México - Recaptura del “Chapo” Guzmán
Claroscuros de la operación “misión
cumplida”
El viernes 8, en la cuenta oficial de la
presidencia de la república, Enrique Peña Nieto anunció la recaptura del
enemigo público número 1 de México. Con un lenguaje de comandante en jefe, el
mandatario twiteó en su cuenta @EPN: “Misión cumplida: lo tenemos. Quiero
informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”. Comenzaban
a plantearse algunas dudas.
Carlos Fazio, desde México
Brecha, Montevideo, 15-1-2016
A diferencia del 22 de febrero de 2014,
cuando The New York Times y la agencia AP difundieron la imagen de la segunda
captura de Joaquín el “Chapo” Guzmán en un hotel de Mazatlán, Sinaloa, ahora, a
seis meses de que el capo del cártel de Sinaloa se escapara del penal de máxima
seguridad del Altiplano, Peña Nieto, al igual que cuando George W Bush lanzara
su “misión cumplida” en Irak en 2003, y cuando Obama anunciara al mundo que la
Cia había encontrado y dado muerte a Osama bin Laden en 2011, quiso ser él,
personalmente, quien diera la noticia sobre la reaprehensión del mítico
traficante de drogas. Dieciséis minutos después el Chapo se posicionó como
tendencia en las redes sociales y en menos de una hora ese twit presidencial
había rebasado las 70 mil repeticiones.
El nuevo show mediático había comenzado
también en los telenoticieros, sin más datos que los suministrados con
cuentagotas por voceros de la Secretaría de Marina −que inicialmente habían
presentado la información como un hecho aislado, resultado de una “denuncia
ciudadana anónima” sobre la presencia de hombres armados en una vivienda de Los
Mochis, Sinaloa−, y dos fotografías filtradas donde se veía a un Guzmán de
rostro pensativo en el interior de un auto y otra donde aparecía esposado en
camisilla y sentado en la cama de un motel.
La noticia como espectáculo tendría
nuevamente a Peña Nieto como fuente principal hacia las 16 horas, cuando
pronunció un discurso con datos vagos sobre el suceso, pero en el cual repitió
varias veces la frase “fortaleza de las instituciones” mexicanas. El tono
triunfalista fue reforzado por el secretario de la seguridad interior, Miguel
Ángel Osorio Chong, quien presentó la recaptura como un logro de “todo” el
gabinete de seguridad, resultado de un “operativo coordinado”, y evitó toda
referencia a cualquier colaboración de Estados Unidos.
Esa noche el gabinete de seguridad
nacional se reunió para presentar al recapturado. Guzmán Loera bajó de un
camión blindado, para que tres militares lo subieran a un helicóptero de esa
misma arma que lo regresaría al penal del Altiplano, del que se había escapado
por un túnel y en una moto en julio pasado. “No existe delincuente que esté
fuera del alcance del Estado mexicano”, aseveró Osorio.
A esas alturas resultaba obvio que el
discurso presidencial y los mensajes de sus secretarios de Estado respondían de
manera indirecta a un inusual −por virulento− editorial de The New York Times,
con aseveraciones difíciles de refutar, publicado el lunes 4 y que fue
prácticamente silenciado en la gran prensa mexicana. En él se descalificaba al
gobierno de Peña Nieto por “eludir a toda costa la rendición de cuentas” y
haber dejado impunes a los responsables de la segunda fuga del Chapo. En el
texto, titulado “Las respuestas que Peña Nieto no le da a México”, el diario
aducía que el gobierno no había dado una “explicación convincente de lo
sucedido” ni despedido al miembro del gabinete responsable de la fuga (Osorio
Chong). Pero también puso como ejemplos de la “sistemática” estrategia para
minimizar escándalos, “la terca resistencia” de Peña Nieto a transparentar lo
sucedido en torno a la famosa “casa blanca” adquirida de manera poco clara por
su esposa Angélica Rivera y el expediente de Iguala/Ayotzinapa, donde fueron
detenidos y desaparecidos 43 estudiantes. Sobre este último caso, el Times
insistió en la necesidad de que Peña reconozca que su “verdad histórica”
fracasó y abogó para que permitiera al Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entrevistar a
los militares que estuvieron en los escenarios de los crímenes en Iguala la
noche del 26 de setiembre de 2014.
Fue en ese contexto que en su mensaje
del viernes 8 Peña Nieto insistió que la recaptura del Chapo “habría de
suceder”, exhortó a los mexicanos a “confiar en nuestras instituciones” y
aseguró que 98 de los 122 delincuentes más buscados “ya no representan una
amenaza para el pueblo mexicano”.
Telecomedia
El fin de semana, mediante filtraciones
a periodistas escogidos, el gobierno comenzó a posicionar en los medios
escritos algunos “detalles” de la Operación Cisne Negro, llevada a cabo por un
grupo de elite de la Marina, y determinadas matrices de opinión con eje en los
“errores” cometidos por Guzmán Loera en función de su vanidad y egolatría.
El sábado 9, The New York Times destapó
una entrevista que Sean Penn le hizo a El Chapo en la clandestinidad en octubre
para la revista Rolling Stone, gracias a la mediación de la actriz Kate del
Castillo, donde el traficante alardeaba de poseer submarinos, barcos, aviones y
camiones; vender “más heroína, metanfetaminas, cocaína y marihuana que nadie en
el mundo”; expresaba su deseo de vivir en familia y morir de causas naturales,
y donde se autodefinía: “no soy una monja, pero tampoco violento, sólo me
defiendo”.
El domingo 10, la prensa mundial recogió
la foto de Sean Penn y Guzmán dándose la mano en una zona montañosa del
territorio mexicano, en lo que sería el inicio, aquí, de una nueva temporada de
la telecomedia del traficante transformado en mito por la revista Forbes en
2011 (al incluirlo en la lista de megamillonarios del orbe), que adquiría ahora
ribetes cinematográficos al incorporar a la trama, en papeles secundarios, a un
actor y productor disidente de Hollywood y a Kate del Castillo, protagonista de
la exitosa serie de televisión sobre narcos La reina del sur, basada en la
novela del español Arturo Pérez-Reverte.
Paralelamente, ese domingo y el lunes 11
el periódico El Universal, con base en “reportes de inteligencia”, presentó una
serie de fotos donde Del Castillo y Penn aparecían acompañados de abogados del
narcotraficante en distintas ciudades y en un par de aeropuertos mexicanos. Es
decir, un día después de la recaptura de Guzmán, el sábado, el diario había
tenido “acceso” al expediente de la Procuraduría General de la República y se
comenzaba a construir la nueva narrativa oficial que identificaba a la actriz
como “socia” y “jefa de un plan fílmico del Chapo”, y quien junto con Penn,
habían sido espiados por los servicios de inteligencia y constituido, en la
práctica, los eslabones clave que arrojaron “pistas sólidas” que permitieron
aprehender al delincuente. Desde allí, los principales medios locales comenzarían
una campaña de estigmatización y criminalización de ambos.
El mérito era atribuido a “personal de
inteligencia” mexicano. En particular, al Centro de Investigación y Seguridad
Nacional, dependiente de Osorio Chong.
Por vía paralela, el operativo de
propaganda “misión cumplida”, con énfasis en la “coordinación federal”,
comenzaría a exhibir algunas grietas. El lunes 11 la Secretaría de Marina −el
organismo de seguridad mexicano predilecto del Pentágono− entregó al consorcio
Televisa un video de 17 minutos que presuntamente daba cuenta del momento en
que, en un mar de tiros, un comando tomó por asalto la casa donde se había
escondido Guzmán. En medio del fragor de la batalla se puede observar a un
hombre sin uniforme, armamento ni protección parado, calmadamente, detrás de
una puerta. Su actitud ha generado especulaciones y comentarios diversos.
En forma adicional, el jefe del
operativo, denominado por un columnista como el “comandante Águila”, recreó con
el periodista de Televisa Carlos Loret de Mola la presunta acción comando.
Observando el video, donde aparentemente resulta un marino herido antes de
entrar a la vivienda, no se entiende cómo el cinturón de seguridad más cercano
al Chapo, con una Barret .50 y un lanzacohetes Rpg, no pudieron generar más
bajas a sus oponentes.
Las notas sobre el “sangriento
enfrentamiento” (a consecuencia del cual murieron seis escoltas de Guzmán
Loera) reproducen el mismo patrón de las fuerzas armadas desde la guerra de
Felipe Calderón en 2007: la eficacia de los buenos versus la impericia de los
malos.
Para colmo, el Chapo se vuelve a fugar
por un túnel que daba al drenaje con su principal lugarteniente, y son
detenidos después de salir por una alcantarilla por dos policías federales… sin
un solo disparo. Una trama que se parece más a la historia de la soldado
Jessica Lynch que convulsionó a la sociedad estadounidense en 2005, cuando
después de ser capturada, torturada y violada por los esbirros de Sadam Hussein
fue rescatada por Fuerzas Especiales, en lo que a la postre resultó ser un
montaje inventado por un gabinete de comunicación, The Rendon Group,
promocionado en artículos falseados de los diarios The New York Times y The
Washington Post.
La idea acerca de que puede tratarse de
otra entrega pactada es rechazada por los medios progubernamentales. Pero la
homo-sintonización del mensaje sobre el gran triunfo de Peña Nieto no explica
por qué, con tan buenos servicios de inteligencia, no se aprovecha para
desmantelar la multimillonaria y trasnacional red financiera del cártel de
Sinaloa siguiendo el clásico follow the money (la ruta del dinero).
Más allá de las teorías conspirativas,
existen suficientes indicios que permiten hacer un símil entre el Chapo Guzmán
y Al Qaeda/Osama bin Laden: el enemigo público número uno de México y Estados
Unidos siempre aparece en el escenario en momentos de crisis. Queda la
interrogante de por qué no lo mataron. Tal vez, como se especula en las redes
sociales, porque la telenovela debe continuar. El Chapo empezó su película
filmando la parte final. La última escena será la bendición del papa Francisco
a México dentro de pocos días. ¿Será?
0 Responses to "México - Recaptura del “Chapo” Guzmán"
Publicar un comentario