Trabajo esclavo: lacra capitalista
El Socialista publicación de Izquierda Socialista, nº103
Hernán Marquetich
Según un informe de
El estudio de
El término sweatshop (tiendas de sudor) denomina a esas factorías tercermundistas en donde los trabajadores son tratados como ganado, operan en condiciones infrahumanas, carecen de todo derecho, y trabajan generalmente bajo una atmósfera de miedo e intimidación para percibir apenas algunos centavos, por productos que luego se venden a cifras de tres o más dígitos.
Trabajan entre 15 y 16 horas al día, los siete días de la semana, y ganan 120 dólares al mes. Parte de su salario es retenido por la empresa para el pago del dormitorio y las comidas. Tienen uno o dos días de descanso al mes. Los tiempos de producción están determinados, y si trabajan lento les pueden descontar de 10 al 15% de su salario. Las horas extras no son pagadas, aunque representan el 45% del total de tiempo trabajado. A los trabajadores se les prohíbe hablar durante el trabajo, y deben pedir permiso para ir al baño, concesión que sólo pueden utilizar entre dos y tres veces durante la larga jornada.
Nike es uno de los símbolos más infames de este fenómeno, ya que es una de las compañías precursoras y más beneficiadas de la cultura del sweatshop en la era de la globalización. Sus productos son fabricados en más de 700 sweatshops por toda el Asia, a través de una cadena de subcontratistas que explotan a cerca de 600.000 trabajadores, mayormente mujeres de entre 16 y 21 años, y en algunos casos, incluso menores.
Otras marcas de calzado (Adidas, Puma y Reebok), tercerización mediante, fabrican zapatillas e indumentaria deportiva en sweatshops.
Las multinacionales, en distintos lugares del globo, promueven el trabajo esclavo, como la cadena de supermercados Wallmart, o la industria de juguetes Mattel. Tampoco se quedan atrás Walt Disney o Warner Bros. General Motors, produce en México bienes para los países industrializados a cambio de salarios extremadamente bajos, ofreciendo condiciones sociales miserables a sus obreros.
En el caso de la esclavitud sexual, en Estados Unidos se pueden encontrar casos de mujeres provenientes de los países del Este europeo, traídas a los EE.UU. mediante el engaño de un empleo decente en ese país, y otros tantos de muchachas norteamericanas, alguna apenas adolescentes, que son raptadas para recluirlas en lupanares clandestinos, hasta que se enferman, se mueren, o no sobreviven a un aborto clandestino. “Descubrimos situaciones de esclavitud en 90 lugares diferentes, a lo largo y ancho de los EE.UU.”, afirma John Patton, uno de los directores de
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