El Estado Islámico no tiene nada de misterioso
Países Árabes
Entrevista a Gilbert Achcar
El Estado Islámico no tiene nada de
misterioso
Faruq Sulehria
The new on sunday (TNS), Pakistán,
27-12-2015
Traducción de Viento Sur
“El llamado Estado Islámico no tiene
nada de misterioso… Hoy por hoy es tal vez el fenómeno más estudiado y
analizado de todo el mundo”, dice Gilbert Achcar, profesor de Estudios sobre el
Desarrollo y Relaciones Internacionales en la Escuela de Estudios Orientales y
Africanos (SOAS) de Londres. Achcar, nacido en Líbano, antes de ingresar en la
SOAS enseñó en la Universidad de París VIII y es uno de los comentaristas más
destacados sobre Oriente Medio. Ha escrito y editado varios libros, entre ellos
Perilous Power, una conversación con Noam Chomsky sobre Oriente Medio y la
política exterior de EE UU; The Arabs and the Holocaust, aclamado por la
crítica, y The People Want, sobre la revuelta árabe. En una entrevista con The
News on Sunday (TNS), analiza la revuelta árabe y el ascenso del Estado
Islámico (EI). He aquí algunos extractos:
-TNS: En torno al Estado Islámico o
Daesh se tejen muchos mitos. Los teóricos de la conspiración lo presentan como
un caballo de Troya imperialista. Otros ven en él un instrumento de los
saudíes. Todos los analistas serios, sin embargo, señalan su relación con la
guerra de Iraq. Algunos de ellos destacan el papel del régimen de Bachar el
Asad en la aparición del EI. ¿Qué opina usted del misterio que rodea al EI y
sus vínculos dudosos con fuerzas tan dispares?
Gilbert Achcar (GA): El llamado
Estado Islámico es, ante todo, una continuación de Al Qaeda en Iraq. Es fácil
trazar los orígenes de Al Qaeda hasta Arabia Saudí, por supuesto. No olvidemos
que 15 de los 19 autores de los atentados suicidas del 11 de Septiembre de 2001
eran ciudadanos saudíes. Sin embargo, esto no significa que el reino saudí
planeara y ejecutara aquellos atentados, desde luego. La historia es harto
conocida: cuando participaba en la lucha contra la ocupación soviética de
Afganistán, Osama bin Laden –vástago de una familia rica saudí– recibió el
apoyo de Arabia Saudí, así como de la CIA y del servicio secreto paquistaní. Se
volvió en contra de Arabia Saudí en 1990 con motivo de la intervención militar
de EE UU contra el Iraq de Sadam Husein. Se opuso a la decisión saudí de acoger
tropas estadounidenses en su territorio y desde entonces se convirtió en
enemigo jurado de la familia real saudí, al tiempo que Al Qaeda dejó de ser un
grupo antisoviético para convertirse en una organización antiestadounidense.
Cuando EEUU ocupó Iraq en 2003 y
empoderó a fuerzas chiíes proiraníes como el Consejo Supremo de la Revolución
Islámica de Iraq y el partido Dawa, que eran aliados de Washington, esto
provocó un profundo resentimiento entre los árabes suníes. Este resentimiento
contra la ocupación estadounidense se exacerbó por el hecho de que Irán estaba
aprovechándose de ello para extender su influencia, preparando el terreno para
el crecimiento de Al Qaeda en las regiones árabes suníes. Un proceso paralelo
fue la intensificación de la ideología antichií de Al Qaeda. El sectarismo
antichií es un elemento fundamental del wahabismo, la ideología oficial de
Arabia Saudí. De hecho, la doctrina de Al Qaeda no es más que una versión
extrema del wahabismo, enfrentada a la versión oficial preconizada por la
dinastía reinante en Arabia Saudí. Así, Al Qaeda pasó a actuar tanto contra la
ocupación estadounidense como contra la población chií en Iraq.
La presencia creciente de Al Qaeda en
Iraq suponía un importante desafío para los ocupantes estadounidenses, ya que
estos habían invadido Iraq con el pretexto, entre otros, de golpear a Al Qaeda.
El gobierno de Bush había declarado que ésta contaba con el respaldo del
régimen de Sadam. La verdad, sin embargo, es que en el momento de la invasión
de EEUU apenas había actividad de Al Qaeda en Iraq. Bajo la ocupación
estadounidense, Al Qaeda no solo surgió como fuerza en Iraq, sino que logró
hacerse con el control de amplias zonas del país. En esto le ayudaron los
conocimientos de muchos antiguos miembros del aparato militar y de seguridad de
Sadam Husein. El odio común a la ocupación estadounidense y la animosidad
compartida y sectaria contra los chiíes llevaron a un gran número de antiguos
leales de Sadam Husein a unirse a Al Qaeda. En 2006, la organización pasó a
denominarse Estado Islámico de Iraq (ISI). Después, EE UU cambió de estrategia
y comenzó a empoderar a las tribus árabes suníes, suministrándoles dinero y
armas. Cuando esas tribus se pasaron al bando de EE UU, los ocupantes lograron
marginar al ISI o incluso a derrotarlo completamente.
-TNS:¿Cómo es que se recuperó si
había sido casi derrotado?
GA: Dos hechos destacados de 2011
explican esta recuperación. Por un lado, a finales de ese año las tropas
estadounidenses se fueron de Iraq en un clima de fracaso total, dejando atrás
un país destrozado, cada vez más dominado por Teherán, el archirrival regional
de Washington. Libre de la tutela estadounidense, el gobierno proiraní de
Maliki aplicó su propia política sectaria chií, soliviantando de nuevo a los
árabes suníes. Maliki consiguió revertir muy rápidamente lo que EEUU había
logrado en los años anteriores a su retirada. En 2012, los árabes suníes de
Iraq protagonizaron acciones masivas de carácter pacífico de una magnitud
impresionante, pero el gobierno de Maliki se negó a ceder ante ninguna de sus
reivindicaciones. Esto creó el terreno abonado para el resurgimiento del ISI en
Iraq.
Por otro lado, a finales de 2011, la
revuelta en Siria empezó a transformarse en resistencia armada cuando las
crecientes deserciones del ejército sirio brindaron la posibilidad de oponerse
con las armas a la represión cada vez más violenta del régimen de Asad. En
2012, Siria se sumió en una guerra civil, y aprovechando esta oportunidad, los
remanentes del ISI entraron en Siria y crearon la rama siria de Al Qaeda, el
Frente Al Nusra, escindiéndolo más tarde para fundar el Estado Islámico de Iraq
y Siria (ISIS, en inglés, o Daesh en árabe), posteriormente convertido en
“Estado Islámico”. Un factor importante en este proceso es el hecho de que el
régimen sirio facilitara la penetración de Al Qaeda en Siria, después de haber
facilitado la infiltración de militantes de Al Qaeda en Iraq durante los
primeros años de ocupación estadounidense.
-TNS:¿Cómo es que Al Qaeda recibió
ayuda de un régimen “laico”, aliado de Irán?
GA: El régimen de Asad estaba
interesado en que fracasara la ocupación estadounidense. Se sentía amenazado
por el “cambio de régimen” en Iraq, máxime cuando tanto Iraq como Siria estaban
gobernadas por el partido Baas, aunque por alas mutuamente hostiles del mismo.
El régimen de Asad también necesitaba demostrar que la única alternativa a la
dictadura era el yihadismo y el caos. Esta es la razón por la que ayudó a Al
Qaeda a establecerse en Iraq. No obstante, tuvo que renunciar a esta política
bajo presiones de Bagdad y Teherán a partir de 2007. Pese a ello, los servicios
secretos sirios siguieron infiltrados en Al Qaeda, permitiendo a esta entrar en
Siria para contribuir a militarizar lo que había comenzado en marzo de 2011
como revuelta pacífica. La lógica subyacente era la misma: demostrar que la
única alternativa a la dictadura es el yihadismo. Con este fin, el régimen de
Asad no solo dejó a Al Qaeda penetrar en Siria, sino que también puso en
libertad, en otoño de 2011, a una serie de militantes yihadistas que estaban
encarcelados. En el verano de 2014, el EI lanzó una vasta ofensiva desde Siria
al interior de Iraq, aprovechando el resentimiento que se había propagado entre
las tribus árabes suníes.
-TNS: ¿Cómo financia el EI sus
necesidades militares y administrativas? ¿Quién les proporciona fondos?
GA: En su mayor parte se autofinancian.
Han conseguido controlar pozos petrolíferos desde el comienzo y venden petróleo
al régimen de Asad y a traficantes turcos. También se han incautado de enormes
cantidades de dinero en los bancos de las ciudades que han capturado. Reciben
asimismo el apoyo de donantes privados, mayormente de los Estados del Golfo,
aunque no dependen de ningún apoyo extranjero. De hecho, el llamado Estado
Islámico no tiene nada de misterioso. El proceso de creación, sus fuentes de
financiación y su modo de funcionamiento están plenamente documentados. En
estos momentos es tal vez el fenómeno más estudiado y analizado de todo el
mundo. Agentes de los servicios secretos de Moscú a Washington, investigadores,
académicos y un montón de otros actores están estudiando el “Estado Islámico”.
Este fenómeno encaja plenamente en lo
que califiqué de “choque de barbaries” en mi libro del mismo título, escrito
poco después de los atentados del 11 de Septiembre. Allí expliqué que la
barbarie imperialista es la causa primaria que conduce a la emergencia de
contrabarbaries del tipo de Al Qaeda en el lado opuesto. En Siria, la barbarie
del régimen de Asad –apoyado por Rusia e Irán– provocó la expansión de la
contrabarbarie del llamado Estado Islámico. Lo que genera esa violencia
fanática es el grado de odio creado por la violencia frente a la que reacciona.
-TNS: Aunque usted, en sus escritos y
entrevistas, no culpa únicamente a Occidente de la violencia en Oriente Medio,
hay sin embargo una tendencia a achacar todo lo que está mal en Oriente Medio a
Occidente. En su libro sobre el choque de barbaries, la responsabilidad
principal se atribuye de nuevo a Occidente. ¿Qué me dice de la ideología que
empuja a los yihadistas a la violencia? ¿Acaso no existen otros factores que
han contribuido al aumento de la violencia religiosa que emana de Oriente Medio
y a la radicalización de la juventud musulmana en Occidente?
GA: Hay muchos factores más, desde
luego. Un factor importante es el fracaso de la izquierda. Las circunstancias
que radicalizaron a los jóvenes musulmanes podrían haberlos radicalizado a la
izquierda. Si la izquierda radical en Europa hubiera logrado construir puentes
con la juventud de la inmigración musulmana y ponerse a la cabeza de sus luchas
sociales, serían muchos menos los jóvenes seducidos por la vía fundamentalista
reaccionaria para manifestar su frustración social. Pero esto no tiene que ver
con la ideología. Siempre han existido ideologías fanáticas reaccionarias. ¿Por
qué asistimos actualmente a su expansión en las formas opuestas de
fundamentalismo islámico por un lado y racismo antimusulmán por otro, entre
otras formas? De hecho, estas manifestaciones de profunda frustración social no
pueden disociarse del desmantelamiento del Estado de bienestar, del aumento del
paro y de la creciente precariedad de la vida que han supuesto las políticas
neoliberales. Los gobiernos de Francia y el Reino Unido llaman a los imanes a
combatir el fundamentalismo islámico radical. Sin embargo, no se puede derrotar
a estas corrientes tan solo mediante la lucha ideológica. Ante todo hace falta
acabar con la situación que constituye el caldo de cultivo de sus ideologías,
es decir, con las circunstancias sociales, económicas y políticas en que están
inmersos.
-TNS: ¿Qué futuro le espera al Estado
Islámico?
GA: Todas las potencias mundiales
combaten codo a codo contra el llamado Estado Islámico. Mientras que Turquía y
Siria han mantenido una relación ambigua con el mismo, Arabia Saudí e Irán, así
como Rusia y EE UU, son enemigos del EI a pesar de apoyar a bandos opuestos en
Siria. Sin embargo, las potencias occidentales no están dispuestas a enviar
tropas terrestres para luchar contra el EI, y por eso, para derrotarle,
necesitan el concurso de fuerzas suníes locales. Luchar contra una fuerza
sectaria suní como el EI con fuerzas sectarias chiíes o con tropas del régimen
de Asad no hará sino reforzar su capacidad de reclutamiento. EE UU es
consciente de ello, y por eso Washington aspira a crear una fuerza árabe suní
para enfrentarla al EI, del mismo modo que trata de sostener a sus socios
árabes suníes que se alían con las fuerzas kurdas. En Siria, Washington desea
unificar a la oposición entera con excepción del Frente Al Nusra y el EI. El
gobierno de Obama también sabe que una condición indispensable para poner fin a
la guerra en Siria es que Asad se retire. Washington espera que Rusia pueda
contribuir a ello, pero Putin todavía no ha dado señales de estar dispuesto a
hacerle este favor. Así, mientras no se resuelvan estos problemas, el llamado
EI está para quedarse. No se le podrá derrotar ni marginar de nuevo tan solo a
base de bombardeos.
-TNS: En el verano de 2014, tras su
repentina incursión en Iraq cruzando la frontera, el EI proclamó “el fin de
Sykes-Picot”. ¿Está sobre el tapete la partición de Siria?
GA: Se plantean dos cuestiones
distintas en este terreno. Es muy probable que la constitución de Estados
autónomos kurdos sea ya irreversible. La autonomía de las regiones kurdas de
Iraq y Siria responde a las aspiraciones del pueblo kurdo a disponer de un
territorio soberano propio. Sacando provecho de la prohibición de sobrevolar la
parte kurda de Iraq, impuesta por EE UU, el Kurdistán iraquí se ha convertido
en un Estado independiente a todos los efectos. De hecho, este Estado tiene su
propia bandera y su propio ejército. Iraq ha pasado a ser una confederación
bastante laxa. Creo que Iraq solo podrá sobrevivir siendo una confederación
entre entidades soberanas, ni siquiera como federación. En Siria, en cambio, la
situación es diferente.
Rojava, o el Kurdistán Occidental, ha
surgido en forma de cantones kurdos autónomos. Desde el punto de vista de la
correlación de fuerzas, los kurdos no son tan fuertes en Siria como en Iraq.
Sin embargo, ambas regiones están interconectadas de muchas maneras. Los kurdos
de Siria no piden la separación, pese a que la dinámica de la situación apunta
actualmente en esa dirección, ahora que el país se encuentra en plena
efervescencia. Por otro lado, la partición de Siria no entra en los planes de
nadie. El régimen de Asad no puede abogar por la partición porque el régimen
también cuenta con una base suní. Y la oposición está claramente en contra de
la partición.
-TNS: Usted ha dicho que el cese de
Asad es indispensable para que se pueda progresar en Siria. Sin embargo, la
alternativa no parece sonar a progreso, ¿no?
GA: El caso es que no puede haber
progreso alguno para salir de la tragedia siria sin el cese de Asad. Después de
semejante carnicería, no se puede parar una guerra cuando el principal culpable
sigue estando en el puesto de mando. No hay ninguna posibilidad de que la
oposición deponga las armas mientras Asad siga en el poder. Al comienzo de la
revuelta siria cabía ofrecer alternativas progresistas al régimen, pero la
militarización de la revuelta, por un lado, y el apoyo dado por Arabia Saudí y
Catar a los grupos fundamentalistas islámicos, por otro, comportan, en efecto,
que ahora sea poco probable una alternativas progresista. Eso es lo que
pretendía el régimen de Asad desde el comienzo, haciendo todo lo posible para
que se cumpliera ese propósito.
Debido a esto, no existe ninguna
salida realista que sea ilusionante, al menos desde una perspectiva
progresista. El colapso total del Estado sirio sería, en efecto, bastante
peligroso. La prioridad, sin embargo, es detener la sangría y la destrucción.
De ahí que cualquier solución que permita parar la guerra, como un acuerdo de
transición entre la oposición y el régimen, podría suponer un avance. Esto no
puede producirse sin el cese de Asad. Si este hubiera dimitido desde el
comienzo de la revuelta, Siria se podría haber ahorrado todo este caos
sangriento. En cuanto a quienes, en Occidente, piensan que Al Qaeda y el
llamado Estado Islámico son el problema principal, debería quedar claro que
este problema no se resolverá mientras Asad esté en el poder. Por eso es un
completo sinsentido propugnar una alianza con Asad para combatir al EI, máxime
sabiendo que Asad está mucho más preocupado por combatir al resto de la
oposición que al EI.
-TNS: Más allá de Siria, la primavera
árabe se ha convertido, por decirlo de alguna manera, en una pesadilla árabe.
Mientras Libia y Yemen se han sumido en una guerra civil, el ejército vuelve a
mandar en Egipto. En Túnez, la situación es inestable. Sin embargo, usted sigue
siendo optimista. En su libro sobre la revuelta árabe, The People Want, la
describe como un proceso revolucionario prolongado. ¿En qué se basa su enfoque
optimista?
GA: Yo nunca he sido “optimista”. Al
contrario, al comienzo me acusaban de ser pesimista precisamente porque insistí
en que el proceso sería largo y difícil. Cuando estalló la llamada primavera
árabe, la mayoría de la gente esperaba una transición democrática pacífica y
rápida. Yo sostuve que la revuelta árabe era un proceso a largo plazo que
pasaría por una alternancia de revolución y contrarrevolución, de revuelta
popular y restauración reaccionaria, de derrotas y victorias, como todos los
grandes procesos revolucionarios de la historia. Con lo que está ocurriendo
ahora, la euforia dominante de 2011 se ha convertido en melancolía aplastante.
Así que cuando ahora insisto en que la primavera árabe es un proceso
prolongado, parece que sea optimista. Sin embargo, no lo soy: solo insisto en
que la primavera árabe no ha pasado a la historia, ni mucho menos, y en que el
potencial revolucionario está lejos de haberse agotado.
Creo que la revuelta árabe todavía se
halla en sus fases iniciales. Todavía queda mucha tela que cortar. Los procesos
revolucionarios históricos tardan décadas en completarse: las revoluciones
inglesa, francesa y china se desarrollaron durante decenas de años. Hace muy
poco, en Iraq y Líbano, dos países en los que el sectarismo es una
característica del Estado, se han producido movilizaciones masivas pacíficas en
torno a cuestiones sociales, por encima de las divisorias sectarias. Reflejan
el hecho de que el potencial de una lucha social progresista sigue vivo. La
revuelta árabe es en su origen una rebelión contra unas circunstancias
sociales, económicas y políticas represivas que son comunes a toda la región. A
menos que se eliminen dichas circunstancias, la región seguirá siendo un
hervidero.
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