Grecia - Unidad Popular y la lucha por el “alma de Syriza”
Tras su dimisión, Tsipras busca
refundar su gobierno sobre una base completamente promemorandum. La izquierda
radical griega, congregada en Unidad Popular, debe ganarse la representación
política del NO en el referéndum.
Martin Mosquera
Marcha
Viento Sur
La dimisión de Tsipras y la
convocatoria a nuevas elecciones abre una nueva situación política en Grecia.
Está decisión del ahora ex Primer Ministro está lejos de deberse a un derrumbe
de su imagen y liderazgo político, producto de un impopular acuerdo con el
Eurogrupo, como se interpretó apresuradamente a la distancia. Si bien la
mayoría de la población se opone al nuevo acuerdo, el pueblo griego ve en
Tsipras a alguien que intentó plantar oposición al Eurogrupo y defender los
intereses nacionales, dentro de las reducidas posibilidades que dejaba la
Troika. Consciente de que todavía mantiene altos niveles de aprobación social,
con la convocatoria a elecciones Tsipras busca refundar su gobierno sobre una
base completamente promemorandum, evitando darle tiempo para organizarse a la
oposición interna en Syriza y antes de que los costos sociales del nuevo
acuerdo comiencen a corroer su liderazgo. La decisión, entonces, apunta a
sacarse de encima la resistencia que le impone su propio partido y,
principalmente, la Plataforma de Izquierda de Syriza, sobre la cual gravita
actualmente la oposición al nuevo memorándum.
A diferencia de otras experiencias de
cooptación política de formaciones de izquierda, que accedían al gobierno luego
de un largo y profundo proceso de burocratización e integración a las redes
institucionales y económicas de las clases dominantes (como fue el caso del PT
brasilero, por ejemplo), es difícil que Syriza se vuelva, súbitamente, un
partido promemorandum. Sus vasos comunicantes con los movimientos sociales y
las clases populares son fuertes, así como es significativo el peso de los
sectores radicales y anticapitalistas. Esto suscitó, desde incluso antes del
acceso al gobierno, un proceso de autonomización del “entorno presidencial”
respecto a los órganos y la disciplina partidaria. Todo lo cual estalló ante el
test decisivo que constituyó la firma del nuevo memorándum: el acuerdo encontró
oposición en el mismo gabinete, entre más de un tercio de los diputados y en la
mayoría del Comité Central. Entre las regionales y la militancia de a pie de
Syriza, la oposición al nuevo memorándum es casi unánime. Esto abre la puerta a
una lucha política decisiva en torno al “alma de Syriza”, de sus estructuras
reales, de sus cuadros y militantes. Se explica así que Tsipras convoque a
elecciones esperando refundar su Gobierno, y a la misma Syriza, antes que
enfrentar un congreso partidario que hubiese planteado una oposición a su giro
proausteridad.
Unidad Popular, el ala izquierda de
Syriza
En este contexto hay que situar la
aparición de una nueva formación política, Unidad Popular, convocada por la
Plataforma de Izquierda. Pese a que la capitulación de Tsipras constituye una
derrota de largo alcance para las clases populares europeas, la posibilidad de
que emerja una fuerza política con peso de masas, que sea heredera de la
experiencia organizativa de Syriza y de las lecciones de la experiencia
gubernamental de Tsipras (principalmente respecto a la necesidad de estar
dispuesto a una ruptura con el Euro), constituye un paso adelante de alcance
estratégico. Esta recomposición política acompaña una evolución de la
conciencia popular que hay que seguir atentamente: si bien el peso del
cansancio y el desánimo es fuerte, por la desmoralización social que suele ser
concomitante a la cooptación de líderes populares, también es significativo el
aprendizaje de masas en torno a la “jaula de hierro” neoliberal que constituyen
la Unión Europea y el Euro. Este proceso social, expresado paradigmáticamente
en el 61% del NO en el referéndum, es la tendencia de fondo que permite la
constitución de una formación política sobre bases programáticas y estratégicas
superiores a las ambigüedades de Syriza. Esta última se mantuvo siempre apegada
a la ilusión del “europeísmo de izquierda”, es decir, la pretensión de aplicar
un programa anti-austeridad en el marco de la UE y sin romper con el Euro, en
base a un compromiso con las autoridades europeas.
El proceso de conformación de Unidad
Popular abre la posibilidad para la emergencia de un partido anticapitalista de
masas, un instrumento político actualmente inexistente en Europa. Syriza nunca
llegó a tal punto: se trató de un partido de “lucha de clases”, conectado con
los movimientos sociales, pero con un programa “anti-neoliberal”, hegemonizado
por una dirección reformista de izquierda, proveniente del eurocomunismo. La
intervención en el enorme proceso popular encabezado por Syriza permite hoy a
la Plataforma de Izquierda convertirse en el pivote de un posible partido de
masas, reagrupando no solo al grueso de la militancia real de su partido, sino
también a sectores en ruptura con el sectarismo del KKE (partido comunista, de
tradición estalinista, del tipo “tercer periodo”), de Antarsya (un frente
anticapitalista que ha mantenido una política marcadamente sectaria y
abstencionista) e incluso sectores provenientes del PASOK.
Tenemos delante apenas unas semanas
“calientes”, donde se dirime buena parte de la suerte del próximo periodo
político, no solo en Grecia, sino a escala europea. La victoria de Tsipras
parece asegurada. Para la izquierda radical griega, que permanece fiel a lucha
anti-austeridad, se trata de establecer, en tiempo record, un instrumento
político que sea la representación política del NO en el referéndum. Una
herramienta organizativa que sea heredera de la experiencia de lucha de Syriza,
a la vez que su superación en el terreno programático y estratégico.
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