Brasil - El legado de derechos destruidos
Fernando Silva *
Correio da Cidadania, 18-2-2016
Traducción de Ernesto Herrera –
Correspondencia de Prensa
En una cena reservada con grandes
empresarios el 15 de febrero, el ministro de la Casa Civil Jacques Wagner,
habría dicho que la presidenta Dilma quiere dejar como un gran legado de su
gobierno la reforma de la Previsión Social. Aunque, según el ministro, la presidenta
tendría conciencia de que no iría a recuperar una alta popularidad en lo que
resta de su mandato y que le importaba ante todo dejar ese legado.
Convengamos que hay innumerables
otras razones para que la popularidad de Dilma nunca más retorne, por ejemplo,
la profunda recesión económica y el colapso de los servicios públicos
provocados por el ajuste neoliberal. Pero quien pretende dejar ese tipo de
legado no puede merecer ninguna popularidad relevante o confianza del pueblo.
Si bien el proyecto de reforma del
gobierno no está pronto, la idea es presentarlo en abril al Congreso Nacional
con tales ideas llaves: aumentar la edad mínima para jubilarse y buscar
unificar en un régimen único hombres y mujeres, trabajadores del sector público
y privado, trabajadores urbanos y rurales.
Vamos a resumir la conversación: se
trata de atacar el derechos a una jubilación digna haciendo que las personas
trabajen más, buscando para eso una unificación que va a retirar derechos
constitucionales de sectores como, por ejemplo, los trabajadores y trabajadoras
rurales que se pueden jubilar con 60 y 55 años de edad, respectivamente. Por la
lógica de la reforma gubernamental el régimen jurídico único de los
trabajadores y trabajadoras del sector público también irían a ese espacio.
La trampa que el gobierno, grandes
capitalistas y sus portavoces presentan, es que esta reforma sería para las
generaciones futuras, para comenzar a regir al final de la próxima década, como
se proyecta en la unificación de los regímenes, y que no afectaría los derechos
de quién ya está trabajando. De cierta forma, es todavía más grave que un
gobierno petista quiera dejar como legado a las generaciones futuras una
Previsión Social con menos derechos y más aumento del tiempo de explotación en
el trabajo.
Por más que el envejecimiento de la
población irá a aumentar los gastos de la Seguridad Social, ninguna discusión,
desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores y trabajadoras,
puede comenzar con la lógica del mercado y del capital: ésta siempre busca
eliminar derechos.
Pero es exactamente eso lo que hace
el gobierno Dilma, como hizo el gobernó Lula al inicio de su mandato con la
reforma de la Previsión del sector público; que, a propósito, genera un círculo
vicioso, pues luego de la reforma en 2003, diversos gobiernos estaduales de la
derecha tradicional, especialmente del PSDB, estuvieron años intentando
ejecutar la reforma previsional en el sector público estadual, como vimos en
los casos notorios y relativamente recientes de San Pablo y Paraná bajo la
batuta del PSDB.
Se podría comenzar el debate con
otros parámetros, como, por ejemplo, acabar con el verdadero fraude que es el
discurso y lo números torcidos del supuesto rombo de la Previsión Social, que
no toma en consideración cuanto fue robado de los cofres de la Seguridad
Social, por décadas, a través de mecanismos como la DRU (Desvinculación de
Recetas de la Unión) al servicio de, por ejemplo, pagar los intereses de la
deuda pública. Sin hablar de la creciente precarización de los derechos
sociales y laborales, que afecta también a la Previsión Social.
Lo más terrible es que ese puede no
ser el único legado que la presidenta pretenda dejar para el futuro. Por lo que
fue divulgado, el gobierno desistió de presentar ahora un proyecto de Reforma
Laboral por razones puramente tácticas, para no tener que comprarse dos peleas
al mismo tiempo con dos reformas tan impopulares. O sea, puede ser que el
próximo año, especialmente si consigue pasar la Reforma de la Previsión, venga
el otro pilar de la destrucción futura de derechos.
Sería perfecto para el capital: una
amplísima nueva clase trabajadora cada vez más precarizada en su derechos
laborales y trabajando prácticamente hasta morir. ¡Que legado! Resulta
espantoso que todavía haya gente que considere a este gobierno como de
“izquierda” o “progresista”.
En términos prácticos, la lucha por
impedir la Reforma de la Previsión que retira derechos, debe ser uno de los
centros de la agenda de los movimientos sociales y representaciones no
cooptadas de la clase trabajadora. Reforma propuesta por el gobierno federal
(que será apoyada por los gobiernos estaduales del PSDB).Y, por tanto, se trata
de una lucha de máxima prioridad contra el gobierno Dilma, no dando lugar a
ninguna contorsión política de aquellos que quieran subirse al carro de esa
bandera para defender a un gobierno cada vez más indefendible.
El ajuste en el presente
Mientras prepara su futuro legado
junto al gran capital, el ajuste del gobierno Dilma destruye derechos y vidas
en el presente. Las epidemias avanzan, en la brecha del saneamiento básico
precario para más de la mitad de la población; ante el colapso de la salud
pública, el gobierno federal y 17 gobiernos estaduales cortan los recursos para
prevenir las epidemias. La caída en 2015 de estos recursos fue casi 10% en
relación a 2014. Instaladas las epidemias este año, se corre de atrás,
movilizando hasta el ejército para combatir al mosquito. Pero el agujero de
esta crisis y más hondo y dramático. Recordemos que para el Presupuesto de 2016
el gobierno cortó R$ 3,8 billones a la Salud...No debe espantarnos que en plena
carrera de tres epidemias, la atención en la red pública llegue a ser de
solamente 10 horas.
Y viene más por ahí. Vamos a ver en
marzo, cuándo el gobierno Dilma anuncie el tamaño de los cortes contingentes
finales al Presupuesto de 2016. Detalle: de todos los cortes lanzados por el
gobierno sobre el Presupuesto de 2016, ya desde el año pasado, de todos los
decretos gubernamentales para contener gastos de costeo e inversión (como el
publicado el día 12 de febrero), ninguno de ellos, nada, cosa alguna, dice
respecto a cortar, reducir o tocar, el religioso pago de intereses de la deuda
pública. Las epidemias que devastan al país pueden esperar, los banqueros no
pueden esperar. ¡Qué legado!
* Fernando Silva es periodista y
miembro de la Dirección Nacional del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL).
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