Egipto - Las vicisitudes de la alianza entre Washington y los Hermanos Musulmanes

Posted by Correo Semanal on domingo, enero 17, 2016



Mohamed-Ali Adraui *
OrientXXI, 3-1-2016
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

¿Qué relaciones mantuvieron los Estados Unidos con el principal rostro del islam político contemporáneo en el contexto revolucionario y transicional que prevaleció en Egipto entre 2011 y 2013? Tuvieron que tratar, por primera vez en la historia, con unos Hermanos Musulmanes que habían conquistado democráticamente el poder.
Fruto de los levantamientos populares de comienzos del año 2011 y de la apertura consecutiva que benefició a los Hermanos Musulmanes, a través de su escaparate político que era entonces el Partido de la Libertad y de la Justicia (PLJ), su llegada al poder provocó una crisis de adaptación en la cúspide del Estado americano y de su diplomacia.
En efecto, numerosos debates, no solo políticos sino también intelectuales y académicos, estaban relacionados con la naturaleza del islamismo y con su capacidad duramente discutida de respetar las reglas del pluralismo y de la democracia si llegaran al poder. Si la corriente “centrista” (ilustrada por el Brooking Institute) se distinguía con análisis matizados que abrían la puerta a la acreditación de la tesis de la posible compatibilidad entre islam político y democracia, otros think tanks como Rand Corporation elaboraban valoraciones más escépticas.
Sobre este terreno teórico dividido germinaría la primera puesta en práctica de la política islamista de los Estados Unidos entre 2011 y 2013. Consciente de las posiciones que pasaban por radicales y revisionistas (revisar en profundidad las estructuras del sistema internacional juzgado injusto respecto a los pueblos musulmanes) de los Hermanos Musulmanes, la primera orientación intelectual del presidente Barack Obama fue la desconfianza. En efecto, antes de su elección en 2008, declaraba que encontraba a los ikhwan (“Hermanos”) “poco dignos de confianza”. En concreto, les reprochaba promover “opiniones antiamericanas” y les veía como actores que “ciertamente, no respetarían el tratado de paz con Israel”/1. Sin embargo, a partir del comienzo de la revolución, su administración iría oscilando entre sospecha y apertura, dibujando así los contornos de una verdadera política de refuerzo de los lazos diplomáticos (engagement policy) con los Hermanos Musulmanes.
Algunos meses antes del comienzo de las revoluciones árabes, Obama se distingue ante sus principales consejeros con un memorándum de algunas páginas advirtiendo de la situación insostenible a la que podía llevar estrategia de apoyo a los regímenes autocráticos prevaleciente durante varios decenios. Haciendose eco de su discurso de El Cairo del 4 de junio de 2009, este documento titulado Political Reform in the Middle East and North Africa /2, estaba centrado en la necesaria apertura de los países árabes, en primer lugar de Egipto. Insiste en el interés de proseguir la diplomacia del “democratic push” iniciada por la administración de George W. Bush en la óptica del remodelado del Medio Oriente. En una época en que se contempla, y luego se pone en práctica, la intervención militar en Irak, esta política induce igualmente contactos con las fuerzas de oposición influyentes en el mundo árabe, incluyendo de hecho los movimientos del Islam político.
Un esbozo de autocrítica
Reaccionando ante los acontecimientos del viernes 28 de enero de 2011 (“jornada de la cólera”), John Kerry inicia un esbozo de autocrítica de los principios que habían guiado hasta entonces la acción exterior de su país hacia Egipto, aunque poniendo en guardia contra la posible llegada al poder de los islamistas /3:
“Teniendo en cuenta los acontecimientos de la semana pasada, algunos critican ahora la tolerancia del pasado hacia el régimen egipcio que ha caracterizado a los Estados Unidos. Es cierto que nuestra retórica pública no ha ido siempre de la mano de nuestros intereses particulares. Pero igualmente se trataba de la comprensión pragmática de que nuestra relación beneficiaba a América y defendía nuestros intereses en la región (…).
Los Estados Unidos deben acompañar su retórica con una asistencia real al pueblo egipcio. Durante demasiado tiempo, en nuestra alianza financiar ha predominado la ayuda militar a Egipto. La prueba de ello se dio la semana pasada: las bombas lacrimógenas lanzadas contra los manifestantes llevaban escrito el “made in USA” (…). No servimos a nuestros intereses cuando asistimos a la caída de gobiernos amigos bajo el peso de la cólera y las frustraciones de sus pueblos, ni por la transferencia de poder a grupos radicales susceptibles de extender el extremismo.
(…) Durante tres decenios, los Estados Unidos han tenido una política Mubarak. Ahora debemos mirará más allá de la era Mubarak y definir una política egipcia”.
Los Hermanos egipcios van a ser objeto de esta estrategia diplomática. Si el comienzo de la revolución es sinónimo de atraso, como ilustran las declaraciones de la Secretaria de Estado Hillary Clinton para quien “estas revoluciones no son las nuestras, no están hechas por nosotros, para nosotros, ni contra nosotros” /4, la diplomacia americana abre progresivamente la puerta a los opositores del presidente Hosni Mubarak, los Hermanos Musulmanes, explícitamente mencionados tras algunas semanas. Así, en junio de 2011, es enunciada una forma de doctrina en lo que se refiere a las relaciones a adoptar hacia el islamismo egipcio /5:
“Pensamos que dado el cambio de paisaje político en Egipto, es del interés de los Estados Unidos emprender (relaciones) con todos los partidos pacíficos y que han hecho la opción de la no violencia, y que tienen la intención de concurrir para el Parlamento y la presidencia (…) Abrimos, por consiguiente, la posibilidad de un diálogo con los miembros de los Hermanos Musulmanes que desean hablar con nosotros”.
En noviembre de 2011, Hillary Clinton confirmará esta apertura bajo la forma de autocrítica: “Durante años, los dictadores han dicho a su pueblo que debían aceptar a los autócratas que conocían a fin de evitar a los extremistas que temían. Demasiado a menudo, nosotros mismos hemos aceptado esta conminación” /6.
Las victorias de la Hermandad en las elecciones legislativas y presidencial de 2012 van a confirmar esta apertura, aunque continúen inspirando un temor tanto más justificado para Washington en la medida que los dirigentes islamistas se han preocupado durante sus campañas de hacer numerosas alusiones a Palestina y a la necesaria lucha por su liberación. Sin embargo, el planteamiento cooperativo e inclusivo de los Estados Unidos no deja de ser la línea de conducta. Así, el año 2012 será el de las reuniones de alto nivel entre miembros de la Hermandad y oficiales americanos, buscando estos últimos de forma constante recoger los sentimientos y los análisis de los islamistas cuando el mundo árabe está en ebullición. Mientras John Kerry, transformado en Secretario de Estado, reconoce las victorias de la Hermandad, los diplomáticos americanos con sede en El Cairo anuncian claramente querer trabajar con “los partidos vencedores”, poniendo en evidencia que los dirigentes del PLJ “desean enviar un mensaje moderado -sobre la seguridad regional y los asuntos internos, también sobre los problemas económicos” /7.
Los temores expresados, en particular por Jeane Kirpatrick, antigua embajadora en las Naciones Unidas, son superados por la posición oficial americana. Si ella declara que “el mundo árabe es la única región del mundo en que [se ha quebrado] su convicción de que cuando se deja a los pueblos decidir libremente, éstos toman decisiones racionales” /8, Jeffrey Feltman, secretario adjunto en la Oficina de Negocios del Próximo Oriente, afirma /9:
“Sabemos que los partidos enraizados en valores religiosos van a jugar un gran papel. No sabemos aún qué relación tendrán los Estados Unidos con los gobiernos emergentes, las asambleas y sociedades civiles en estos países en los próximos años,. (…) Nuestro apoyo a los gobiernos legítimos es el mejor medio de enfrentarnos al extremismo violento. Las transiciones pacíficas en Túnez y en Egipto debilitan fundamentalmente el mensaje extremista de que la violencia es la única vía hacia el cambio político. Ofrecer la posibilidad de una alternativa, de un camino no violento hacia una transición política auténtica deslegitima a los grupos extremistas y reduce su atractivo”.
Haciéndose eco a estas declaraciones, en abril de 2012, una delegación de representantes de los Hermanos Musulmanes es recibida en la Casa Blanca a fin de reunirse con las más altas autoridades americanas, algunos meses después de que representantes americanos de alto nivel, incluyendo a William Burns (encargado de relaciones con los ikhwan) fueran recibidos en El Cairo. La aparición de un Parlamento mayoritariamente de la Hermandad, así como la llegada a la presidencia de Mohamed Morsi en junio de 2012, se inscriben entonces en un contexto de apertura recíproca entre la primera potencia mundial y el principal movimiento islamista transnacional. Lo que no impide, sin embargo, que persistan las inquietudes ligadas a la ideología fundadora del segundo. A juzgar por las declaraciones públicas de la embajadora americana Anne Patterson, los meses de gobierno de los Hermanos Musulmanes generaron tanto una satisfacción por lo que se refiere a la responsabilidad de la que éstos han dado pruebas en el plano económico e internacional /10 como una desconfianza siempre observable en lo que se refiere a su estructura ideológica y su propensión a oponerse a los valores e intereses americanos en algunos asuntos.
Las declaraciones de la embajadora son, en este aspecto, ilustrativos. En 2011, ésta se manifestaba aún “incómoda con ellos”, reconociendo su compromiso con las libertades económicas, pero alimentando inquietudes en cuanto a sus opiniones “poco liberales en materia de derechos de las mujeres” y a su posición respecto al tratado de paz con Israel /11.
Contemporizar con el golpe de Estado
Si durante más de un año intentaron “domar” las aspiraciones de la Hermandad a redibujar en profundidad los contornos no solo del Estado sino también los de la política regional, los dirigentes americanos se encuentran obligados a contemporizar el 3 de julio de 2013 con un golpe de Estado que vuelve a poner en el poder al ejército y que envía a la antigua oposición islamista de nuevo a la clandestinidad. Si John Kerry no pronuncia jamás la palabra “golpe de Estado”, se distingue a pesar de todo concediendo un aprobado a los generales egipcios, a los que se concede “haber restaurado la democracia” /12.
Sin embargo, las tensiones y combates que acompañan a la destitución del presidente Morsi y que culminarán en agosto de 2013 empujan a Barack Obama a alertar sobre la situación, dando entonces la impresión de no abandonar enteramente a los representantes del movimiento islamista y de querer reaccionar ante la situación que se impone /13:
“Estamos profundamente inquietos por la decisión de las fuerzas armadas egipcias de echar al presidente Morsi y de suspender la Constitución egipcia. Llamo a los militares egipcios a actuar rápidamente y a entregar, de forma responsable, la plena autoridad a un gobierno civil democráticamente elegido lo más rápidamente posible por medio de un proceso inclusivo y transparente, y a evitar toda detención arbitraria del presidente y de sus simpatizantes”.
Si toman acta del cambio de dirección, como ilustra algunos meses después del golpe de Estado el restablecimiento de la ayuda militar al gobierno del mariscal Abdel Fattah Al-Sissi, las autoridades americanas parecen mantener la política de relaciones con los Hermanos Musulmanes a la vez que toman la precaución de no condenar por completo al régimen militar. Buscando un equilibrio extremadamente precario, la administración Obama parece adoptar, desde la salida de Morsi, no la política del “ni-ni” sino la del “y-y” con el objetivo de conseguir un margen de maniobra tan grande como sea posible, cuando Egipto ha entrado en un nuevo período de inestabilidad y de protestas. Como ejemplo, entonces, Elisabeth Jones, secretaria adjunta de la Oficina de Asuntos del Próximo Oriente, explica la evaluación americana de la situación /14:
“El señor Morsi se ha mostrado poco deseoso o incapaz de gobernar de forma inclusiva, perdiendo la simpatía de numerosos egipcios. Respondiendo a los deseos de millones de egipcios que han pensado que la revolución había tomado una mala dirección, el gobierno interino ha reemplazado al gobierno Morsi y se ha observado una vuelta a la seguridad y a la estabilidad tras varios años agitados. Pero el gobierno interino ha tomado también decisiones incoherentes con una democracia inclusiva. Nos hemos visto turbados por los acontecimientos del 3 de julio y la violencia de mediados de agosto. La decisión de excluir a Morsi, la excesiva fuerza utilizada contra quienes protestaban en agosto, las restricciones de las libertades sobre la prensa, la sociedad civil y los partidos de oposición, la detención continua de numerosos miembros de la oposición y la extensión del estado de excepción son inquietantes”.
La portavoz del ministerio, Marie Harf, declaró por su parte el 12 de febrero de 2014 en una conferencia de prensa que:
“Los Estados Unidos no designan -no han designado- a los Hermanos Musulmanes como una organización terrorista. Hemos sido muy claros en cuanto al hecho de que en Egipto trabajaríamos con todas las partes para hacer avanzar el proceso inclusivo. Igualmente, tanto en público como en privado, y de forma repetida, hemos llamado al gobierno interino a avanzar de la misma forma en el proceso de inclusión. Esto significa hablar a todas las partes, implicarles en esta dinámica. No decimos a qué debe parecerse el futuro gobierno. Decimos que debe ser inclusivo. Esto, naturalmente, comprende a los Hermanos Musulmanes. Continuaremos hablando con los Hermanos Musulmanes en Egipto como consecuencia de nuestra acción general con destino a los diferentes grupos y partidos aquí”.
Los debates e inquietudes mantenidos por ciertos medios egipcios -tanto próximos a los islamistas como a los militares- sobre una todopoderosa diplomacia americana capaz de imponer una revolución al Estado egipcio para colocar en su cúspide a los Hermanos Musulmanes o, al contrario, para expulsarles a fin de restablecer un régimen militar son más que discutibles. Es más bien el ganar tiempo y el oportunismo los que caracterizan en primer lugar la política americana, ilustrando con ello la crisis de influencia real de ese país en una región cada vez menos sensible a los desiderata de los Estados Unidos.


* Mohamed-Ali Adraui es doctor en ciencias políticas actualmente investigador en el Middle East Institute de la Universidad Nacional de Singapur. Ha publicado Du Golfe aux banlieues. Le salafisme mondialisé, PUF, 2013, y dirigido Les islamistes et le monde. Islam politique et relations internationales, L’Harmattan, 2015.

Notas
1/ Fawaz A. Gerges, “What Changes have taken place in US foreign policy towards Islamists ?”, Contemporary Arab Affairs, 6(2), 2013, p. 189-197.
2/ Fawaz A. Gerges, “The Obama approach to the Middle East : the end of America’s moment ?”, International Affairs, 89(2), 2013, p. 299-323.
3/ John Kerry, “Allying ourselves with the next Egypt”, The New York Times, 1/12/2011.
4/ Citada en : Shadi Hamid et Peter Mandaville, “Bringing the United States back into the Middle East”, The Washington Quarterly, 36(4), 2013 ; p. 95-105.
5/ Mary Beth Sheridan, “U.S. to expand relations with Muslim Brotherhood”, The Washington Post, 30/06/2011.
6/ Fawaz A. Gerges, “The Obama approach to the Middle East…”, op. cit.
7/ Ibid.
8/ Fawaz A. Gerges, “What changes have taken place in US foreign policy towards islamists ?”, op. cit.
9/ Jeffrey Feltman, “Assessing U.S. foreign policy priorities and needs amidst economic challenges in the Middle East”, U.S department of State, 2012.
10/ En particular cuando el conflicto de Gaza en noviembre de 2012, así como ratificando de hecho el tratado de paz de 1979 entre Egipto e Israel, salvo un llamamiento a revisar su aspecto militar.
11/ Matt Negrin et Reem Abdellatif, “US ambassador to Egypt won’t sit down with Muslim Brotherhood…Yet”, GlobalPost (globalpost.com), 18/10/2011.
12/ Shadi Hamid et Peter Mandaville, “Bringing the United States back into the Middle East”, op. cit.
13/ Discurso citado por el Washington Post en “Obama urges military to return Egypt to democracy”, 3/07/2013.
14/ Declaración ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes el 29/10/2013.