Argentina ya no es lo que era antes
“La empresa sólo tiene
una responsabilidad social: usar su energía y sus recursos para actividades que
aumenten sus utilidades”
Milton Friedman,
economista ultraliberal
“…la ciencia económica
en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del
futuro.”
Albert Einstein
Andrés Figueroa
Cornejo
1. El avance
indisimulable del ultraliberalismo en las últimas elecciones legislativas en
Argentina es la promesa de una aceleración del ajuste económico antipopular que
hace rato camina, pero que ahora correrá. El actual gobierno de turno -debido a
un conjunto de movimientos erráticos,
tanto estructurales como contingentes- larvó su propia derrota. La oposición burguesa a la
actual administración igualmente burguesa (ambas representan combinadas
facciones de esa clase y matices programáticos) jugó a "todos contra
CFK", sin importar sus pocas diferencias entre sí, pero que justifican
formalmente su existencia ante el mercado electoral. ¿Cómo se explica semejante
pacto partidista? Mediante un cortoplacismo que atraviesa todo su espectro –pan
para hoy, hambre para mañana- cuyo objetivo común y transitorio es impedir la
reelección de la actual mandataria bajo cualquier precio, independientemente de
lo que puedan o no hacer en otras materias. Al respecto, en verdad lo que hacen
los parlamentarios, enmarcados por los intereses generales del capital, es
retornar en el Congreso los favores a los accionistas que costearon sus
campañas: a tales o cuales bancos, camarillas sindicales, megamineras, grupos
de interés, etc. Esto por arriba.
Felicitando la
votación obtenida por el Frente de Izquierda de los Trabajadores, ella también
se explica como "voto castigo" contra la administración de la
variante kirchnerista (una corriente específica al interior del peronismo) del
Partido Justicialista,más que como reflejo dinámico de la lucha politizada de
fuerzas sociales concretas, masivas, autoconcientes. Y lamentablemente no compensa
de manera significativa la capitalización del descontento por parte del
liberalismo "a la chilena o peruana o colombiana o mexicana" en el
continente (se trata de tres parlamentarios de un total de 257). Incluso hasta
puede explicarse por el chorreo estadístico en la distribución del malestar del
pueblo argentino en las urnas.
El reciente aumento
del precio del boleto del tren subterráneo de la Capital Federal es apenas un
botón de muestra de lo que ya está siendo, pero que se acentuará. Los
resultados electorales de los últimos comicios legislativos son interpretados
por los representantes más liberales de la clase social en el poder como una
modificación de las relaciones de fuerza a su favor, y por tanto, como una luz
verde para apresurar la aplicación de sus medidas antipopulares como vía para
enfrentar la crisis y concretar sus emprendimientos privados.
Pero el pueblo
argentino no es ultraliberal: sólo votó contra el kirchnerismo (término
asociado originalmente a una particular versión del neodesarrollismo, más
recursivo que real y ahora completamente desdibujado y en retirada obligada).
En consecuencia, el oportunismo de las representaciones partidistas de las
distintas fracciones de la clase que aún regenta al país, puede estallarle
socialmente en las manos mañana.
2. La principal
inseguridad del pueblo argentino es la pérdida del empleo. Por eso –como
distracción alienante- tiene que ser bombardeado todo el día y todos los días
con casos criminales sacados de las más estridentes patologías sociales y
psiquiátricas que produce la miseria, a través de los medios de comunicación de
masas. Ello funciona eficazmente por el momento y sirve de argumento para
incrementar el aparataje represivo y profesional del Estado contra los pobres y
los trabajadores que se pongan en disposición y acción de combate por
reivindicaciones de cualquier índole.
Y la pérdida del
empleo, como la intensificación de la explotación del trabajo asalariado,
corresponden a formas nucleares que el capital usa para intentar resistir la
caída tendencial de sus ganancias. El posible aumento del sicariato del
complejo industrial del narcotráfico, las redes de trata, la prostitución y el
trabajo infantil, son efecto directo del empobrecimiento de amplias franjas de
la población. La delincuencia no está en la naturaleza o en el ADN de los
pueblos. Y la propia lumpenización de la clase dirigente a través de la
especulación y la corrupción en vitrina, tienen consecuencias profundamente más
nefastas para la mayoría de la gente que los niños armados de las villas
miseria.
3. El Estado argentino
es dependiente de las economías centrales, al igual que todas las economías
periféricas del mundo. Su patrón de acumulación capitalista es agrominero
primario exportador, y su balanza de pagos está descompensada por políticas
monetaristas que forman precios paralelos del peso respecto del dólar, mientras
las reservas escasean. Su crisis también está ligada al decrecimiento
ostensible de la economía brasileña (dependiente de la demanda china, europea y
norteamericana), con el agravante de una inflación de cifras opacas que puede
estar entre el 25 % al 40 %, según la metodología y las mercancías medidas; la
deuda externa costeada con deuda interna; y la concentración abrumadora
de la propiedad de la tierra y su sojización. La alta especulación en los
momentos financieros, crédito e intercambio de la reproducción de la totalidad
capitalista es castigada por las evaluadoras de riesgo internacionales, y
obliga al gobierno de turno a ofrecer enormes garantías y utilidades por
adelantado a la inversión transnacional, a cancelar religiosamente la deuda
externa y renovar su pacto de subordinación con el Banco Mundial, el FMI, el
Club de París. La administración coyuntural del Estado trata de paliar la
incertidumbre del capital mediante la súper explotación del trabajo, el
establecimiento de las denominadas “leyes antiterroristas”, el extractivismo y
saqueo de los recursos no renovables, y el fortaleciendo de una democracia sin
pueblo, vertical, populista.
El 70 % de la fuerza
de trabajo se emplea en servicios y pequeñas y medianas empresas. De los casi
17 millones de asalariados, sólo poco más de un millón se desempeña en la
industria productiva. La mitad de los trabajadores se mantiene “en negro”, sin
ningún tipo de relación contractual y, por extensión, sin seguridad social de
ninguna especie. Sobrevive un sistema de salud y educación pública
desfinanciado, ineficiente y camino a su privatización. Se dice por
arriba que el salario promedio al mes es de $ 3000 pesos (USD 500 en divisa
oficial y USD 300 en dólar paralelo).
Ahora bien, en Buenos
Aires, a boca de consumidor directo, según el barrio, la calle y la voluntad
especulativa del propio comerciante o vendedor, el kilo de pan está en
alrededor de $ 18 pesos. En el mismo sentido, dos viajes en el tren
subterráneo cuestan $ 7 pesos, el alquiler de una vivienda familiar “barata”, $
2000 pesos al mes; el litro de leche, $ 7 pesos; el kilo de manzanas, $ 9
pesos.
Según los propios
trabajadores y funcionarios del Indec –muy lejos del gobierno, claro-, una
canasta familiar vale $ 7000 pesos. Es decir, entre casi 10 y más de 4
veces más cara que la informada por la Casa Rosada, según sea cualquier cálculo
que se realice.
5. En otro ámbito,
producto del análisis previo y considerando los millones de migrantes
fronterizos, asiáticos y africanos que trabajan en Argentina (sin contar la
migración interna desde las provincias más empobrecidas hacia Buenos Aires),
existen ya algunos inquietantes brotes de xenofobia. Pero ello demanda una
nueva publicación.
*El autor es
periodista, luchador social y pueblo que vive en carne propia lo que escribe.
Come y viste de un salario. No tiene más propiedades que su fuerza de trabajo.

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