Chile - ¡La lucha por un Chile popular es posible!

Posted by Correo Semanal on martes, agosto 25, 2015


El movimiento popular tiene objetivos extraordinarios: debemos romper con la obsoleta máquina del Estado capitalista y construir otro aparato dando soluciones concretas a asuntos centrales para la edificación política, económica y cultural que reivindica nuestra democracia obrera, aquel régimen de lxs trabajadorxs que en tanto lo es niega la manera capitalista para así, de esta forma digo y sobre las ruinas de este modo de hacer las cosas, crear una sociedad más justa e inclusiva, la cual se rige por el valor de uso antes que por el valor de cambio que solo considera al hombre en su función mercantil, o sea, como generador de plusvalía en beneficio de esas cuantas familias que son las dueñas de Chile. 

Los que adoptaban una actitud escéptica ante el poder constituyente del trabajador como clase social y de esta manera con frecuencia, sea consciente o inconscientemente, lo traicionan entregándolo a la conciliación con la patronal, en términos prácticos trabajan para la élite: cada vez que se dialoga y se llega a acuerdos con los dominantes es porque ellos ganan: los dueños del capital no ceden en sus pretensiones ni en lo que consideran sus propios derechos. El neoliberalismo es la expresión política más clara al respecto. Entonces, como asalariadxs no nos queda más que batallar por el poder popular que para consolidarse necesariamente recurre a la unidad en base a un proyecto alternativo que incluye a todxs lxs que vivimos de un salario. 

Es imposible imaginarse que el capital y su Estado nos dejará llevar adelante y hasta las últimas consecuencias cambios estructurales a través de su régimen abstracto. Esto no pasará. Ni una sola cuestión referida a la lucha de clases se ha resuelto en la historia de otro modo que no sea por la violencia. De hecho, esta represión, la violencia en sus múltiples expresiones, siempre procede de la élite que tiene sus ventajas para ejercerla; es la que controla los medios necesarios para oprimirnos. Por lo tanto, aquel poder de decidir sobre la vida lo ejercerá desde las sombras pero también a plena luz del día, sin ningún tipo de escrúpulo. La casta política- empresarial se juega todo en la defensa de sus intereses y forma de vida. 

Además, cuando lxs trabajadorxs nos movilizamos la élite ve en esta participación un gran peligro. Y como cada batalla es decisiva usará cualquier recurso con tal de acabar con las alternativas que el pueblo eventualmente pueda presentar cuando nos organizamos. En este contexto hay que entender la radicalización de la represión, la muerte de Nelson Quichillao, el llamado de Matthei al uso de armas de guerra, el silencio cómplice ante los casos de corrupción que salpican a las fuerzas armadas o la indiferencia del gobierno frente a las demandas de los ex presos políticos. Pero, la lucha de clases no llega por casualidad a su última fase- en la que tomamos en nuestras propias manos la construcción de la democracia popular- sino que este desenlace es consecuencia del combate que libramos contra el capitalista. Basta con entender que esa posibilidad existe, que es real y que está ahí esperándonos.