Edward Snowden por William Blum, The Anti Empire Report
Edward Snowden
En el curso de su vida profesional en el mundo de la
seguridad nacional, Edward Snowden debe haber pasado numerosas entrevistas de
prueba, exámenes con detectores de mentiras, y un chequeo de antecedentes
extremadamente minucioso, además de llenar interminables formularios diseñados
cuidadosamente para detectar cualquier tipo de falsedad o inconsistencia. El
Washington Post (10 de junio) informó que "varios funcionarios dijeron que
la CIA indudablemente empezaría a revisar el proceso por el cual Snowden había
sido enganchado, buscando determinar si se había pasado por alto cualquier
señal de que él algún día revelaría secretos nacionales".
Sí, hubo una señal que se les pasó: Edward Snowden tenía
algo dentro de sí conformado como conciencia, que estaba esperando una causa.
Pasó lo mismo conmigo. Me fui a trabajar al Departamento de
Estado, queriendo convertirme en un funcionario del servicio exterior, con la
mejor —la más patriótica— de las intenciones, a hacer lo mejor que pudiera para
matar la bestia de la Conspiración Comunista Internacional. Pero entonces el
horror cotidiano frente a lo que Estados Unidos le estaba haciendo al pueblo de
Vietnam me empezó a llegar en cada una de sus formas y empecé a sentirme mal.
Mi conciencia había encontrado su causa, y nada que me pudieran haber
preguntado en las entrevistas de enganche habría alertado a mis entrevistadores
sobre un posible peligro que yo significara, porque ni siquiera yo sabía de ese
peligro. Ninguna pregunta sobre mis amigos y parientes podría haber despertado
ni la más mínima sospecha sobre el activista radical contra la guerra en el que
me he convertido. Mis amigos y parientes habrían estado tan sorprendidos como
yo. Simplemente no había manera de que la oficina de seguridad del Departamento
de Estado supiera que yo no debía ser contratado y que no se me debía dar la
autorización de seguridad (Nota 1. Para leer sobre mis aventuras en el
Departamento de Estado y otras más, consultar mi libro West-Bloc
Dissident: A Cold war Memoir [Disidente del bloque occidental: memorias de
la Guerra Fría], 2002).
Entonces, ¿qué puede hacer un pobre Estado de Seguridad
Nacional? Bueno... podrían considerar la posibilidad de portarse bien. Dejar de
hacer todas esas cosas terribles que angustian a personas como yo o Edward
Snowden o Bradley Manning o tantos otros. Dejar de bombardear, invadir, dejar
las guerras interminables, la tortura, las sanciones, los golpes de Estado, el
apoyo a las dictaduras, el incondicional apoyo a Israel; dejar de hacer todas
esas cosas que hacen a Estados Unidos ser tan odiado, esas cosas que crean a
todos los terroristas anti-estadounidenses, y que impulsan al Estado de
Seguridad Nacional —sólo en defensa propia— a espiar al mundo entero.
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