Guatemala - Cara y cruz de la “primavera” guatemalteca

Posted by Correo Semanal on lunes, noviembre 30, 2015

La “cara” de la “primavera” guatemalteca es el despertar de la conciencia ciudadana indignada contra la corrupción, expresada también en la derrota en la primera vuelta electoral de Manuel Baldizón. La “cruz” son los resultados de la segunda vuelta: un comediante Presidente apoyado por los militares. ¿Qué balance hacer? ¿Qué le depararán al país estos resultados? El gran desafío de la sociedad civil indignada será continuar vigilando activamente al nuevo gobierno.

Juan Hernández Pico, corresponsal en Guatemala
Revista Envío 4O4, Managua, noviembre 2015

Mucha gente siguió con admiración y sigue admirada de lo que el pueblo guatemalteco logró en seis meses de protesta ciudadana en las calles. Es también necesario mirar con ojo crítico lo que se logró o no se logró en la llamada “primavera” guatemalteca.
 En medio del entusiasmo, nos preguntábamos lo que podrían llegar a significar las multitudinarias manifestaciones de hartazgo con la corrupción imperante en el país y en el gobierno. Nos preguntábamos si este movimiento significaría ya el final de la época que comenzó con el derrocamiento del Presidente Arbenz y la cancelación de su programa democratizador y modernizante durante la década de la llamada “revolución guatemalteca” (octubre 1944- julio 1954), etapa que abrió tantas rutas de esperanza para el campesinado, especialmente por la reforma agraria.
 A aquella esperanza siguió una contrarrevolución, una época marcada por el conflicto armado interno que inició en 1960, con un levantamiento de un sector inconforme del Ejército, y se prolongaría hasta 1996, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz entre la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y el gobierno de Álvaro Arzú, después de pagar el altísimo precio de más de 200 mil víctimas mortales.

En la búsqueda de una nueva Nación
Los Acuerdos de Paz eran el proyecto de una nueva nación, sólo fueron incorporados como Ley de la República durante la Presidencia de Óscar Berger(2004-2008) y no fueron cumplidos a cabalidad, frustrando así la esperanza que despertaron. La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), creada en 2006, por acuerdo de Naciones Unidas con el gobierno de Berger, fue también fruto de los Acuerdos de Paz. Durante ocho años llevó a cabo investigaciones dirigidas a enfrentar la corrupción estatal y la corrupción que la abriga. Desde 2013 comenzó a dirigirla el magistrado colombiano Iván Velásquez, contando desde 2014 con el apoyo del embajador de Estados Unidos en Guatemala, Todd Robinson.

El desencadenante
En 2015, la CICIG y la Fiscal General de la República, Thelma Aldana, quien preside el Ministerio Público, dieron a conocer una investigación que descubrió la operación ilegal clandestina “La Línea”, dedicada a defraudar al Estado en cantidades importantes de los impuestos aduaneros, cobrando sobornos a los importadores a cambio de rebajarles esos impuestos.
Numerosos altos funcionarios del gobierno fueron acusados y encarcelados. La Vicepresidenta Roxana Baldetti apareció implicada con su secretario privado, Juan Carlos Monzón. Poco después se hizo público otro fraude, esta vez en el Seguro Social, que provocó la muerte de 18 personas por tratamientos de hemodiálisis ineficaces por estar falsificados. A estos escándalos se sumó el ridículo contrato millonario tramitado por Baldetti para “purificar” el lago de Amatitlán…con agua salada.

La hazaña ciudadana
Todo esto encendió la llama de la indignación ciudadana. El 25 de abril, 30 mil personas, principalmente de clases medias, se manifestaron en la capital contra la corrupción. Exigían la renuncia de Baldetti y también la del Presidente Otto Pérez Molina. Desde ese día hasta el 25 de agosto, cuando la CICIG exigió el enjuiciamiento de Pérez Molina, las manifestaciones no se detuvieron propagándose de la capital a las cabeceras urbanas departamentales y sumando finalmente a organizaciones de campesinos e indígenas de zonas rurales.
 Fue una hazaña haber logrado poner al descubierto la corrupción de los máximos funcionarios del gobierno. Y fue una hazaña aún mayor mantener durante meses la indignación de la gente con incesantes manifestaciones hasta que Baldetti y Pérez Molina renunciaran, fueran enjuiciados y encarcelados, negando incluso la Corte de Constitucionalidad los amparos que ambos presentaron.
 En el interregno, el Vicepresidente electo por el Congreso tras la renuncia de Baldetti, Alejandro Maldonado, tomó posesión de la Presidencia. De la terna que presentó, el Congreso eligió como su Vicepresidente a Juan Alfonso Fuentes Soria, un odontólogo, incompetente ex-rector de la Universidad de San Carlos, un hombre profundamente conservador.

Las sorpresas de la primera vuelta
Con estos insólitos antecedentes se celebraron el 6 de septiembre las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales sin modificar la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). La demanda de la sociedad indignada reclamando que no se celebraran elecciones mientras no se reformara esa ley, no tuvo la misma relevancia que la demanda por la renuncia de Baldetti y de Pérez Molina.
 El Congreso, que debía haber reformado la ley, cuenta con mayoría de congresistas corruptos e hizo todo lo posible por domesticar el proyecto de LEPP enviado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y por retardar su envío a la Corte de Constitucionalidad, trámite necesario por tratarse de una ley de rango constitucional.
 Los resultados de las elecciones fueron sorprendentes, aunque las últimas encuestas previas los habían adelantado. Hubo un 71% de asistencia a las urnas, cifra muy elevada para lo que es habitual en Guatemala. Una persona por la que nadie hubiera apostado cinco meses antes, el comediante Jimmy Morales, creador y administrador del programa de televisión “Moralejas”, en el que actúan él y su hermano, quedó en primer lugar con más de un millón de votos, el 23.85% del total de los sufragios.
 A Morales lo lanzó como candidato el Frente de Convergencia Nacional (FCN), creado por la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (AVEMILGUA), coaligado con otro partido apenas conocido, llamado Nación. En segundo lugar quedó Sandra Torres, divorciada del ex-presidente Álvaro Colom (2008-2012), candidata del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), creado por Colom.
 Aunque la tendencia de Torres en las encuestas iba creciendo, ocupaba el tercer lugar en preferencias detrás de Manuel Baldizón, candidato de Libertad Democrática Renovada (LIDER). La tendencia se confirmó y Torres obtuvo casi un millón de votos, con el 19.76% del total de los sufragios. La segunda sorpresa de las elecciones, y probablemente la de mayor calado, fue que Baldizón quedara en tercer lugar, con el 19.64% de los votos y quedara fuera de la segunda vuelta.
 Los votos nulos y la abstención sumaron un 10% y fueron el “cuarto lugar” ese día. En quinto lugar quedó Alejandro Giammatei, candidato de FUERZA, absuelto en un proceso por su presunta complicidad en el asesinato de varios presos en 2007, cuando era director del sistema penitenciario. Obtuvo el 6.45% de los sufragios. El sexto lugar fue para Zury Ríos, hija del general retirado Efraín Ríos Montt, de tenebroso pasado. Ganó el 5.89% de los votos. Otros cinco candidatos se repartieron el 15% restante.
 El resultado más notable de estas elecciones fue la derrota de Baldizón y no el triunfo de Morales. Que Baldizón no ganara fue la consecuencia más importante del cambio de óptica que supuso la indignación mayoritaria de la población guatemalteca rechazando la corrupción de la política.

“Baldizón le toca a Guatemala”
En las elecciones de 2011 Baldizón quedó en segundo lugar, perdiendo en segunda vuelta ante Pérez Molina .Desde hace 20 años y después de cinco elecciones presidenciales, el perdedor en una elección era siempre el ganador de la siguiente. Portillo perdió contra Arzú en 1995 y ganó contra Berger en 1999. Berger ganó contra Colom en 2003 y Colom ganó contra Pérez Molina en 2007. Pérez Molina ganó contra Baldizón en 2011.
 Ahora, pues, “le tocaba” a Baldizón y él había hecho de esa serie de probabilidades el eje de su seguridad. Hasta lo transformó en consigna central de su multimillonaria campaña electoral, convirtiéndolo en una especie de destino personal que proclamó a los cuatro vientos por todos los rincones del país.
Al pasar la frontera entre El Salvador y Guatemala por Las Chinamas, en el departamento salvadoreño de Ahuachapán, y entrar al municipio de Valle Nuevo en el departamento guatemalteco de Jutiapa, ya se empezaban a ver a lo largo de los dos lados de la carretera piedras y árboles pintados de rojo y grandes vallas en las que se leía: “LIDER. Baldizón le toca a Guatemala. Te toca Jutiapa. Le toca al pueblo”. Más adelante, ya en otro departamento: “LIDER. Baldizón le toca a Guatemala. Te toca, Santa Rosa. Le toca al pueblo”. Y en la capital “LIDER. Baldizón le toca a Guatemala. Te toca Guatemala. Le toca al pueblo”... El arrogante eslogan se repetía en todas las calles.

“¡No le toca Baldizón!”
Su partido lanzó otras consignas prometiendo empleo, trabajo, educación y salud, en una especie de cuernos de la abundancia a punto de derramarse sobre el país. Y en el último mes antes de las elecciones, se multiplicaron desde las fronteras hasta la capital, y también en la capital, otras vallas con esta consigna: “Vota por el gran LIDER, Guatemala”.
Hasta que en las manifestaciones indignadas de los sábados entre abril y agosto empezó a escucharse con fuerza de labios de mucha gente: “¡No le toca!”, “¡Baldizón, no te toca!” Gran parte de la población guatemalteca derrotó la multimillonaria presunción de este candidato 4 a 1 en la primera ronda de las elecciones. Una lección, esta sí bastante laudable, contra la arrogancia del infalible poder del dinero derrochado a manos llenas y contra el insulto a la capacidad de discernimiento de la población votante.
 A pesar de eso, LIDER ganó la más numerosa bancada en el Congreso (45 de los 158 diputados) y un buen número de alcaldías. Una semana después de las elecciones, Baldizón renunció a su partido y se retiró de la actividad política, demostrando que no sabe perder y seguir luchando después de una derrota, a no ser que su decisión haya sido sólo una estrategia para regresar más adelante con renovadas fuerzas. Tal vez por eso rogó encarecidamente a los miembros de LIDER electos al Congreso que no se pasen a otros partidos, transfuguismo que él mismo propició descaradamente ofreciendo un pingüe futuro a congresistas de otros partidos para que se pasaran al suyo. Al menos por lo que toca al aún vigente Congreso, no lo logró y no pocos congresistas de LIDER empezaron a formar una bancada independiente.

El triunfo del comediante
La cruz de la cara de la primera vuelta electoral fue la votación en favor de Jimmy Morales resultado presagiado ya en la primera vuelta.
 Jimmy Morales ganó la segunda vuelta del 25 de octubre con algo más de 2 millones 750 mil votos, el 67.44% de los emitidos válidamente, mientras Sandra Torres obtuvo algo más de 1 millón 300 mil votos, el 32.56% del total.
Votó el 56.32% de los electores, alrededor de un 15% menos votantes que en la primera vuelta, lo que ha sido normal en muchas otras elecciones con dos vueltas.
 El triunfo de Jimmy Morales se dio, a pesar de que en las cuatro presentaciones o foros en las que debatió con Sandra Torres, se reveló como un candidato sin programa y con el único activo del dominio que tiene del escenario. Torres sí presentó una elaboración política semejante a un programa de gobierno. En uno de esos foros televisados Morales arrancó de las manos a Torres un ejemplar del semanario “Contrapoder”, que la candidata había llevado y estaba leyendo para confirmar las acusaciones que existen contra Morales, afiliado a una iglesia evangélica pentecostal.

Domina el escenario
Jimmy Morales afirma ser economista. Habló de ese título durante la campaña, sin mostrarlo y sin mencionar su procedencia universitaria. Mientras no lo muestre, creeremos que tal vez no haya pasado de algunos estudios de administración de empresas. El haber aireado que lo tiene indica que, bajo su dominio escénico, tiene clara conciencia de su falta de competencia para el cargo al que aspiraba.
 Morales sabía bien que su gran baza política era precisamente presentarse como no perteneciente a la “clase política” y por eso, libre de la avaricia y la corrupción que la mayoría del pueblo guatemalteco relaciona hoy con todos los políticos sin excepción.

Lo apoyan los militares
Durante la campaña, Morales no pudo alzar la bandera de quienes le apoyan, porque entre esos apoyos se encuentran algunos de los militares más ensangrentados con la estrategia de masacres, tierra arrasada, secuestros y desapariciones que el Ejército empleó para imponerse en el conflicto armado. Entre sus apoyos hay militares que se sintieron traicionados por los Acuerdos de Paz, aquellos que han afirmado: “Ganamos la guerra con las armas y perdimos la paz en la mesa de negociaciones”.
Durante el Gobierno del general retirado Otto Pérez Molina, esos veteranos militares desencadenaron una firme y costosa ofensiva ideológica. Se trata de los militares a quienes no pocos de los miembros de la oligarquía económica de este país apoyaron durante el conflicto armado, según lo consignó en su momento la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Naciones Unidas.
Uno de ellos, el coronel retirado Edgar Ovalle, electo ahora como diputado al Congreso, estuvo asignado a la fuerza de tarea que cometió masacres contra las poblaciones del Triángulo Ixil en el Quiché en 1983. Estuvo también en 1984 en Cobán (Alta Verapaz), donde se encontraron enterramientos masivos en el puesto militar de comando. Escuché de fuente creíble y honesta que en un foro público, Ovalle afirmó que el mayor obstáculo para la lucha contra la violencia en Guatemala son los Derechos Humanos.

¿Sabían de ese apoyo?
El interrogante inevitable ante los resultados electorales es: ¿Qué porcentaje de quienes votaron por Jimmy Morales sabía y valoraba el respaldo de veteranos militares a su candidatura, evidenciado por la “marca” del partido que lo presentó como candidato? ¿Y en qué sentido valoraba ese respaldo?
 Si de gente bienintencionada hemos escuchado que “a Sandra no se la puede votar porque fue guerrillera”, ¿no se debe concluir que los militares y la oligarquía del dinero, a la que defendían los militares, son los ganadores de las elecciones? Siempre, y especialmente durante el endurecimiento de su combate ideológico en el reciente periodo presidencial, no han dejado de afirmar: “Nosotros peleábamos para salvar a Guatemala del comunismo internacional”, dando a entender que la sangre que inevitablemente se derrama en una guerra no es comparable: la de los militares es patriótica y la de los guerrilleros es vendepatria.
 ¿No fue ése el mensaje subliminal que “leyó” una parte importante de la mayoría que eligió a Jimmy Morales? En todo caso, más allá de las capacidades y errores de Sandra Torres, acusarla de guerrillera y por eso retirarle el voto hace inservibles los Acuerdos de Paz, que le dieron a la organización guerrillera pleno derecho de ser un partido, una organización nacional autorizada a competir en cualquier espacio político.

¿No es un político?
La imagen con que se estrenó en el escenario político Jimmy Morales fue la de no pertenecer al sector de los “despreciables políticos”, a los que se coloca a todos bajo el mismo sombrero de la corrupción.
 Pero Morales ya había corrido en 2011 para alcalde de Mixco, el segundo municipio más poblado de Guatemala, y quedó en tercer lugar. Y corrió para ese cargo por el mismo partido por el que corrió ahora para Presidente de la República, partido fundado por veteranos militares, de quienes todo se puede decir menos que no hayan estado metidos hasta el cuello en la política guatemalteca, con un partido propio y compitiendo financiera y agroindustrialmente con la gran empresa oligárquica del país.
 Ésa es la cruz de la cara de la “primavera” guatemalteca. La cara es haber contribuido a desenmascarar la corrupción de un Presidente, militar retirado de alta graduación, y de varios de sus colaboradores, también relacionados con la institución militar y con su especialidad de “inteligencia”. La cruz es que salimos de un gobierno dominado por antiguos militares especializados, por prejuicios ideológicos, en los sistemas de investigación de gente “sospechosa”, y hemos caído en un gobierno que será presidido por un Presidente respaldado por veteranos militares sin escrúpulos.

¿Por qué perdió Sandra Torres?
¿Por qué Sandra Torres no tuvo éxito? Bastantes personas consultadas afirman que no domina el arte de la comunicación, lo que la colocaba en gran desventaja ante un maestro del escenario como Jimmy Morales.
 Afirman también que no consigue simpatizar con la gente. Es una persona -dicen- tremendamente trabajadora, empeñada en hacer realidad programas sociales, una persona con gran sensibilidad social, pero que arrastra también la fama de ser clientelar con la población a la que beneficia con esos programas. Esto aseguran, aunque sin analizar cada uno de los varios programas sociales que promovió durante el gobierno de Álvaro Colom.
 Juan Alberto Fuentes Knight, quien fuera Ministro de Finanzas en el gabinete de Colom, afirma en su libro “Rendición de Cuentas” que Sandra Torres, entonces esposa de Colom y encargada de una especie de “ministerio” de acción social, exigía autoritariamente para sus programas porciones del presupuesto ya asignadas a otros rubros, desequilibrando así la ejecución del presupuesto nacional. Fuentes Knight dice que no tuvo otra salida más que renunciar.
 En los varios foros en los que debatió con Morales, Sandra Torres se enfocó más en atacarlo que en transmitir al auditorio la seriedad de sus programas de gobierno. “Sandra es inteligente, increíblemente trabajadora, pero no sabe ganarse a la gente”: así la describen personas que la conocen bien. El hecho es que fue percibida como una “política” y cargó con toda la indignación que “los políticos” han suscitado en el país. Y mucha gente se inclinó por quien tenía apariencia de provenir de un “territorio” no político, que creaba la ilusión de ser un territorio ajeno a la corrupción.
Tendremos más claro el panorama cuando Morales presente su gabinete y los funcionarios que nombrará para otros cargos no menos importantes en el tejido de su administración. No ofrece muchas garantías sobre su capacidad de elegir a gente competente el hecho de que haya escogido como fórmula para Vicepresidente a Jafeth Cabrera Franco, quien no se distinguió cuando fue rector de la Universidad de San Carlos en el período 1994-98. Mejor suena el anuncio de que pedirá que las personas que nombre para su gobierno reciban un certificado de honestidad de la CICIG.

Resultados en el Congreso
La elección presidencial no puede desviar la vista de la elección de los congresistas en la primera vuelta electoral del 6 de septiembre. El Congreso unicameral de Guatemala tiene 158 curules. 120 congresistas se presentaron a la reelección: 70 fueron reelectos y 50 perdieron su curul. Éste es ya un dato importante: el nuevo Congreso estará formado por una mayoría (88 vs. 70) de congresistas que trabajarán por primera vez en el primer Poder de la República. “Trabajarán” no es una afirmación de segura dedicación al bienestar del país, sino una expectativa arraigada en la población, que desea ver el fin de Congresos dedicados a interpelar ministros y a dejar pasar el tiempo sin lograr legislar para el bien común o sin reformar leyes que no funcionan.
Una novedad importante en la composición del futuro Congreso es que la población ejerció el voto cruzado. Desechó al presidenciable y a la presidenciable, líderes de sus partidos, pero eligió congresistas de los dos partidos que resultaron finalistas y no ganaron la Presidencia. LIDER obtuvo 45 congresistas y la UNE consiguió 32. Los partidos de las dos principales candidaturas presidenciales derrotadas se acercan a tener juntos la mitad de las bancas del Congreso.
TODOS, un partido formado por la coalición de disidentes de la UNE con los Verdes, cuyo líder, Roberto Alejos, fue tres veces Presidente del Congreso en tiempos del Presidente Colom, consiguió 19 escaños. El nombre de este partido alude a la mezcla en su ideología “de centro” (socialismo cristiano, socialdemocracia y socioliberalismo).
Tal vez el voto más sorprendente fue el que dio pervivencia al Partido Patriota (PP) de Pérez Molina, cuya principal organizadora fue la ex-Vicepresidenta Baldetti. Consiguió 18 escaños.
 El FCN, Frente de Convergencia Nacional-Nación, partido que eligió con más de dos tercios de los sufragios válidos al binomio Morales-Cabrera, sólo consiguió 11 congresistas.
 Viene después en orden de congresistas el partido Encuentro por Guatemala (EG), liderado por la diputada Nineth Montenegro, electa ya cinco veces, que consiguió 7 congresistas. Con el mismo número de bancas quedó el partido Unión del Cambio Nacional (UCN), cuyo líder de centro-derecha, Mario Estrada, lleva ya presentándose tres veces como candidato a la Presidencia de la República. Visión con Valores (VIVA), de corte militarista, que llevó como candidata a la presidencia a Zury Ríos, ganó 5 congresistas, al igual que la coalición CREO (Compromiso, Renovación y Orden)-partido Unionista, formado con los restos de la fuerza política del ex-Presidente Arzú. El Partido de Acción Nacional (PAN) obtuvo 3 congresistas. En coalición, la URNG obtuvo 2, salvándose así de permanecer como partido. FUERZA, que llevó a Giammatei como candidato presidencial, obtuvo también 2 diputados. Y un nuevo partido, de membresía fundamentalmente indígena, CONVERGENCIA, que se presentaba por vez primera, consiguió 2 diputados.
Es evidente que con estos resultados ningún partido podrá liderar el Congreso. Serán necesarias las alianzas. No extrañaría ver a LIDER tratar de conseguir una coalición con el PP, el FCN-Nación, la UCN, CREO-Unionista y VIVA. TODOS está constituido principalmente por antiguos miembros de UNE y la pregunta es si podrán superarse los resquemores producidos por la separación.
 Diputados reelectos están bajo la amenaza del antejuicio que la CICIG y el Ministerio Público piden: Baudilio Hichos (LIDER, Chiquimula) y Gudy Rivera (PP, Guatemala).
 Es tarea pendiente analizar la dirección hacia la que se orientaron los votos para alcaldes en todas las municipalidades del país.

¿Un avance o un regreso?
La gran pregunta en Guatemala es si estos resultados, después de la movilización multitudinaria y “primaveral” de la sociedad civil, significarán o no el regreso restaurador de la derecha tradicional. Aún no lo sabemos.
 Para responder, no se debe olvidar que los intereses económicos de la oligarquía tradicional y los de la economía emergente, una de cuyas manifestaciones principales está en el Instituto de Previsión Militar, en el Banco del Ejército y en los negocios de los militares alrededor de la Franja Transversal Norte, no necesariamente coinciden. Más bien, se miran de trinchera a trinchera.
 La respuesta principal estará en la sociedad civil, que tiene hoy como desafío constituirse en estricto vigilante del Estado y de sus funcionarios en todas las instituciones para impedir que resurjan en el país Alí Babá y sus cuarenta ladrones. En esa vigilancia contarán con la CICIG, con el Ministerio Público y con la parte más sana de la judicatura.

 Mientras, al Congreso que votó contra Pérez Molina y que vio llenarse las calles de indignación ciudadana durante meses, le tocará todavía votar el presupuesto nacional para el incierto año 2016, que probablemente condenará al nuevo gobierno que se estrene el 14 de enero a administrar el país “en trapos de cucaracha”.