Brasil - Contradicciones del neo-desarrollismo son devastadoras para los trabajadores
Entrevista a Ricardo Antunes
Contradicciones del neo-desarrollismo
son devastadoras para los trabajadores
Gabriel Brito, de la Redacción
Correio da Cidadania, San Pablo,
9-11-2015
Traducción de Ernesto Herrera –
Correspondencia de Prensa
Al inicio del año, el sociólogo
Ricardo Antunes afirmaba que “la falencia del PT genera inestabilidad
política”, dentro de un gobierno prácticamente “natimorto”. En una nueva
entrevista con Correio da Cidadania, reafirma tales análisis. A la vez, describe
la “crisis económica, política y social profundas”, lo que a su entender torna
impredecible el cuadro hasta 2018. Incluso, pone en duda la posibilidad de una
“reaparición histórica” de Lula. A continuación publicamos una versión editada
de la entrevista, autorizada por Ricardo Antunes. (Redacción de Correspondencia
de Prensa)
- Correio da Cidadania: En el inicio
del año, tú afirmabas que estábamos ante un “gobierno natimorto”, fruto de la
“falencia del PT”. ¿Cómo evalúa la crisis política, ética y económica que ya
marcó el quinto año de Dilma Rousseff en la presidencia de la República?
Ricardo Antunes: El cuadro actual
confirma mi formulación provocativa. La elección que Dilma ganó señalaba una
victoria electoral difícil y una acentuación todavía más profunda de un
gobierno antipopular, completamente favorable a los grandes y dominantes
intereses, en particular del capital financiero. Y sometido a las imposiciones
exigidas por el FMI y a la reglas del orden, o sea, un gobierno que debía
implementar los más rápido posible un ajuste fiscal, profundamente destructivo
en relación al mundo del trabajo, cortar conquistas, reducir otros derechos de
los asalariados en general, aumentar y garantir el superávit primario. De tal
modo que, al encontrar respaldo de las intereses dominantes, del mundo
financiero y productivo (aún en un contexto de crisis), creyó que podía iniciar
su segundo mandato.
De allá para acá, más allá del
agravamiento de la crisis política, vino simultáneamente el agravamiento
exponencial de la crisis política. La Operación Lava Jato llegó a los núcleos
dirigentes del PT y los vínculos de sectores dominantes que controlaban las
finanzas del partido, inclusive con el empresariado más destructivo y
corruptor, como por ejemplo la “burguesía de las empresas constructoras”. Tal
crisis fue ampliada por el hecho de que el ajuste fiscal penalizó a los
sectores asalariados (que garantizaron la victoria de Dilma), empobrecidos y
dependientes del programa Bolsa Familia. Vale recordar que Dilma perdió el
apoyo de capas de asalariados y Aécio Neves ganó en el ABC Paulista, mostrando
como el derretimiento petista hasta en el cinturón industrial de su núcleo
originario.
Las duras medidas del ajuste han
corroído parte de lo que resta de la base de apoyo de Dilma entre los
asalariados. Tanto que vemos con frecuencia manifestaciones de movimientos como
el MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) y MTST (Movimiento
de Trabajadores Sin Techo) contra el ajuste fiscal y la política económica de
Dilma, aunque todavía es contra el impeachment. Sólo en pocos casos es
claramente a favor del gobierno. El 13 de octubre, por una suspensión del STF
(Supremo Tribunal Federal), Dilma consiguió librarse de un proceso de
impeachment, pero recordemos que es una suspensión, que puede ser levantada más
adelante, más allá de otras iniciativas todavía en curso
Así, respondiendo a la pregunta, el
gobierno Dilma es un gobierno que no gobierna. Cada medida que toma es una
“desmedida” importante, junto a amplios sectores del empresariado,
especialmente el industrial, que en función de lo alto de las tasas de interés
y de la falta de perspectiva para la economía en los próximos meses comienza a
retirar el apoyo que era fuerte recientemente. Ese empresariado no se bandea
completamente de lado del impeachment, porque sabe que abriría una crisis
social en el país. Muchos hacen oposición al gobierno Dilma, pero no aceptan
una medida tomada por un parlamento cuyo nivel de compromiso viceralmente
degradado. Basta decir que el presidente de la Cámara (de diputados) está
envuelto en las corrupciones que viene impregnado la política brasilera en las
últimas décadas.
- Correio da Cidadania: De ese modo,
es precipitado reducir la hipótesis del impeachment a un mero collar
político del mandato de Dilma, a ser usado por el mayor tiempo posible.
Ricardo Antunes: Ciertamente. No es
apenas un collar. Porque si de un lado el empresariado sabe que el impeachment
tiene un apoyo social, por otro, una parálisis completa de la economía asusta
al empresariado. Lo que es inaceptable también para los asalariados. ¿Qué es lo
que ven los asalariados y asalariadas? Millares de despidos. Cuando no son
despedidos, tienen que negociar con un cuchillo en el corazón y una espada en
la espalda para aceptar una reducción de la jornada con reducción salarial, la
antesala del desempleo.
El capital financiero, claro, percibe
el alza de intereses y la calesita financiera favorable, pero en la medida en
que debe controlar el crédito casi sin poder prestar, pues el riesgo es enorme,
crea toda una parálisis económica. Y el movimiento callejero de las clases
medias conservadoras, hoy, digamos, más retraído, puede volver. Para completar,
2016 es año electoral.
No habiendo impeachment, se intenta
una alternativa donde el gobierno reina, aunque no gobierna. Pero Dilma ni
siquiera reina.
- Correio da Cidadania: ¿Cómo encaja
la figura de Lula en medio de la crisis política? ¿Qué se puede esperar de él,
o de este “personaje”, o de lo que se llama “lulismo” para los próximos
tiempos?
Ricardo Antunes: Primeramente, el
fenómeno del lulismo es muy reciente. Fui de los primeros en tratar las pistas
en dos libros de artículos: La desertificación neoliberal de Brasil y La
izquierda fuera de lugar. La figura del lulismo es todavía poco conocida entre
nosotros, aunque se pueda tener muchas pistas, como se vienen dando desde 2012
por lo menos.
Rápidamente, el lulismo es la figura
carismática y en sus momentos de apogeo fue casi mesiánica, de un líder que
conseguía accionar a dos puntas de la clase trabajadora.
En el apogeo de Lula, él tenía un
respaldo casi inquebrantable de la clase trabajadora organizada brasilera,
aquella clase trabajadora que tiene formas de asociación sindical o de algún
nivel, donde Lula era su principal líder. No sin razón. Es preciso decir que
Lula fue, tal vez, el mayor líder sindical del siglo XX brasilero. Es pasado,
pero fue. Y fue en base a esa trayectoria, de 1975 a 1989, y luego hasta 2012,
algo real, que él se tornó un líder nacional.
El lulismo, y en particular su personaje,
también está atado de forma indisoluble a la figura de Lula -así como el
varguismo está atado a Getulio Vargas y el brizolismo a Leonel Brizola. Pero el
lulismo no tiene herederos. Y un límite entre otros tantos de Lula. Es tan
auto-concentrado y personalizado que no tiene herederos. El varguismo al menos
tuvo a Joao Goulart y al brizolismo como herederos, entre otros que no eran
Vargas. Pero intentaron remar de forma similar. El Lulismo no tiene heredero
alguno.
No obstante, como ya se dijo, la
crisis del mensalão desató una catástrofe en alta cúpula del PT, mostrando la
corrupción política y, como sabemos, con grandes trazos de corrupción privada y
enriquecimiento personal. Fue una crisis profunda. Y la crisis de 2005 tiene
muchas similitudes con la actual. No tengo dudas que Lula estuvo a segundos de
su renuncia en aquel fatídico año. Es pura intuición. No se si se acuerdad de
una entrevista que él concedió en Francia, a una joven periodista, estaba
completamente perdido.
Después de aquel período, Lula ganó
las elecciones en 2006 y comenzó su segundo gobierno. Hubo un cambio
importante, conforme escribí en la época: “Lula comenzaba a emigrar de la clase
trabajadora más organizada hacia los sectores más empobrecidos de la sociedad
brasilera, que vivencian los trabajos más precarizados, hasta el completo
no-trabajo y el desempleo, típicos de las poblaciones pobres de los rincones
brasileros, donde el programa Bolsa Familia tiene incidencia”. Hay que
acordarse, Bolsa Familia comenzó en el segundo mandato de Lula. En el primero
el programa era Hambre Cero y fue un fracaso completo.
La Bolsa vino con un nuevo diseño,
alcanzó a millones de familias y creó un bolsón electoral que, en el fondo, era
una tragedia política. La Bolsa garantizó la sobrevivencia de familias
paupérrimas, sin la realización de reformas estructurales profundas que podrían
haber eliminado las causas de la pobreza, por ejemplo: la reforma agraria y la
reforma urbana. No hubo nada de eso. Pero con la Bolsa, el PT tenía garantida
una base excedente para las victorias electorales.
Ese sector social empobrecido de
apoyo al lulismo, produjo, simultáneamente, la pérdida de apoyo a Lula en los
sectores organizados de la clase trabajadora (…) Es difícil aquilatar cuanto de
apoyo perdió el lulismo en el sector más pobre, pero pienso que se fragilizó
porque esa población ve al creador como una criatura que fracasó. Entonces,
como Dilma es la creación de Lula, una parte expresiva del descontento va hacia
su gobierno.
La intuición que tengo es que para que
Lula vuelva a ganar una elección, va a tener que sudar mucho la camiseta. Sudar
de más, porque el desgaste del PT es poli y multiclasista. Es lo nuevo. Perdió
el apoyo de las clases ricas, dominantes, propietarias. De forma devastadora
perdió apoyo de las clases medias tradicionales (el mito de que el PT creó una
nueva clase media no puede tomarse en serio). Y pierde apoyo, también
exponencial, en los varios estratos distintos “compósitos y heterogéneos”, para
recordar a nuestro querido Florestan Fernandes, que hacen parte de nuestra
clase trabajadora. Y Lula lo sabe.
Sólo un cambio muy profundo de la
situación, con expansión económica en 2017, podría apagar la tragedia y darle
una sobrevida a Lula. Hoy no la tiene. Su suerte es que la oposición más derechista
-porque el PT tiene un amplio abanico de derecha de su lado-, no tiene un
candidato fuerte. Aécio Neves salió fortalecido de la última elección,
porque su nombre se hizo más visible a nivel nacional, pero en el propio
PSDB no lo entienden así.
En cuanto a las organizaciones a la
izquierda del PT, no fueron capaces de hacer la confluencia política de tantos
movimientos sociales y sindicales, y tampoco generaron nuevos liderazgos. En la
última elección, Luciana Genro se calificó como una joven candidata de
izquierda, corajuda y capaz de tratar temas contemporáneos con calidad. Pero
liderazgos como el de Luciana Genro -en la medida que tiene fuertes vínculos
con el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) y la juventud- o Guilherme
Boulos do MTST, en San Pablo São Paulo, están lejos de ser una alternativa. Por
tanto, el cuadro para 2008 está muy nublado.
La única cosa que me parece evidente,
es que imaginar a Lula vencedor de las elecciones de 2018, es no tener idea del
nivel corrosión que el PT y todos sus dirigentes van sufriendo, de modo
devastador.
-Correio da Cidadania: Ya que
hablaste de Boulos y Genro, que piensas de las iniciativas de reacción a ese
cuadro de retrocesos generalizados, tanto dentro como fuera del espacio
gubernamental, a ejemplo de Agenda Brasil (más pro-gobierno) y de la conformación
del Frente Pueblo Sin Miedo?
Ricardo Antunes: Son manifestaciones
distintas, embrionarias y en un cuadro defensivo. La primera de las citadas,
piensa en un Frente de Izquierda con dirección del PT. Lo que es un chiste. Un
Frente de Izquierda con el gobierno que en su cuarto mandato todavía no tomó
ninguna medida de izquierda, ninguna, que mínimamente contrariase los intereses
dominantes, es un chiste.
No hubo tasación de las grandes
fortunas; no hubo reforma tributaria progresiva, algo elementar, en el sentido
de tributar al que más tiene y exonerar a la clase trabajadora; no hubo ningún
cambio de la estructura agraria, por el contrario, el PT fue espectacular para
el agro-negocio. La burguesía agraria, devastadora, fue enteramente beneficiada
por los gobiernos del PT
Por tanto, un “Frente Popular” o
“Frente de Izquierda” con el PT es una provocación. Sólo si fuera un Frente de
Izquierda para cargar el cadáver político del PT. El PT tiene que ser
responsabilizado por sus actitudes. Claro que me refiero al ala dominante del
partido y separo a ciertos núcleos de base, a las personas serias, a la
militancia que creía en un partido diferente, como en los años ’80.
Pero el núcleo dominante del PT, que
en parte está en la cárcel, en parte procesado, no tiene autoridad alguna de
llegar a los movimientos sociales y decirle, por ejemplo, al PSOL y al
PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado): “vamos a acordar,
ahora que estamos muriendo, un Frente de Izquierda”. Lo digo con tristeza: la
más dura de las medidas tomada por los gobiernos del PT a lo largo de cuatro
mandatos fue destruir a la izquierda brasilera. El PT de 2015 tiene poco ver
con el PT de 1980. Y la CUT (Central Única de los Trabajadores) perdió, desde
el 2002, un conjunto de tendencias militantes que estaban desde su fundación,
en 1983.
Naturalmente, soy contrario al
impeachment. Incluso si se tiene la prueba cabal de que la presidencia de la
República estuvo involucrada, directamente, en las corrupciones. Pero también
habría que juzgar los mandatos de FHC (Fernando Henrique Cardoso) y de todos
los gobiernos y alcaldes que hicieron lo mismo. Los hechos de corrupción son
reprobables, no solamente los de un gobierno.
Iniciativas como el “Frente Pueblo
Sin Miedo” y varios otros movimientos tienen una dificultad interna. Por
ejemplo, no dicen que a Joaquim Levy (Ministro de Hacienda) lo puso Dilma.
Dicen que Levy no tiene apoyo del PT (…) La cuestión de estas manifestaciones
disidentes tienen un problema: se puede criticar a Levy y defender Dilma.
No concuerdo con eso. Criticar a Levy nos obliga a decir que el gobierno Dilma
e nefasto y antipopular.
-Correio da Cidadania: Estamos
delante de la mayor tasa de desempleo de los dos últimos años. ¿Ya se puede
hacer un balance contundente respecto de las políticas de ajuste fiscal
dictadas por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, y sus graves consecuencias
sociales en general y para el mundo de trabajo en particular?
Ricardo Antunes: Existe la apariencia
de algo nefasto porque ese proyecto es esencialmente nefasto. Es el proyecto
del capital financiero, porque empuja al Estado a secar sus actividades
públicas y sociales. Lo que se gasta con la deuda pública e intereses que se
remuneran al sistema financiero es mucho mayor que todo el achique practicado
por el ajuste fiscal de 2015.
Bastaría otra política, de contención
de intereses, antiespeculativa, con otro rumbo, lo que en este momento, con
este gobierno, sería imposible. Pero nadie esperaba en octubre de 2014 una
guiñada a la izquierda del PT, después de 12 años sirviendo a las derechas y a
los capitales.
Dilma no podía hacer nada diferente.
Podía continuar haciendo lo mismo, lo que provocaría un corto-circuito, al
tirar el costo del ajuste encima de los asalariados. Lo que hizo. El ajuste se
resume al mismo que las clases dominantes siempre hacen en tiempo de crisis:
que la cuenta la pague la clase que vive-del-trabajo, que depende del salario
para sobrevivir. Y hoy no tiene empleo, ni tiene seguro de desempleo, vivimos
una situación más triste que la anterior.
El mito que algunos llamaron,
apologéticamente, de neo-desarrollismo, cayó. El PT nunca fue
neo-desarrollista. Oscilaba entre el neoliberalismo y el social-liberalismo,
con cara social-liberal y concentración de renta del capital. Era una redistribución
por dentro de los asalariados. Los capitales sólo engordaron y crecieron en
Brasil en la era Lula.
Evidentemente, el resultado es
devastador para las clases trabajadoras y el PT va a pagar el precio en las
elecciones del año que viene. Las respuestas de la clase trabajadora serán
duras contra el PT. Y sería triste si no fueramos capaces de, al menos,
germinar alternativas de izquierda capaces, capaces de canalizar el descontento
y no dejarlo ir hacia la derecha del modo tosco y bruto que vemos.
Que al menos comencemos a reinventar
la idea de otro modo de vida, otro modo de producción, otra organización de la
política, que recuse esta institucionalidad. Un modelo más democrático, más
popular, fundado en la soberanía del pueblo, con asambleas y plebiscitos. En
fin, ejerciendo alguna cosa de nuevo tipo.
-Correio da Cidadania: ¿Qué esperas
de una continuidad del mandato de Dilma y sus consecuencias en la vida política
nacional, que pasará con la población en términos de condiciones de vida y
trabajo?
Ricardo Antunes: Varios movimientos.
Deterioro de las condiciones de vida, destrucción de lo que resta de servicios
públicos, con la salud y la educación más precarizadas. ¡El gobierno estadual
del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) cierra escuelas! O sea, la
cosa pasa por todas las esferas del gobierno. Cuando Levy anunció sus primeras
medidas, la cartera que más sufrió fue la de Educación. Esta tendencia va a
aumentar.
Paralelamente, vamos a tener un
aumento de las revueltas y rebeliones. Evidente. La población de las periferias
adquirió un nuevo nivel de conciencia de sus derechos y de las tragedias que
permean el país.
Imagino una nueva era de rebeliones.
Si más o menos moleculares, no sabemos. Tomará tiempo que esas manifestaciones
callejeras, de carácter polisémico, que marcan las luchas sociales del país,
comiencen a encontrar algunos polos de confluencia que permitan un salto. Una
idea que vengo madurando recientemente, una triste constatación, es que las
derechas, en 2015, politizaron las rebeliones de 2013 para su campo, es decir,
la contrarrevolución, del odio al comunista, al socialista. Todos son
comunistas, el PT es comunista, ¡hasta los liberales!
-Correio da Cidadania: ¿Se puede
concluir que la izquierda paga el precio de no haber acelerado su
reorganización en los últimos tiempos?
Ricardo Antunes: Las izquierdas de
los movimientos sociales no consiguieron dar un salto hacia un nivel ofensivo a
partir de las manifestaciones de masas y populares. E camino, que nuestras
izquierdas tienen dificultad de encarar, es no quedar focalizadas en la próxima
elección. ¡No adelanta pensar en las elecciones de 2016, 2018! Precisamos de un
campo social y político organizado por la base, en manifestaciones cotidianas,
decisiones plebiscitarias, avance de acciones colectivas, sean sindicales o
sociales. Es necesaria una articulación más generosa de esa enorme
multiplicidad de movimientos sociales y de las izquierdas, donde aisladamente
cada uno de nosotros somos pocos. ¡Pero juntos, no!
Otro punto es que trabajamos mucho
con la dicotomía movimientos sociales versus partidos. Uno u otro. No estoy de
acuerdo en que sean dicotómicos. Los movimientos son muy importantes por estar
atados a la vida cotidiana. La cuestión de la tierra es el sentido de la vida
para el MST, el asalariado rural, la campesina. Tierra, alimentación, casa y
vida nueva. Los sin techo saben que la arquitectura del “planeta favela” los
ricos viven encerrados en guetos con seguridad Robocop y hacen que las
periferias sean expulsadas para lugares más periféricos todavía.
Los partidos de izquierda al menos
reconocen que precisan adentrarse en el siglo XXI pensando lo nuevo. Me refiero
fundamentalmente al PSOL, PSTU, PCB (Partido Comunista Brasileño) y pequeños
agrupamientos que procuran insertarse en el mundo y en la vida real y, en
general, tener una mirada más de lejos. Pero tienen una gran dificultad de
vincularse a las luchas cotidianas, que son exactamente la fuerza de los
movimientos sociales. La fuerza de unos es el límite de otros y vice-versa.
Estoy haciendo una síntesis, repito.
No soy de la idea de ¡“los partidos acabaron, viva los movimientos sociales”!
Los movimientos pueden tener mucha vinculación con la vida concreta, pero es
difícil que un movimiento tenga la longevidad del MST. Este es un movimiento
fuerte porque tiene dinámica y vida de base, no sólo lucha cotidiana. Las
mujeres del MST pueden discutir acciones y actitudes, así como los asentados,
pues tienen autonomía en la base que le permite avanzar un poco. Y creo que lo
mismo se puede decir del MTST.
Los movimientos sociales nacen y
desaparecen. Los partidos al menos se han mostrado más longevos, aunque
perdieron la capilaridad con la vida cotidiana, de tal modo que el salto
positivo en el siglo XXI sería una aproximación de esos dos polos orgánicos del
mundo del trabajo. La energía que todavía de las rebeliones de 2013 deben
caminar en la dirección de “contra-rebeliones”.
0 Responses to "Brasil - Contradicciones del neo-desarrollismo son devastadoras para los trabajadores"
Publicar un comentario