Chile - Un Parlamento lleno de abortones

Posted by Correo Semanal on martes, marzo 22, 2016

POLITIKA.

Arturo A. Muñoz le mata el punto al Afilador, recogiendo las más extraordinarias memeces que se hayan escuchado de boca de parlamentario parasitario. Parasitario y cretino. Cuesta creerlo, pero este es el nivel intelectual de quienes hacen las leyes en su propio beneficio y co-gobiernan con una clepto-progresía que no le cede en materia de mediocridad. Para reír, o llorar, eso ya depende de cada cual...

aborto

“Antes de abortar hay que preguntarle al feto”


Discusión en cámara de diputados por ley de aborto regaló frases inmortales esculpidas por nuestros parlamentarios.

Escribe Arturo Alejandro Muñoz


Zäi jian, Confucio; yasou, Sócrates; salve, Cicerón; shalom Jesús; au revoir Voltaire; bye bye Lincoln; sayonara Kioto… ¡con dolor de mi corazón debo decirles adiós, adiós!, pues ustedes y vuestros pensamientos han sido superados en Chile por algunos de los más brillantes cerebros de la actualidad, los cuales pueblan un hemiciclo que se conoce con el nombre de Congreso Nacional.
Una sabia frase japonesa aconseja: “Procura que tus palabras sean mejor que el silencio”. La muchachada del poder legislativo debería comprar un par de grandes lienzos, pintar esa frase en ellos y colgarlos tras la cabecera de la directiva de cada cámara para leerla diariamente hasta internalizarla y hacerla piel.
Es que, como escribió el humorista español Enrique Jardiel Poncela, “los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa”. Y no sólo el programa, sino también la ideología.
Claro, porque “Lo que no convenzan mis palabras ni atemorice mi espada, mi oro lo comprará”. Hombre sabio eras Yugurta, aunque Cayo Mario y Lucio Sila –poco dados a la filosofía– te dieron el bajo con sus legiones y se llevaron tus riquezas a Roma; pero, alégrate bravo rey de los númidas, ya que tu frase surcó siglos y se hizo carne en los politicastros de hoy.
Y ese oro (que en estos tiempos se llama “dólar”, “euro”, “yuan”) es el que se agencia fácilmente conciencias, votos y voluntades.
De ello sabe bien –y mucho– la iglesia católica apostólica romana, que políticamente es consciente de contar con dos mil años (20 siglos) de experiencia. No existe en el planeta un partido que se acerque siquiera a tamaña experiencia política. Pero, no crea usted amigo lector que se trata solamente de experiencia… también tiene el oro. Con ambos elementos mueve sus piezas; o mejor dicho, sus peones.
Y ahí están estos estultos hablando sandeces, argumentando ridiculeces, tratando de hacerlas pasar por pensamientos relevantes en plena discusión legislativa por el asunto de las tres causales para despenalizar el aborto. A la iglesia no le preocupa que sus peones pontifiquen sandeces que los ridiculizan. Le interesa únicamente que defiendan lo que desea que sea defendido. Además, si sus peones son unos imbéciles sin fronteras, tanto mejor, más fácil y menos problemático le resulta manejarlos.
Algunas de las ‘perlitas’ de los anti-abortistas en el poder legislativo fueron las siguientes (las explicaciones son de mi capote):
Andrea Molina (UDI): “Antes de abortar hay que preguntarle al feto” (¿los fetos pueden hablar, tal vez la diputada quiso hacer referencia a la capacidad que dice tener Pablo Longueira para conversar con quienes se supone no hablan, como es el caso del espíritu de Jaime Guzmán).
José Manuel Edwards (RN): ““Despenalización del aborto es tan grave como permitir la esclavitud” (busqué desesperadamente una conexión entre ambos, aborto y esclavitud, pero reconozco que no fui capaz de encontrarla).
Iván Norambuena (UDI): “El aborto facilita el tráfico de órganos” (¡no me digan que algún órgano de un feto puede ser trasplantado a otro feto! Grande, diputado, grande…).
José Antonio Kast (UDI): “Solo una maquinación intelectual es capaz de decir que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo” (damas y caballeros, les presento la réplica siglo XXI del doctor Josef Mengele, nuestro criollo –aunque con apellido teutón– ‘ángel de la muerte’).
Iván Flores(DC): “Una mujer violada no está en condiciones de pensar” (machismo al galope).
Jorge Sabag (DC): “Adopción anticipada, crear un registro de familias, de parejas que estén interesadas en acompañar estos casos, una especie de lista de Schindler” (sí, leyó bien, amigo mío… una especie de ‘lista de Schindler’… ¿Sabag se refería a los fetos o a los recién nacidos o a ambos, para salvarlos de qué, del holocausto nazi?).
Gustavo Hasbún (UDI): “Legalizar la eugenesia significa que se acabó la Teletón…” (Brillante defensa del bolicheo comercial, del emprendimiento almacenero, de la plata, el negocio, la bolsa… ¿No? ¿Quiso defender el no-aborto?… chanfle… entonces es bastante imbécil este tipo).
Estas opiniones son tan estúpidas como las preguntas que un fanático pro aborto pudiese hacer en ese mismo sacro hemiciclo, por ejemplo: si según la iglesia y los anti abortistas los fetos son ya seres humanos, ¿por qué entonces no los bautizan, porqué no les dan cristiana sepultura con velorio, misa y sepelio?
Más allá de las tonteras anteriores, lo que resta en el platillo es claro y contundente. Quienes con ardiente pasión se declaran pro-vida, después son –en su mayoría– acérrimos opositores a que el estado financie la educación y la salud de los preescolares y escolares. Es decir, guerreros defensores del pre-natal… pero partidarios de la lucrativa eutanasia post-natal.
Se trata además, exactamente, de la posición que sostiene la iglesia vaticana al respecto: No al aborto, pero SÍ al cobro en la educación, ya que esta constituye uno de sus principales fuentes de ingreso a nivel mundial.
A final de cuentas, para la derecha, para el beaterío y para muchos mega empresarios, luchar contra el aborto se reduce principalmente a mantener bajo estricta vigilancia la tasa de nacimientos, que en pocos años se va traduciendo en mano de obra barata, ansiosa de ocupar un puesto de trabajo sin importar en demasía el volumen del pago.
Por ello, entonces, los ‘honorables’ peones usados por esos tres estamentos en el Congreso Nacional son desvergonzados e hipócritas, caras dura, doble estándar, sepulcros blanqueados … pero no ingenuos.
Saben que hacen el soberano ridículo ante esa fracción del electorado que lee y entiende lo que lee. De allí se desprende el por qué cobran caro y exigen mantener su puesto en la mesa de la gran cena neoliberal. Eso les basta. La iglesia y el gran capital están dispuestos a tal pago; por ello, seguirán en lo mismo, ahora y siempre.