Populismo: Un análisis marxista
Ofensiva Socialista, periódico de Socialismo revolucionario, CIT
en Portugal.
La crisis del capitalismo, provoca
el descontento en la población, como el fortalecimiento de la lucha y la
conciencia clase, también puede crear una base para la retórica y los movimientos
populistas. Aunque parte de la izquierda utilice el populismo de manera oportunista,
el populismo puede adoptar formas muy reaccionarias, por lo que su comprensión
es vital para la politización la lucha de clases actual.
El populismo es una retórica y un
movimiento político que trata de ganar el apoyo popular, jugando con un
discurso que defiende la "voluntad del pueblo" contra una élite. Esta
retórica puede encontrarse en la izquierda, pero también es recuperada
fácilmente pro la derecha. Con la crisis
económica y política que nos enfrentamos en nuestro país y el resto de Europa, el
creciente descontento de amplios sectores de la población con las desigualdades
y las injusticias sociales se abre una
base social cada vez mayor de apoyo a este discurso.
Este el populismo, sin embargo, tiene
varios problemas. Su principal problema es que crea una distinción vaga entre "el pueblo "y" la
élite ". Sin embargo, esta distinción no está, , basada en un análisis a
fondo del sistema capitalista actual. La élite es generalmente igual a la élite
política dominante, o incluso al sistema político en su conjunto. Este tipo de
descripción ignora el hecho de que lo fundamental de nuestra sociedad
capitalista es que el poder de la clase dominante,
y su posición jerárquica en la sociedad, se basan en la acumulación de capital.
La élite política y el Estado capitalista son sólo, en este sentido, los
instrumentos que pueden servir a los intereses de esta clase dominante.
El hecho de que la retórica populista no esté vinculada a un análisis de
clase y anticapitalista de la sociedad, permite que muchas de sus críticas al
sistema político y sus propuestas, pueden
ser defendidos por movimientos de la izquierda a la extrema derecha. Cualquier retórica populista que se centra en
los problemas de nuestro país, en la corrupción del sistema político y en los
privilegios y beneficios de los representantes políticos, elimina el foco de la
estructura de esos problemas dentro de un sistema capitalista, y conlleva el
peligro de individualizar y despolitizar las cuestiones que son de hecho
políticas.
Señalar la corrupción y los privilegios como causa de
la crisis copia la retórica de la Troika sobre el sur de Europa, que apunta a la
corrupción y la ineficiencia del Estado como la causa de la crisis. Con esta retórica,
ellos legitiman la austeridad, disciplinando a los políticos, a los gobernantes
y los funcionarios públicos, y los trabajadores
al mismo tiempo. Sin embargo, para los socialistas, la corrupción y los privilegios ilícitos no son la causa de la
crisis en Portugal, no son más que síntomas de un capitalismo periférico. Es
cierto que hay corrupción en Portugal, todo el mundo lo sabe, pero Portugal, no
es la excepción. No sólo es común en todos los llamados PIGS - los países
afectados la crisis y la Troika - pero en la práctica hay poca diferencia con,
por ejemplo, los 50.000 lobbistas en Bruselas, aunque ellos lo hagan oficialmente.
La crisis que el país está
pasando es una crisis sistémica del capitalismo; la crisis financiera mundial y
la consiguiente crisis de la Zona Euro. Es el resultado de los procesos
neoliberales de los últimos 20 años, de las contradicciones dentro del propio modelo
europeo. La causa principal por lo tanto es una cuestión de clase y de
alternativas al capitalismo. Cuando el análisis se limita a los síntomas y
soluciones que dan no cuestionan el sistema capitalista mismo, se comete un
grave error político-estratégica.
Propuestas como "reducir el
número de diputados", "cortar las compensacionse de los diputados
para el transporte "o" pena de prisión para quien robó el País
", todas sufren en mayor o menor grado de problemas del populismo. Cada
una de estas propuestas puede ser o es reaccionaria, la reducción de los
diputados, propuestas por el gobierno, de hecho reduciría la representación
política de la clase obrera, lo que hará que sea más difícil elegir a los
candidatos que apoyan nuestros intereses, y da ventajas, especialmente para los
partidos grandes. Cortar algunas compensaciones pueden hacer más difícil la
organización de las luchas locales por un buen representante, por ejemplo, limitando
el contacto entre la lucha local y la representación en Lisboa.
La "cárcel para los ladrones
del país" también se puede utilizar para la penalización de quien es
considerado por la derecha como un ladrón del país, como desempleados e
inmigrantes ... Todo esto no quiere decir que creamos que las injusticias
sociales no deben terminar. Por supuesto que no defendemos la existencia de privilegios
y corrupción, así como defendemos el fin de cualquier explotación. Pero creemos
que su eliminación no sacará al país de la crisis, puesto que no son la causa, si
no los síntomas. Las posiciones y exigencias en estas materias deben estar, por lo tanto,
siempre vinculadas con sus causas sistémicas y sus soluciones tienen que poner
en tela de juicio el sistema capitalista. El descontento con los privilegios de
la clase política puede ser, por ejemplo, ser transformado en una demanda: "Los
representantes políticos no pueden ganar más que el salario promedio de un trabajador”.
Así, estos representantes sentirán los efectos de sus propias políticas y se
hace posible vincular los intereses de los trabajadores y de sus representantes
políticos.
Existe otra diferencia esencial entre decir "Fin
de los privilegios de los políticos " y "Representantes electos con salario
de un trabajador promedio, con un
mandato revocable en cualquier momento ". La primera además de ser vaga, apunta a "los políticos "como
un grupo separado, la "clase política ", algo que no existe. El
segundo concretiza la condición de estos
representantes y como además de acabar con los privilegios, además, al hablar
de "salario promedio de un trabajador" adopta la visión correcta clasista
en esta cuestión, entre la clase obrera y la capitalista. El ejemplo práctico
de lo que hablamos es que Belmiro de Azevedo o Ricardo Salgado o no son
políticas, si se admite la existencia de dicha clase, como activista de un
partido político o movimiento social, incluso defendiendo a los trabajadores y
no teniendo ninguna regalía, es un político.
La tarea de los socialistas no es
seguir los sentimientos del pueblo para ganar popularidad, despolitizando su propio discurso. La tarea
de la izquierda y los socialistas es politizar estas voluntades, transformando la "voluntad del pueblo" en la defensa
de los intereses de la clase explotada bajo el capitalismo. Tenemos que
transformar la “clase en sí" en una “clase para sí”, "una clase
trabajadora en sí ", en una "clase trabajadora para sí" que sea
consciente de sus verdaderos intereses. El papel de la izquierda política es
orientar y dirigir la transformación de estas voluntades en lugar de seguirlas, conectandonandolas, críticamente, con una perspectiva
anti-capitalista y socialista.
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