Haití - La guardia pretoriana
Daniel
Gatti
Brecha,
Montevideo, 13-6-2014
http://brecha.com.uy/
Hace
exactamente diez años los primeros soldados de la Misión de
Estabilización de las Naciones Unidas (Minustah) desembarcaban en
Haití. Entre ellos un buen contingente de uruguayos, cercano al
millar. Llegaban, dijeron entonces, por seis meses. En octubre pasado
el presidente José Mujica prometió que los soldaditos orientales se
irían pronto, en tres meses, si la situación en Haití no mejoraba.
La situación empeoró, pero allí están todavía los militares
uruguayos. Moïse Jean Charles, uno de los líderes de la campaña
que se lleva a cabo en Haití y en el exterior para lograr la partida
inmediata de la Minustah, estuvo esta semana en Montevideo y charló
con Brecha. No es la primera vez que el senador Moïse Jean Charles
visita Montevideo. La primera fue en octubre pasado (véase Brecha,
4-X-13), ocasión en la que se reunió con José Mujica. “Ya
entonces había venido aquí para presentar las pruebas de lo mal que
la ocupación ejercida por la Minustah le ha resultado a mi país. Le
di argumentos y hechos, y el presidente se mostró receptivo”,
recordó este martes en entrevista con Brecha. Mujica afirmó en esa
oportunidad que “si fuera por él” Uruguay ya no tendría tropas
en la isla del Caribe. Prometió también que viajaría a Haití para
“ver con sus propios ojos” la realidad del país y que
consultaría los pasos a seguir con los otros socios en el Mercosur
que allí tienen cascos azules, en especial con Brasil, que los
comanda. El canciller Luis Almagro estuvo efectivamente en Puerto
Príncipe. Y el canciller de Brasil, Luiz Alberto Figueiredo. Los dos
coincidieron también en las Naciones Unidas, cuando el Consejo de
Seguridad discutió la permanencia de los cascos azules en el país
caribeño. En Haití, uno y otro se reunieron con Charles Martelly.
El presidente haitiano, que llegó al poder en 2011 de manera más
que dudosa –se ubicó tercero en la primera vuelta de unas
elecciones repletas de irregularidades, y fue reconocido como ganador
después de que la embajada de Estados Unidos, país del cual
Martelly tiene la nacionalidad, emitiera un comunicado en el que
destacaba “la evidencia” de su victoria–, se comprometió
entonces a iniciar el proceso de convocatoria a nuevas elecciones y
formar un consejo electoral que las organice. Si eso no se hace,
advirtieron uruguayos y brasileños, nos retiraremos. Y se dieron un
plazo de tres meses para ver la evolución del país.
Nada
pasó: ni en Haití ni en el Mercosur. En Haití, Martelly siguió
gobernando de la misma manera que antes, y pasando por encima de
cualquier viso de legalidad; en el Mercosur, en tanto, no ha habido
novedades en cuanto al retiro definitivo de las tropas. Uruguay ha
sido el único país que las redujo (27 por ciento de sus 954
efectivos no fueron remplazados, según la cancillería), pero “está
lejos de concretarse la promesa de Mujica de que si en tres meses no
había una evolución positiva en Haití sus tropas se iban por
completo. No sé por qué, si por las presiones que debe haber
sufrido de parte del imperialismo estadounidense o por algún otro
motivo, pero lo cierto es que capituló y no hizo lo que dijo que iba
a hacer”, dice el legislador haitiano.
***
El
martes Jean Charles estuvo en la sede de la cancillería. Se reunió
con el viceministro, Luis Porto, y con el director general de Asuntos
Políticos, Ricardo González. “Porto fue muy claro: tiene plena
conciencia de que las tropas de la Minustah son fuerzas de ocupación,
y reconoció que en el origen de su presencia hay un reflejo
neocolonial.” ¿Y por qué no se ordena su partida inmediata,
entonces? “Porque dice que Uruguay está en Haití bajo mandato de
las Naciones Unidas y que no puede actuar de manera unilateral, y
también, como hace unos meses me dijo Mujica, que tiene que
consultar a sus socios del Mercosur, por lo menos a Brasil. Nosotros
le dijimos que el pueblo de Haití, que se supone sería el
beneficiario de la presencia de la misión, no quiere esas tropas,
como lo expresó varias veces su propio parlamento, y esa voluntad
debería estar por encima de la de las Naciones Unidas. Concordó,
pero insistió en que Uruguay no puede actuar solo.” González se
habría preocupado por “el día después”, por qué pasaría en
Haití una vez que las tropas internacionales se fueran. “Nada, le
dije yo”, cuenta Jean Charles. ¿Resumen de la reunión? “Un
avance en términos de reconocimiento de la situación.” Pero nada
concreto.
***
El
senador de izquierda confía en que los contactos con sus pares hagan
avanzar un poco más las cosas. “Los parlamentos son como un
mosaico en el que están representadas varias sensibilidades, y están
menos sujetos a presiones de las grandes potencias, de Estados Unidos
o Europa, por ejemplo, que los gobiernos. Por lo menos en principio”,
afirmó a Brecha. “Creo que los legisladores tienen escasa idea de
lo que sucede en Haití y de lo que ha hecho –o no ha hecho– la
Minustah. Muchos piensan sinceramente que la misión fue a ayudar y
que sin ella los haitianos nos estaríamos matando entre nosotros.
Les vamos a mostrar que no es así y los vamos a convencer.”
La
resolución tomada esta semana por la Comisión de Asuntos
Internacionales, Interregionales y de Planeamiento Estratégico del
Parlasur –el parlamento del Mercosur, que tiene sede en Montevideo,
en el ex Parque Hotel– lo dejó “muy conforme”. El lunes pasado
esa comisión aprobó una propuesta presentada por el representante
argentino Claudio Lozano para retirar de inmediato las tropas de los
países del Mercosur de la Minustah. Se basó fundamentalmente en el
“agravamiento del proceso de inestabilidad político-institucional,
social y económico en Haití” y en la continuidad de los “abusos
y violaciones a los derechos humanos cometidos contra la población
civil” en ese país. En julio, el pleno del organismo deberá
discutirla. Jean Charles piensa que el Parlasur tiene un papel
interesante en el andamiaje político del Mercosur. “Si el Parlasur
termina respaldando esta moción será una resolución importante de
un organismo político importante de un bloque como el Mercosur, que
reúne a países importantes. Será difícil ignorarla”, cree.
En
los últimos tiempos “se han notado avances en la toma de
conciencia de estos pueblos del sur” de América respecto a lo que
sucede en Haití, dice el legislador. No tanto en Uruguay, pero sí
en Argentina y Brasil, donde “entre los políticos, los
parlamentarios, los sindicatos, existe más interés en saber qué
pasa allá, por qué pensamos que la misión de la onu tiene que
irse”. En Uruguay ese interés surgió antes que en sus vecinos: el
tema fue más discutido, llegó a inspirar cuplés de murgas a partir
de la decisión del ex diputado socialista Guillermo Chifflet de
entregar su banca en desacuerdo con la decisión del Frente Amplio de
votar el envío de tropas, lo hicieron suyo algunos grupos políticos,
la Universidad, la central sindical. Pero cayó. Jean Charles lo
sabe. Tiene esperanzas de que se revierta. “Uruguay es un país
chico pero con gran peso diplomático”, piensa. En Montevideo se
reunió con legisladores de todos los sectores, lo recibió la
Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio. Dice que
encontró buen ambiente, que tal vez haya novedades, buenas
novedades, en el corto plazo.
***
Pero
los haitianos están solos. Les cuesta una enormidad combatir esa
idea de que sin ayuda exterior “no pueden salir”. De que la
extrema miseria los hace incompetentes para gobernarse. “¿De dónde
viene esa manera de pensar? Si uno ve la historia de Haití se dará
cuenta de que cuando nos manejamos solos nos fue mejor. Haití llegó
a ser en su momento un país avanzado en materia de justicia social,
el primero que abolió la esclavitud, y en el plano económico nos
autoabastecíamos. Los dramas nos vinieron con las ocupaciones
extranjeras, con el colonialismo, con los gobiernos serviles que
instalaron las potencias imperiales, como la dinastía de los
Duvalier. A cada intento que se hizo de manejarnos con independencia
de esas potencias –Francia o Estados Unidos–, se produjeron
golpes de Estado digitados desde fuera. Pasó con el golpe contra
Jean Bertrand Aristide. Pasó con la imposición de Martelly bien
recientemente, casi que designado desde la embajada de Estados
Unidos. Las tropas de la Minustah son funcionales a ese orden,
vigilan que funcione, son su garantía. Y es muy penoso que países
sudamericanos, más aun con gobiernos progresistas, la integren,
operen como una guardia pretoriana.” Moïse repite, casi palabra
por palabra, lo que dijo en octubre, en su anterior entrevista con
Brecha durante su primera estadía en Montevideo. “Es nuestra
tarea. Hacer entender esto es fundamental para nosotros. Quienes se
preguntan por el día después del retiro de las tropas de la onu
tienen un reflejo paternalista, en el peor de los casos colonialista.
Claro que necesitamos la solidaridad, pero la solidaridad bien
entendida, entre iguales.”
***
Lo
que la oposición haitiana pide, repite también el legislador, es el
retiro inmediato y sin condiciones de la Minustah. “Yo mismo
presenté una resolución en ese sentido en el Senado. Fue votada por
unanimidad. En plena sesión vino a hablar conmigo una delegación de
las Naciones Unidas. Me dijeron que aceptaban, que se irían
progresivamente desde 2015 a lo largo de un año, pero pusieron como
condición que aceptáramos alguna de las cinco opciones que nos
ofrecían: mantener una misión civil; mantener una misión civil más
otra de policías internacionales; establecer una misión de paz con
soldados extranjeros; establecer una misión de paz sin soldados
extranjeros: y la última, radicar un pequeño grupo de soldados.
Rechazamos las cinco. Les dijimos que queríamos un retiro inmediato.
Que la misión ya había durado demasiado: diez años, cuando había
llegado al país por seis meses. Y no había aportado nada bueno.”
***
La
propia realidad haitiana se repite respecto a lo que denunciaba Jean
Charles en octubre. Agravándose. Entre las promesas que el
presidente Martelly les hizo a Almagro y al canciller brasileño
Figueiredo figuraba la formación de un consejo electoral. Se formó,
pero con una composición insólita y sin respetar los procedimientos
constitucionales. Uno de sus miembros es el actual abogado del ex
dictador Jean Claude Duvalier, y otro la mujer de Michel François,
un personaje implicado en el golpe de 1992 contra Aristide. Jean
Charles denunciaba en octubre pasado que el país caminaba firme y
rápidamente hacia una dictadura. Se ha ido afirmando ese camino. El
Senado, de 30 miembros, debe ser renovado por tercios cada cierto
tiempo. Como las elecciones no se realizaron y diez senadores
llegaron al fin de su mandato, el cuerpo está funcionando ahora con
sólo 20 integrantes. En enero próximo debería renovarse el segundo
tercio. Es probable que tampoco entonces se hagan elecciones, por lo
cual quedará con sólo diez. Y así hasta que se extinga. “Fueron
los legisladores los que frenaron los planes del presidente de
entregar en concesión a empresas trasnacionales la explotación de
los recursos naturales del país, mineros y otros. Cuando ya no haya
parlamento, Martelly se los entregará por decreto.”
El
presidente reflotó a su vez la figura de los jefes de sección,
creada bajo la dictadura de “Baby Doc” Duvalier. “Los nombra
directamente el ministro de Justicia, a dedo, y son todopoderosos a
escala local: hacen las veces de ministros, de intendentes, de
diputados, tienen poder de autorizar o no una manifestación en sus
localidades”, cuenta el senador.
Los
arrestos ilegales, sin órdenes de detención y por personal de
civil, son moneda corriente. El propio Jean Charles casi fue víctima
de uno de ellos. Se salvó porque lo quisieron detener en medio de
una manifestación. “Fue la gente la que me rescató”, dice. Son
también comunes los asesinatos selectivos de referentes de
organizaciones populares o militantes de derechos humanos. “Cada
dos, tres meses, hay uno. Siempre bien elegido.”
Y
qué decir de la situación económica y social, apunta Jean Charles.
“Es terrible. Y no hemos llegado al fondo. Un solo ejemplo: el
parlamento había establecido un aumento del salario mínimo, que es
absolutamente miserable, de 250 gourdes por jornada de trabajo de 12
horas, unos siete dólares. El movimiento social pedía el doble,
bastante lejos de los 1.500 en que se calcula lo básico para
sobrevivir, pero el doble al fin. ¿Qué hizo Martelly? No sólo no
lo subió, lo bajó a 225 gourdes, es decir cinco dólares,
haciéndose eco del discurso de los empresarios, que exigen más
productividad y sacrificios para salir de la crisis. Es todo este
paquete –político, social, institucional, económico– el que
están avalando con su presencia las tropas de las Naciones Unidas.”
El escándalo uruguayo
Nada tiene que ver este escándalo con violaciones a nativos, “excesos” en la represión y otras linduras por el estilo, de las que serían responsables integrantes vernáculos de las tropas de las Naciones Unidas. En éste la responsabilidad uruguaya no está en juego. Más bien lo contrario: Uruguay sería el “estafado”.
En 2013 el gobierno de José Mujica donó a Haití unos 3,5 millones de dólares. En principio el dinero debía ser usado para ayudar a las víctimas de la epidemia de cólera y del terremoto de 2010 que aún viven en carpas. Pero no fue ese el destino de los fondos. En realidad nadie sabe bien en qué fueron usados. Varios ministros fueron interpelados en los últimos meses en el parlamento haitiano para saber qué fue de la donación uruguaya. No aclararon nada. Lo que sí quedó claro fue que allí donde debía haber ido no fue. Ni a los enfermos de cólera –una enfermedad que, dicho sea de paso, había sido erradicada de Haití pero que fue reintroducida en el país por cascos azules de la Minustah– ni a los damnificados del terremoto les llegó una gourde.
A los parlamentarios interpelantes los ministros les dijeron que parte del dinero –la mitad, algo más de millón y medio de dólares– había ido a parar a un programa de “embellecimiento de un asentamiento”. Pero resulta que tiempo antes habían afirmado que ese programa había sido financiado con fondos provenientes de otra donación, de Petrocaribe, de la que tampoco se sabe el destino…
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