Sociedad o suciedad

Posted by Correo Semanal on jueves, agosto 06, 2015


guillermogiacosa1-240x225Escribe:  Guillermo Giacosa
Un viejo refrán español dice: “En boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso”. Y después está aquella vieja historia del muchacho que anunciaba falsamente la llegada de los lobos y que cuando éstos realmente llegaron nadie creyó al farsante que tanto los había asustado.
Dicen por ahí que las mentiras tienen patas cortas y también dicen “miente, miente que algo queda”. En fin, la mentira es una vieja compañera de la aventura humana y por más que se la haya descalificado y hasta satanizado sigue tan rozagante como siempre, y además ha probado que aun cuando sus patas son tan cortas como dice el refrán, se colocan zancos u otros adminículos que disfracen el pasado.
Hay un tango en la que el varón, en palabras dolidas, le pide a su “mina” (mujer) que lo engañe: “prefiero vivir de esta mentira que andar tras de la muerte sabiendo la verdad”. Creo que esta afirmación humillante dice mucho más de nosotros de lo que a primera vista parece decir.
No hace falta ver más que el descaro con el que los políticos mienten u ocultan para darnos cuenta que ser engañados forma parte de nuestro imaginario. Que preferimos una promesa falsa, que una verdad dolorosa.
Es como comprar tiempo, como pareciera que se compra en esas horrendas zonas hospitalarias de terapia intensiva donde, algunas veces, se alarga cruelmente el padecimiento a los enfermos o en esos tratamientos que procuran prolongar la vida del “cliente”, no ya al paciente, durante el mayor tiempo posible.
El hipercapitalismo hace que la sociedad sea suciedad. Somos, en los términos que maneja el actual mundo de las corporaciones, sucios, no socios. Sucios buscadores del máximo de ventajas con el mínimo de esfuerzo. Hedonistas puros, egoístas al extremo.
No estamos aquí para compartir en paz y armonía este breve período de conciencia llamado vida, sino para ver quién saca más beneficios, a costa del trabajo propio y de la expropiación del trabajo ajeno.
Según datos irrebatibles las ganancias y el poder del sector financiero, de las empresas y de las personas acaudaladas se han incrementado durante las últimas cinco décadas.
La aparición de islas de abundancia inaudita en regiones pobres y de páramos de inesperada pobreza en regiones que hasta ayer evidenciaban un nivel de vida envidiable (ver Grecia, España, Italia, Portugal, Irlanda, etc.) desnuda un modelo que es absolutamente ajeno a la justicia social, indiferente al sufrimiento humano y por sobre todo ciego, totalmente ciego, a las consecuencias sociales y medioambientales a las que nos arrastran estas políticas.
Si a este cuadro desolador le agregamos la desenfrenada batalla para apoderarse, por las buenas, por las regulares o por las malas, de los recursos naturales, podemos concluir diciendo que poco de bueno le espera a la especie humana y a la vida en el planeta en las décadas que vendrán.
Einstein advirtió durante la guerra fría: “Un mundo o ninguno” hoy podríamos decir: Sentido común o guerra infinita.