Chile - Un balance inicial por Luis Mesina

Posted by Correo Semanal on lunes, noviembre 18, 2013

Un Balance Inicial
Luis Mesina

En primer lugar agradecer a los cientos de comandos que a lo largo del país se constituyeron de manera espontanea, independientes y autofinanciados porque creyeron en que el sueño de un mundo más justo, más humano y más feliz era posible, en especial un agradecimiento a las personas independientes y honestas que abrazaron este proyecto.
El Movimiento Todos a la Moneda (MTAM) fue una herramienta construida al calor de la esperanza, del voluntarismo y de la convicción que otro mundo sin oprimidos sería posible, fue una experiencia inédita en nuestro país. Hacía mucho tiempo que no se veía tanto empuje, tanta fuerza, tanta convicción por querer cambiar Chile. Era la voluntad de querer cambiar las cosas. Era el grito de mayor democracia, de mayor respeto y de menos utilización y manipulación de las personas. 
Sin embargo, algo ocurrió que hizo imposible crecer y ganar mayor adhesión, algo que impidió concitar la simpatía de los trabajadores y despertar el interés de los jóvenes para sumarse a nuestra propuesta. 
Nuestra autonomía e independencia para organizarnos sobre la base de los diez puntos de nuestro programa fue en un comienzo nuestra mayor fortaleza; pero, con el correr del tiempo, la falta de una organización y de una mínima disciplina de quienes conformaban la dirección del comando fue poco a poco convirtiéndose en el peor escollo para el desarrollo del MTAM. 
La aparición del mesianismo; de una práctica individual de quienes concentraban el control de la información de la agenda del candidato, el surgimiento de un discurso que se alejaba de los contenidos que en un principio el MTAM esbozaba como los fundamentales fueron, los que socavaron que nuestra propuesta llegará a sectores más extensos de la población.


Del Caupolicanazo a la bancarrota

El 26 de septiembre se logró el punto más alto de nuestra candidatura. Un mes antes ya se escuchaban de diversas provincias, mayores demandas por ser escuchados. Se reclamaba el no ser tomado en cuenta, se denunciaba un exceso de concentración en las decisiones de parte del Comando Central y del candidato. Que no escuchaban sus demandas y que, permanentemente se tomaban decisiones sin ningún análisis político.
Los errores sistemáticos y sostenidos del propio candidato hundieron el MTAM. La cara oculta de él que sólo se devela con el correr del tiempo dejó en evidencia, que nuestro discurso de nueva forma de hacer política no era más que fraseología, pues en los hechos, era más de las viejas prácticas. Las purgas contra todos aquellos que discrepaban o tenían puntos de vista diferentes se resolvían con la invisibilidad y los desprecios del Comando Central y del candidato. Llegamos así, a tener que escuchar sorpresivamente declaraciones, de que “no éramos de izquierda”, o de que la “izquierda se dedica a puro conversar y no trabaja”, etc. Lo más grave, sin embargo, fueron las decisiones inconsultas de designar a dedo a personas sin ningún curriculum que pudiera representar fidedignamente el programa de los diez puntos. Así las purgas contra los disidentes se convirtieron en una constante que hizo que la “mística” fuera cayendo poco a poco. Los comandos de provincias se dividían en función del arraigo que tuvieran con el burócrata central designado y avalado por el candidato.
El MTAM se dirigía por una pequeñísima organización política sin ningún arraigo en los sectores sociales, pero con un expertise en las prácticas burocráticas heredadas de su paso por la concertación, un remedo de stalinismo, que lamentablemente fueron validadas íntegramente por el candidato.


Nuestra perspectiva

No todo está perdido, el bajo porcentaje alcanzado, insisto, producto de malas decisiones (una franja sin contenidos, personalista y un candidato que en el debate no logró capturar a los indecisos) no son en lo absoluto, circunstancias que puedan alejarnos a quienes hemos creído de verdad que nuestro país requiere una sociedad de derechos y no de derecha. A quienes venimos por décadas luchando por construir una herramienta verdaderamente democrática y no burocrática. A quienes creemos que el programa es lo que determina el marco en que nos unimos y por el cual estamos dispuesto a entregar nuestra humanidad. A quienes no creemos en los mesianismos, mucho menos en aquellos que creen tener respuesta para todo. 
No todo está perdido, por el contrario. Es seguro que los que más están sufriendo la derrota, son los que más vida entregaron a esta campaña, pero deben tener confianza en que esto podremos convertirlo con nuevas prácticas en una victoria en cuatro años más. Sólo debemos cuidarnos de aquellos que confundieron lealtad con incondicionalidad. Aquellos, que fueron incapaces de decir esto está mal, estos no son métodos correctos para dirigirse a compañeros o compañeras. Esos que guardaron silencio ante las injusticias. Esas prácticas hay que desterrarlas si queremos construir algo nuevo. 
Tenemos mucho de la realidad que está de nuestro lado, el triunfo en la FECH de los compañeros libertarios que formaron parte del MTAM. La coordinación de las organizaciones laborales en Valdivia, Concepción y en la zona norte son la mejor prueba de que tenemos grandes posibilidades.
Nuestra tarea es balancear con la mayor claridad, sin eufemismos, determinar claramente las responsabilidades y aprovechar el impulso de este movimiento para generar, de verdad, un movimiento donde el sujeto fundamental de las decisiones y transformaciones sea los hombres y mujeres que lo constituyen y no individuos que concentran todo el poder de las decisiones.
Desde el mundo del trabajo se abren gigantescas posibilidades, somos los únicos que tenemos una inserción real y genuina en el mundo del trabajo, pero los más importante, estamos debatiendo acerca de cómo organizarnos para detener la furia del capital y eso, es más que suficiente para tener fe, recuperar las confianzas perdidas y recomenzar como tantas veces lo hemos hecho erguidos porque tenemos la razón y nuestro único compromiso es con los oprimidos de nuestra patria.