2012: Un año de osada rebelión pero sin resolución

Posted by Correo Semanal on viernes, diciembre 28, 2012


Steven Strauss y Andrea Bauer
Fredom Socialist, Estados Unidos, diciembre de 2012
Trabajadores públicos en huelga contra la privatización en Atenas. Foto: Thanassis Stavrakis / AP
En el año 2012 se ha visto a los trabajadores y estudiantes de todo el mundo aún apaleados por la austeridad — y aún luchando en forma nunca antes superada, desde Atenas y Moscú hasta Calcuta y Chicago. A medida que luchaban, su ira se enfrentaba con la creciente represión del Estado: gas lacrimógeno, redadas de agencias de espionaje, y leyes que criminalizan la disensión y que destruyen las libertades civiles.
Una píldora aún más dificil de tragar fue la socavación de valientes luchas de pobres y trabajadores por parte de sus supuestos líderes. Los sabotajes de este tipo contribuyeron a que el 2012 termine sólo con victorias y derrotas parciales y provisionales para ambos lados de la división de clases.
Sin embargo, una cosa es clara: con la continuación de la recesión, los ímpetus a favor de la austeridad están aumentando, no disminuyendo. Para sobrevivir, los trabajadores y los jóvenes tendrán que contra atacar con una ferocidad redoblada.
Una mortal lucha. Europa fue un punto focal de enfrentamientos en 2012. Ya que el Banco Central Europeo exigía recortes en los servicios sociales para que los fondos de rescate bancario se pudieran pagar, surgieron cientos de paros laborales en Grecia, Italia, España y otros lugares. A medida que estos se desarrollaban, era claro la dinámica de la militancia contra el conservadurismo.
Al igual que los demócratas en los EEUU, los partidos socialdemócratas de Europa se autodenominan partidos de la clase trabajadora pero con la agenda de los patrones. Éstos son partidos como el PASOK de Grecia, el partido gobernante encargado de implementar las medidas de austeridad hasta que los electores se deshicieron de él en junio. Los sindicatos y las federaciones laborales europeos están aliados a dichos partidos, al igual que las organizaciones laborales de EEUU y Australia están ligadas a los demócratas y al Partido Laborista Australiano.
Esto significa que aunque se multipliquen las huelgas, los máximos líderes sindicales limitan su efecto reduciéndolas a uno o dos días, proporcionando aviso con mucho tiempo de antelación, y atenuando las demandas — como el exigir “menos recortes” en lugar de “¡ningún recorte!”
En Brasil, trabajadores públicos que efectuaron una huelga para exigir mejores salarios duraron cuatro meses sin trabajar. Los sindicatos fueron esenciales para llevar al poder al Partido de los Trabajadores de la presidenta Dilma Rousseff; ahora les está devolviendo el favor de haberle proporcionado su apoyo con propuestas para legislación que socava las huelgas.
En Sudáfrica, cuando hicieron huelga los tremendamente mal remunerados mineros del platino, tuvieron que enfrentarse, no sólo al Congreso Nacional Africano que gobierna el país, sino también al oficialmente reconocido sindicato de mineros asociado con el CNA. En agosto, la policía mató a 34 mineros — pero no pudo evitar que eventualmente los mineros lograran ganar incrementos salariales.
El sustento de la protesta. La energía de los más oprimidos es el contrapeso a la sofocante influencia de los corruptos gobiernos y partidos “del pueblo.”
En India, donde 400 millones de personas viven en la pobreza absoluta, casi 100 millones de personas participaron en un plantón de un día para exigir salarios más altos, mejoras en las pensiones, protección para trabajadores temporales y el fin a las privatizaciones. En las escuelas públicas de Chicago, donde el 87 por ciento de los maestros son mujeres y el 91 por ciento de los estudiantes son de color, el sindicato de maestros obligó al alcalde Rahm Emanuel a que se alejara parcialmente del ataque de la administración de Obama contra la educación pública y sus empleados.
Los jóvenes, que sufren a causa de tasas extremadamente altas de desempleo en todo el mundo, han sido parte de la vanguardia de las protestas en todos sitios. En febrero, estudiantes universitarios en Quebec lanzaron lo que sería la mayor y más larga huelga estudiantil en la historia de Norteamérica, exigiendo que no se incrementara la colegiatura. Por fin, los estudiantes lograron sus demandas, al mismo tiempo que derribaban un gobierno provincial.
Los jóvenes son esenciales para las movilizaciones a favor del medio ambiente, en las cuales los indígenas también desempeñan una función vital. Mujeres y hombres nativos de EEUU comenzaron el movimiento contra el oleoducto Keystone XL, en el cual han participado miles de personas en actos de desobediencia civil. Además, en la costa este de EEUU, redes del movimiento juvenil Occupy, junto con organizaciones populares de comunidades de inmigrantes y de gente de color, proporcionaron su ayuda a los damnificados del Huracán Sandy los cuales fueron ignorados durante días por los funcionarios de agencias de auxilio.
La suerte cambió para los movimientos. Pero los tiempos fueron duros en 2012 para Occupy Wall Street y para otro explosivo movimiento internacional de 2011: la Primavera Árabe.
El fenómeno Occupy, aunque ha sobrevivido, como cuando les proporcionó ayuda a las víctimas del Huracán Sandy y cuando se movilizó contra el desahucio de inquilinos, perdió mucha de su fuerza debido a la violenta represión gubernamental y a la falta de dirección causada por la influencia dominante del anarquismo en el movimiento. Pero el espíritu radical del movimiento cambió profundamente la naturaleza del discurso acerca de la crisis económica y, a mucha gente, el ejemplo de la resistencia que surgió de Occupy le pareció, una vez más, una opción viable.
Para que la resistencia tenga éxito, sin embargo, se necesita un liderazgo revolucionario consciente. Nada demuestra esto más contundentemente que las rebeliones contra dictadores en el Medio Oeste y África del Norte.
Por lo menos hasta ahora, estas heroicas iniciativas han sido cooptadas en gran medida por una combinación de países imperialistas occidentales, élites regionales como los Saudis, y reaccionarios religiosos. Pero los luchadores por la libertad del Medio Oriente no se han dado por vencidos — incluyendo a los palestinos, cuya causa sigue siendo un asunto candente en la región.
Qué se necesita para seguir adelante. En 2012 no se vio ninguna disminución de la función del gobierno de EEUU como policía global y garante del lucro corporativo. Ya que los funcionarios sindicalistas y líderes de movimientos sociales le brindaron su apoyo a los demócratas, como era de esperarse, éste fue un año electoral en el cual los principales candidatos casi no discutieron la guerra y ni siquiera, de forma seria, los empleos — y mucho menos el cambio climático.
Hacia finales de año, el “abismo fiscal” es enorme — los arrolladores incrementos de impuestos y los profundos recortes al gasto que se implementarán si demócratas y republicanos no se pueden poner de acuerdo en algún otro plan para reducir el déficit. Debido a la aún raquítica situación de la economía, cualquiera que sea el resultado de las negociaciones, no serán buenas las noticias para la clase trabajadora de los EEUU ni de ningún otro lugar.
Para que la protesta crezca y se haga más efectiva, es necesaria una “sacudida” en los movimientos laboral y progresista. Los miembros sindicales y activistas de bases sólo podrán enfrentarse efectivamente a los que ostentan el poder enfrentándose primero a sus propios líderes para exigirles una auténtica representación en las luchas contra los patrones y banqueros, y dando un paso hacia delante para ser ellos mismos los líderes. No será fácil pero es el único camino — y este crucial esfuerzo merece el total apoyo de la izquierda socialista.