Chile - La Derrota del “NO” en los Premios Oscar y Algo Más

Posted by Correo Semanal on jueves, febrero 28, 2013


Marcel Claude

Fuente: El Rastro. com

Y finalmente, luego de tanta expectativa y sobre-exposición mediática, la película “NO” de Pablo Larraín no ganó la preciada estatuilla dorada. Una de las curiosidades de esta película es que su director es hijo de un senador UDI, Hernán Larraín, y de la ex ministra de vivienda Magdalena Matte, lo cual le da a esta película una singular contradicción y entrevera los símbolos, significados y representaciones, en el sentido que lo más rancio del pinochetismo, la UDI, haya estado expectante y esperanzada en que ganara el “NO”.  Por cierto, el deseo de que triunfara el “NO”, por parte de estas destacadas figuras de la derecha chilena, se refiere a la película y no a su significado, y finalmente, se explica por el más elemental y sagrado sentimiento paternal.
no en la premiacion de los oscarA veces en la vida ciertos signos o acontecimientos hacen justicia por sí mismos, habida consideración de que la justica tarda, sólo a veces llega y normalmente es la gran ausente en la historia de la humanidad. El jurado de los premios Oscar sin conocer los hechos, sin tener idea de la situación política chilena, sin interesarle siquiera, no le concedió el premio a la película “NO” que, aunque pudiese merecerlo desde el punto de vista técnico, artístico, cultural, podríamos decirlo a modo de ficción política, no merecía ganarlo desde una perspectiva estrictamente política, puesto que, curiosamente, el triunfo del NO en aquél memorable 5 de octubre de 1988, no fue más que una ilusión, un acto fallido y una traición.  En realidad quien ganó fue el SI: a la Constitución del 80, al modelo económico, a la desnacionalización de las empresas públicas y de nuestros recursos naturales. Triunfó de manera abrumadora el SI a la senda de la desigualdad, a la concentración de la riqueza, a la educación privada y del lucro, al negocio de la salud.  Triunfó de manera abrumadora conculcar los derechos políticos como la libertad de expresión, ya que la falta de información y la difusión de conocimientos basura a través de la televisión pública es pan de cada día y fundamento del control político de las oligarquías dominantes sobre la sociedad chilena.
Una de las tragedias más grandes que ha vivido el pueblo chileno es el desencanto con la política, es haber perdido toda esperanza en que las cosas pueden cambiar si aplicamos el sentido y razón política a nuestro actuar colectivo.  Una suerte de epidemia de tristeza –al decir de Sabina- domina la ciudad ¡La política es corrupta! ¡Todos los políticos son iguales! ¡El poder corrompe! y preguntas tan desesperanzadoras como estas últimas afirmaciones aparecen todos los días ¿qué saco con hacer política, si de izquierda o derecha el candidato, yo tengo que trabajar igual?
Pocos se percatan que esta es la respuesta que se busca de la sociedad cuando se quiere dominar y controlar los destinos de ésta. Mientras más apolítica sea la sociedad, mientras menos reflexiva sea ésta, mientras menos interés tengan los ciudadanos en la cuestión pública, más indeleble será el dominio y control de ésta por minorías que normalmente intervienen para crear condiciones institucionales favorables a su posición de dominio y control.
La derrota del NO, su traición por parte de la Concertación ha dejado como consecuencia una apatía política tan grave que ha permitido crear las condiciones apropiadas para instalar sin la menor reacción contraria, el peor de los modos capitalistas de expansión económica, con niveles de concentración y desigualdad que hacen extremadamente precaria la vida económica de los chilenos. Al punto que hoy la política, en vez de ser un contrafuerte o un medio de contención de los intereses privados, es nada más que un instrumento de facilitación y legitimidad de éstos.
Probablemente no sea justo ni consistente con la realidad asociar la derrota de la película “NO” con la derrota política del No y el triunfo aplastante del SI, que, además,ha perdurado por más de 20 años.  Sin embargo, nos sirve para reflexionar sobre ambos fracasos, en el entendido de que siempre es bueno pensar y razonar.