Epidemia - Las causas sociales del ébola

Posted by Correo Semanal on domingo, octubre 05, 2014



El miedo generado por el sensacionalismo desdibuja el alcance real de la epidemia, así como su relación con los problemas socio-conómicos del continente africano. A continuación, una entrevista con el patólogo Roger Bernat Landoni.

Ignacio González Orozco, desde Barcelona
Brecha, Montevideo, 3-10-2014

Roger Bernat Landoni es médico patólogo, profesor titular jubilado de la Universitat Rovira i Vorgili, de Tarragona, y miembro de la Asociación Catalana en Defensa de la Salud Pública. Durante décadas ha estudiado el origen y la repercusión de epidemias como el brote de ébola surgido en África occidental. En su opinión, la gravedad del mal en sí, íntimamente ligada a los problemas de pobreza padecidos por la población africana, se acrecienta con la actuación improvisada de los gobiernos, la debilidad de la Organización Mundial de la Salud (Oms) y las acciones no siempre lícitas de las grandes compañías farmacéuticas.
—Un link dirigido a la página web de Médicos Sin Fronteras califica el último brote de ébola como “epidemia sin precedentes”. ¿Se refiere a que nunca hubo un brote tan grave de esta enfermedad o a que no ha habido nunca una epidemia de tal gravedad?
—La alarma actual deriva de la extensión de forma rápida a varios países de la zona del África occidental: Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria. Recientemente, en el Congo parece haberse identificado otra variante de los cinco tipos de ébola.
Los riesgos de la infección tienen dos vertientes. Localmente incluye el riesgo mortal elevado, que afecta naturalmente a personas que entran en contacto con el virus por mordeduras o por comer la carne de murciélagos o simios. Es una zoonosis conocida desde hace mucho tiempo. El riesgo para Europa es indirecto: la trasmisión interhumana es de muy bajo riesgo, ya que se produce por contacto directo con fluidos (saliva, orina, sangre).
—La enfermedad tiene tasas de mortalidad que han alcanzado el 92 por ciento en algún brote anterior, como el de 1976. A tenor de tales cifras, ¿el ébola está siendo objeto de un tratamiento sensacionalista o, por el contrario, merece ser temido cual plaga milenaria?
—La extensión del ébola a ciudades populosas, como Conakry, Monrovia y Port-Harcourt, hace temer un difícil control. Sin embargo, la dramatización del riesgo puede aterrorizar a la población y llevar a comportamientos inapropiados y desproporcionados. Recordemos los 40.000 millones de euros que costó la negligencia en el manejo del programa para el desarrollo del bacilo del carbunclo por un oficial del Ejército de Estados Unidos.
—¿Podría explicar con más detalle a qué se refiere, cuando pone como ejemplo el bacilo del carbunclo?
—Me refiero a la desproporción entre amenaza y riesgo. En el caso del carbunclo se trató, según publicó el semanario francés Le Point a principios de agosto, de la imprudencia en el manejo de las muestras en un laboratorio de investigación de las fuerzas armadas de Estados Unidos, que fue atribuida a un militar en funciones.
—A pesar de su gravedad, hay enfermedades, como la malaria, que matan a muchas más personas que el ébola.
—En términos de morbilidad y mortalidad hay otras enfermedades mucho más importantes, como el Vih, la malaria, la tuberculosis y las diarreas infectocontagiosas. Es recomendable una gestión organizada que asocie a médicos, epidemiólogos, biólogos e investigadores, y que permita mantener el sentido común para reaccionar de forma proporcionada. Tanto los gobiernos africanos como la comunidad internacional parecen incapaces de gestionar el riesgo de estas enfermedades, aterrorizados como están por la resonancia mediática, el miedo a equivocarse y la falta de una red sanitaria fiable.
—Hasta el momento el virus sólo ha afectado a naturales o residentes en el área de África occidental y central, una región que ha padecido desde la década de 1960 numerosas guerras, migraciones y graves atentados contra el ambiente, además de una pobreza severa generalizada.
—En efecto, la degradación de los determinantes sociales y ambientales de la salud se ha incrementado en estas áreas. Además de los mencionados, hay que señalar la codicia mercantil que desprovee a los más pobres de sus medios tradicionales de sostén alimentario y sanitario. Al expolio de los recursos naturales (suelo y subsuelo) por países neocolonialistas se suma una política sanitaria que no pone el acento en la prevención y promoción de la salud. La mayoría de estas políticas se dirigen a gastar grandes recursos en las epidemias, están basadas en modelos poco eficientes; suelen ignorar el sentido común de la población que conoce estas enfermedades.
—¿Cuáles son esos modelos poco eficientes?
—Los biomédicos que concentran recursos en el “hospitalocentrismo” y la tecnología de punta, elementos que empobrecen los recursos orientados a la asistencia primaria y la promoción de la salud influyendo en sus determinantes sociales. En la base de la asistencia sanitaria de los países más pobres está el sentido común más que el beneficio personal (aunque también lo hay).
—A falta de vacuna, ¿cuál es el tratamiento habitual contra el ébola?
—La necesaria ayuda internacional ha de centrarse en la única estrategia terapéutica existente: el suministro y administración de suero anti-ébola lo más inmediatamente posible.
—Los sueros aplicados hasta la fecha no garantizan la curación: algunos pacientes sanan, otros fallecen. En la respuesta del organismo al suero, ¿inciden otros factores determinantes, como la edad, la constitución física, haber padecido otras enfermedades?
—Por supuesto que estos determinantes influyen negativamente en la respuesta terapéutica (sérica o no), como ocurre en otras muchas enfermedades. También inciden el género, la clase social, y el nivel educacional que facilita el acceso a la deficitaria infraestructura sanitaria pública o privada. Esos mismos determinantes inciden en la extensión de la epidemia de ébola.
—¿Podemos decir que las personas occidentales, que solemos estar mejor alimentadas y disponemos de condiciones de vida más higiénicas, sufriríamos el ébola con menor riesgo de muerte?
—Efectivamente. Para empezar, no tenemos necesidad de alimentarnos con alimentos inseguros (carne de animales hallados muertos), ni de manipular la carne de esos animales sin garantías de higiene mínimas. Solemos tener una alimentación proteica suficiente, que proporciona los “ladrillos” de la barrera inmunitaria.
—Al parecer hay dos ensayos de vacuna en marcha, y la Oms cuenta con disponer de un preparado eficaz para los humanos en noviembre. ¿Se trata de proyectos antiguos o de investigaciones a contrarreloj, motivadas por el temor a un contagio masivo en los países desarrollados?
—La habitual opacidad de la empresa privada no permite responder a estos interrogantes. Como es sabido, la competitividad entre empresas obliga al silencio. La mayoría de los investigadores por cuenta privada firman férreos contratos de confidencialidad. Las buenas intenciones puestas en pie después de la Segunda Guerra Mundial por la Onu y la Oms, basadas en criterios del bien social público, han ido desvirtuándose hasta llegar a una situación de privatización de la Oms. Al parecer, alrededor del 60 por ciento de los recursos actuales de la Oms están financiados por empresas privadas. La más conocida es la Fundación Bill & Melinda Gates.
La industria médico-farmacéutica es sospechosa habitual de codicia. Esta importante acaparadora de poder económico y político es denunciada por diferentes foros desde hace una década. La Oms, tan recortada de recursos económicos y políticos, se ve asediada por intereses privados que desde la industria propician conflictos de interés, como se denunció con ocasión de la epidemia de gripe A de 2009-2010. Cabe temer que en este caso esté pasando lo mismo.
—Parece que una de las vacunas con más posibilidades de eficacia es la rVsV, elaborada por la empresa New Link Genetics, el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el Instituto de Investigación Walter Reed, de la Armada estadounidense. ¿Vacuna o arma, o ambas a la vez?
—Es la razón de la sinrazón de la guerra. La historia nos enseña que muchas victorias y cambios geopolíticos se debieron a una nueva tecnología. Por ejemplo, la del hierro frente al bronce. La investigación en guerra bacteriológica y otras amenazas para la integridad de las personas se ha incrementado mucho en los últimos cien años.
El 2 de setiembre el presidente de Médicos Sin Fronteras pedía a los estados miembros de la Onu la urgente intervención de las fuerzas médicas civiles y militares en África occidental. Se recurre a los que han mostrado hasta ahora su ineficiencia para solucionar el problema. Un cubo de agua para apagar un incendio devastador.
—Se ha dicho que un extracto de la fruta garcinia kola, endémica de África occidental, tiene efectos benéficos para los afectados por el virus, pero este tratamiento no parece haber despertado el interés de los investigadores.
—Es inexplicable la pasividad de las autoridades sanitarias internacionales frente a propuestas científicas no controladas por la gran industria. Por ejemplo, en la década de 1980 el equipo de investigadores dirigidos por Tu You You marcó una pauta de tratamiento y erradicación eficiente de la malaria que ha sido ignorada de modo reiterado por las multinacionales y los organismos públicos que éstas controlan.
—La prensa ha dado cuenta de varios casos de falso ébola en distintos lugares del mundo, incluida España. ¿A qué se debe ello? ¿A que la enfermedad se solapa con otras dolencias? ¿A una situación de pánico?
—Gran número de enfermedades tienen síntomas y signos comunes, y en algunas no se llega a identificar un agente causal. Si el paciente muere, la autopsia clínica puede, en algunos casos, aportar información complementaria suficiente para encuadrar el proceso distinto del presumido ébola. El pánico no puede justificar un error de diagnóstico. De ser así entraríamos en una mala práctica clínica.
—De cualquier modo, parece correcto que se tomen medidas preventivas y rápidas, aunque luego no se confirme el diagnóstico de ébola.
—La prevención suele ser una intervención a largo plazo, que empieza por los determinantes sociales. Desde una alimentación suficiente para que poblaciones expuestas no tengan que recurrir a comer carne de animales que son reservorio de ébola y que en condiciones de vida normales no se consumiría, hasta una red sanitaria básica para la identificación de la dolencia. La prevención rápida suele ser ineficiente en epidemias como la que nos ocupa. Sobre todo por lo costosa que resulta, especialmente para poblaciones tan empobrecidas.