Chile - Natalia Compagnon, “la emprendedora”

Posted by Correo Semanal on martes, abril 14, 2015

EL MOSTRADOR.   14 de abril de 2015


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Dr. y profesor universitario.
En el mundo de habla hispana existen dos grandes centros de formación de emprendedores: el Tecnológico de Monterrey y la Universidad de Deusto en el País Vasco. La filosofía para la formación de alumnos de esta última es realmente impresionante: cuando ingresan nuevos estudiantes se los somete a una experiencia límite. Se los invita a una fiesta donde pueden disfrutar de todo y sin límites. Claro que al salir se les entrega una boleta por el total del consumo y se les otorga un par de meses para que inicien un emprendimiento que les permita poder cancelar  el gasto en el que incurrieron. ¡Claro!, eso sí, bajo estricta supervisión de sus académicos para cautelar que el dinero no provenga de, por ejemplo, sus padres.

También, como acostumbran todos estos chicos ambiciosos y sin escrúpulos que hicieron carrera en la actividad pública al alero de los Bitar, los Escalona, los Martínez y ahora Bachelet, Compagnon dice que “no soy del mundo político”, pero, vaya, cómo sí ha sabido sacar provecho de su proximidad con ese entorno.
Natalia acaba de manifestarle a un medio nacional que ella es una “emprendedora”. Por cierto, ella no fue a Deusto ni al Tecnológico. Se formó en un área –la ciencia política– donde, más que emprender, se mira al Estado como horizonte laboral. Y su caso, como el de su esposo, confirma esta presunción. Y aunque no comparto los rumores de tono machista que desde el propio Gobierno se difunden sobre ella –la “chica mala” de esta historia, una especie de Malinche chilena–, lo cierto es que Natalia  se ha hecho famosa no por el desarrollo de un emprendimiento novedoso, sino por el abuso de poder y el tráfico de influencias siempre acompañado de avaricia/codicia, uno de los siete pecados capitales en nuestra tradición cristiana. De hecho, cada vez que se publicita una noticia sobre ella –ahora su relación con Luksic, que parece ser el accionista principal de este Gobierno, mucho más que los partidos de la Nueva Mayoría y quien, con todo lo involucrado que esta en este caso, parece no estar al alcance de los fiscales– no es precisamente su emprendimiento lo que resalta, sino el tráfico de influencias, consecuencia de su cercanía familiar con la Presidenta de Chile.
En un país tan acostumbrado a los rodeos lingüísticos –aquí no te “echan del trabajo”, te “desvinculan”; se dice sí cuando lo que en realidad se quiere expresar es un no rotundo; donde los frescolines de cuello y corbata, como lo han dejado en evidencia los Penta y SQM, son “empresarios” y “dan trabajo”–, no es casual que nuestro deporte nacional sea precisamente ese, ni que la cueca sea un eterno rodeo a una dama sin concretizar al final nada. Tampoco lo es que la nuera de la Presidenta llame al tráfico de influencias, con ribetes del nepotismo del que ella y su esposo  han abusado, “emprendimiento” y se autodefina como emprendedora, sin que ninguno de los periodistas que la entrevistan por lo menos ponga en duda esa afirmación. También, como acostumbran todos estos chicos ambiciosos y sin escrúpulos que hicieron carrera en la actividad pública al alero de los Bitar, los Escalona, los Martínez y ahora Bachelet, Compagnon dice que “no soy del mundo político”, pero, vaya, cómo si ha sabido sacar provecho de su proximidad con ese entorno.
Es que es Chile, donde Natalia Compagnon “es emprendedora”, Ena Von Baer jura que “jamás recibió aportes de Penta” y el “Choclo” Délano reafirma que “son una máquina de dar trabajo”, o donde el presidente de la CPC “cree” en la inocencia de Luksic en este caso. El mismo país donde, mientras la opinión pública no deja de sorprenderse cada día con el concubinato negocios-política, los involucrados desde la UDI al PC, en vez de pedir perdón y por el bien de Chile irse para la casa, firman un acuerdo transversal para volver a meter, como en 1990 o 2003, la basura debajo de la alfombra hasta que el hedor, nuevamente, haga insoportable la situación y los chilenos volvamos a ser espectadores pasivos  de un nuevo escándalo. Su entrevista a La Segunda, más que aclarar, es una nueva provocación de la familia presidencial a nuestro sentido común.