Ropa en exceso daña a desierto y enfermedades terrestres matan a animales marinos

Posted by Adán Salgado Andrade on domingo, enero 07, 2024

 

Ropa en exceso daña a desierto y enfermedades terrestres matan a animales marinos

Por Adán Salgado Andrade

 

La dañina sobreproducción capitalista, producir más de lo que se puede consumir, es la principal causa de que el planeta se siga depredando y contaminando, a niveles que han creado la actual emergencia climática que nos está matando de muchas formas, sea a través de sequias extremas, inundaciones, poderosos tornados y huracanes, megaincendios forestales, derretimiento acelerado de polos y glaciares, surgimiento o expansión de enfermedades que antes eran propias de climas calientes, calentamiento oceánico, invasión de plásticos y microplásticos por todos lados… y muchos nefastos factores más que aún no sabemos cuándo se irán manifestando, pues se están dando problemas que se pensaba sucederían por lo menos en el 2050 (ver: https://www.theguardian.com/world/2023/dec/31/red-alert-in-antarctica-the-year-rapid-dramatic-change-hit-climate-scientists-like-a-punch-in-the-guts).

Pero en lugar de remediar las causas, es decir, que se regule o disminuya o elimine la sobreproducción, el exceso de fabricación en todo, continúa al alza. Es el caso de la confección de ropa, de los procesos más contaminantes que existen en la actualidad, por el empleo, en demasía, de agua, colorantes, electricidad, fibras naturales (algodón, lana, seda, lino…), sintéticas (nylon, poliéster, plásticos…), además de que se produce en exceso. Pueden verla en el país, pues en todos lados hay sitios, sean almacenes, plazas comerciales o tianguis, en donde cientos de miles de prendas de todo tipo son exhibidas y no creo que sean muchas las que se vendan, menos con la permanente crisis.

De acuerdo con el Parlamento Europeo, en el 2020, la industria textilera requirió, por persona, 400 metros cuadrados de tierra, 9 metros cúbicos de agua, 391 kilogramos de materia prima y ocasionó una huella de carbón de 270 kilogramos. Tan sólo en el 2015, mientras la industria textilera empleó 79,000 millones de metros cúbicos de agua, las necesidades hídricas de toda la comunidad europea en el 2017, ascendieron a 266,000 millones de metros cúbicos. Es decir, los textiles requieren casi el 30 por ciento del agua de la región. Solamente para confeccionar una playera de algodón, se requieren 2,700 litros de agua, suficientes para que una persona la beba durante dos años y medio. Además, es el tercer factor que degrada agua y tierras. Y es responsable del diez por ciento de las emisiones contaminantes globales (ver: https://www.europarl.europa.eu/news/en/headlines/society/20201208STO93327/the-impact-of-textile-production-and-waste-on-the-environment-infographics).

Pero no queda sólo en la fabricación, sino que al lavar las prendas (en el corto tiempo que se emplean, como las de la llamada fast fashion, las que duran poco), se sueltan microfibras, que son microplásticos. Se estima que en cada ciclo de lavadora, se sueltan 700,000 microplásticos que van a dar al mar y, en consecuencia, a la cadena alimenticia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/06/ropa-desechable-detergentes-y-lavadoras.html).

Y es tanta la ropa que se desecha, inclusive nueva (no les “gusta” a las personas que la compraron), que, de plano, se vende por “pacas”. Los que la comercializan la venden por kilogramo. En México, hay muchos sitios en donde se vende esa ropa, que en algunos caso es “atractiva”, digamos, porque alguna es nueva o casi nueva (“hasta trae las etiquetas”, dicen los vendedores, con tal de darla más cara). Se tienen el mito de que es ropa “americana” (estadounidense) y que por eso es mejor, pero si se revisa el lugar de origen es de países como China, Pakistán, Malasia, Bangladesh (uno de los principales productores de ropa)… o hasta mexicana. Y es que la “prestigiadas” marcas como Nautica, Adidas, Wrangler, Old Navy, H&M, Ralph Lauren, Tommy Hilfiger, Forever 21, Zara, Banana Republic y otras, han elegido las zonas salariales bajas para abaratar los costos e incrementar las ganancias ante la férrea competencia.   

Por lo mismo, se están formando enormes tiraderos en ciertos países. Uno de ellos es Chile, en el norte, en un poblado llamado Alto Hospicio, en las orillas del Desierto de Atacama, en donde la iniciativa de una mujer, Manuela de los Ángeles Medina Olivos, para hacer un buen negocio y enriquecerse, la llevó a establecer un “depósito” de ropa que fue creciendo hasta convertirse en un enorme tiradero a cielo abierto sobre las arenas del desierto, que la mujer – y muchos otros – consideró que no eran importantes y podía usarlas como bodega.

Fue el inicio de un grave problema, como expone el artículo del portal Grist, retomado por Gizmodo, titulado “Una montaña de ropa usada apareció en el Desierto Chileno. Y luego, se incendió”, firmado por las reporteras Julia Shipley y Muriel Alarcón, las que agregan cono subtítulo que “toneladas de ropa desechada de marcas como Adidas, H&M, Ralph Lauren y Zara se incendiaron” (ver: https://gizmodo.com/a-mountain-of-used-clothes-appeared-in-chile-s-desert-1851143267).

Abre el artículo una foto tomada con un dron en donde, como comparación, aparece un auto, que se ve insignificante al lado de tantas toneladas de basura, que pesaba “entre 11,000 y 59,000 toneladas, equivalentes a una o dos veces el Puente de Brooklyn”. Tan sólo en el 2021, Chile importó más de 700 mil toneladas de ropa nueva y usada, “el peso equivalente a 70 torres Eiffel”.

Como dije, Manuela de los Ángeles, en el 2001, una ex jardinera, “vio la oportunidad de aprovechar el boom textilero de la región de Iquique, mudándose a Alto Hospicio, en donde estableció un sitio, sin autorización, en tierras desérticas gubernamentales que estaban en El Paso de la Mula, la alta duna de arena que se hallaba en el extremo más lejano de una ciudad perdida, en donde viven indigentes y pepenadores. Cada ciertos días, Manuela contrataba un fletero que iba desde Iquique, para recolectar ‘basura’ que ella pedía a los comerciantes de ropa usada Luego, era llevada a su ‘bodega’. Allí, descargaba las pilas de ropa y las vendía a comerciantes a diez dólares cada una”.

Como sabían que la mujer aceptaba ropa de todo tipo, comerciantes de ropa de segunda mano se la llevaban, primero, en camiones y luego, en tráileres. “Para el 2020, el enorme tiradero de ropa de Manuela se convirtió en secreto abierto y otros siguieron su modelo, creando mini depósitos a lo largo del desierto y caminos, pero el de Manuela siguió siendo el mayor”

Y asi fue creciendo y creciendo ese tiradero, pues no toda la ropa se vendía. De acuerdo con el grupo ambiental  Ekō, alrededor de un 85 por ciento de la ropa que Iquique importa, no se vende. Y el problema se agrava porque la ley federal chilena prohíbe que la ropa se tire”.

Como el desierto es de los más secos del mundo, esa ropa, mucha de fibras sintéticas, se preserva por años. Pero por la misma resequedad, por razones desconocidas (quizá hasta intencionales), en agosto del 2022, toda esa enorme montaña de ropa, se incendió. Justo cuando un grupo de activistas, quienes habían levantado una demanda, querían mostrar a las autoridades esa enorme montaña de basura. “La evidencia, desapareció”, dicen las reporteras

Esos incendios son muy contaminantes y dañinos para la salud. Pero como muchos vieron que era una forma fácil de deshacerse de basura, ahora hasta pagan a indigentes para que enciendan las pilas que siguen llevando allí a diario, gente que quiere deshacerse de tantos miles de prendas que llegan a Chile diariamente a esa región y que ya ni se vende, a pesar de que se considera que un 80 por ciento, está en buenas condiciones.

Pero como la ropa la adquieren los comerciantes tan barata, les basta con vender sólo el 40 por ciento, para obtener una ganancia. Por eso es que la que no venden, la tiran y queman.

Vean, nada más, como señalé, no quedan los problemas solamente en la fabricación, sino en no saber qué hacer con tanta ropa desechada.

Y a pesar de que abogadas ambientalistas como Paulin Silva, han levantado demandas contra el gobierno, por haber permitido que se tirara ropa en medio del desierto, pocas acciones se han hecho para prevenir que se sigan dando.

Hay algunos proyectos para reutilizar esa ropa, como el de molerla y hacer paneles para aislar construcciones, pero han fracasado por no rendir ganancias (a fin de cuentas, si proyectos así se hacen, es para que dejen ganancias, no por una utilidad social de deshacerse de tanta basura textil).

Por otro lado, hay indolencia, pues en una encuesta que Bastián Barria, cofundador de Desierto Vestido, una empresa no lucrativa para reciclar ropa, hecha a 400 personas, alrededor del uno por ciento de la población de Alto Hospicio, halló que más de la mitad “no piensan que la ropa tirada en los alrededores, sea un problema”. Como ven, ya la gente se acostumbra a su entorno, por desgracia, lo que lleva a una situación de terrible conformismo que incrementa los problemas ambientales (mucha gente, por ejemplo, exige que talen árboles que están frente a sus casas porque al desojarse les dejan “mucha basura”. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/07/normal-0-false-false-false-en-us-x-none.html).

Desierto Vestido fue idea de Ángela Astudillo, de 35 años, otra abogada que ha ido presenciando cómo el desierto se ha visto invadido por ropa desechada. A pesar de que ha tenido altibajos, la empresa se mantiene. Su padre, granjero, ha hallado que con ropa molida, se pueden crear condiciones que retengan agua para sembrar y ha logrado, con esa técnica, crear una huerta de pinos y eucaliptos. Puede ayudar a regenerar al desierto con esa técnica, que retiene agua y nutrientes.

Otros proyectos buscan hacer nueva ropa de reciclada, pero un estudio mostró que, de todos modos, requieren mucha energía, alrededor del 75 por ciento de lo que se lleva hacer una prenda con materiales nuevos. Aún así, es menor el empleo energético. Pero vean el problema que hay hasta para reciclarla. Lo ideal sería que, como propone una ley chilena, se fijen cuotas de producción y se deje a los fabricantes el problema de cómo deshacerse de la ropa que produzcan en exceso.

Como señalé, poco se ha hecho para acabar o desalentar a que gente irresponsable tire en el desierto su ropa que ya no quiere. Se han colocado cámaras y se multa con $350 dólares a quien tire ropa, no mucho. Por eso, lo seguirán haciendo.

El alcalde de Alto Hospicio, Patricio Ferreira, reconoce el gran problema que padece el sitio, “pero es poco lo que podemos hacer. Más bien, son los productores y comerciantes, los que deberían de tener consciencia de que lo que hacen es muy malo para el medio ambiente”.

Pero no lo van a hacer. Seguirán tirando la basura que no se venda y quemándola.

Astudillo, no deja salir del departamento a su hija de 7 años, después de las 5 de la tarde, pues el lugar se llena de humo ocre por tantas quemazones de ropa que se hacen “y cierro las ventanas, para que no entre el polvo, pues siguen las quemas de ropa”.

Su organización, sigue, a pesar de las contrariedades que enfrenta.

“Hace poco, me acerqué al gran tiradero que se quemó. Como hace mi padre, tome unos hilachos, cavé unos agujeros y sembré una flores. Sólo es como un curita ante tanta contaminación”, dice Astudillo.

Sí, es un microscópico esfuerzo, podría decirse, para tratar de remediar tan vasto problema, creado por la vanidad de tener llenos los closets de ropa, aunque no se use y, simplemente, se tire.

El segundo problema que abordaré será el de las enfermedades de animales terrestres, que ya afectan a marinos.

Las mencionadas depredación y contaminación ambiental ocasionadas por el destructivo capitalismo salvaje, también intervienen en ese problema. Las lluvias que caen en tierra, sea en ciudades o campos agrícolas, cada vez más intensas en algunos sitios, la lavan, llevando todo tipo de contaminantes orgánicos e inorgánicos a los mares, sobre todo, en las regiones costeras. Y entre los orgánicos, van variedad de desechos y fecalismo de humanos y animales, que acarrean patógenos que cada ve están enfermando y matando a más y más fauna marina, sobre todo, a mamíferos. Por otro lado, las aguas residuales que llegan al mar, un buen porcentaje, también llevan patógenos. Y el citado calentamiento marino (el mar, absorbe el 90 por ciento del calor en exceso que generamos), contribuye a crear un ambiente propicio para que los gérmenes que ocasionan enfermedades, incrementen sus ciclos reproductivos y contagien a miles de mamíferos como leones marinos, focas y nutrias marinas, los que tienen pocas probabilidades de curarse y mueren.

El artículo del portal Hakai, titulado “Cómo heces terrestres han conducido a enfermedades marinas”, firmado por Jeremy Miller, expone esa problemática, agregando como subtítulo que “enfermedades de animales terrestres están matando a mamíferos marinos a un récord sin precedentes. ¿Podríamos remediar el flujo de heces?” (ver: https://hakaimagazine.com/features/how-terrestrial-turds-lead-to-marine-maladies/).

Una foto de un león marino, tomando una siesta, abre el artículo, “siendo una de las especies afectadas por patógenos terrestres”.

Es realmente dramático todo lo que ocasiona la depredación y contaminación humana, que se esté afectando así a los océanos y a su fauna animal y vegetal.

Pádraig Dugnan, director de patología del Centro Marino de Mamíferos, CMM, localizado en San Francisco, California, mencionado por Miller, ha efectuado decenas de necropsias en leones marinos y otros mamíferos. “Mire, asi es el tejido del diafragma de un león saludable. Y así, el de un león afectado por sarcocistosis”, dice mostrando a Miller una sección de tejido enfermo, que aparece estriado y con líneas blancas, pues la sarcocistosis provoca una reacción inmune que hace que los glóbulos blancos ataquen y degraden a las células de los músculos del cuerpo. “Este animal murió lentamente de sofocación, pues su diafragma estaba muy enfermo y debilitado, lo que le impidió que respirara”, dice sobre el león marino al que le practicó la necropsia. Hay una foto que muestra a Pádraig y a Maggie Martinez, otra investigadora del CMM, practicando la necropsia a uno de esos mamíferos.

La sarcocistosis es producida por el patógeno Sarcocystis neurona y “es raro verla en leones marinos. Su principal portador es la Didelphis virginiana, conocido en México como tlacuache norteño, mamífero que habita valles y jardines traseros. También ataca a caballos a quienes, en casos severos, ocasiona trastornos neuronales. Con parásitos propios de animales terrestres, atacando a mamíferos marinos, la mayoría de los cuales viven a cientos de kilómetros de las costas, “los problemas se agravan”.

En el 2010, el CMM sólo recibió un león marino con ese mal. “Pero desde el 2015, el CMM ha recibido más de 100 leones marinos y nutrias enfermos. En el 2023 solamente, 32 animales llegaron con la enfermedad, el doble de los del 2022”.

En el centro, los alimentan bien, pues llegan muy desnutridos y les aplican medicamentos, antibióticos, sobre todo, y si sanan, son devueltos al mar. “Pero lamentablemente, tres de cada cinco leones marinos que llegan al CMM mueren, a pesar de los cuidados. Y las nutrias mueren en mayor cantidad”.

Sin embargo, no sólo es la sarcocistosis la que enferma a mamíferos marinos, sino que se da también la leptospirosis, otra enfermedad transmitida por una bacteria que ataca a ratas, perros, ganado y otros animales terrestres. Esa enfermedad ha matado a 150 leones marinos.

Igualmente la brucelosis ataca a mamíferos marinos y se le asocia con ganado. “Ha infectado a ballenas y focas a lo largo de la costa de Alaska, en donde el patógeno es transmitido por renos y caribús”.

Otra letal enfermedad es la toxoplasmosis (de la familia de las zoonosis, enfermedades transmitidas directamente entre animales), que ataca principalmente a gatos, pero también ha enfermado ya a ballenas, como belugas del ártico canadiense (¡imaginen, tan remotas las zonas donde viven y hasta allí llegan esos patógenos gatunos!), hasta la foca monje hawaiana, en peligro de extinción, pues existen menos de 1,600 ejemplares y han muerto por esa enfermedad unas trece en las últimas dos décadas. “Pero seguramente el número de muertes, en el océano abierto, debe de ser mayor”, dice Miller.

Por eso es que en algunos países, como Puerto Rico, se están controlando a los gatos, pues además de que matan a 500 millones de mamíferos y aves en peligro de extinción cada año, son portadores de esa enfermedad, que se propaga a través de sus excrementos, que llegan a millones de kilogramos, y que son arrastrados al mar (ver:  https://www.sandiegouniontribune.com/en-espanol/noticias/story/2023-11-28/famosos-gatos-callejeros-de-puerto-rico-seran-retirados-de-sitio-historico).

Otra enfermedad, pero de tipo viral, el morbillivirus – del tipo que ocasiona meningitis en humanos – mató en el 2013 a 40 ballenas narizonas al sur de Australia. También, focas del Mar Caspio han sido arrasadas por el moquillo, que afecta a perros, coyotes, zorros y mapaches. Un ataque masivo de moquillo en el 2000, mató a 10,000 focas del Caspio en Kazakstán, cerca del río Ural. Y en el Mar Báltico, en Europa del Norte, otra epidemia, también ocasionada por moquillo, mató en el 2002 a 30,000 focas.

Bastantes mamíferos, como ven. Y, en efecto, el número puede ser mayor, pues de muchos, ni se sabrá.

Anota Miller que más de una cuarta parte de mamíferos marinos están en vías de extinción, debido a la sobrepesca, tráfico marino, contaminación “y ahora, enfermedades terrestres, las que antes ni se tomaban en cuenta, pero a las que cada vez se da mas importancia”.

Refiere lo que ya comenté, en palabras de la profesora de patología Karen Shapiro, de la Universidad de California, que la acumulación de excrementos en las ciudades y zonas cercanas a las costas, son llevadas al mar cuando llueve. “Dado que el 40 por ciento de la población humana vive dentro de los cien kilómetros distantes de las costas, es un verdadero problema global”, señala Shapiro.

Científicos chinos han mostrado que el T. gondii, causante de la toxoplasmosis, es más frecuente en especies de almejas y peces cercanos a áreas urbanas que reciben las aguas de lluvias que arrastran todo tipo de cosas al mar.

“En California, los ríos atmosféricos del 2023, arrastraron tierra y heces de gatos y de tlacuaches, portadores de la toxoplasmosis hacia los mares. Luego de esos millones de metros cúbicos de agua de lluvias que llegó al mar, rescatistas vieron a varias focas enfermas, cerca del Río Pájaro, cerca de Monterey, California”, agrega Shapiro.

Imagen todo lo que arrastró el huracán Otis cuando azotó Acapulco y alrededores. Electrodomésticos, desechos de casas, autos, excusados, arenas, fecalismo… la fauna marina cercana al lugar, será otra damnificada.

Pero no sólo bacterias, sino algas invasivas, como la Pseudo-nitzschia australis provocan efectos tóxicos en los mamíferos marinos. Y se han convertido en plagas debido al mencionado calentamiento de los océanos que, como dije, les sirve muy bien para incubarlas y hacerlas crecer con mucho gusto, podría decirse (como el sargazo que llega a las costas de Quintana Roo, que es un grave problema. Ver: https://www.uv.mx/cienciauv/blog/el-sargazo-en-las-costa-mexicanas/).

Las aguas calientes, por sí mismas, matan a cientos de especies. Entre el 2013 y el 2016, más de seis mil millones de estrellas marinas fueron aniquiladas, desde Alaska hasta México por calor excesivo.

Ese mismo calor en exceso, puede estar debilitando los sistemas inmunes de tantos mamíferos marinos y por eso, se enferman más.

Para agravar más los problemas de las infecciones, los microplásticos (que ya mencioné que tanta ropa de telas sintéticas contribuye también a crearlos) acarrean a patógenos. Y como los océanos ya están llenos de ellos, son un factor extra que contribuye a enfermar y matar a la fauna marina, no sólo a mamíferos.

Y la falta de alimento, debido a la sobrepesca, está también debilitando a marinos como las nutrias del mar del sur de California, las que no tienen gruesa capa de grasa, para protegerse del frío, como los leones marinos o focas, por lo que deben de comer bastante, alrededor de una cuarta parte de su peso. Esos son unos ocho kilogramos en promedio al día, sobre todo de camarones, cangrejos, mejillones y ostras, pero como son los organismos que hacen la filtración, contienen parásitos, como los Profillicolis, que están en la arena e infectan a los citados cangrejos. “Son como comida chatarra para las nutrias”, dice Melissa Miller, citada por Miller, investigadora del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California. “He recibido nutrias que portan estos parásitos, los que dañan sus paredes intestinales y ocasionan severas infecciones en el sistema digestivo”, dice la investigadora.

Algunos animales se han infectado de toxoplasmosis y sarcocistosis al mismo tiempo, “pero es más probable que mueran de la segunda”.

El problema adicional es que a muchos de los animales enfermos, no se les diagnostica que tienen parásitos, pues presentan otros síntomas, “por ello, los investigadores deben de estudiarlos a fondo, como hicieron con un león marino al que llamaron Decker, que presentaba síntomas de neumonía, desnutrición y taquicardia. Pero una investigadora sospechó que se trataba de sarcocistosis. Estuvo en lo correcto. Recibió Decker el tratamiento adecuado y en cuatro meses se recuperó. Luego, fue llevado a Point Reyes National Seashore, a 100 kilómetros al norte de San Francisco, en donde se le regresó al mar”.

Y es de esperarse que ese león marino no vaya a enfermarse de nuevo.          Quizá ahora sí moriría.

De todos modos, el CMM no puede hacer mucho por los animales enfermos y, como señalé, la mayoría sólo llegan allí a morir.

Pero hay un factor extra que ha agravado que tantos peligrosos sedimentos, llenos de patógenos, lleguen al mar. Y es que se están diezmando los manglares y estuarios aceleradamente, los que sirven como filtros para que aquéllos no lleguen a los océanos. “Alrededor de 3.4 millones de kilómetros cuadrados, 21 por ciento, de manglares globales, se han perdido desde los 1700’s, de acuerdo con un estudio publicado por Nature, aunque estudios previos indican que esa perdida pudiera ascender hasta el 87 por ciento”, señala Miller.

En efecto, a los manglares, se les desprecia. Se desecan y se construyen hoteles u otras obras, sin ver lo importantes que son para la ecología marina, pues sirven para retener tanta porquería afecta que va a los océanos (en México, por tanta corrupción de pasadas mafiosas administraciones, han sido destruidos cientos de kilómetros de manglares. Ver: https://aida-americas.org/es/blog/tajamar-destrucci%C3%B3n-de-manglares-en-canc%C3%BAn).

Eso apunta, dice Miller, como concluyen muchos investigadores, que se deben de restaurar esos manglares. En México existen varios proyectos, como en el estado de Colima, en la Laguna de Cuyutlán destinados a restaurarlos, pues se ha hecho conciencia de su importancia (ver: https://pronatura.org.mx/restauracion_manglar.php).

Igualmente la ONU tiene programas para concientizar sobre la importancia de los manglares y que se restauren (ver: https://www.undp.org/es/mexico/historias/manglares-restauracion-social-y-ecologica-para-enfrentar-el-cambio-climatico).

Y también sirven para evitar inundaciones marinas, pues son como barreras protectoras. Son, pues, importantísimos.

Así que ahí tienen, otra infamia más, provocada por la voraz “civilización”.

Seguirá produciéndose ropa en exceso y seguirán muriendo más y más mamíferos marinos.

Y la mayoría de nosotros, lo veremos con indiferencia, poseídos de la nefasta indolencia que sigue creciendo.

 

Contacto: studillac@hotmail.com