, en la montaña.
Siempre he pensado que lo importante es que acertemos en las decisiones que
tomemos. Ese es como el temor principal. Porque bueno, el temor de que de
pronto lo maten a uno, ese temor es de todo el mundo.
-SEMANA: ¿Cómo va a ser esa transición
de las armas a la política? ¿Cuáles van a ser las pautas políticas del nuevo
movimiento?
T.: Vamos a hacer política sin armas.
Tenemos la Plataforma Bolivariana por la nueva Colombia, tenemos ahí unas
columnas vertebrales frente al imaginario de lo que debería ser Colombia. Pero
una cosa es la que debería ser y otra la que puede ser. Y en eso tenemos que
ser realistas. Vamos a entrar a un escenario político donde lo fundamental es
lograr hacer confluir el mayor número de fuerzas posibles para garantizar el
cumplimiento de los acuerdos. Todo es integral: el tema agrario, la
participación política, la justicia especial, la dejación de armas, la
vinculación a la vida civil, económica y política de las Farc.
-SEMANA: En bastantes sectores de la
sociedad hay temores sobre la visión de que esos acuerdos sean enemigos de la
empresa privada, de la generación de riqueza. Se habla de la visión
castrochavista. ¿Ustedes qué visión tienen del capitalismo y la libre empresa?
T.: Nosotros nunca hemos dicho que
estamos en contra de la propiedad privada. Nosotros de lo que estamos en contra
es de la sobreexplotación de la gente, estamos en contra es de la inequidad tan
grande que hay en la distribución de la riqueza en Colombia, de que somos uno
de los países más inequitativos del mundo, más corruptos del mundo y donde hay
mayor impunidad. Si logramos entrar a superar esos tres elementos, podemos
entre todos construir una Colombia más amable.
-SEMANA: Ustedes contemplan la
posibilidad de que convivan gran agroindustria y pequeños minifundios. ¿Están
abiertos a diferentes fuentes productivas?
T.: En la medida en que corresponda. Por
ejemplo, en Colombia tenemos la capacidad de autoabastecernos, pero son más de
10 millones de toneladas de alimentos que se importan. ¿Por qué no las
producimos?
-SEMANA: Hubo una reunión en La Habana
con grandes empresarios. ¿Cómo les fue en esa reunión?
T.: Yo no estuve. El informe que tengo
es de optimismo, que fue una reunión muy buena, muy sincera. Cada uno dijo sus
temores y creo que ellos se fueron satisfechos con la explicación que se les
dio de lo que se está haciendo aquí, de las perspectivas del proceso. Incluso,
les quitamos esa gran preocupación que tienen los empresarios de que ahora van
a salir 2.000, 5.000, 10.000 o 15.000 hombres para darles trabajo. Nosotros no
vamos a pedirles trabajo, vamos a trabajar por Colombia. Nosotros no nos
estamos negando a hablar de ningún tema. Este no es un proceso que va
encaminado contra el empresariado. Este no es un proceso que va encaminado a
tumbar el Estado colombiano, es un proceso que está tratando de generar las
condiciones para que en Colombia se produzcan unas mínimas transformaciones
para que nos dejemos de matar por las ideas que cada uno defienda. Así de
sencillo.
-SEMANA: ¿Pero están dispuestos a
trabajar en esas zonas que ustedes ha llamado Terrepaz, que todavía no sabemos
qué significan y que asustan a muchos?
T.: Yo tampoco… Es que todo esto está en
construcción porque, además, no somos solo nosotros, está el gobierno y hay que
tener en cuenta también la contraparte. Ahora, debemos recoger la opinión de
los industriales, de los campesinos, de los ganaderos. ¿Cuánta tierra hay en
Colombia en función de la ganadería y cuanta en función de la producción de
alimentos?
-SEMANA: ¿Las Farc como movimiento
político en las regiones estarían dispuestas a ayudar a los empresarios que van
a hacer agroindustria?
T.: Habría que ver en qué condiciones.
Si es en condiciones de sobreexplotar la fuerza de trabajo de la gente, ahí sí
tenemos una visión distinta. Desarrollemos la actividad agrícola, traigamos el
capital que sea necesario y donde esté, nacional o extranjero, pero en qué
condiciones. Somos los colombianos los que debemos poner las condiciones porque
es en nuestra tierra. ¿Cuál es el problema que hay con todas esas políticas
agroindustriales? Que imponen qué es lo que se va a producir. Mire todo el daño
que han hecho en muchas regiones, con el etanol, la famosa caña, grandes
extensiones que antes sembraban arroz hoy siembran caña. La palma, y no es que
esté en contra de la palma, pero partamos de las realidades nuestras, de las
necesidades nuestras. Y eso es algo que debemos construir entre todos.
-SEMANA: En esa transición a entender la
democracia sin armas, ¿cómo van a despojarse de su estructura autoritaria?
T.: Nosotros nos consideramos una
organización profundamente democrática, a pesar de ser una organización
militar. ¿Cuál es el problema? Que somos una organización armada que tiene que
regirse por leyes que rigen la actividad armada. El mando único, eso va a
desaparecer en una organización política. Eso lo vamos a construir entre todos,
incluso esperamos que el presidente Santos nos abra el espacio y no se nos
vayan a generar ahí obstáculos para nosotros poder realizar la décima
conferencia donde vamos a definir nuestra plataforma. ¿Cómo vamos a irrumpir en
la vida política del país? Tenemos que decidirlo entre todos y eso es lo que
estamos construyendo.
-SEMANA: ¿Y cómo va a ser ese proceso
hacia la vida democrática?
T.: Tenemos claro algo: nosotros no nos
vamos a desmovilizar, nos vamos a movilizar políticamente. Vamos a dejar las armas
a un lado y vamos a meternos en la lucha política, en las reglas del juego que
tiene el régimen, a partir de que se implemente lo que se ha acordado en la
mesa, para que se abra un poco ese espacio. Muchos sectores han planteado que
Santos les está entregando el país a las Farc. Eso es una barbaridad, una
ridiculez. Nosotros queremos lograr generar ese espacio en que nos reconozcamos
como colombianos. Que logremos esos espacios de convivencia, que la
reconciliación vaya más allá de la convivencia, que se estrechen lazos y que
rescatemos y logremos acabar con esa cultura de la violencia. ¿Cómo vamos a
ayudar a plantear propuestas? Eso tiene un componente cultural fundamental. Si
los medios siguen incentivando esa cultura del crimen, esa cultura mafiosa que
se fomenta en esos programas, pues cómo no los vamos a cuestionar. Y estamos en
la libertad de hacerlo. Lo que no vamos a hacer es ir a ponerles una bomba. Eso
no.
-SEMANA: ¿Usted aspira a algún cargo
público?
T.: Yo hago lo que la organización me
ponga a hacer, desde que sea capaz, trataré de hacerlo bien. Lo fundamental es
hacia donde tenemos que trabajar para unir el mayor número de fuerzas posibles
y cristalizar los acuerdos de La Habana.
-SEMANA: ¿Entre esas fuerzas está el
uribismo?
T.: Todo el mundo tiene que ser parte de
esto. Yo a esos sectores les diría: no se marginen, démosle una oportunidad a
la paz de Colombia. No estamos aquí planteando que tengamos un pensamiento
único. No. Démosle la oportunidad a Colombia. No incentivemos la guerra. No le
pongamos obstáculos a la construcción de la paz. Yo creo que la paz se va a
imponer, así como vamos. Pero es importante que los que no creen en la paz, no
le pongan obstáculos. Uno sabe que esa narrativa del conflicto ha incidido
mucho y toda esa imagen que nos pintan como monstruos, pues eso genera
resistencias, uno las entiende pero vamos a crear los escenarios para acabar
con eso y construir la paz.
-SEMANA: ¿Qué mensaje le mandaría a
Uribe?
T.: Yo creo que ya lo he dicho otras
veces. Aquí hay una posibilidad histórica de ayudar a la reconciliación de los
colombianos, no la desaprovechemos.
-SEMANA: ¿Participarían en las
elecciones de 2018? ¿Están trabajando para eso?
T.: Estamos trabajando en la actividad
política, y si de aquí a allá hemos logrado el acuerdo, pues eso es actividad
política.
-SEMANA: ¿No descarta hacer alianza con
otros sectores?
T.: Nosotros tenemos que buscar el mayor
número de alianzas posibles, de acumulados que se junten para hacer realidad la
implementación de los acuerdos. Ir más allá es entrar un poco en la
especulación.
-SEMANA: ¿Cómo piensan vencer en ese
tránsito hacia la democracia tanto miedo y rabia que tienen los colombianos
hacia ustedes?
T.: Esa opinión me hace acordar lo que
nos decían en el encuentro exploratorio. Siempre decían, es que Santos se está
jugando el capital político con ustedes, a ustedes no los quiere nadie en la
sociedad colombiana. Y eso incluso trancó mucho, eso habría podido hacerse en
semanas no en meses. ¿Y qué ha mostrado la realidad? Que no es tan así. Cuando
a nosotros nos dejen llegar a la gente en condiciones distintas, hablar y
explicar. Cuando podamos implementar el acuerdo, la comisión de
esclarecimiento, pero todo esto que se va a desencadenar nos va a permitir a
nosotros mostrar que la imagen no es tan así. Que esa percepción fue
artificialmente creada a partir de las realidades de la guerra, pero
magnificadas y dirigidas a la creación de esos monstruos que necesitaban crear.
-SEMANA: Usted mete en el mismo paquete
al paramilitarismo y al Estado. ¿Todavía los ven como una expresión del Estado
o como bandas criminales?
T.: Afirmar nosotros que esas
expresiones del paramilitarismo, que realmente existen, están impulsadas desde
la cúpula del Estado, decir que Santos lo está haciendo, no. Pero que sí hay
agentes del Estado. Esto que se está dando en el Chocó en el nordeste
antioqueño, la misma gente lo está viendo. Grupos militares, mandos militares,
les están permitiendo vivir allí, los están protegiendo. Cuando las fuerzas
nuestras han ido a combatirlos han sido atacadas por la espalda por el
Ejército. Se lo hemos comentado a ellos en la mesa. Porque no es solamente las
bandas, es un fenómeno multidimensional y como tal hay que afrontarlo. Y eso no
se va a acabar a partir del acuerdo, ni de un decreto “acábese el
paramilitarismo”, pero sí se necesita que haya la voluntad, en todas las
entidades del Estado, de acabar con el fenómeno en todas sus expresiones. Y el
caldo de cultivo del paramilitarismo es la corrupción.
-SEMANA: ¿Qué mensaje les manda a esos
sectores del establecimiento que tienen miedo de que ustedes lleguen a la
política y que terminemos en el espejo de Venezuela?
T.: Si leen con detenimiento los planteamientos
nuestros en ese sentido, que vamos a revisar y adaptar a las nuevas realidades,
nosotros lo que queremos es una Colombia que se desarrolle. Que se desarrollen
las fuerzas productivas. Necesitamos rescatar la industria nacional, que
rescatemos las riquezas. Bueno, que no tenemos la capacidad suficiente y nos
toca con inversión extranjera, con una transnacional sí, pero, señores, después
de nosotros. Y la tajada principal tiene que quedar aquí, pero hoy la tajada
principal se va. Y aquí lo único que queda son los socavones. Mire lo que pasa
en La Guajira, en todas las zonas donde hay las minas, qué le queda a la gente:
miseria, hambre, desnutrición. Entonces tengan la plena seguridad de que
nosotros lo que vamos a construir es consenso, interpretando el sentir de la
gente y pensando en el bienestar. En el vivir bien, pero no en el vivir bien de
manera mafiosa. En que se resuelvan las necesidades de la gente.
-SEMANA: ¿Qué va a pasar con el ELN?
T.: Eso sí me queda muy difícil.
Pregúntele al ELN. Desafortunadamente, hace rato no ha habido forma de
comunicarnos con ellos.
-SEMANA: ¿No le parece que si ellos no
se suben al bus de los acuerdos terminen copando los espacios territoriales que
ustedes dejan?
T.: Esperemos a ver qué va a pasar.
-SEMANA: ¿Qué mensaje le mandaría usted
a Tirofijo o a Cano, ahora que estamos ‘ad portas’ de cerrar ese ciclo de la
historia y después este largo conflicto?
T.: Por fin estamos logrando lo que
ustedes tanto soñaron.
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