Cuba/Estados Unidos - Raúl Castro: “Tenemos muchas diferencias pero vamos a avanzar”
La frase de Raúl Castro resumió la
actitud de amistad de su reunión con Barack Obama en la Cumbre de las Américas,
la primera a la que asiste Cuba. Los dos mantuvieron que “hay diferencias”,
pero que los países pueden hablar. El embargo y la inclusión de Cuba en la
lista del terrorismo.
Fernando Cibeira, desde Panamá
Página/12, Buenos Aires, 12-4-2015
La palabra “histórico” fue de las más
escuchadas durante estos días de Cumbre de las Américas, en Panamá. Pero es
difícil encontrar una mejor manera de considerar el encuentro que Barack Obama
y Raúl Castro mantuvieron ayer aquí, el primero en más de medio siglo entre un
presidente de Estados Unidos y otro de Cuba, que sirvió para ratificar la
normalización encarada en el vínculo bilateral. Con todo, ambos se encargaron
de subrayar que eso no quiere decir que no sigan manteniendo diferencias en varios
campos. “Hemos concluido que podemos concertar en un espíritu de respeto y
civilidad. Y, a lo largo del tiempo, juntos podremos dar vuelta la página e
iniciar una nueva relación”, sostuvo Obama, con Castro sentado a su lado. “Es
lo mismo que pensamos nosotros. Creo que todo se puede discutir y se hace con
mutuo respeto a las ideas del otro”, avaló el presidente cubano.
El escenario del encuentro no tuvo
nada de especial. Se hizo en uno de los austeros docks previstos por la
organización de la cumbre para los encuentros bilaterales. Una silla de cada
lado y una mesita redonda en el medio, con un florero con flores blancas como
mudo testigo. El último encuentro por el estilo databa de 1958. Al otro año
ganaba la revolución en Cuba, que en 1961 anunciaba su adhesión al socialismo y
en 1962 era expulsada de la OEA.
“Obviamente hay profundas diferencias
entre ambos gobiernos. Hablaremos sobre nuestras preocupaciones sobre
democracia y derechos humanos, y ellos también hablarán de sus preocupaciones
con respecto a la política estadounidense”, indicó ayer Obama. Con los
traductores a un costado y sus colaboradores sentados a unos metros, los
presidentes hablaron brevemente con la prensa. “No hay que hacerse ilusiones,
tenemos muchas diferencias. La historia de nuestros países es complicada, pero
estamos dispuestos a avanzar en la amistad de nuestros pueblos, en las
reuniones que estamos llevando a cabo, abrir nuestras embajadas, visitarnos
mutuamente”, consideró Raúl Castro.
El encuentro fue el corolario de un
proceso que se inició en diciembre pasado cuando se anunció la reanudación del
vínculo bilateral. Pocos días después, Panamá invitaba a Cuba a participar de
la Cumbre de las Américas por primera vez en su historia. En la edición
anterior, realizada tres años atrás en Cartagena de Indias, varios países
habían advertido que no volverían a participar si no asistía Cuba. Desde
diciembre, hubo tres reuniones de negociadores para avanzar en la normalización
de la relación. Todavía falta mucho. Obama consideró ayer que espera que en
algún momento puedan anunciar la apertura de la embajada estadounidense en La
Habana y la cubana en Washington.
En los últimos días se trabajó en el
bordado diplomático para llegar con éxito a la cumbre. Obama y Castro
mantuvieron un diálogo telefónico el miércoles y sus encargados de Relaciones
Exteriores, John Kerry y Bruno Rodríguez, se encontraron a la medianoche del
jueves en Panamá, en un encuentro que ya de por sí era un hito. El cuidado
continuó durante la sesión de ayer, donde ambos se refirieron muy
respetuosamente al otro.
Sesión
Obama estuvo entre los primeros en
hablar en la sesión de presidentes de la cumbre, realizada en el centro de
convenciones Atlapa. Raúl Castro lo hizo inmediatamente después. El presidente
norteamericano incluyó la normalización del vínculo con la isla como parte del
“nuevo período” que prometió iniciar en su primera participación en estas
cumbres a sólo tres meses de asumido, en 2009. “La idea es que Estados Unidos
no será prisionero del pasado. Más que nada, miramos al futuro”, explicó. Esa
intención de pasar por alto la pesada historia de intervenciones
norteamericanas en la región fue criticada por varios presidentes, incluyendo
Cristina Kirchner. Con todo, no podía ser de otra manera, la reanudación del
vínculo de los dos países fue celebrada de manera unánime.
“Las nuevas relaciones entre Estados
Unidos y Cuba crearán nuevas oportunidades en la región para la seguridad,
prosperidad, salud y dignidad de nuestros pueblos”, evaluó Obama en su mensaje,
en el que también mencionó las diferencias “significativas” (un término que el
presidente norteamericano usa todo el tiempo) entre los dos países. “Nosotros
seguiremos hablando de valores universales que para nosotros son importantes”,
subrayó.
“Ya era hora”, dijo Raúl Castro
cuando le dieron la palabra. Contó que le habían dicho que los presidentes
tenían ocho minutos para hablar. “Pero me deben seis cumbres, así que seis por
ocho cuarenta y ocho”, dijo. Lo dijo en broma pero lo cierto fue que habló 48
minutos. Hizo un repaso por la historia de Cuba, inseparable del hostigamiento
norteamericano, que contó con varios detalles. Por ejemplo, reveló que a John
Kennedy lo mataron el mismo día que había llamado a Fidel Castro para iniciar
conversaciones. Colocó como un hito la Cumbre de las Américas de 2005 que
rechazó el ALCA y consideró “una nueva etapa” en el continente la aparición de
la Celac, en 2011, un organismo continental que, a diferencia de la OEA, no
integran ni Estados Unidos ni Canadá. En el raconto de la dura historia de
agresiones norteamericanas, el presidente cubano se preocupó siempre de dejar a
salvo a Obama. “Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna
injerencia en todo esto. Hubo diez presidentes antes que él, todos tienen deudas
con nosotros menos el presidente Obama”, lo rescató. Por momentos, el tono de
Castro recordó al del uruguayo José “Pepe” Mujica. Contó que había leído dos
libros biográficos sobre el jefe de la Casa Blanca. “No completos, eso lo haré
con más calma”, comentó, generando la risas de sus pares. Dijo que consideraba
a Obama “un hombre honesto” y que creía que eso se debía a su origen humilde,
que era algo que siempre comentaba con los presidentes con quienes se reunía en
La Habana. “Estas palabras las medité mucho para decirlas. Incluso las tuve
escritas, las quité, las volví a poner y las volví a quitar. Y al final las
dije, y estoy satisfecho”, concluyó. Obama miraba hacia abajo en ese momento.
Castro planteó los dos principales
reclamos que mantienen contra Washington. Uno, que se elimine a Cuba de la
lista de países que patrocinan al terrorismo. Se sabe que el Departamento de
Estado ya emitió un informe al respecto y la decisión está en manos de Obama,
aunque todavía espera el resultado de una ronda de consultas. El otro, “el
bloqueo económico, comercial y financiero que se aplica con toda intensidad
contra la isla”, definió. Pero no sólo le quitó responsabilidad a Obama por
esto, sino que instó a “seguir luchando y apoyando” al presidente
norteamericano en su intención, cuya decisión final está en manos de su
Parlamento.
En un saloncito apartado de un centro
de convenciones en Panamá, Barack Obama y Raúl Castro dieron ayer un primer
paso. En ese rumbo, puede marcar un antes y un después en la historia del continente.
Sí, repetirlo una vez más, “histórico”.
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