Uruguay - Entrevista al sociólogo Luis Eduardo González, director de la consultora Cifra
Entrevista al sociólogo Luis
Eduardo González, director de la consultora Cifra
"Cada cual habla por su lado, no
hay debate organizado"
La gran virtud de Vázquez ya no es el
entusiasmo que lo llevó a la presidencia en 2005 sino el temor que hizo ganar a
Jorge Batlle en 1999. Para la mitad de la población la apuesta segura y
conservadora es Vázquez. A mucha gente no le gusta esa idea pero es evidente.
Vázquez no es la esperanza de las mieles, es el refugio de los temores.
Gonzalo Terra
El País, Montevideo, 27-4-2014
-¿Qué opina del nivel de la campaña?
¿Están sobre la mesa los temas que le importan a la gente?
-Parcialmente sí. Hay alguna
discusión sobre la seguridad, que es el gran tema de preocupación de la gente.
Hubo un principio de discusión sobre la educación pero no se concretó en un
debate genuino. Los candidatos tocan temas que le importan al público pero no
hay un debate organizado, cada cual habla por su lado. Aunque debates en serio
no hubo nunca. Como no hay una tradición de debate, los candidatos no se
sienten obligados y así seguiremos hasta quién sabe cuándo.
-¿Cómo incide esto en el elector?
-A la gente no le interesan los
detalles sino que le gustaría tener un mensaje corto y claro sobre el problema
y la solución. Por ejemplo la discusión sobre izquierda y derecha que maneja la
elite y ese mundo conceptual que construye no es el mismo para la gente común.
Todo esto se disimula un poco porque el que presta más atención a lo que se
dice y se hace es el público más informado y por eso hay una apariencia de que
es una gran campaña cuando en realidad es una campaña seguida por una minoría
de personas.
-¿Con respecto a lo que ocurría
décadas atrás el ciudadano está hoy más o menos informado?
-Queda la sensación de que en el
pasado había más actividad y participación, pero eso no estaba necesariamente
vinculado a un seguimiento genuino de los temas. Era una cuestión más
futbolera, la competencia en sí misma. Ver quién gana, sacar al que está, etc.
El entusiasmo por ganar más que el interés genuino por la sustancia.
-¿Por qué cree que Tabaré Vázquez se
apuró a anunciar que Danilo Astori será su ministro de Economía?
-Esto no es ciencia exacta, es una
opinión. Vázquez es un político de primera línea, un hombre inteligente. Ya ni
siquiera posa de no político como lo hizo como en algún momento. Todo el mundo
sabe que en la interna Vázquez se corre a la izquierda y después de la nacional
se corre hacia el centro. Lo novedoso es la claridad, contundencia y momento
del anuncio cuando aún faltan seis semanas para las internas. Varias encuestas
coincidieron en señalar una pequeña caída del Frente y un repunte de los
partidos tradicionales. Mi impresión es que a la gente no le gustó que en sus
apariciones públicas Vázquez minimizara los problemas de la educación o dijera
que se exagera con la seguridad. Al público más informado eso le molesta. El
país está mejor que hace diez años, de eso no hay duda, el bolsillo de la gente
está mejor y más allá del viento de cola, el contexto mundial, etc., el
resultado es un mérito del Frente Amplio. Pero defender zonas vulnerables donde
precisamente el mérito no está es algo que a la gente, sobre todo a la
informada, no le gusta. Eso generó un enfriamiento. Sigo haciendo una
conjetura, pero es como si Vázquez hubiera decidido agacharse y levantar al
Frente pero el peso fue demasiado y al intentar levantarlo se cayó. Es una
caricatura, una exageración, pero esa es la idea. Entonces, una posibilidad era
esperar a que pasara la interna con el riesgo de que ese daño sea más difícil
de restañar. La otra alternativa, apropiada para un médico, era la cirugía
preventiva. Vázquez hizo dos o tres cosas que son de una claridad tremenda.
Astori ministro de Economía y mano derecha en OPP, se termina el monstruo
bicéfalo que ha dominado esta administración. Y la otra, decir `el
vicepresidente lo elijo yo, a mí me sugieren, pero la decisión final es mía`.
En política esos son los gestos que la gente retiene. Es muy llamativo que
desde la propia izquierda no se haya escuchado un ruido. Vázquez dijo `yo no
estoy para jugar` y `si perdemos la elección va a ser peor`, y esa es una idea
que despabila a cualquiera. Interpreto, no puedo decir que fue así.
-¿Es posible que la tendencia
favorable a Jorge Larrañaga en la interna blanca se revierta y Luis Lacalle Pou
resulte vencedor?
-Sí, es posible. La historia de Luis
Lacalle Pou es curiosa. Empezó como un meteoro, una estampida fue su salida al
ruedo. Pero luego de eso entró en una meseta que sugería que podía llegar a
desinflarse. Sin embargo no se desinfló, tampoco mejoró, pero muestra señales
de afirmación y de simpatías crecientes. El problema es que esas simpatías no
necesariamente se traducen en votos. Lacalle Pou puede estar mejorando su
imagen personal porque la gente ve en él una esperanza a futuro para el Partido
Nacional y para el país, pero eso no significa que lo vaya a votar ahora porque
la gente también mira quién es el candidato apropiado para pelearle a Vázquez.
Puede haber en cinco semanas cambios significativos, pero cada día que pasa es
más difícil. Pero también es cierto que es la única interna competitiva y por
lo tanto puede haber sorpresas. Mirando las cosas desde una perspectiva más
general, si Lacalle Pou pierde la interna por poco y hay un arreglo político
apropiado no quedará la idea de derrota, el que tiene que hacer el gasto duro
es Larrañaga. Lacalle Pou pasa de diputado a posible candidato vicepresidencial
con cuarenta años, y encima es el defensor del fuerte tradicional herrerista.
-¿Cómo observa a Larrañaga con
respecto a la elección anterior?
-Larrañaga hizo un cambio de actitud
política muy importante cuando se desanimó de seguir buscando acuerdos con el
gobierno. Claramente no era su culpa, era ostensible que por ese camino no iba
a ningún lado. Dijo basta y desde ahí ha sido consecuente. Ese fue su gran
cambio y fue muy favorable para sus intereses. Nadie lo puede acusar de ser un
energúmeno incapaz de dialogar. Demostró que lo hace pero que también dice lo
que piensa con todas las letras. Esa es una virtud más clara en Larrañaga que
en Lacalle Pou, que sin embargo tiene la frescura de lo nuevo y propuestas
arriesgadas para un medio tan tradicional. Pienso que una fórmula con los dos
tendría mucha polenta. No sé si ese será el destino del asunto, pero si gana
Lacalle Pou la fórmula con Larrañaga es improbable hasta por una cuestión
generacional. Lacalle Pou como vice, mirado desde cualquier punto de vista, es
un ascenso y esa foto tendría mucha fuerza.
-En abril de 2009 el Partido Colorado
tenía un 7% de intención de voto. En octubre lo votó un 17%. Hoy, en las
encuestas ronda el 16%. ¿Es ese el techo de los colorados?
-No, de ninguna manera. Incluso, si
bien no es lo más probable, el Partido Colorado podría dar un batacazo.
Bordaberry es un excelente candidato, parte de la opinión informada, por
razones que no termino de entender muy bien, como que lo subvalora, cosa que a
veces le viene bien porque sus adversarios políticos suelen pegarle como si
fuera el padre, pero para cualquier uruguayo es evidente que Bordaberry no es
el padre, es un hombre diferente en todo sentido. Entonces, pegan donde
Bordaberry no está y esa es una forma de progresar políticamente. Las encuestas
muestran que Bordaberry funciona como una locomotora en su partido. Ya lo salvó
en su momento y ahora esa intención de voto no es en absoluto su techo.
-Los indicadores macroeconómicos
muestran que el país gobernado por el Frente Amplio está mejor que hace diez
años. Entonces, ¿por qué no crece en las encuestas?
-Los problemas para el Frente
empezaron hace cinco años cuando votó un par de puntos por debajo en 2009 que
en 2004. Hoy tiene mayorías parlamentarias en ancas de un piojo. ¿Por qué
ocurre eso si nuestro bolsillo está bien? El problema es de expectativas y
esperanzas más que de contabilidades prácticas. Soy un hombre viejo y la
primera vez en mi vida que escuché a una persona influyente decir con seriedad
que Uruguay podría llegar al club de los países ricos en menos de una
generación fue a fines del gobierno de Vázquez. El que rompió el hielo fue
Astori y después hubo más de una opinión convergente. Está bien que yo soy
sordo pero me consta que nadie está hablando de eso ahora. Nadie lo siente como
una posibilidad real. Además, los uruguayos se comparan y tenemos visiones de
primera mano sobre cómo va el mundo y la sensación que tenemos es que nos
estamos alejando de los países ricos. Lo que pudo ser ya no es. Es una
oportunidad perdida, pareció que había una oportunidad espectacular pero se
escapó. No sé quién tiene la culpa ni cómo fue, pero el asunto es que se
escapó. Los que estaban con el timón en ese momento es imposible que inspiren
el mismo entusiasmo que antes. ¿Cómo se trata esto políticamente? Son
sentimientos, expectativas, ni siquiera ideas. Ese es el gran problema que
enfrentan los equipos de campaña de los políticos. Un partido que gobernó con
una bonanza espectacular votó menos en 2009 que cuando ganó. Esa es una prueba
de que los uruguayos somos inconformistas. Y ahora, si no le va peor al Frente
es porque se invirtieron los papeles y Vázquez representa hoy la seguridad que
tiempo atrás exhibían los partidos tradicionales. Es una paradoja.
-¿Puede explicar mejor eso que
denomina paradoja?
-La gran virtud de Vázquez ya no es
el entusiasmo que lo llevó a la presidencia en 2005 sino el temor que hizo
ganar a Jorge Batlle en 1999. Para la mitad de la población la apuesta segura y
conservadora es Vázquez. A mucha gente no le gusta esa idea pero es evidente.
Vázquez no es la esperanza de las mieles, es el refugio de los temores. Es lo
que era Batlle hace quince años cuando el Frente podía ganar. Supongo que
Vázquez se enojaría al leerlo pero hace acordar a (Jorge) Pacheco con el
"sabe como hacerlo, ya lo hizo, puede volver a hacerlo". Eso es hoy
Vázquez, eso es Astori. La ciudadanía compra eso y le interesa porque somos una
sociedad conservadora más allá de lo que cada uno vote. Si eso le va a alcanzar
para volver a ser presidente es lo que vamos a ver en los próximos meses que,
sean como sean, no serán aburridos.
-¿Arriesga un resultado entonces
sobre la elección nacional?
-No porque los uruguayos somos
inconformistas. Creo que gana Vázquez pero solo apuesto una hamburguesa. Hay
una metáfora que define a los uruguayos, no la repito porque es violenta para
mi gusto, es un dicho que hizo famosa a una gata.
-¿Cuánto inciden las intervenciones
del presidente José Mujica en la campaña?
-Mujica es escurridizo hasta para
eso. Por un lado está la picardía, las cosas que no podría estar haciendo pero
que tampoco son violaciones evidentes. Por otro lado, en un plano general, uno
puede decir que Mujica, como Jorge Batlle, son personas positivas para el
debate porque cantan la justa, suelen ser muy francos. Hay pocos ejemplos de
una elocuencia tan concisa o brutal como cuando Mujica dijo `no me la llevan`
en referencia a su propia gente en un tema de educación. Eso es espectacular.
Ahora, otro ángulo del problema es si lo que dice o deja de decir ayuda a
Vázquez. Esto es muy opinable, pero si lo ayuda, es poco. Mujica sigue
manteniendo el afecto de mucha gente pero es como el buen filósofo rey que no
era buen gobernante. Está aquella famosa anécdota que nunca supe si era
apócrifa o no, pero Zabalza contaba que el viejo Sendic decía “si querés
estropear un asunto dáselo al Pepe”, no porque el Pepe fuera malo sino porque
era un muy mal gerente. El asunto es que este gobierno, si uno tratara de pasar
raya, ¿qué es lo que queda? Cuando uno le pregunta a la gente en grupos focales
y motivacionales sobre los éxitos del Frente Amplio todos son de Vázquez. La
gente no sabe muy bien qué es lo que ha hecho Mujica. La marihuana tiene su
importancia, pero son pocos los que dirían que es un gran éxito. La revista
Times dice que está entre las cien personas más influyentes del mundo, ¡cuánto
hace que no estábamos en esa lista! Al exterior es brutal y tiene alguna clase
de impacto, pero en qué se traduce todo esto en los problemas que le importan a
la gente. Esa sensación de que lo exitoso ocurrió realmente en el primer
gobierno del Frente no creo que sea buena para la izquierda, pero nuevamente,
es difícil manejar este cóctel de cosas tan contradictorias. Para Vázquez,
quizás lo más importante es que el gobierno meta la pata lo menos posible.
Callar a Mujica es imposible, entonces que meta la pata lo menos posible. El
presidente todavía tiene una popularidad personal relevante, es una figura
querida por la mayoría de la gente. Es el abuelito, y el abuelito es una
persona simbólica muy importante en nuestra sociedad pero no es el que trae el
bife.
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