Toda lucha por un Chile más justo, libre y democrático es nuestra lucha.
Toda lucha por un Chile más justo, libre y democrático es nuestra
lucha.
Toda lucha que apunte a superar
la segregación en el mundo es nuestra lucha; toda lucha que busque justicia
para los trabajadores, para las mujeres, para los excluidos, para los niños a
los que el sistema les cierra la puerta en la cara clausurando su futuro, es
nuestra lucha.
Toda lucha por la humanidad y
contra la inquina, es nuestra lucha. Toda construcción y todos los métodos que
se opongan a esta dictadura del capital y levanten un mundo posible diferente
al del lucro desatado y los patrones inmunes, es nuestra lucha y nuestro mundo
en construcción.
Nos resulta imposible no
solidarizar activamente con quienes están poniendo el cuerpo y la voz a ese
Chile que se quiere más igual, más justo, más democrático.
Ayer, hoy y mañana, la lucha
inagotable del pueblo mapuche; ayer, hoy y mañana la educación pública,
gratuita y de calidad para nuestros hijos, para los hijos de los trabajadores
que hacen el mundo y sus sentidos; ayer, hoy y mañana Aysén, Magallanes, la justa
pelea de las regiones contra un gobierno centralista y sordo, represivo y
falaz. La Patagonia y su herencia verde, Calama y su herida de siempre, la
salud de nuestros hermanos, la dignidad en el descanso de nuestros padres y
abuelos tras años de trabajo, el respeto del Estado por los ciudadanos cuando
caen en desagracia, la equidad para distribuir una abundancia que no sólo
pertenece a la clase dominante.
Nuestra voz es una más. Quizás se
escucha poco, quizás el neoliberalismo y su lógica mercantil nos ha convertido
en un margen más. Quizás lo ha intentado. Pero haremos lo posible porque no lo
logre.
Nosotros, escritores, novelistas,
dramaturgos, poetas, ensayistas, académicos, historiadores, ilustradores,
comiqueros; nosotros, obreros intelectuales y artistas, que también construimos
y somos parte de una clase, que elegimos ser parte de esa clase que construye,
que vivifica y levanta como cualquier trabajador esta patria que son los
hombres, mujeres y niños de Chile, también estamos cansados.
Cansados de la represión contra
el movimiento social y su criminalización; cansados de la complicidad de los
medios de comunicación masivos, todos en manos del mismo dios perverso del
dinero y el lucro; cansados de una elite que se revuelca en un discurso vacío
para seguir siendo opción cada cuatro años en elecciones bajo un sistema que
será siempre un simulacro mientras no considere a las mayorías postergadas, su
voz, su mirada, su decisión, expresada con creces en 2011 y que se hará cada
vez más fuerte este año, que será, no lo dudamos, un año de batallas por otro
mundo posible y necesario.
Los trabajadores intelectuales abajo
firmantes, los artistas abajo firmantes, queremos decir que no nos gusta como
se ha ido construyendo este país. No nos gusta que las leyes se definan en las
oficinas de los grupos económicos, no nos gustan las políticas de licitación de
la cultura disfrazadas de fondos concursables, no nos gusta una democracia de
mierda donde no tenemos nada mejor que hacer que alimentar las granjerías de
una clase que ya no tiene nada que aportar, porque es una casta de cadáveres, fantasmas
sin vida, sin amor, sin visión y sin ternura.
Lo que queremos es una democracia
real, donde la voz del ciudadano se escuche y se respete. Donde el poder emane
de las decisiones y sueños de la gente. Lo que queremos es un país feliz. Lo
que queremos es que se generen y se legitimen de una buena vez los mecanismos de
representación para que sea el pueblo quien diga a sus dirigentes lo que deben
hacer y no al revés.
Lo que queremos es que todas las
luchas en curso prosperen, crezcan y se desarrollen, hasta liquidar el poder
del dinero sobre la inteligencia, hasta liquidar la supremacía de la muerte
sobre la vida.
Raúl Zurita, poeta.
Jorge Baradit, escritor.
Óscar Barrientos Bradasic, escritor.
Juan Manuel Silva, escritor.
Christiano, dibujante.
David Bustos, poeta.
Tania Encina V., editora.
Christian Formoso, poeta.
Camilo Brodsky, poeta y editor.
Ernesto González Barnert, poeta.
Soledad Poirot, ilustradora y dibujante.
María José Ferrada, escritora.
Ignacio Fritz, escritor.
Marcela Saldaño, poeta.
Leonardo Sanhueza, poeta.
Daniel Hidalgo, escritor y profesor.
Marcelo Pellegrini, poeta y académico.
Alejandra Bottinelli, académica.
Marcelo Arce Garín, poeta.
Jorge Opazo, dibujante.
Hernán Castellano-Girón, escritor.
Nancy Garín, historiadora del arte.
Simón Villalobos, poeta.
Eugenia Prado Bassi, escritora.
Guido Arroyo, editor y poeta.
Rodrigo Hidalgo, escritor y gestor
cultural.
Varinia Brodsky, gestora cultural.
Alejandra Costamagna, escritora.
Alejandra del Río, poeta y educadora.
Carlos Henrickson, escritor.
Pablo Rosenzvaig, psicólogo.
Sergio Grez T., historiador y académico.
Alberto Harambour, historiador y académico.
Felipe Moncada, poeta y editor.
Juan Christian Jiménez, sociólogo y
académico.
Felipe Ruiz, poeta.
Francisco Ortega, escritor.
Omar Campos, dibujante.
Gonzalo Martínez, dibujante.
Alejandro Zambra, escritor.
Martín Cáceres, dibujante.
Ángela González, ilustradora.
Inti Carrizo, cineasta.
Cristián González, ilustrador.
Carlos Reyes, guionista de cómic.
Alvaro Bisama, escritor.
Carla Mc-Kay, fotógrafa y profesora de
arte.
José Luis Flores, escritor.
Gustavo Barrera, poeta.
Nona Fernández, escritora, actriz y
guionista.
Absalón Opazo, poeta.
Cynthia Rimsky, escritora.
Jordi Lloret, poeta.
Paulo Gutierrez, sociólogo y académico.
Juan Ignacio Colil, escritor y profesor.
Francisca Yáñez, ilustradora y diseñadora
gráfica.
Constanza Román Ponisio, profesora de
Historia.
Teresita Calvo, periodista y comunicadora.
Daniela Lillo Traverso, dramaturga, actriz
y guionista.
Carlos Soto Román, poeta y traductor.
Víctor Fernández González, sociólogo.
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