Siria - Las izquierdas frente a la guerra en Siria
En los últimos días, el debate sobre una
posible intervención militar de EEUU en Siria agitó las aguas de la izquierda.
Sin duda, nadie apoya un posible ataque norteamericano para el que Obama está
juntando votos en el Congreso, pero ¿qué decir del régimen de Bachar Al Asad?
Ahí vienen las discrepancias. Los sectores nacional-estalinistas, con el
argumento de oponerse a Washington, compran el paquete del nacionalismo sirio
con moño rojo incluido, transformándolo en un heroico resistente al imperio.
Para ello se han dado a la tarea de echar lodo contra quienes, desde la
izquierda, no están dispuestos a llenar de flores al oftalmólogo de Damasco que
heredó el poder directamente de su padre. Sin duda, como ponen en
evidencia las recientes "primaveras
árabes", la situación del mundo árabe es muy compleja y, como las
izquierdas son muy débiles y no inciden mucho, eso obliga a tomar partido por
bandos ajenos, en general uno más malo que el otro. Tampoco, como se vio en
estos días, la derecha mundial tiene consenso sobre Siria.
Las paradojas abundan. Por ejemplo: la
monarquía de Arabia Saudí apoya activamente la resistencia contra el régimen
sirio, pero al mismo tiempo, apoya con igual convicción al nuevo régimen
militar egipcio y odia a los Hermanos Musulmanes (apoyados por Qatar), Pero el
régimen militar egipcio cree que los rebeldes sirios son un peligro incluso
mayor que Al Asad. La gran paradoja es que los grandes vencedores del golpe
egipcio son el premier israelí Netanyahu, los Saudíes ¡y Asad! Eso mismo
reconoció en una entrevista el secretario del PC sirio al festejar el reciente
-y sangriento- derrocamiento del Gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto.
(Paréntesis: el Partido Comunista sirio -que varios pro-Asad de izquierda
utilizaron estos días para fundamentar sus posiciones- es un aparato fosilizado
que forma parte del régimen de Asad -la mayoría de sus líderes e intelectuales
más prestigiosos están en la oposición desde hace mucho tiempo-).
El conocido experto en estrategia Edward N.
Luttwak, investigador del Center for Strategic and International Studies,
definió cínica y sorprendentemente dónde está el interés de EEUU en este
embrollo: "La Administración Obama debe resistir la tentación de
intervenir con mayor fuerza en la guerra civil de Siria. Una victoria de
cualquiera de los lados sería igualmente indeseable para los Estados Unidos. En
este punto, un estancamiento prolongado es el único resultado que no sería
perjudicial para los intereses estadounidenses" (NYT, 24/8/2013).
Simplificando mucho: si gana Assad gana Irán (y Hizbolá); si ganan los rebeldes
gana Al Qaeda. "La guerra está siendo librada por caudillos menores y peligrosos
extremistas de todo tipo". "Sólo hay un resultado que posiblemente
pueda favorecer a Estados Unidos: un empate indefinido. [Por eso] El
mantenimiento de un punto muerto debe ser objetivo [de Washington]. Esta
estrategia en realidad se aproxima a la política del Gobierno de Obama hasta el
momento", concluye el analista. Los israelíes están también divididos,
muchos creen que la "revolución siria" no fue en absoluto una buena
noticia, ya que Asad es el mejor (y más previsible) entre los enemigos
posibles.
Algunas de complejidades trataron de ser
expuestas por Santiago Alba en su artículo Siria:
la intervención soñada (1/9/2013)
-que se encuentra en la web-. Alba escribió que después de meses de silencio
frente a la represión asadista, la "'indignación moral' de algunos
anti-imperialistas. suena en mis oídos tan odiosamente hipócrita como las
invocaciones de la 'democracia' y el 'humanitarismo' por parte de los
imperialistas". Los nacional-estalinistas le saltaron a la yugular. Pero
hay malas noticias para quienes combinan estalinismo y nacionalismo en una
ensalada indigesta: en su próxima hoguera polpotiana deberán incluir a un
académico y activista que acaba de entregarse a los brazos del imperio. Nada
menos que Noam Chomsky, que escribió algo parecido a Alba. Cito largo para que
no queden dudas de su traición:
"Durante mucho tiempo, en el mundo árabe
y en otros lugares han sido sede de ilusiones sobre el poder sobrenatural de
los Estados Unidos, que controla todo a través de conspiraciones y tramas
complejas. En esta visión del mundo, todo lo que ocurre puede ser explicado en
términos de conspiraciones imperialistas. Esto es un error. Sin lugar a dudas,
los Estados Unidos siguen siendo una gran potencia y capaz de influir en los
acontecimientos, pero no siempre son capaces de manipularlos a través de
conspiraciones complejas: esto está más allá de sus capacidades. Por supuesto
que los estadounidenses tratan de hacerlo, pero también pueden no conseguirlo.
Lo que ocurrió en Siria no está fuera de nuestro entendimiento: Comenzó como un
movimiento de protesta popular y democrático exigiendo reformas democráticas,
pero en lugar de responder a ella de una manera constructiva y positiva, Asad
ha respondido con la represión violenta. El resultado habitual de un curso de acción
es o bien un éxito aplastante de las protestas o, si no, verlas evolucionar y
militarizarse, y esto es lo que ocurrió en Siria. Cuando un movimiento de
protesta entra en esta fase vemos las nuevas dinámicas en juego: por lo
general, el aumento de los elementos extremistas y brutales en las primeras
filas" (entrevista de Mohammed Attar para la Fundación Heinrich Böll,
11/7/2013).
Como decía Alba, puede ser cierto, al mismo
tiempo, que el régimen sirio masacre a su propio pueblo incluso con armas químicas,
y que EEUU mienta sobre las armas químicas sirias.
En los últimos días, el debate sobre una
posible intervención militar de EEUU en Siria agitó las aguas de la izquierda.
Sin duda, nadie apoya un posible ataque norteamericano para el que Obama está
juntando votos en el Congreso, pero ¿qué decir del régimen de Bachar Al Asad?
Ahí vienen las discrepancias. Los sectores nacional-estalinistas, con el
argumento de oponerse a Washington, compran el paquete del nacionalismo sirio
con moño rojo incluido, transformándolo en un heroico resistente al imperio.
Para ello se han dado a la tarea de echar lodo contra quienes, desde la
izquierda, no están dispuestos a llenar de flores al oftalmólogo de Damasco que
heredó el poder directamente de su padre. Sin duda, como ponen en evidencia las
recientes "primaveras árabes", la situación del mundo árabe es muy
compleja y, como las izquierdas son muy débiles y no inciden mucho, eso obliga
a tomar partido por bandos ajenos, en general uno más malo que el otro.
Tampoco, como se vio en estos días, la derecha mundial tiene consenso sobre
Siria.
Las paradojas abundan. Por ejemplo: la
monarquía de Arabia Saudí apoya activamente la resistencia contra el régimen
sirio, pero al mismo tiempo, apoya con igual convicción al nuevo régimen
militar egipcio y odia a los Hermanos Musulmanes (apoyados por Qatar), Pero el
régimen militar egipcio cree que los rebeldes sirios son un peligro incluso
mayor que Al Asad. La gran paradoja es que los grandes vencedores del golpe
egipcio son el premier israelí Netanyahu, los Saudíes ¡y Asad! Eso mismo
reconoció en una entrevista el secretario del Partido Comunista sirio al
festejar el reciente -y sangriento- derrocamiento del Gobierno de los Hermanos
Musulmanes en Egipto. (Paréntesis: el Partido Comunista sirio -que varios
pro-Asad de izquierda utilizaron estos días para fundamentar sus posiciones- es
un aparato fosilizado que forma parte del régimen de Asad -la mayoría de sus
líderes e intelectuales más prestigiosos están en la oposición desde hace mucho
tiempo-).
El conocido experto en estrategia Edward N.
Luttwak, investigador del Center for Strategic and International Studies,
definió cínica y sorprendentemente dónde está el interés de EEUU en este
embrollo: "La Administración Obama debe resistir la tentación de intervenir
con mayor fuerza en la guerra civil de Siria. Una victoria de cualquiera de los
lados sería igualmente indeseable para los Estados Unidos. En este punto, un
estancamiento prolongado es el único resultado que no sería perjudicial para
los intereses estadounidenses" (New York Times, 24-8-2013). Simplificando
mucho: si gana Assad gana Irán (y Hizbolá); si ganan los rebeldes gana Al
Qaeda. "La guerra está siendo librada por caudillos menores y peligrosos
extremistas de todo tipo". "Sólo hay un resultado que posiblemente
pueda favorecer a Estados Unidos: un empate indefinido. [Por eso] El
mantenimiento de un punto muerto debe ser objetivo [de Washington]. Esta
estrategia en realidad se aproxima a la política del Gobierno de Obama hasta el
momento", concluye el analista. Los israelíes están también divididos,
muchos creen que la "revolución siria" no fue en absoluto una buena
noticia, ya que Asad es el mejor (y más previsible) entre los enemigos
posibles.
Algunas de complejidades trataron de ser
expuestas por Santiago Alba en su artículo Siria:
la intervención soñada (ver
Correspondencia de Prensa, 1-9-2013) -que se encuentra en la web-. Alba
escribió que después de meses de silencio frente a la represión asadista, la
"'indignación moral' de algunos anti-imperialistas. suena en mis oídos tan
odiosamente hipócrita como las invocaciones de la 'democracia' y el
'humanitarismo' por parte de los imperialistas". Los nacional-estalinistas
le saltaron a la yugular. Pero hay malas noticias para quienes combinan estalinismo
y nacionalismo en una ensalada indigesta: en su próxima hoguera polpotiana
deberán incluir a un académico y activista que acaba de entregarse a los brazos
del imperio. Nada menos que Noam Chomsky, que escribió algo parecido a Alba.
Cito largo para que no queden dudas de su traición:
"Durante mucho tiempo, en el mundo árabe
y en otros lugares han sido sede de ilusiones sobre el poder sobrenatural de
los Estados Unidos, que controla todo a través de conspiraciones y tramas
complejas. En esta visión del mundo, todo lo que ocurre puede ser explicado en
términos de conspiraciones imperialistas. Esto es un error. Sin lugar a dudas,
los Estados Unidos siguen siendo una gran potencia y capaz de influir en los
acontecimientos, pero no siempre son capaces de manipularlos a través de
conspiraciones complejas: esto está más allá de sus capacidades. Por supuesto
que los estadounidenses tratan de hacerlo, pero también pueden no conseguirlo.
Lo que ocurrió en Siria no está fuera de nuestro entendimiento: Comenzó como un
movimiento de protesta popular y democrático exigiendo reformas democráticas,
pero en lugar de responder a ella de una manera constructiva y positiva, Asad
ha respondido con la represión violenta. El resultado habitual de un curso de
acción es o bien un éxito aplastante de las protestas o, si no, verlas
evolucionar y militarizarse, y esto es lo que ocurrió en Siria. Cuando un
movimiento de protesta entra en esta fase vemos las nuevas dinámicas en juego:
por lo general, el aumento de los elementos extremistas y brutales en las
primeras filas" (entrevista de Mohammed Attar para la Fundación Heinrich
Böll, 11/7/2013).
Como decía Alba, puede ser cierto, al mismo
tiempo, que el régimen sirio masacre a su propio pueblo incluso con armas
químicas, y que EEUU mienta sobre las armas químicas sirias.
* Jefe de Redacción de Nueva Sociedad
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