Cuatro niños murieron sucesivamente por gen mutado y su madre fue acusada de asesinato

Posted by Adán Salgado Andrade on viernes, diciembre 10, 2021

 

Cuatro niños murieron sucesivamente por gen mutado y su madre fue acusada de asesinato

Por Adán Salgado Andrade

 

Hay historias de la vida real, verdaderamente increíbles, como si fueran argumentos de thrillers hollywoodenses.

Una que expone el artículo de Wired, titulado “4 niños muertos, una madre sentenciada y un misterio genético”, es una de ellas. Firmado por Oscar Schwartz, agrega el subtítulo de “Kathleen Folbigg fue hallada culpable de asesinar a sus bebés. Una científica sospechó que el verdadero culpable era ADN mutante – y se abocó a una incansable búsqueda para probarlo” (ver: https://www.wired.com/story/kathleen-folbigg-sudden-infant-death-mystery/).

Schwartz hace un sumario de cómo Folbigg, una madre amorosa, cada que tenía un nuevo bebé, no pasaba mucho tiempo para que muriera súbitamente estando dormido, en lo que se conoce como síndrome de muerte infantil repentina (SIDS, por sus siglas en inglés). “En el curso de 10 años, cuatro hijos de una familia australiana, habían muerto durmiendo. Pero en el 2003, la madre de los bebés, Kathleen Folbigg, fue acusada de asfixiarlos. La señora de 36 años, en ese entonces, considerada hoy la más prolífica asesina, fue sentenciada a 40 años de prisión”.

Luego, Schwartz, resume la biografía de Folbigg, cuyo padre, un transportista, asesinó a cuchilladas a Kathleen, la madre de ella – la bautizaron con el mismo nombre –, cuando Folbigg tenía sólo 18 meses de nacida. De allí, durante un año, la cuidó una tía. Luego, la enviaron con padres adoptivos en Newcastle, que la golpeaban por cualquier cosa. A los 17 años, dejó la escuela y se mudó con una amiga. Y cuando tenía 20 años, se casó con Craig Folbigg, un hombre amable y sincero. Al medio año de casados, tuvieron a su primer hijo, quien a los 19 días, fue hallado muerto de asfixia por Kathleen. Su siguiente hijo, a los 4 meses, tuvo un evento de asfixia que casi lo mata. Lo sometieron a cuidados intensivos, incluso, Kathleen, renunció a su trabajo, pero fue inútil. Patrick, como se llamó, murió antes de cumplir un año. En 1992, volvieron a tener bebe, esta vez, una hija, a la que llamaron Sarah. También fue hallada por Kathleen muerta, con la piel azulada a los 10 meses y 16 días. Por último, el 7de agosto de 1997, nació Laura, su cuarto bebé. Y ella, aparentemente, estuvo saludable hasta el año, siete meses, que fue hallada muerta sobre el desayunador.

Un detective, Bernard Ryan, comenzó a sospechar de Kathleen. Además, la incriminaron unos diarios escritos por ella, en los que se comparaba al “monstruo” de su padre y de que ella llevaba la maldición y se sentía culpable de la muerte de sus cuatro hijos. Uno de tales diarios fue hallado por Craig, quien, sin haber entendido que Kathleen escribía metafóricamente, se apresuró a llevarlo a la policía, “pues era un lado de su esposa que no conocía”.

Sin embargo, quien sí comprendió la metáfora, fue Carola Vinuesa, brillante genetista, quien ha descubierto genes defectuosos, causantes de problemas de salud, como los tres que mutaron, que ocasionaron la muerte de cuatro infantes de una familia de Macedonia. “El caso era muy similar. Y era tan raro que ella estimó una probabilidad de 1 en 64,000 de que afectara a cuatro hermanos”, anota Schwartz.

Como dije, comprendió la metáfora, pues ella misma, cuando sus dos hijas adolescentes, eran niñas, un día que acudió a un doctor, para que revisara a una de ellas, que padecía cólicos, el “pediatra”, le dijo, tontamente, que era porque su “madre era muy nerviosa”. “Eso, no era entender que, debido a mi trabajo, a veces, no podía cuidar todo lo que quisiera a mis niñas”.

Por ello, cuando un abogado de Kathleen la invitó a que participara en el caso de los niños muertos, Vinuesa accedió gustosa para poner su sapiencia científica, al servicio de una mujer acusada injustamente de las muertes de sus cuatro hijos. Además, el padre de Vinuesa, un español, “siempre se destacó por ser recto en su trabajo como inspector del tesoro español, luego de la muerte de Franco, quien siempre buscó que se redistribuyera la riqueza entre todos los españoles”.

Y, durante dos años, se puso en acción y a investigar y a mover a cuanto experto y científico conocía, todos ellos, eminencias en mutaciones genéticas.

A Kathleen, le tomaron una muestra de saliva y de su paladar. Cuando hicieron las pruebas, hallaron un gen, el CALM2, cuya mutación era responsable de repentina falla al miocardio.

Ya, la misma Kathleen, había comentado que, cuando era niña, una vez que nadaba, casi se ahoga porque perdió el aire y una súbita debilidad se apoderó de ella. Ese gen, provoca que el corazón palpite más rápido, lo que puede ocasionar mareos y hasta la muerte. Es una condición conocida como síndrome QT.

Vinuesa y sus colaboradores, correctamente asumieron que el CALM2 habría sido heredado en sus hijos y habrían sido los causantes de repentinas fallas cardiacas que les provocaron la muerte por asfixia. Se hizo un estudio genético de los infantes fallecidos, de muestras sanguíneas que les tomaron al nacer, y Vinuesa y sus colaboradores, hallaron esa mutación del CALM2, en Sarah y Laura

Sin embargo, dada la opinión pública, que ya había asumido que Kathleen era una asesina, fiscales y jueces, no estaban dispuestos a aceptar tan fácil esa explicación. Y armaron su propio equipo de “investigadores”, quienes se confrontaron con los hallazgos de Vinuesa.

Como le dijeron que eso eran sólo suposiciones de ella, Vinuesa se apresuró a agilizar la investigación de los genes defectuosos, junto con sus colaboradores y otros expertos. Y en noviembre del 2020, su investigación fue publicada por la prestigiada Sociedad Europea de Cardiología.

Ya, teniendo esa publicación, para que los “investigadores” se percataran de que las fallas cardiacas (QT) provocadas por el CALM2 eran un hecho, incluso, en bebés, volvió Vinuesa, junto con los abogados de Kathleen, a desafiar al establishment legal de Australia.

A pesar de ello, el oficial judicial encargado de decidir si se tomaba en cuenta ese testimonio científico en el caso de la acusada, dijo simplemente que “prefiero la experiencia de nuestros científicos”.

Fue un duro golpe para Vinuesa y para Kathleen, quien tenía esperanza en todo lo que había hecho su, ya, amiga.

Sin embargo, Vinuesa, nada conforme, ha recurrido hasta al gobernador de New South Wales.

La petición para que se revise todo el caso, está pendiente en la oficina del procurador de ese estado, el señor Mark Spearman.

“He ido a visitar a Kathleen y me admira su tranquilidad. Dice que ya no espera nada y que, en todo caso, cuando salga, quiere estudiar para abogada, para ayudar a tanta pobre mujer que ha sido acusada de asesinar a sus hijos, cuando que, en realidad, ellos han muerto por causas naturales”.

Vinuesa se irá a trabajar como investigadora en un instituto en Inglaterra.

Pero sí ha servido su trabajo. Cuando recién metieron a prisión a Kathleen, la tuvieron que aislar, pues las otras internas, varias veces, la golpearon por considerarla “una asesina de bebés”. “Ahora ya no, Carola, ahora ya me consideran inocente, gracias a lo que has hecho por mí”.

Pues ya es ganancia para Kathleen, una inocente víctima de una probabilidad de una sesenta y cuatro milésima de que uno de sus genes defectuosos, para su desgracia, se haya pasado a sus cuatro hijos y los haya matado.

Podríamos decir que fue víctima de genes y lugares equivocados.

 

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