Brasil - Empieza en Brasil el juicio del "mensalao"
Fue un escándalo de corrupción en la era Lula que casi le
cuesta el gobierno. Lo salvó su altísima popularidad.
La imagen de parlamentarios recibiendo
"mensualidades" -de ahí el nombre de mensalao- de 30 mil reales para
votar a favor del gobierno del PT no fue confirmada por los hechos, pero
terminó por imponerse.
Eric Nepomuceno
Página/12, Buenos Aires, 2-8-2012
http://www.pagina12.com.ar/
Para la oposición y los medios hegemónicos de comunicación
(que en Brasil son dos nombres para la misma cosa), se trata del juicio del
siglo. Para el PT y muy especialmente para algunas de sus estrellas más
luminosas, se trata de una especie de pesadilla. Para el Supremo Tribunal
Federal, la Corte máxima brasileña, se trata de un desafío desbordado: son 50
mil páginas con los autos del juicio, que no tiene plazo para terminar, y
seguramente se extenderá por lo menos hasta mediados de septiembre.
Los 38 acusados responderán a siete denuncias por evasión de
divisas, lavado de dinero, corrupción activa, corrupción pasiva, gestión
fraudulenta, peculado y formación de bando criminal. Entre los acusados está
José Dirceu, figura clave del primer gobierno de Lula da Silva (fue jefe de
Gabinete de ministros entre 2003 y 2005), además de un surtido puñado de ex
dirigentes del PT y de partidos aliados.
Ha sido el mayor escándalo de la era Lula da Silva, y casi
le costó el gobierno. En la época se habló de la posibilidad de un proceso de
impeachment. Lo salvó la desbordada popularidad que hizo que, con escándalo y
todo, aplastase a la oposición y fuera reelegido presidente en 2006. La
acusación, llevada al Supremo por la Procuraduría General de la República en
2006, dice que un esquema armado bajo órdenes de José Dirceu e implantado por
el entonces tesorero del PT, Delubio Soares, desvió fondos públicos para
comprar los votos de parlamentarios y aprobar proyectos del Poder Ejecutivo en
el Congreso. En total, dice la PGR, fueron desviados 141 millones de reales
(unos 282 millones de pesos argentinos al cambio actual), de los cuales se
pudieron detectar los destinatarios de 32 millones. El resto se esfumó en el
aire.
En la época ha sido como un huracán barriendo al gobierno de
Lula. Ministros poderosos cayeron uno tras otro, empezando por Dirceu, e
importantes figuras del Congreso fueron juzgadas por sus pares. El estigma de
"mayor acto de corrupción de la historia" quedó pegado a los
acusados, aunque la corrupción existiese desde siempre y continúe en el
cotidiano del país. La imagen de parlamentarios recibiendo "mesadas"
-de ahí el nombre "mensalao"- de 30 mil reales para votar a favor del
gobierno jamás fue confirmada por los hechos, pero terminó por imponerse.
Ahora el Supremo Tribunal Federal tendrá que decidir, en uno
de los casos más complejos jamás elevados a esa Corte, lo que hay de cierto en
la acusación. La Procuraduría General de la República asegura haber podido
comprobar desvíos de recursos del Banco do Brasil (entre otras estatales e
instituciones federales) para la compra de votos. Clasifica a José Dirceu como
"el jefe de la pandilla" y acusa al empresario Marcos Valerio de
Souza de desviar recursos públicos.
La defensa de los acusados centrará el fuego en derrumbar
pieza por pieza la acusación. Marcos Valerio admitió haber pasado 56 millones
de reales a partidos y a parlamentarios, cumpliendo órdenes de Delubio Soares.
Sobre el origen de ese dineral, muestra comprobantes de préstamos obtenidos junto
a dos bancos privados. El ex tesorero del PT, por su parte, admite la
distribución de lo que eufemísticamente clasificó, en su momento, de
"recursos financieros no contabilizados". Dice Delubio Soares que los
préstamos levantados por Marcos Valerio sirvieron para cubrir gastos y deudas
de la campaña electoral de 2002, tanto del PT como de partidos que formaban la
alianza de base del gobierno de Lula. Se trata de rutina en las elecciones
brasileñas tener doble contabilidad, una llevada a la Justicia Electoral, y
otra, real. Delubio asegura que jamás hubo compra de votos en el Congreso,
entre otras razones porque los acusados de recibir recursos integraban la
alianza y obedecían a sus respectivos partidos.
José Dirceu dirá, en su defensa, que por ocasión de la
distribución de dinero no tenía ningún puesto de mando en el PT y que jamás
participó de esquemas financieros para cubrir deudas de aliados. Sus abogados
aseguran que la acusación es, más que floja, una obra de ficción mal redactada.
De hoy al final del juicio las atenciones de todos estarán
centradas en el pleno del Supremo Tribunal Federal, en Brasilia. Alrededor de
500 periodistas de 65 medios se acreditaron para cubrir el gran espectáculo. El
denunciante de todo, el ex diputado Roberto Jefferson, del derechista aliado de
Lula PTB, jamás en su vida política gozó de una migaja de la credibilidad que
mereció de la Procuraduría General de la República.
Para el PT y sus aliados, la ocasión es la menos propicia
posible: dentro de dos semanas comienza la propaganda política en televisión,
con vistas a las elecciones municipales de octubre, y seguramente el tema del
"mensalao" y de su juicio será recurrente en los programas de los
adversarios.
A los once integrantes del Supremo Tribunal Federal les toca
un desafío más: comprobar a la opinión pública que son capaces de un juicio
estrictamente técnico, inmune a las presiones de la prensa y de los sectores
más conservadores de la sociedad (que, a propósito, jamás se interesaron tanto
por la corrupción cuando eran sus pares que gobernaban). Y que no permitirán
que el Juicio del Siglo se transforme en un gran circo.
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