Uruguay - Las luchas sindicales en la era progresista
Tendencia Clasista y Combativa (TCC)
Diciembre de 2014
Desde una perspectiva de clase y con
la mirada puesta empecinadamente en el que hacer para construir una alternativa
al modelo de sindicalismo actual, es que intentamos aproximarnos a una lectura
más afinada de la realidad para entender el carácter de las luchas que durante
esta década ha protagonizado la clase trabajadora o parte de ella. Pretendemos
analizar hasta dónde ha impactado el gobierno progresista y su estrecho vínculo
con las direcciones sindicales a la hora de luchar pero también a la hora de levantar
las reivindicaciones por las cuales dar pelea
Como cuestión previa insoslayable al
internarnos en la década progresista debemos recordar que el primer gobierno
del FA fue antecedido por la crisis del 2002 y debemos recordar también que fue
el propio FA quien contribuyó a evitar que la lucha de resistencia de los
sectores populares pudiera desestabilizar el sistema político y volcó todos sus
esfuerzos a presentar como solución a la penuria económica la llegada al
gobierno del Encuentro Progresista
En esta lógica electoralista y
consecuentemente desmovilizadora el gobierno de Vázquez arranca con una gran
ventaja que es que las esperanzas cifradas en su gestión le garantizaron algo
así como un impasse de lucha y organización. Todas las mediciones de conflictividad
laboral (realizadas incluso desde el propio movimiento sindical) ubican a la
conflictividad durante el año 2005 como la más baja en los últimos 10 años
Con esto no pretendemos negar ni
restar importancia a las luchas reivindicativas que de todas formas se dieron
en el periodo, porque en todas ellas las expectativas puestas en las políticas
gubernamentales prontamente se desvanecieron para muchos luchadores sociales.
El “reformismo sin reformas” sin variar un ápice la relación entre las clases y
sin perjudicar la rentabilidad capitalista sólo dio pequeñas respuestas
focalizadas a los sectores de extrema pobreza, cual política asistencial de
cualquier gobierno burgués que debe descomprimir tensiones sociales para no
correr riesgos mayores y aplica políticas de asistencia social definidas por
los propios organismos financieros internacionales. La gran desventaja para la
conciencia de clase es que el gobierno del FA logra contener la demanda de las
luchas sociales. En una conjunción fatal para la conciencia anticapitalista se!
mezcla la expectativa de muchos sectores en el nuevo gobierno, la disposición a
no dar pelea y dar tiempo a la aparición de soluciones y la intervención de las
organizaciones sindicales oficialistas en el sentido de justificar las
dificultades del gobierno por las exigencias y presiones de las clases
poseedoras. Es así que la categorización de “gobierno en disputa” atravesó toda
la década progresista
En este mismo sentido las
movilizaciones populares fueron enmarcadas en acciones de contra tensión a las
tensiones burguesas para mejorar las posibilidades del gobierno de avanzar en
la transformación de la economía hacia un país productivo
La situación internacional, la crisis
económica mundial y la falta de horizontes de ruptura para guiar las luchas,
hacen que la perspectiva de una sociedad sin explotación de clase sea
prácticamente impensable para la mayoría de la población. Parece que han venido
para quedarse el conformismo y la resignación, por eso las luchas populares,
aún las más cruentas y las más valientes, son defensivas y desesperadas y no
logran cuestionar el sistema de dominación
No hay mejor escenario para las
políticas conciliadoras. Hemos intentado repasar las luchas más importantes del
periodo, es decir las luchas que implicaron a mayor número de trabajadores y
que se desarrollaron por las demandas más sentidas para la clase y que tomaron
aspectos programáticos. La primera constatación es que la gran mayoría de los
conflictos han sido por reivindicaciones salariales y que han girado en torno a
las rondas de consejos de salario y han sido dirigidos casi sin excepción por
el sindicalismo oficial
En muchos conflictos, incluso de
sectores grandes y de importante tradición de lucha y organización como la
Salud Privada, las plataformas salariales no eran ya aumentos de sueldo sino
por pago de salarios adeudados y cumplimiento de convenios Si repasamos toda la
década no encontramos un conflicto por salario en que se incluyera la demanda
de congelamiento de precios y tarifas públicas
Los convenios salariales casi sin
excepción no se apartaron de las pautas fijadas por el gobierno en los consejos
de salario, las diferencias de puntos porcentuales son casi de laboratorio e
incomprensibles para la mayoría de los trabajadores. La vinculación del salario
a la canasta familiar casi no ha existido fuera de las menciones realizadas por
sectores del clasismo y cuando desde el sindicalismo oficial se hace referencia
a esta relación es para destacar y considerar un mérito la responsabilidad del
movimiento sindical con el crecimiento de la economía a la hora de plasmar sus
escuetas reivindicaciones. Desde el PIT – CNT se ha hecho centro en los 10 mil
pesistas con ínfulas de demanda redistributiva de la riqueza
Nosotros creemos que entre el gobierno
y el oficialismo sindical se ha logrado internalizar en el pensamiento de los
trabajadores que el aumento de salarios implica riesgos inflacionarios y que es
más peligrosa la inflación que las actuales penurias económicas con que la
inmensa mayoría de los desposeídos debemos transitar por la vida Estos niveles
de conciencia llevan a techar la demanda salarial en el posible gradualsmo
Gradualismo aceptado tanto en la
disputa con el patrón como en el salario social a cargo del estado y es así que
se consideran logros los aumentos paulatinos en las prestaciones sociales, un
poco este año, otro poquito el que viene y así sucesivamente .Esta conducción
“responsable” de la demanda es inmediatamente aprovechada por las patronales
que contraatacan planteando la necesidad de vincular los niveles salariales por
empresa a su productividad
Empresas recuperadas por los
trabajadores
La crisis del 2002 con el cierre de
fábricas y el aumento del desempleo colocó a los trabajadores en la necesidad
de luchas defensivas por mantener puestos de trabajo y fuentes de trabajo. La
ofensiva patronal justificada por la crisis no sólo atacó los niveles
salariales sino que también aplicó reducciones drásticas de personal. Al inicio
del primer gobierno de Vázquez fueron muchos los conflictos por despidos y para
intentar evitar el cierre de empresas
Muchas de estas patronales altamente
endeudadas por sobretodo con el estado a través del BROU optaron por abandonar
sus fábricas muchas veces ya embargadas, en muchos casos las empresas desaparecieron
y sus dueños se fueron del país dejando deudas salariales. En este marco se
dieron ocupaciones de fábricas, luchas defensivas para evitar el
desmantelamiento de las instalaciones fundamentalmente en la industria textil y
varios colectivos plantearon la posibilidad de recuperar las fábricas o
talleres bajo control de los trabajadores cooperativizados.
Hubo muchos conflictos en este
sentido que aportan elementos para analizar y tal vez la primera ausencia
programática que se destaca es la ausencia de referencia a la estatización de
las empresas fundidas o abandonadas. Podemos enumerar una serie de conflictos
desde La Aurora hasta Sudantex, Dancotex, Rimac y no sólo en la industria
textil, también debemos recordar la experiencia de COPROGRAF o los trabajadores
de METZEN Y SENA, y más recientemente el conflicto de la metalúrgica TECNOLUCE
En todos estos conflictos la solución
a la que se arribó implicó la pérdida de puestos de trabajo. Siempre que hubo
recuperación de fábrica por cooperativas de trabajadores los integrantes de
estas cooperativas han sido unos pocos de los ex trabajadores de la empresa en
cuestión. En ninguna de estas experiencias se logró (tal vez en alguna se
intentó) presentar una alternativa de gestión obrera a las relaciones de trabajo
capitalistas
En muchos casos los dirigentes del
conflicto pasaron a ser los nuevos capataces del emprendimiento cooperativo y
en todos los casos un número importante de ex asalariados pasaron a la
informalidad o al cuentapropismo. Quizá el peor de los ejemplos es el de FUNSA,
donde se plantea como conquista de los trabajadores la obtención de
capitalistas dispuestos a invertir, no existe el control obrero de la
producción y la ganancia y el dirigente histórico del sector es figura
relevante del Ministerio de Trabajo. En síntesis ninguna de estas luchas trajo
aparejado la construcción de modelos que cumplieran un rol de vitrina de las
relaciones de explotación y opresión en el mundo del trabajo.
Tenencia de la tierra
En este punto entendemos que analizar
la lucha de los trabajadores de la caña de azúcar en Bella Unión introduce muy
importantes elementos para el debate. Desde las ocupaciones de tierra en el año
2006 y los reclamos al Instituto de colonización hasta la actualidad, en que en
la Colonia Raúl Sendic un puñado de colonos produce caña de azúcar para ALUR
S.A., la realidad de superexplotación de los peludos no se ha modificado
El complejo sucro alcoholero orgullo
del gobierno progresista, no ha modificado en nada la tenencia de la tierra ni
la rentabilidad capitalista, obteniendo sus ganancias de la explotación del
asalariado rural, del asalariado industrial y de los colonos pequeños
productores de caña. ¿ Será que debemos entender como un triunfo de la lucha de
clases que 50 trabajadores de la caña de azúcar, sobre un total de 1200, hayan
obtenido pequeñas parcelas del Instituto Nacional de colonización para
abastecer de materia prima (exclusivamente) al complejo ALUR? ¿Será un triunfo
que peludos venidos a colonos contraten a otros peludos como asalariados
zafrales para llegar a la producción que les exige ALUR?
En el Uruguay rural, desde el punto
de vista programático, la década progresista se caracterizó por grandes
ausencias: reforma agraria, no a la extranjerización de la tierra, producción
agrícola autosustentable, no a los mega proyectos extractivistas, defensa de
los recursos naturales. Nada de esto existe en el sindicalismo oficial, pero
nos quieren convencer de que debemos estarles agradecidos de por vida por la
ley de ocho horas para el peón rural
Salud, educación y vivienda
En ninguno de estos ítems que hacen
al salario indirecto y por tanto a las condiciones de vida de los sectores
populares ha habido reformas redistributivas.
Volvemos al inicio, ha sido una
década de progresismo sin reformas. No se operó ni la más mínima transferencia
de recursos del capital al trabajo. Las luchas sindicales de trabajadores del
estado, tanto en la administración pública como en las áreas de vivienda, salud
y educación se han centrado fundamentalmente en reivindicaciones salariales y
de condiciones de trabajo no estableciendo vínculo alguno con trabajadores
usuarios o destinatarios de las políticas públicas (pocas excepciones en el
conflicto de la educación), adquiriendo así a nuestro entender carácter de luchas
corporativas. Un caso que tiene que ser analizado en forma más detenida fue la
ocupación en el año 2013 de algunos liceos donde participaron junto a los
trabajadores, alumnos, padres y vecinos y como las direcciones sindicales
actuaron para desarticular estas l! uchas inter sociales.
En la salud pública se evitó la
auto-organización popular creando desde el gobierno comisiones de usuarios
cooptados por la burocracia estatal y sindical
Solidaridad de clase. Unificación de
conflictos
Los trabajadores clasistas no podemos
basar nuestro análisis de la situación de la lucha de clases en los índices de
conflictividad laboral. Al menos no exclusivamente. Las luchas sindicales
pueden torcer la correlación de fuerzas entre las clases ya sea por el logro de
reivindicaciones económicas o por avances en la conciencia de clase, que
incluso a partir de derrotas acerque a más trabajadores a la disposición
a la auto organización y a la pérdida de expectativas en las soluciones
provenientes del orden establecido
Podemos hablar de auge de la lucha de
clases cuando el nivel de movilización y participación, aún en luchas
defensivas, cuestiona la lógica del capital. Pero las luchas salariales
defensivas y corporativas, que no apelan a la solidaridad de clase y que no
proponen para el conjunto de los sectores oprimidos, no modifican la
correlación de fuerzas, no jaquean al orden capitalista. Muchos conflictos de
la década fueron por las migajas de la torta y en muchos casos se convenció a
los trabajadores de la necesidad de esperar que la torta crezca, e incluso
ayudarla a crecer.
Ninguno de los paros generales del
periodo convocados por el PIT-CNT incluyó en su plataforma la unificación de
los conflictos. Las plataformas del oficialismo que implicaban al conjunto de
los trabajadores lo hacían desde el plano de reclamar al gobierno políticas
públicas en determinadas áreas como inversión, legislación laboral o pautas
salariales, pero nunca se convocó al conjunto de los trabajadores a unificar
sus luchas en un plan de lucha por la conquista de las reivindicaciones
levantadas. Por esto el carácter de las reivindicaciones cumple una función de
declaración de aspiraciones para que el gobierno haga lo que pueda en tanto
“gobierno en disputa”
Los paros generales de 24 horas, sólo
dos en la década operaron, como válvula de descompresión y una vez más como
vitrinas de los reclamos de clase en términos macro que podríamos definir como
abstractos: “país productivo, redistribución de la riqueza, que la crisis no la
paguen los trabajadores” sin propuestas concretas ni planes para obtenerlas y
sin mencionar los ajustes fiscales y el pago riguroso de la deuda externa y sus
intereses
El clasismo
Más allá del papel que ha jugado la
dirigencia sindical, que ha embarcado al movimiento popular en la senda de la
conciliación de clases, los sectores clasistas no hemos sabido o no hemos
podido generar las herramientas que aporten en la organización de la clase
obrera en el camino de la emancipación de los explotados.
La fragmentación, el sectarismo, las
diferentes estrategias y los diversos métodos de construcción han debilitado el
espacio de pelea y han hecho prácticamente imposible que expresiones que
manifestaron algún atisbo opositor quedaran solamente en intentos y carecieran
de la necesaria orientación que permitiera la acumulación en conciencia de
clase. A pesar de nuestras limitaciones hemos sido los clasistas los que
levantamos plataformas y programas que persiguen la ruptura con el sistema
capitalista imperante y nos proponemos cambios profundos de la sociedad.
Rodear las luchas, manifestar la
solidaridad, promover la unificación de los conflictos, fomentar la más amplia
democracia obrera, reivindicar el internacionalismo, la independencia y
autonomía de clase, deben ser parte de un proceder clasista no solo rupturista
con los valores dominantes, sino fundamentalmente constructor de un hacer
cotidiano transformador, libre y solidario tanto en el enfrentamiento
permanente con los opresores como en la edificación de la sociedad que soñamos.
Algunas reflexiones a profundizar:
1- Nuestra presencia es poca, aislada
e intermitente.
2- Conflicto que no es controlado es
aislado, tergiversado, cooptado y en lo posible rápidamente derrotado. A veces
bajo el falso “triunfo”. Empezaste por aumentos salariales condiciones de
trabajo y terminaste levantando ante el reintegro de los despidos de dos o tres
trabajadores durante el conflicto. Todo en foja cero.
3- Abundan conflictos donde
sindicatos de base se ven obligados por la lógica de los hechos a responder a
las resoluciones de Federaciones o Confederaciones que resuelven a través de
sus direcciones sin contemplar las decisiones y voluntad de pelea de los
trabajadores de base. Son reiterados los conflictos de gremios estatales
(rendición de cuentas, presupuesto, reforma del estado, estatuto del
funcionario), de entes autónomos (reducción de personal, salario,
privatizaciones), de talleres metalúrgicos y de obras de la construcción
(salario, condiciones laborales, accidentes) que encajan esta lógica
4- El poder del sindicalismo
oficialista es enorme y representa el actual estadio de desarrollo de la
conciencia y organización de la clase. Pautada por el retroceso
ideológico-político. Por la falta de identidad respecto a métodos combativos y
estrategias anticapitalistas. Carente de un programa social alternativo.
Carente de un plan de lucha que reconstruya la autonomía de los proletarios y
sus organizaciones
El discurso que justifica este hacer:
• Desde décadas atrás se fortaleció
la idea de que el cambio estaba sujeto a lo electoral. Y desde el 2004 a la
fecha el movimiento sindical uruguayo adaptó su discurso y su accionar a los
intereses políticos y electorales del Frente Amplio.
• Fundamentan la consagración de “la
independencia pero no la indiferencia”, apoyando “el cambio por un país
productivo con justicia social”, justificando la falta de respuesta del
progresismo con la excusa del “gobierno en disputa”, bregando por un nuevo
período de la “izquierda” mediante la supuesta existencia de “dos modelos de
país”, el “ponerle un freno a la motosierra” y la esperanza de “profundizar los
cambios”.
• En este segundo período del FA en
el gobierno los documentos emanados de los organismos de dirección del PIT-CNT
refuerzan la tesis de la existencia de un “bloque político y social de los
cambios” que ante el “avance de la derecha social y política” debe “retomar la
ofensiva” con la consigna central en esta etapa de “desarrollo industrial con
igualdad y más democracia”. Según indica el documento de la Mesa Representativa
de octubre de 2012 (Nuestro PIT-CNT en la coyuntura actual, “A retomar la
ofensiva”) “el asunto central es la generación de las condiciones para
fortalecer el bloque social y político de los cambios”.
• La idea de lo posible, la idea de
las mejoras, la idea de que si podes consumir un poco más vamos bien, ha
retraído el debate sobre la emancipación y fragmenta las luchas, las sujetas
fuertemente al corporativismo y la insolidaridad. Al temor de perder lo
logrado. La clase siente que tiene mucho que perder… ¿qué hacer? ¿Cómo hacerlo?
Una propuesta de trabajo sobre este
tema
Estos son apuntes que no pretenden
ser más que un disparador para el debate acerca de esta realidad en que nos ha
tocado trabajar sindicalmente para la construcción de alternativas al modelo de
conciliación de clase imperante. Sabemos que falta mucho por decir, que hay muchas
experiencias de lucha que no están mencionadas en estos apuntes.
Se trata de una primera aproximación
para introducirnos en una propuesta de trabajo: creemos que puede aportar al
trabajo clasista un estudio detallado de los conflictos sindicales que consideramos
representativos del periodo, estudio que debe recurrir necesariamente a la
información de nuestra propia militancia y nuestras propias experiencias para
intentar documentar la historia no oficial.
El carácter de las luchas, los
niveles de participación y democracia obrera, el tipo de demandas, las
expectativas reales, el rol de las direcciones y la interpretación de los
resultados, en cada uno de los conflictos que ocurrieron, analizados desde una
perspectiva de clase puede contribuir a aportarnos insumos para definir
nuestras próximas acciones.
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