MARIÁTEGUI Y LA GRATUIDAD DE LA ENSEÑANZA

Posted by Correo Semanal on viernes, diciembre 14, 2007

Cesar Risso

En el N° 4 de la revista Alma Matinal[i] del año 2003, aparece el artículo de Ramón García titulado Gratuidad de la enseñanza. Aun cuando este fue escrito en abril de 1994, es necesario responder a la tesis del autor.
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Señala en primer lugar Ramón García, citando a José Carlos Mariátegui, que la “educación gratuita, laica y obligatoria”, fue calificada por el amauta como “una usada receta del viejo ideario demo-liberal- burgués”, quien además habría afirmado que luchar por ella conduciría a “empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e histórico”. Además, agrega Ramón García, que con respecto a la educación gratuita, la esencia del concepto está en que es “gracia, favor o dádiva”. Esta última conclusión la deduce de una cita que recoge José Carlos Mariátegui de la circular del gobierno de 1831, que aprobaba la gratuidad de la enseñanza (7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana).
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Conviene aclarar cómo cita, para abonar a sus propios fines, Ramón García. La expresión de José Carlos Mariátegui es la siguiente: “Y, por consiguiente, ahí no se trata de extender la enseñanza laica sino de adoptarla. O sea de empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e histórico”
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[ii]
. En otras palabras, no se trata para Mariátegui de oponerse a la educación gratuita, sino de cuestionar la lucha por adoptar la educación laica.
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Resulta así que José Carlos Mariátegui, según Ramón García, está en contra de la gratuidad de la enseñanza; para demostrar lo cual recurre a atribuirle al Amauta sobre la gratuidad de la enseñanza lo que en realidad dice de la educación laica.
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Pues bien, las primeras dos citas tomadas del Amauta, del artículo de mayo de 1925, Introducción a un estudio sobre el problema de la educación pública (TEMAS DE EDUCACIÓN), corresponden al cuestionamiento sobre la consigna de la enseñanza laica. No dice nada en éste en concreto de la gratuidad de la enseñanza. De modo que tomar estas citas como sustento para criticar la consigna de gratuidad de la enseñanza es, por lo menos, un exceso.
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Es más, aquello de “empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e histórico”, lo dice Mariátegui expresamente de la consigna de la educación laica. Sobre este asunto desarrolla, en el artículo citado, el por qué de su negativa a esta consigna. Esto se debe a que dicha consigna corresponde a circunstancias específicas de lucha de la burguesía contra el Estado feudal, en aquellos países caracterizados por el escaso desarrollo económico y el poderío político de la iglesia; pero que, incluso en aquellas circunstancias, el avance económico y científico presionaba al desarrollo de una educación que al margen de su carácter religioso o laico, expresaba el contenido de clase burgués, por lo cual para Mariátegui, luchar por esta consigna carecía de sentido revolucionario. Este argumento de ninguna manera puede ser trasladado como válido para oponerse a la gratuidad de la enseñanza.
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La tercera cita ha sido tomada de 7 Ensayos de interpretació n de la realidad peruana. Aquí Ramón García se cuida de no citar lo que Mariátegui concluye: “Lo que preocupaba a ese gobierno, no era la necesidad de poner este grado de instrucción al alcance del pueblo. Era, según sus propias palabras, la urgencia de resolver un problema de las familias que habían sufrido desmedro en su fortuna”[iii].
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Así pues, José Carlos Mariátegui no cuestiona la gratuidad de la enseñanza en abstracto, cuestiona el que esta sirva para resolver un problema de las familias que habían sufrido desmedro en su fortuna, y en consecuencia cuestiona el que no se haga extensiva a todo el pueblo. En cambio Ramón García cree haber encontrado en esta frase la esencia del concepto, la que traduce como “gracia, favor o dádiva”.
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Por supuesto que “lo conseguido graciosamente [...] no puede ser el concepto de los trabajadores con moral de productores [...]”
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[iv]. Y no lo puede ser porque este “concepto” es una deformación que hace Ramón García. Es más, el método que utiliza es el de reemplazar el contenido del concepto con el significado de la palabra. Pero resulta que la moral de productores se forja “en la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión” (DEFENSA DEL MARXISMO). Es precisamente una de las manifestaciones concretas de la lucha de clases, la lucha por hacer extensiva a todo el pueblo la educación gratuita, donde el proletariado adquiere la moral de productores, la que Ramón García califica de dádiva.
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La prueba de que el Amauta no está contra la gratuidad de la enseñanza, y que además no la considera una “dádiva”, se encuentra en los Principios programáticos del Partido Socialista:
“Gratuidad de la enseñanza en todos sus grados.
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“Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido Socialista luchará de inmediato. Todas ellas corresponden a perentorias exigencias de la emancipación material e
intelectual de las masas”[v] (El subrayado es nuestro).
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Está claro entonces que lo que para Ramón García es una dádiva, para José Carlos Mariátegui corresponde a “perentorias exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas”.
Sigamos con Ramón García. “No se trata, pues, de ‘exigir’ dádivas. En todo caso, eso es tarea parlamentaria de la oposición protestataria; y ya sabemos que ‘la protesta, primero por abuso, enseguida por desuso, está hoy en el Perú desacreditada’ (T. 13 – pg. 243). En cambio, para la oposición contestataria se trata ahora de luchar por cambiar el sistema social imperante”
[vi]
.
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La lucha reivindicativa no se puede reducir, como hace Ramón García, a tarea parlamentaria. Además, la reivindicació n puede tener carácter de protesta, como declamación o lamento, cosa que le atribuye Ramón García a las reivindicaciones en todos los casos; o puede tener contenido, como reclamaba José Carlos Mariátegui.
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Si la reivindicació n de la gratuidad de la enseñanza se considera como una dádiva, entonces todas las consignas en el ámbito reivindicativo tienen ese carácter. Habría, pues, según la apreciación de Ramón García, que abandonar la lucha reivindicativa.
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Cabe preguntarse qué es lo que conduce a Ramón García a ignorar, o esquivar, o para decirlo sin eufemismo, a oponerse a la verdadera posición de José Carlos Mariátegui frente al tema de la gratuidad de la enseñanza en particular, y a las reivindicaciones inmediatas en general, y con ello a desorientar al proletariado. Para dar respuesta a esta interrogante tenemos que analizar lo siguiente.
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Consideremos primero el tema de la oposición protestataria. En el trabajo de Ramón García A dónde va el Perú, en el capítulo cuatro: Pueblo y oposición, de octubre del año 2000, se cita el siguiente texto de Mariátegui:
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“La vida de las clásicas «oposiciones» criollas era sólo una serie de dramáticas protestas. La protesta, primero por abuso, enseguida por desuso, está hoy en el Perú desacreditada. Escondía, en el fondo, cierta insolvencia ideológica que necesitaba, como la insolvencia artística del teatro malo, disimularse con la bravata, la intriga y el «latiguillo». Donde antes se ponía declamación, hay que poner ahora pensamiento. Después de todo, es una ganancia. La palabra se contentaba con un servicio anecdótico: requiere ahora calidad histórica. Ganaremos en ideas gérmenes, en ideas-valores, lo que perdamos en artículos de fondo y en frases lapidarias. Si esto, en nuestro caso, puede ser pérdida”[vii].
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A renglón seguido dice Ramón García: “Desde los albores de la lucha por el socialismo en el Perú, se hizo realidad la clara diferenciació n entre dos tipos de oposición: oposición protestataria (contra el gobierno de turno) y oposición contestataria (contra el sistema vigente). Hoy esta diferenciació n está más vigente que nunca” [viii].
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Aquí podemos apreciar que Ramón García ha dado un paso en falso. Ha tratado de explicar sobre la base de los términos que usa J.C. Mariátegui la diferencia entre lucha reivindicativa y revolución socialista, y al tratar de comprender teóricamente esto, fuerza la diferencia entre una y otra a tal punto que las convierte en excluyentes. Esta misma contraposició n se traduce en excluyente entre la gratuidad de la enseñanza y la escuela del trabajo; como si luchar por la primera negara la lucha por la segunda.
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Si bien es cierto, la vida va creando situaciones nuevas, las formas teóricas por medio de las cuales captamos y explicamos estos nuevos hechos, requieren de términos o expresiones más apropiados. Pero también hay que considerar que aquellas expresiones que históricamente han permitido explicar ciertos hechos, y que han adquirido rango de ciudadanía, no pueden ser abandonadas sino cuando han sido superadas por las nuevas.
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Este es otro aspecto que merece ser considerado para comprender la posición de Ramón García con respecto a la gratuidad de la enseñanza.
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Así, a la lucha reivindicativa la considera reformismo y la llama “oposición protestataria” , y a la lucha por el programa máximo de la revolución socialista la denomina “oposición contestataria” . Con estas “nuevas” expresiones no agrega nada a la comprensión del problema de la revolución socialista en el Perú, más bien le resta del rico contenido aquellos aspectos que de suyo se entiende van necesariamente de la mano con el proceso revolucionario.
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De la lectura de la cita del Amauta, se deduce que se refiere a un tipo particular de protestas: a aquellas que corresponden a las clásicas oposiciones criollas, caracterizadas por su dramatismo, por su gemido. Y es este preciso tipo de oposición, con el particular tipo de protesta, la que se desacreditó en un caso por abuso, y en otro por desuso. Lo que reclama Mariátegui es que la oposición proletaria no debe basarse en la protesta con ese carácter doliente, dramático, sino que debe adquirir otro carácter, donde se reemplace el dramatismo por la explicación de las causas que producen determinados efectos, para dar contenido revolucionario a la protesta, para enmarcarla dentro del programa estratégico de la revolución socialista.
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Así pues, mientras Ramón García saca la conclusión de que hay que abandonar la protesta, Mariátegui plantea que hay que darle contenido.
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Las expresiones del Amauta acerca de este punto tienen un sentido concreto. Se refieren a la actividad de Manuel Gonzáles Prada. De él dice lo siguiente: “Gonzáles Prada no interpretó este pueblo, no esclareció sus problemas, no legó un programa a la generación que debía venir después” [ix]. Y en otro lugar señala: “El verbo, puede ser programa, doctrina. Y ni en Páginas Libres ni en Horas de Lucha encontramos una doctrina ni un programa propiamente dichos. En los discursos, en los ensayos que componen estos libros, Gonzáles Prada no trata de definir la realidad peruana en un lenguaje de estadista o sociólogo. No quiere sino sugerirla en un lenguaje de literato. No concreta su pensamiento en proposiciones ni en conceptos. Lo esboza en frases de gran vigor panfletario y retórico, pero de poco valor práctico y científico [...] Las frases más recordadas de Gonzáles Prada delatan al hombre de letras: no al hombre de Estado. Son las de un acusador, no las de un realizador”[x].
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Se descubre aquí el verdadero sentido de las palabras de Mariátegui sobre la protesta. Para él la protesta debe expresar doctrina y programa, para explicar los hechos concretos, y para explicar además el sentido final de la lucha del proletariado.
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En cuanto a las reivindicaciones inmediatas, Ramón García les ha dado un nuevo contenido. A este respecto, en A dónde va el Perú, capítulo citado, dice: “[...] el agente político-social enarbola el Programa Mínimo (funcionalidad) y que incluye las Reivindicaciones Inmediatas (Derecho Poblano en cuanto Derecho al Trabajo, Derecho a la Vida Digna material y espiritual, Derecho al Cambio Social)”[xi]. En otro lugar dice Ramón García “Derecho al trabajo emancipado”. (Plan de publicaciones. En revista Polémica N° 5. Agosto setiembre del 2002. Pág. 20).
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Es evidente que Ramón García al programa máximo le pone la etiqueta de reivindicaciones inmediatas, con lo cual abandona las verdaderas reivindicaciones inmediatas. Esto no significa otra cosa que el abandono de las tesis de Mariátegui. Este señaló claramente lo siguiente: “Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo” [xii]. (Subrayado nuestro).
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Ahora sí podemos reconstruir la lógica de Ramón García en cuanto al tema de la gratuidad de la enseñanza.
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En primer lugar, Ramón García abandona, de hecho, las consignas correspondientes a las reivindicaciones inmediatas, abandono que consiste, de un lado, en reemplazarlas por el programa máximo (Derecho poblano: trabajo emancipado, vida digna y cambio social), y de otro lado por señalar que estas reivindicaciones inmediatas corresponden a una etapa anterior (Plan de publicaciones. En revista Polémica N° 5); pero además, denominando a la lucha por estas reivindicaciones como oposición protestataria, a la que atribuye conducir únicamente al cambio de gobierno, contraponiéndole la oposición contestataria, a la que le atribuye el cambio de sistema social.
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A todas luces Ramón García, pretendiendo aportar al proceso revolucionario, lo que en realidad logra con su peculiar propuesta es eliminar “la vía que conduce a la victoria final del socialismo”. Al abandonar la lucha reivindicativa, excluye el mecanismo que permite incorporar a las masas a la lucha por el “cambio social”.
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Este problema no es nuevo, tiene larga data; corresponde a la comprensión de las diversas formas de lucha en función de las oportunidades históricas, o del período por el cual atraviesa el capitalismo, y también a las formas concretas que toma la lucha de clases. Antonio Gramsci, en las tesis de Lyon, dice: “Es un error suponer que las reivindicaciones inmediatas y las acciones parciales sólo pueden tener un carácter económico. Dado que, al profundizarse la crisis del capitalismo, las clases dirigentes capitalistas y agrarias están obligadas, para mantener su poder, a limitar y suprimir la libertad de organización y las libertades políticas del proletariado, la reivindicació n de estas libertades ofrece un excelente terreno para la agitación y las luchas parciales, las que pueden llegar a la movilización de vastas capas de la población trabajadora.”[xiii]
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Continúa Gramsci: “El partido combate la concepción según la cual debería de abstenerse de apoyar o de tomar parte en acciones parciales puesto que los problemas que interesan a la clase trabajadora sólo pueden resolverse con el derrocamiento del régimen capitalista y con una acción general de todas las fuerzas anticapitalistas. [...] La agitación de un programa de reivindicaciones inmediatas y el apoyo a las luchas parciales es, no obstante, la única manera de ganar a las grandes masas y de movilizarlas contra el capital” [xiv].

No es entonces la gratuidad de la enseñanza “una usada receta del viejo ideario demo-liberal- burgués”, como Ramón García hace decir a José Carlos Mariátegui, sino más bien una de las “perentorias exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas”.


[i]
García, Ramón. “Gratuidad de la enseñanza”. En revista Alma Matinal. Año 1, N° 4. Julio – agosto 2003. Pág. 2.
[ii] Mariátegui, José Carlos. “Introducción a un estudio sobre el problema de la educación pública”. Temas de educación. Pág. 21. OC. T 14. Empresa editora Amauta. Octava edición, 1982.
[iii] Mariátegui, José Carlos. 7 Ensayos de interpretació n de la realidad peruana. Empresa editora Amauta. Decimotercera edición, 1968. Pág. 86.
[iv] García, Ramón. Op. cit. Pág. 2.
[v] Mariátegui, José Carlos. “Principios programáticos del Partido Socialista”. Ideología y Política. Pág. 164. OC. T 13. Empresa editora Amauta. Decimocuarta edición, 1981.
[vi] García, Ramón. Op. cit. Pág. 2.
[vii] García, Ramón. A dónde va el Perú. Materiales del Balance del Socialismo Peruano 1918 – 2001. Editorial Perú Integral. Noviembre 2001. Pág. 38.
[viii] Ibíd. Pág. 38.
[ix] Mariátegui, José Carlos. 7 Ensayos de interpretació n de la realidad peruana. Empresa editora Amauta. Decimotercera edición, 1968. Pág. 201.
[x] Mariátegui, José Carlos. Op. cit. Pág. 204.
[xi] García, Ramón. Op. cit. Pág. 43.
[xii] Mariátegui, José Carlos. “Principios Programáticos del Partido Socialista”. En Ideología y Política. Pág. 164. OC. T 13. Empresa editora Amauta. Decimocuarta edición, 1981.
[xiii] Gramsci, Antonio. Las Tesis de Lyon. Ediciones Alborada. 1984. Pág. 35. (Escrito originalmente en 1926).
[xiv] Ibíd. Pág. 34.