El antiimperialismo no es socialismo
Rómulo Pardo Silva
Los
países rebeldes latinoamericanos buscan más justicia social pero no abandonan
el camino de producir más para consumir más. La racionalidad sostenible no es
su meta.
Cuba
retrocede. Lo intentó pero la fuerza de la realidad global capitalista lo cerca
incluso ideológicamente.
El
problema es que nadie muestra un proceso para enfrentar las situaciones que se
producirán en el futuro. Migraciones, falta de energía, de agua, de minerales,
de alimentos y agua… guerras convencionales y nucleares de conquista de
recursos, caos social y político. No se responde a la pregunta de qué debe hacer
la humanidad con cada vez menos recursos naturales.
Aunque
el cambio a la civilización de sobriedad no es popular es una obligación política
decirlo.
Algunas
afirmaciones de François Houtart [*], secretario ejecutivo del Foro Mundial de
las Alternativas que preside Samir Amin, permiten reflexionar sobre el
problema:
“En primer
lugar debemos decir que es el único continente en el mundo donde existen
esfuerzos por salir del neoliberalismo. Eso no lo encontramos en ningún otro
continente y por eso el papel de América Latina hoy en día es central. Cuando
digo esfuerzos por salir del neoliberalismo, o lo que Samir Amin llama avances
revolucionarios, significa que son procesos con sus contradicciones, quizás no
necesariamente poscapitalistas, pero si procesos con políticas posneoliberales.”
“Cuando vemos los países latinoamericanos, dejando de lado los que
se ubican claramente en una integración de tipo neoliberal con el Norte,
encontramos varios modelos de reorganización, por ejemplo, tenemos a Brasil,
Argentina o Uruguay en una dirección que podemos llamar socialdemócrata, que
aceptan de manera casi oficial el capitalismo como modelo de crecimiento
tratando a la vez de tener una política social de redistribución del excedente
del país. Eso ha dado resultados, no podemos negar los logros, en Brasil, por
ejemplo, donde cuarenta millones de personas han salido de la pobreza extrema,
pero no se ha dado un cambio de las estructuras sino una cierta adaptación del
modelo capitalista, que además no tiene en cuenta lo que podemos llamar en
economía las externalidades, es decir lo que no entra en el cálculo del
mercado, como los daños ecológicos y los daños sociales.
Sin embargo, es diferente en países como Venezuela, Ecuador o
Bolivia que tienen un discurso anticapitalista mucho más claro, además también
de medidas de soberanía frente al imperio mucho más precisas. Incluso en
Ecuador y en Bolivia tenemos el discurso sobre el Buen Vivir o Vivir Bien que
parece colocar en el debate y en la agenda propuestas nuevas. Pero en estos
procesos también encontramos límites tanto internos como externos.
Internamente me parece que el límite es la concepción del modelo
de desarrollo, muy similar a la concepción que el capitalismo ha desarrollado.
Veo eso en todo el mundo, no solamente aquí, lo veo en China lo veo en Vietnam,
Angola o Mozambique, en movimientos que eran radicales, incluso comunistas.
Finalmente al momento de la puesta en marcha de un desarrollo humano regresan a
las mismas lógicas. Eso lo notamos, por ejemplo, en Ecuador, donde se habla de
una nueva matriz productiva, pero cuando se trata de definir lo que esto
significa, vemos que se traduce en desarrollar la minería, el petróleo, la
extensión de los monocultivos para agrocombustibles, transgénicos, etc. No se
ven muchas diferencias con las bases de un desarrollo de tipo capitalista
excepto quizás en el vocabulario. Es un modelo que podríamos llamar
neodesarrollista. Es un hecho que me parece que cada vez entra más en
contradicción con los grandes principios del Buen Vivir.
Entonces nos encontramos con un límite interno, porque no existe
otra concepción del desarrollo, no hay otro modelo, se debe inventar y es muy
difícil inventar dentro del sistema.”
“Otro elemento importante es que estos procesos tienen un alto
apoyo popular por lo que deberíamos preguntarnos si la opinión pública, si el
pueblo está listo para entrar en un nuevo modelo de desarrollo.
[…] una opinión pública que apoya las nuevas iniciativas porque
una parte importante de la población recibe beneficios en forma de bonos y
políticas públicas. Pero sabemos, y esto incluso Rafael Correa lo reconoce, que
una buena parte de las políticas siguen siendo asistenciales.
Me parece que para el futuro no se trata de negar que hubo avances
en las nuevas políticas sino de ver que estamos frente a un modelo que lleva a
la destrucción de la naturaleza y a desastres humanos y que debemos tener una
visión global y holística a la hora de buscar soluciones realmente
alternativas.”
“Me
pregunto si es posible desarrollar un socialismo del siglo veintiuno con los
métodos del capitalismo del siglo diecinueve. Definir la transición, este es
precisamente el desafío fundamental para países como Ecuador, Bolivia o
Venezuela. Debemos pensar si queremos un nuevo paradigma que sea poscapitalista
y no solamente posneoliberal, y como plasmar esto en políticas públicas
concretas. Tenemos la disyuntiva de desarrollar medidas que solamente adapten
el sistema capitalista existente a nuevas demandas ecológicas o sociales o la
posibilidad de crear un nuevo paradigma poscapitalista.”
Es
bueno tener esos gobiernos latinoamericanos de cambio, pero la disyuntiva es
izquierda en el capitalismo o izquierda sostenible.
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