Uruguay - Negociación trancada para el servicio doméstico
Más desempleo y frenazo salarial
Negociación trancada para el servicio
doméstico
Trabajo duro. El desempleo golpeó
especialmente en el trabajo doméstico y la pérdida de puestos laborales aparece
como un argumento para no realizar aumentos salariales sustanciales. En el
sector sienten que, por primera vez, el gobierno les suelta la mano tras siete
años de conquistas y avances.
Paula Barquet
El País, Montevideo, 13-2-2016
En 2015 se perdieron 7.300 puestos en el
trabajo doméstico. Aunque esto ocurrió en un contexto de deterioro general del
mercado laboral uruguayo —el desempleo pasó de 6,5% a 7,5%, y hay 28.000
puestos menos—, el de las domésticas es el segundo sector más afectado, luego
de la industria manufacturera. En 2014 se calculaba que había unas 100 mil
trabajadoras, de modo que la disminución representa cerca del 7% de ellas.
El dato surge de un informe de la
consultora Deloitte en base a cifras del Instituto Nacional de Estadística
(INE). La información, difundida hace una semana, proviene de las encuestas que
el INE hace mes a mes en los hogares, es decir, de lo que declararon los
uruguayos. Incluye tanto a las trabajadoras regularizadas en el Banco de
Previsión Social (BPS) como a las que están "en negro".
¿Cuál puede ser la explicación? En estos
días se manejaron distintas hipótesis, desde los escollos que supone la
formalización de un trabajo que buena parte de la sociedad aún no ha aceptado
como tal, hasta la posibilidad de que el aumento salarial conquistado en los
últimos años resulte hoy desmedido para la capacidad de los empleadores.
Lo cierto es que el dato tiene sus
implicancias. El grupo 21, que desde 2008 reúne a las partes involucradas en el
trabajo doméstico —el Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas, por las
trabajadoras, y la Liga de Amas de Casa, por los patrones, con delegados de la
Dirección Nacional de Trabajo en el rol de mediadores—, es uno de los que
todavía no ha llegado a un acuerdo en los Consejos de Salarios. Y, según supo
El País, la pérdida de puestos laborales tiene su que ver.
Distintos integrantes que están
participando de la negociación colectiva contaron que el sindicato, asesorado
por el Pit-Cnt, presentó una propuesta de aumento muy superior a la que planteó
el Poder Ejecutivo. El argumento del gobierno —y no de la Liga de Amas de Casa—
fue, según las fuentes, que un aumento salarial importante podría impactar y
profundizar la desocupación.
En el sindicato la reacción fue de sorpresa.
Varias de las delegadas sintieron que por primera vez el gobierno no estaba de
su lado. Hasta ahora la puja había sido con quienes han asumido la
representación de la parte empleadora y el Ejecutivo había amparado a las
trabajadoras. Consultada por El País, la presidenta del sindicato, Lucía
Gándara, no quiso confirmar esta información pero tampoco la negó, amparándose
en que lo que se habla en los Consejos es confidencial.
El mismo motivo esgrimió la directora
del Observatorio del Ministerio de Trabajo, María José González, para no
revelar el análisis que esa unidad ha hecho respecto al dato proveniente del
INE. "Por ahora son insumos internos para el trabajo del ministerio",
dijo, aunque sí confirmó que es información en su poder y agregó que la unidad
"ha transferido información a varios grupos" a modo de
"asesoramiento", entre ellos el grupo 21.
Incluso, González explicó que la
cantidad de puestos laborales perdidos es el único cálculo posible sobre 2015
con la información disponible a la fecha. Recién en abril se podrá profundizar
en otros aspectos como la remuneración, las edades o la distribución geográfica
de quienes se desempeñaron en el trabajo doméstico el año pasado.
El abogado Juan Ceretta, que por un
convenio entre el BPS y la Udelar dirige un consultorio que asesora
jurídicamente a las domésticas, se manifestó contrario a "frenar un aumento
salarial medianamente razonable en un sector históricamente postergado"
por una disminución de la oferta de empleo. "En sectores que todavía están
muy sumergidos no se puede utilizar ese argumento porque es como decir que como
no hay trabajo, tenemos que tener trabajadores en situaciones indignas, solo
para mantener la fuente laboral. Así podríamos justificar la esclavitud. No
podemos razonar así en este caso. La pérdida de puestos de trabajo, ¿se evita
pagando salarios de hambre a más trabajadoras?", lanzó.
En definitiva, el acuerdo salarial en el
sector sigue pendiente. Mabel Lorenzo, presidenta de la Liga de Amas de Casa,
dijo que confía en una pronta resolución del asunto y destacó que el convenio
anterior venció recién el 31 de diciembre. Según supo El País, hasta ahora han
tenido cinco reuniones y la próxima es el miércoles 17. El plazo máximo que
había previsto el gobierno para cerrar las negociaciones en todos los grupos
era el 15 de este mes.
Los motivos
Más allá de la negociación salarial, los
involucrados ensayaron distintos motivos para explicar la pérdida de puestos de
trabajo.
Uno es la pérdida de poder adquisitivo
de los empleadores que, como bien resalta Lorenzo, en su mayoría son también
empleados. En la Liga de Amas de Casa se inclinan por este argumento: estos
empleadores-empleados se encontraron con menos ingresos en 2015, lo cual afectó
su capacidad de contratar gente.
Para Ceretta también es
"razonable" pensar que la desaceleración de la economía incidió, ya
que el servicio doméstico "es algo de lo que habitualmente uno puede
prescindir". De todas formas, advirtió que es un sector en el que la
pérdida de puestos laborales no necesariamente es algo negativo, ya que puede
haber habido un traspaso a otros rubros. Históricamente, agregó, cuando a la
industria manufacturera le fue mejor, bajó la cantidad de trabajadoras
domésticas.
Otra hipótesis es que el salario haya
aumentado en forma "desmedida" en estos años y ya no esté al alcance
de una parte de la sociedad. En 2008, antes de que se acordara el primer
convenio colectivo, el salario mínimo del sector era $ 3.550. Luego de la
negociación pasó a $ 4.260. Siete años después, en enero de 2015, el mínimo se
fijó en $ 11.945. Siempre nominales y por 44 horas semanales. El salario mínimo
nacional es $ 11.150 mensuales (370 dólares al cambio actual).
En definitiva, entre 2008 y 2015 la
remuneración de las trabajadoras domésticas creció 180% y triplicó el
crecimiento del nivel general de precios de la economía (medido por IPC). A
precios de 2015, aquel salario de 2008 sería $ 6.825. Al comparar ese valor con
el salario mínimo actual, resulta que la capacidad de compra de las empleadas
domésticas más sumergidas aumentó 75%.
Para Gándara, del sindicato, el
crecimiento salarial no constituye un argumento válido. "Sabemos que si
despiden a una, contratan a otra que trabaje menos horas o que pida menos
plata", alegó.
Un motivo que reúne más consenso es la
formalidad hoy requerida para tener una empleada doméstica. Lorenzo reconoció
que si bien están "contestes" del proceso que se ha dado a favor de
los derechos de las trabajadoras, "muchas veces al empleador le cuesta
asimilar un montón de cosas que se han sumado" desde la aprobación de la
ley de trabajo doméstico, en 2008: la formulación del recibo de sueldo cada
mes, el pago de una prima por antigüedad, otra prima por presentismo, entre
otras cosas. "No es que el empleador no se quiera ocupar. Es que a veces
persiste la dificultad de conocer a pleno las obligaciones y responsabilidades
de cada uno", aclaró Lorenzo.
De las cifras del BPS no se desprende
que las trabajadoras hayan pasado a la informalidad. De hecho, las domésticas
que aportan a la seguridad social han aumentado progresivamente año a año. En
2008 había 35.000 y hoy ascienden a 73.000. De todas formas, no se sabe qué
proporción representan del total de trabajadoras domésticas porque la cantidad
de empleadas informales es un dato incierto. Según las cifras que maneja el
Observatorio del Ministerio de Trabajo en un informe de 2015, las domésticas
(incluidas cuidadoras de niños y ancianos) son unas 100 mil en total. El
sindicato, en cambio, estima que hay hasta 200 mil en todo el país. Y también
desconfían que se hayan perdido 7.300 puestos laborales en 2015, como revelan
las encuestas del INE. Al fin y al cabo, ellas mismas han visto mentir a sus
patrones en esas instancias. (Producción: Felipe González)
El gremio dice que no tienen libertad
sindical
En el Sindicato Único de Trabajadoras
Domésticas están convencidas de que en su sector hay despidos indirectos por
participar de las actividades del sindicato. Lucía Gándara, su actual
presidenta, aseguró que todas las que han sido delegadas, a la larga, se han
quedado sin trabajo "por salir a la prensa".
De hecho, ella hoy está desempleada. Las
que asumen la representación de las otras no tienen fueros sindicales, o sea
que no pueden dedicarse 100% a las tareas. Todo esto repercute, a su entender,
en una escasa difusión de los derechos que tienen como trabajadoras, sobre todo
en el interior. "Muchas arreglan sus asuntos y se olvidan del
sindicato", lamentó. Por otra parte, Gándara destacó el reconocimiento que
tiene Uruguay en el mundo por la ley de trabajo doméstico.
Las cifras
15% de las mujeres ocupadas en el
período 1998-2014 se han dedicado al trabajo doméstico. En 2014 eran el 13,6%.
Es un sector extremadamente femenino: el 99% son mujeres.
100.000 trabajadoras domésticas hay en
Uruguay, según estimaciones del Ministerio de Trabajo en base al INE. En el
sindicato de trabajadoras domésticas calculan que son entre 150 y 200 mil.
73.000 son las trabajadoras que están
inscriptas en el BPS. En 2008 eran 35.000, la formalización ha aumentado
progresivamente año a año aunque faltan decenas de miles.
44% llegaron a completar educación
primaria solamente. En el resto de las personas ocupadas este porcentaje es
prácticamente la mitad. A su vez, el 40% son jefas de hogar.
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