Brasil / Mercosur - La era Temer

Posted by Correo Semanal on sábado, septiembre 10, 2016

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La era Temer
Cómo “despolitizar Itamaraty”

La política exterior de Brasil está en las manos de José Serra, que quiere hacer “todo lo contrario de lo que hizo Lula”. Entre sus deseos están flexibilizar el Mercosur, apostar por acuerdos bilaterales con Estados Unidos y Europa, y acercarse a la Alianza del Pacífico. La crisis de Venezuela y las acusaciones de Uruguay han dividido todavía más al bloque del sur.
Agnese Marra, desde San Pablo
Brecha, Montevideo, 26-8-2016

La política internacional del gobierno de Michel Temer tiene un solo nombre: José Serra. El único ministro de Relaciones Exteriores de Brasil que no es diplomático de las últimas dos décadas. La mano derecha de Fernando Henrique Cardoso, y candidato a la presidencia por el Partido Social Demócrata Brasileño (Psdb) en 2002 y 2010. Siempre perdió. Sus esperanzas están en 2018. Pero mientras tanto Serra le pidió a Temer un lugar en el gobierno pos impeach­ment. Y no cualquier lugar: se quedó con las llaves de Itamaraty.
Serra podía pedir lo que quisiera, porque de él dependía que el Psdb apoyara la ejecución del impeachment, el juicio político organizado por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (Psdb, ex aliado de Dilma Rousseff) que terminará de procesarse la próxima semana con la ya inevitable salida de la petista del poder. Serra prometía ayudar y conseguir los votos necesarios contra Rousseff siempre que le dieran un buen cargo en el “gobierno del cambio”. Así se quedó con uno de los ministerios más importantes del país para hacer una rápida carrera hacia 2018 e intentar llegar a la presidencia.
Este paulistano, al que llaman el “vampiro”, está acostumbrado a abandonar los puestos que conquista. Como alcalde de San Pablo no estuvo más que un año, y como gobernador del estado apenas dos, para que le diera tiempo a candidatearse al Ejecutivo de Brasilia, lo que siempre ha sido su aspiración, casi una obsesión.
Ahora tampoco podrá estar más de dos años en su despacho, y quiere dejar su impronta en Itamaraty. Su misión, lo advirtió nada más asumir (por el momento todavía es interino), es “despolitizar la política internacional”, hacer “todo lo contrario de Lula” y “dejar de hacer política por afinidades ideológicas”. El profesor del Programa de Integración de América Latina, de la Universidad de San Pablo (Usp), Wagner Iglecias, lo traduce para Brecha: “Hablar de despolitizar es pura retórica. Para Serra y Temer eso significa cambiar las prioridades de nuestra política exterior, reconducir al país al viejo papel secundario de la política externa de Washington y de la Unión Europea”. El Mercosur tampoco está entre sus prioridades. La cooperación Sur-Sur que marcó la era Lula, mucho menos.
Cuando en junio le preguntaron a Temer por su política externa, dijo que la delegaba completamente en Serra y que todos los cambios que el canciller ejecutara le parecerían bien. Sobre el Mercosur, en vez de “redefinir” utilizó la palabra “revisar” para referirse a las relaciones del bloque, y añadió un nuevo término: “Es importante flexibilizar los vínculos con nuestros vecinos para poder negociar abiertamente con otros”, le dijo al diario O Estado de São Paulo.
La excusa de Venezuela
No se sabe si por su falta de conocimiento diplomático o simplemente por su carácter, Serra comenzó su nueva política disputando abiertamente con sus vecinos. Apenas tres días después de ser nombrado ministro atacó a cinco países de la región (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) porque cuestionaron el gobierno interino de Temer, al que calificaron de “golpista”. Lo mismo sucedió con dos organismos internacionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Organización de los Estados Americanos (Oea), que también desacreditaron el nuevo rumbo de Itamaraty por ser un equipo en funciones que llegaba al poder a través de “dudosas operaciones”. A la semana siguiente Serra amenazaba de forma velada al gobierno de El Salvador (que también los acusó de golpistas) y le recordaba públicamente que la ayuda de Brasil era fundamental para el país centroamericano.
Pero la mayor crisis a la que se ha tenido que enfrentar el canciller se produjo este mes cuando su homólogo uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, dijo que Serra había intentado “comprar el voto de Uruguay” para evitar que Venezuela accediera a la presidencia temporal del Mercosur. Es que que las nuevas políticas “sin ideología” del equipo Temer-Serra están en las antípodas del equipo venezolano. Desde junio el presidente interino de Brasil advirtió que no estaba cómodo con Venezuela en el bloque. Serra suscribió sus palabras y aseguró que Brasil no apoyaría que la nueva presidencia estuviera en manos de Maduro. “Si no sabe gobernar su país cómo va a gobernar el Mercosur”, decía Serra el pasado mes de junio.
Este primer enfrentamiento entre Brasil y Uruguay sirve como sinopsis de los cambios que se avecinan en el bloque: “El escenario del Mercosur es completamente diferente al de hace unos años. La derecha ha llegado al poder en Argentina a través de la votación de las urnas. En Brasil y en Paraguay los dos gobiernos de izquierda han sido derrotados a través de procesos políticos muy controvertidos. Venezuela sigue bajo el chavismo, pero sin Chávez, y está inmersa en una crisis económica y política, por lo que es muy probable que gobierne la derecha en poco tiempo. Uruguay quedará como el único país del bloque que siga gobernado por la izquierda”, advierte el profesor Iglecias. La docente de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de San Pablo Esther Solano añade: “Uruguay tiene una economía muy pequeña para luchar contra los gigantes, no va a poder evitar el rumbo neoliberal y exclusivamente comercial que va a tomar el Mercosur”.
Tanto Temer como Serra aseguran que no pueden aceptar a Venezuela porque no firmó el Protocolo de Ushuaia, que pide el respeto a la democracia y a los derechos humanos como condición de las libertades democráticas. La izquierda brasileña ironiza sobre la preocupación del equipo de Temer: “Un gobierno que llega al poder sin respetar el voto de 54 millones de brasileños no se puede atrever a dar lecciones de democracia”, decía el diputado del Partido Socialismo y Libertad (Psol) Jean Wyllys. Para la derecha la posición contra Venezuela es la adecuada y debe servir para que Brasil se aleje cada vez más del bloque: “¿Para qué nos sirve el Mercosur? Sería mejor salir y hacer nuestros negocios libremente”, se escribía en el editorial de julio de la revista brasileña Istoê.
De este modo Venezuela surge como la piedra en el zapato del bloque; sirve de excusa para separar a un grupo ya dividido, y para que el gigante brasileño “flexibilice” reglas como la modificación de la cláusula 32/2000, que impide que el resto de los países haga acuerdos de libre comercio con tasas inferiores al arancel externo común: “Si acaban con esa cláusula, será el fin del Mercosur y traerá graves problemas para Brasil, que tiene como uno de los principales destinos de sus productos manufacturados a los países del bloque”, dice el economista Kjeld Jakobsen, refiriéndose a la industria brasileña ya bastante golpeada por la crisis del país.
Serra advirtió que comenzaría a hacer acuerdos bilaterales con pequeños países europeos, como Suiza o Islandia. Según el embajador Samuel Pinheiro Guimarães, esos acuerdos “son para sentar precedentes”, porque no afectarían a la economía brasileña: “El verdadero objetivo es hacer acuerdos bilaterales con Estados Unidos y Europa”. Ni Temer ni su canciller lo niegan, al contrario, admiten que quieren reavivar esas relaciones y acercarse a la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Perú, México y Costa Rica) porque es “la región más prometedora del siglo XXI”, según el propio Serra. El Mercosur por ahora no es prioritario, es más, está dando demasiados problemas: “No sé si desaparecerá, pero el riesgo de que quede paralizado e inactivo es altísimo”, asegura la profesora Solano.