Bachelet S.A. gana primera licitación para administrar capitalismo en Chile
Andrés Figueroa Cornejo
Sólo sufragó la mitad de los habilitados para hacerlo; habrá balotaje el
próximo 15 de diciembre y los estudiantes secundarios se tomaron comando de
Bachelet.
Las elecciones presidenciales y legislativas del 17 de noviembre en
Chile, predecibles y sin misterio, sólo fueron interrumpidas por los jóvenes
agrupados en la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) que se
tomaron el comando de Michelle Bachelet en Santiago y afirmaron que “El movimiento estudiantil en su conjunto tiene la claridad de que mas
allá de los resultados de las elecciones que hoy se desarrollan, el próximo año
y los que vienen, serán de lucha y de organización (…) Hoy la antigua
Concertación se disfraza de Nueva Mayoría, ha tomado nuestras demandas
llevándolas a un programa que sabemos no cumplirán, deformándolas y convirtiéndolas
en propuestas para la clase empresarial y alejándolas de su origen: el
movimiento social (…)Trabajaremos incansablemente por la
articulación transversal de las luchas de hoy y las del mañana. Salga quien
salga electo, seguiremos consecuentes y firmes con el movimiento social”.
La candidata de la concesionaria administrativa del Ejecutivo, ex
Concertación, denominada ahora Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, obtuvo
45,5 % de los sufragios emitidos. Segunda preferencia tuvo la candidata de la
derecha tradicional Evelyn Matthei con 24,9 %. Es decir, el triunfo de Bachelet
tendrá que ser refrendado mediante un balotaje en un mes más.
Lo que se proyecta es que los sufragios emitidos para los candidatos
Marco Ominami (11%) y Alfredo Sfeir (2,5 %) –además de los que pudieran
provenir de fracciones electores de Mauricio Israel (0,6 %), y Tomás
Jocelyn-Holt (0,2 %)- se desplazarán a favor de Bachelet en la segunda vuelta.
Por su lado, una gran parte de las preferencias para Franco Parisi, 11,1
% (derecha tradicional, también), marcharían hacia Evelyn Matthei, pese a que
el derechista Parisi manifestó que él no votará por ella el próximo diciembre.
Es decir, las disputas entre las formas partidarias de la vieja derecha
ultraliberal también explican la votación de Bachelet.
Por su parte, Marcel Claude (Partido Humanista + independientes) sacó 3
%, y la candidata anticapitalista del Partido Igualdad, Roxana Miranda, un 1,3
%. La candidatura de Roxana –que prácticamente se realizó sin recursos, sólo a
pulso e imaginación- fue desoída en su llamado a primarias con el candidato del
Partido Humanista para participar con un solo nombre en las presidenciales. Sin
embargo, ese comando se negó. Los desafíos para el pueblo que acompañó a Roxana
son la intensificación de la lucha social, la ampliación social de sus fuerzas,
la formación política y una organización sustantivamente superior.
La crisis de representatividad del sistema de partidos políticos se
expresó nuevamente en que de las más de trece millones y medio de personas
habilitadas para votar, sólo lo hizo . Es decir, apenas
alrededor de un 50 %.
La candidatura de Bachelet fue apoyada abiertamente por los intereses
corporativos y geopolíticos del imperialismo norteamericano, la inmensa mayoría
del empresariado y las cadenas periodísticas, sin contrapeso alguno, debido a
su supuesto potencial para dotar de mayor gobernabilidad y continuidad del
capitalismo ultra que regenta Chile desde hace casi 40 años.
Sobre los intereses y la fuerza popular
Claro que todavía falta. Claro que la dictadura cívico-militar significó
una ofensiva histórica contra los trabajadores y los pueblos de Chile. Por
supuesto que el Pentágono y sus subordinados nativos debían detener a cualquier
precio una posible revolución en el último territorio que cuelga en el mapa del
norte mandarín. Claro que entonces el establecimiento de tiranías castrenses se
extendía como petróleo en América Latina como reacción al terror imperialista
de la eventual recreación de experiencias inspiradas en la Cuba del joven Fidel
y Guevara. Por supuesto que en Chile, con un gobierno -resultado de combates
antiguos y contexto coyuntural- que tomaba medidas para caminar hacia la
creación de las condiciones materiales y culturales en vistas al
socialismo, la minoría en el poder dejó caer –horrorizada y echando mano a un
golpe de Estado bien financiado, como cuestan las inversiones más rendidoras-
la venganza de clase prometida y el espanto ejemplar para doblegar a un pueblo
autoconciente y desarmado.
Naturalmente, con la memoria fresca y gatillada por la crisis de la
deuda a inicios de los 80’, se reanimó y repolitizó ese mismo pueblo
mancillado. Y ante el peligro, esta vez de los reflejos victoriosos de la
Nicaragua insurrecta, se apresuró el pacto interburgués entre los viejos
políticos golpistas y la embajada norteamericana para inaugurar una democracia
de baja intensidad, vacunada contra asalariados y empobrecidos por fuerza
y por ley. El crimen ya estaba consumado y en las mejores condiciones posibles
para los dueños de todo.
Con la Unión Soviética en estado terminal y desde hacía casi dos décadas
experimentando en Chile la nueva fase del capitalismo, hoy hegemónica, entre
1988 y 1990, se transitó en el país andino a lo que hasta ahora mismo es la
versión dominante del orden mundial. Esto es, un capitalismo sólo imaginado por
el liberalismo más delirante. Un Chile y sistema mundo donde todas las
relaciones sociales se han vuelto mercancías; la concentración capitalista con
aval estatal; las formas más originales de súper explotación del trabajo
asalariado; la manga ancha para vaciar los recursos naturales a precio de feria
y a costa de humanidad; y el imperialismo financiero funcionando como holding
monopólico para que desde su panel de controles se digiten las condiciones de la
producción, la distribución, el intercambio y el consumo.
Y, cómo no, la proliferación de leyes antiterroristas dedicadas a todos
quienes levanten cabeza. La represión preventiva y por sospecha, la cultura de
la alienación cada vez más sofisticada, el conformismo y la fatalidad. Y como
cáscara brillante a punta de preservantes autorizados, una democracia
antipopular y más limitada incluso que la jubilada república representativa. El
reino de la deuda y la especulación. El voto cada tanto como parodia de participación,
tal cual la educación como ilusoria palanca de movilidad social.
La administración planetaria de la desigualdad, la industria de las
armas, el narcotráfico y la prostitución; la competencia a muerte entre
fracciones del capital; el empeoramiento absoluto y relativo de la vida de la
inmensa mayoría terrícola. La extinción del Estado de bienestar, la
naturalización de la miseria, la dependencia actualizada de las economías
periféricas.
La contradicción estructural de la apropiación privada del valor y el
excedente colectivamente producido. La rebeldía de los territorios sociales
todavía insuficientes para modificar radicalmente la vida. Nuestras
faltas como resistencia organizada o mal organizada o nada organizadas. El
enemigo principal saboteándonos la voluntad, la experiencia acumulada, la
persistencia necesaria. La convicción de que las contradicciones internas del
capitalismo no lo derrumban por sí solas. La juventud rebelde buscando a
tientas, con rostro de mujer, de indígena, de migrante, de ambientalista bravo,
de creyente emputecido, de trabajador y de estudiante pobre. El orden de
las cosas y las cosas bien ordenadas de los numerados de arriba.
Pero hasta el palco mejor cementado cede cuando se inquieta la galería
sin butacas de los plebeyos.
0 Responses to "Bachelet S.A. gana primera licitación para administrar capitalismo en Chile"
Publicar un comentario