Epidemia - Las causas sociales del ébola
El miedo generado por el sensacionalismo desdibuja el alcance real de la
epidemia, así como su relación con los problemas socio-conómicos del continente
africano. A continuación, una entrevista con el patólogo Roger Bernat Landoni.
Ignacio González Orozco, desde Barcelona
Brecha, Montevideo, 3-10-2014
Roger Bernat Landoni es médico patólogo, profesor titular jubilado de la
Universitat Rovira i Vorgili, de Tarragona, y miembro de la Asociación Catalana
en Defensa de la Salud Pública. Durante décadas ha estudiado el origen y la
repercusión de epidemias como el brote de ébola surgido en África occidental.
En su opinión, la gravedad del mal en sí, íntimamente ligada a los problemas de
pobreza padecidos por la población africana, se acrecienta con la actuación
improvisada de los gobiernos, la debilidad de la Organización Mundial de la
Salud (Oms) y las acciones no siempre lícitas de las grandes compañías
farmacéuticas.
—Un link dirigido a la página web de Médicos Sin Fronteras califica el
último brote de ébola como “epidemia sin precedentes”. ¿Se refiere a que nunca
hubo un brote tan grave de esta enfermedad o a que no ha habido nunca una
epidemia de tal gravedad?
—La alarma actual deriva de la extensión de forma rápida a varios países
de la zona del África occidental: Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria.
Recientemente, en el Congo parece haberse identificado otra variante de los
cinco tipos de ébola.
Los riesgos de la infección tienen dos vertientes. Localmente incluye el
riesgo mortal elevado, que afecta naturalmente a personas que entran en
contacto con el virus por mordeduras o por comer la carne de murciélagos o
simios. Es una zoonosis conocida desde hace mucho tiempo. El riesgo para Europa
es indirecto: la trasmisión interhumana es de muy bajo riesgo, ya que se
produce por contacto directo con fluidos (saliva, orina, sangre).
—La enfermedad tiene tasas de mortalidad que han alcanzado el 92 por
ciento en algún brote anterior, como el de 1976. A tenor de tales cifras, ¿el
ébola está siendo objeto de un tratamiento sensacionalista o, por el contrario,
merece ser temido cual plaga milenaria?
—La extensión del ébola a ciudades populosas, como Conakry, Monrovia y
Port-Harcourt, hace temer un difícil control. Sin embargo, la dramatización del
riesgo puede aterrorizar a la población y llevar a comportamientos inapropiados
y desproporcionados. Recordemos los 40.000 millones de euros que costó la
negligencia en el manejo del programa para el desarrollo del bacilo del
carbunclo por un oficial del Ejército de Estados Unidos.
—¿Podría explicar con más detalle a qué se refiere, cuando pone como
ejemplo el bacilo del carbunclo?
—Me refiero a la desproporción entre amenaza y riesgo. En el caso del
carbunclo se trató, según publicó el semanario francés Le Point a principios de
agosto, de la imprudencia en el manejo de las muestras en un laboratorio de
investigación de las fuerzas armadas de Estados Unidos, que fue atribuida a un
militar en funciones.
—A pesar de su gravedad, hay enfermedades, como la malaria, que matan a
muchas más personas que el ébola.
—En términos de morbilidad y mortalidad hay otras enfermedades mucho más
importantes, como el Vih, la malaria, la tuberculosis y las diarreas
infectocontagiosas. Es recomendable una gestión organizada que asocie a
médicos, epidemiólogos, biólogos e investigadores, y que permita mantener el
sentido común para reaccionar de forma proporcionada. Tanto los gobiernos
africanos como la comunidad internacional parecen incapaces de gestionar el
riesgo de estas enfermedades, aterrorizados como están por la resonancia
mediática, el miedo a equivocarse y la falta de una red sanitaria fiable.
—Hasta el momento el virus sólo ha afectado a naturales o residentes en
el área de África occidental y central, una región que ha padecido desde la
década de 1960 numerosas guerras, migraciones y graves atentados contra el
ambiente, además de una pobreza severa generalizada.
—En efecto, la degradación de los determinantes sociales y ambientales
de la salud se ha incrementado en estas áreas. Además de los mencionados, hay
que señalar la codicia mercantil que desprovee a los más pobres de sus medios
tradicionales de sostén alimentario y sanitario. Al expolio de los recursos
naturales (suelo y subsuelo) por países neocolonialistas se suma una política
sanitaria que no pone el acento en la prevención y promoción de la salud. La
mayoría de estas políticas se dirigen a gastar grandes recursos en las
epidemias, están basadas en modelos poco eficientes; suelen ignorar el sentido
común de la población que conoce estas enfermedades.
—¿Cuáles son esos modelos poco eficientes?
—Los biomédicos que concentran recursos en el “hospitalocentrismo” y la
tecnología de punta, elementos que empobrecen los recursos orientados a la
asistencia primaria y la promoción de la salud influyendo en sus determinantes
sociales. En la base de la asistencia sanitaria de los países más pobres está
el sentido común más que el beneficio personal (aunque también lo hay).
—A falta de vacuna, ¿cuál es el tratamiento habitual contra el ébola?
—La necesaria ayuda internacional ha de centrarse en la única estrategia
terapéutica existente: el suministro y administración de suero anti-ébola lo
más inmediatamente posible.
—Los sueros aplicados hasta la fecha no garantizan la curación: algunos
pacientes sanan, otros fallecen. En la respuesta del organismo al suero,
¿inciden otros factores determinantes, como la edad, la constitución física,
haber padecido otras enfermedades?
—Por supuesto que estos determinantes influyen negativamente en la
respuesta terapéutica (sérica o no), como ocurre en otras muchas enfermedades.
También inciden el género, la clase social, y el nivel educacional que facilita
el acceso a la deficitaria infraestructura sanitaria pública o privada. Esos
mismos determinantes inciden en la extensión de la epidemia de ébola.
—¿Podemos decir que las personas occidentales, que solemos estar mejor
alimentadas y disponemos de condiciones de vida más higiénicas, sufriríamos el
ébola con menor riesgo de muerte?
—Efectivamente. Para empezar, no tenemos necesidad de alimentarnos con
alimentos inseguros (carne de animales hallados muertos), ni de manipular la
carne de esos animales sin garantías de higiene mínimas. Solemos tener una alimentación
proteica suficiente, que proporciona los “ladrillos” de la barrera inmunitaria.
—Al parecer hay dos ensayos de vacuna en marcha, y la Oms cuenta con
disponer de un preparado eficaz para los humanos en noviembre. ¿Se trata de
proyectos antiguos o de investigaciones a contrarreloj, motivadas por el temor
a un contagio masivo en los países desarrollados?
—La habitual opacidad de la empresa privada no permite responder a estos
interrogantes. Como es sabido, la competitividad entre empresas obliga al
silencio. La mayoría de los investigadores por cuenta privada firman férreos
contratos de confidencialidad. Las buenas intenciones puestas en pie después de
la Segunda Guerra Mundial por la Onu y la Oms, basadas en criterios del bien
social público, han ido desvirtuándose hasta llegar a una situación de
privatización de la Oms. Al parecer, alrededor del 60 por ciento de los
recursos actuales de la Oms están financiados por empresas privadas. La más
conocida es la Fundación Bill & Melinda Gates.
La industria médico-farmacéutica es sospechosa habitual de codicia. Esta
importante acaparadora de poder económico y político es denunciada por
diferentes foros desde hace una década. La Oms, tan recortada de recursos
económicos y políticos, se ve asediada por intereses privados que desde la
industria propician conflictos de interés, como se denunció con ocasión de la
epidemia de gripe A de 2009-2010. Cabe temer que en este caso esté pasando lo
mismo.
—Parece que una de las vacunas con más posibilidades de eficacia es la
rVsV, elaborada por la empresa New Link Genetics, el Departamento de Defensa de
Estados Unidos y el Instituto de Investigación Walter Reed, de la Armada
estadounidense. ¿Vacuna o arma, o ambas a la vez?
—Es la razón de la sinrazón de la guerra. La historia nos enseña que
muchas victorias y cambios geopolíticos se debieron a una nueva tecnología. Por
ejemplo, la del hierro frente al bronce. La investigación en guerra
bacteriológica y otras amenazas para la integridad de las personas se ha
incrementado mucho en los últimos cien años.
El 2 de setiembre el presidente de Médicos Sin Fronteras pedía a los
estados miembros de la Onu la urgente intervención de las fuerzas médicas
civiles y militares en África occidental. Se recurre a los que han mostrado
hasta ahora su ineficiencia para solucionar el problema. Un cubo de agua para
apagar un incendio devastador.
—Se ha dicho que un extracto de la fruta garcinia kola, endémica de
África occidental, tiene efectos benéficos para los afectados por el virus,
pero este tratamiento no parece haber despertado el interés de los
investigadores.
—Es inexplicable la pasividad de las autoridades sanitarias
internacionales frente a propuestas científicas no controladas por la gran
industria. Por ejemplo, en la década de 1980 el equipo de investigadores
dirigidos por Tu You You marcó una pauta de tratamiento y erradicación
eficiente de la malaria que ha sido ignorada de modo reiterado por las
multinacionales y los organismos públicos que éstas controlan.
—La prensa ha dado cuenta de varios casos de falso ébola en distintos
lugares del mundo, incluida España. ¿A qué se debe ello? ¿A que la enfermedad
se solapa con otras dolencias? ¿A una situación de pánico?
—Gran número de enfermedades tienen síntomas y signos comunes, y en
algunas no se llega a identificar un agente causal. Si el paciente muere, la
autopsia clínica puede, en algunos casos, aportar información complementaria
suficiente para encuadrar el proceso distinto del presumido ébola. El pánico no
puede justificar un error de diagnóstico. De ser así entraríamos en una mala
práctica clínica.
—De cualquier modo, parece correcto que se tomen medidas preventivas y
rápidas, aunque luego no se confirme el diagnóstico de ébola.
—La prevención suele ser una intervención a largo plazo, que empieza por
los determinantes sociales. Desde una alimentación suficiente para que
poblaciones expuestas no tengan que recurrir a comer carne de animales que son
reservorio de ébola y que en condiciones de vida normales no se consumiría,
hasta una red sanitaria básica para la identificación de la dolencia. La
prevención rápida suele ser ineficiente en epidemias como la que nos ocupa.
Sobre todo por lo costosa que resulta, especialmente para poblaciones tan
empobrecidas.
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