Paraguay - Rebelión en el campus
El campus universitario en Asunción
se convirtió en el mayor escenario de actividad política del país luego de la
huelga de los estudiantes. Sólo falta decisión política de las dirigencias de
los partidos de oposición y de las organizaciones campesinas y sindicales para
descabezar el poder estatal.
José Antonio Vera, corresponsal en
Asunción
Brecha, Montevideo, 9-10-2015
En esta hora paraguaya sólo falta
decisión política de las dirigencias de los partidos de oposición y de las
organizaciones campesinas y sindicales para descabezar el poder estatal,
operando sobre la sensibilización social que ha generado el cúmulo de denuncias
de corrupción que, desde hace tres semanas, está exponiendo el estudiantado que
ocupa el campus universitario en Asunción.
La persistente y bien organizada
protesta gana puntos todos los días. Los estudiantes se han permitido
desautorizar al aparato que venía rigiendo la enseñanza en general, el Consejo
Nacional de la Educación Superior (Cones), forzando la dimisión de su
interventor interino, el cura Michel Gibaud, proveniente de la Universidad
Católica. Su remplazante, el médico Aníbal Filártiga, renunció el martes 6,
apenas tres días después de asumir. Dijo que no puede trabajar con el Cones,
“por soberbio” y estar “integrado por personas que tienen intereses económicos
en la educación privada”.
La revuelta estudiantil logró también
que el Consejo Superior Universitario designara rector interino de la Una a
Ricardo Meyer, decano de Arquitectura, el único jerarca universitario que ha
merecido la confianza del estudiantado para negociar la liberación de los otros
11 decanos y el vicerrector, retenidos en las oficinas del rectorado durante 16
horas al principio del conflicto.
Meyer es uno de los tres candidatos
que puja en la carrera electoral por la Municipalidad de Asunción –que se
definirá el 15 de noviembre–, por el Frente Guasú y una decena de partidos,
movimientos y organizaciones sociales. A las acusaciones de corrupción
formuladas contra las autoridades de la educación se han sumado denuncias
contra los ministros de la Corte Suprema de Justicia, el fiscal general de la
nación y el propio presidente, Horacio Cartes. Medios de prensa publicaron por
estos días que en 1994 Cartes estafó al Estado en una operación por 35 millones
de dólares, lo que habría sido el inicio de su actual colosal fortuna. La Corte
de Justicia, a su vez, acaba de decidir que el ex comisario principal Eusebio
Torres, a quien en 1993 se despidió por haberse comprobado que bajo la
dictadura de Alfredo Stroessner había torturado a presos políticos, debía ser
reintegrado a su cargo y recibir los sueldos que no percibió desde entonces.
Pero todas las miradas están volcadas
a la universidad. El campus se convirtió en el mayor escenario de actividad
política del país, en el que convergen de día y de noche miles de ciudadanos,
sin bandería partidaria, aportando comestibles y ayudas a los estudiantes. La
educación en Paraguay es un concentrado de hechos de corrupción: los salarios
de los principales jerarcas de las ocho universidades públicas oscilan entre 7
mil y 20 mil dólares; figuran como docentes policías, militares, ex
parlamentarios, ex ministros, ex consejeros, ex diplomáticos que jamás han dado
clase, pero que cobran suculentos sueldos y que tienen como asesores a
choferes, jardineros, amantes…
Esta semana se reunió con Cartes una
delegación de liceales. Al término del encuentro los delegados estudiantiles
concluyeron que había sido inútil. “El presidente no respeta nuestro reclamo de
moralización y democratización de la política educacional, vieja usina de
mediocridad y prostitución cultural de varias generaciones”, dijeron. La
popularidad del movimiento estudiantil ha llegado a tal grado que el propio
Cartes se vio obligado a “felicitar” a los jóvenes por “hacer lío por una causa
justa”.
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