Chile - Mario Waissbluth, pedagogo : desnuda "reforma" tributaria Piñera
Por Mario Waissbluth , pedagogo ,
Educación 2020
Escribo estas líneas con tristeza
en el alma. La demolición de la educación pública y la profundización de la
segregación social son tan amenazantes para el futuro de nuestro país, que me
amarga. Y todo por unos votitos más. Téngame paciencia ahora. La maniobra del
gobierno es técnicamente compleja y políticamente vistosa. Desenmascararla requiere
cifras y algo de análisis.
El apartheid sudafricano fue una
política formal de segregación racial. Lo que tenemos en Chile es una política
sibilina de segregación escolar por estrato socioeconómico, de pasmosa efectividad.
Tenemos el peor índice de segregación social del MUNDO.
Los hijos de ricos estudian con
hijos de ricos, los de clase media con clase media, los pobres con pobres. No
se trata de resultados escolares, sino del nivel socioeconómico de alumnos que estudian
bajo un mismo techo.
Alguien dirá que no importa. Con
tal que cace ratones, no importa el color del gato. Si lográramos los mismos
resultados de calidad en escuelas de pobres que en escuelas de ricos, ¿qué más
da? En primer lugar, es imposible, ni aunque dobláramos la ya aumentada
subvención preferencial. Está demostrado en todo el mundo que existe el “efecto par”. Los niños no sólo aprenden de
sus profesores, sino también de sus compañeros. Si todos tienen bajo capital
cultural, el nivel de la clase disminuye y si lo tienen alto, aumenta, con el
mismo profesor.
Qué Pasa publicó recién, por 12
años ya, su odioso “Ranking de los mejores 100 colegios de Chile:
establecimientos educacionales de calidad”. 95 particulares, 2 subvencionados y
3 municipales.
Mensualidades desde
$485.000 a $125.000.
Lo que la gente no sabe -y es
comprensible que no sepa- es lo que pasaría
si todos los niños del Grange, Everest o Cordillera, los tres primeros
lugares, con promedio PSU de 695 (para lo cual muchos suelen contratar un caro
preuniversitario), fueran transportados diariamente en un bus a tres escuelas
de La Pintana, con promedio PSU de 400, y a la inversa, los niños de La Pintana
fueran transportados a estas escuelas del barrio alto. En este experimento, los
profesores, libros y planes de estudio quedan en su lugar de origen.
Transportamos sólo niños.
Con el tiempo, los niños de La Pintana, ahora
educados en el barrio alto, no mejorarán su PSU más allá de 30 ó 40 puntos, y
los chicos del barrio alto no empeorarán su PSU en más de 30 ó 40 puntos. Ese es el “valor agregado” que están agregando
las escuelas municipales y los colegios particulares, y no difiere demasiado
entre ellos.
Dirá que estoy loco. Mejor
dígaselo al hoy ministro Harald Beyer, pues él hizo los estudios de correlación
entre rendimiento escolar y nivel socioeconómico de los alumnos. Si no le cree
ni a Beyer ni a mí, vea el test de PISA. La diferencia en Chile entre colegios particulares
y públicos es de 50 puntos (lo cual es mucho en esa escala). Sin embargo,
cuando PISA ajusta por el nivel socioeconómico del promedio de los alumnos de
la escuela, la diferencia se reduce a 20 puntos. Y si además ajusta por el
nivel socioeconómico de los compañeros de aula del alumno, la diferencia
disminuye a 2 puntos.
Los padres al pagar $300 mil o un
copago en escuelas subvencionadas de $10 ó $60 mil mensuales, no están
“comprando una mejor calidad académica”, sino mejores compañeros, desde el
punto de vista del capital cultural y las redes sociales de sus familias.
Es comprensible que un padre, si
tiene dinero, quiera hacer esto, pues le va a mejorar los resultados y las redes sociales a su hijo.
Hace muchos años, cuando yo no
tenía idea de política educativa, hice lo mismo y egoístamente lo volvería a
hacer. Pero dejemos en claro que el apoderado no está comprando “una mejor scuela”. Calefacción y piscina temperada, eso
sí. Calidad académica y mejores profesores, lamento informar que las
estadísticas dicen lo contrario.
El mito de que las escuelas
particulares son “mejores” que las públicas es una mentira deliberada. Para ser
más precisos, ajustado por nivel socioeconómico, son 2 puntos en el test de
PISA y 5 puntos de SIMCE, es decir, la nada, y eso sin tomar en cuenta las
prácticas informales o formales de selección de alumnos de muchas particulares.
Tampoco hay evidencia de que las
escuelas con copago de los padres, con más recursos por alumno, tengan mejores
resultados que las sin copago.
Otra cosa muy diferente a las
decisiones individuales y comprensibles de los apoderados son las políticas
públicas. ¿Conviene que los escolares se segreguen de acuerdo a nivel
socioeconómico?
No, respuesta definitiva. No hay
países desarrollados con elevada segregación social en la escuela que a la vez
tengan buenos resultados en el test de PISA o elevado ingreso per capita.
Segregación escolar,inequidad de ingresos y desarrollo socioeconómico van de la
mano.
Aparte de estos datos
duros, las consecuencias sociales son aún peores.
En universidades “cota mil” los
pobres no entran ni por casualidad. Aun en las universidades de Chile o
Católica, algo más meritocráticas, el fenómeno es evidente. Los escasos hijos
de la clase baja que lograron ingresar se juntan entre ellos, los de clase
media entre ellos, y los del barrio alto se vienen juntos en 4x4 desde Las
Condes.
La segregación viene impresa en
su ADN escolar. Al llegar a una empresa, el fenómeno persiste. El 50% de los
gerentes generales de las empresas más grandes de Chile proviene de cinco
colegios privados católicos del barrio alto. ¿Podemos tener un futuro armónico
como país desarrollado, respetuoso de la diversidad, tolerante con los extranjeros,
sin odios de clase, sin gente reclamando en las calles, en este contexto? No, y
por eso estoy con el alma adolorida.
¿Cómo llegamos hasta aquí y para
dónde vamos? Chile ha sido muy segregado en lo social, racial y geográfico, por
500 años. La pregunta clave es si acaso el sistema educativo está haciendo algo
por mejorar o empeorar las cosas. Claramente las empeora, y los estudios lo
demuestran. La segregación escolar es peor que la de barrios.
La mayoría de los caros colegios
particulares no da becas para “roteques”. Si son “buena onda” ayudan a una
escuela pobre, pero separadita. La guinda de la torta lo puso la Concertación inventando
el “financiamiento compartido”: el derecho de colegios particulares subvencionados,
con o sin fines de lucro, de cobrar un copago de hasta 60 mil pesos (aunque el
promedio anda por los $15 mil). La política pública perfecta… para profundizar
la segregación. De libro de texto.
A los padres les conviene (a mí
también) poner a sus hijos en escuelas con compañeros de clase social más
elevada, por el “efecto par” y por las redes sociales que están comprando. Así,
esto quedó como torta de mil hojas. Los hijos de los que pueden pagar $400 mil mensuales
estudian con hijos de los que pueden pagar $400 mil, los de $60 mil con los de
$60 mil, los de $10 mil con los de $10 mil, los de $0… con los de $0. Estos
últimos son aproximadamente el 80% de los alumnos.
Por cierto, no tengo nada contra
la educación particular subvencionada. La diversidad es buena, aunque es
inaceptable que no haya una oferta de educación pública de buena calidad en
todos los barrios. Sin embargo, cabe mencionar que en los únicos dos países exitosos
con este tipo de sistema aplicado masivamente, como Holanda y Bélgica, todas
son por ley escuelas sin fines de lucro que no pueden exigir copago, este es
voluntario. La nómina de los profesores la paga centralmente el estado.
Pequeños detalles.
Me trastorné al borde de la
depresión cuando el Presidente Piñera anunció su “subsidio para la clase
media”, que una vez estudiada la letra
chica, suena inocente. Serán hasta $100.000 anuales de descuento del impuesto a
la renta por gastos privados en educación, para contribuyentes que declaren un
ingreso tributario mensual de hasta $1.5 millones. Si el padre y la madre
trabajan, podrán ser dos descuentos para dos hijos. Esta medida beneficiará en
realidad a unas 500 mil personas y no el millón y medio anunciado, entre otras
cosas porque muchos de estos pagan menos de $5 mil mensuales de impuesto, y además
no todos tienen hijos en edad escolar, pero no me voy a pelear por esta cifra.
Lo notable son los cerca de 7 millones de contribuyentes que NO serán
beneficiados porque no les alcanza para pagar impuesto a la renta.
Bueno, dirán algunos. ¿Y qué más
da? Diez mil pesitos mensuales para gente de clase media. En realidad, si
definiéramos como “clase media” a la gente que está “en la mitad” de los
ingresos per cápita, a ninguno le chorrearía. Digamos entonces, semánticamente,
que en la pésima distribución de ingresos de Chile los beneficiados serán “de clase
media alta”, por muy apretados que estén en sus bolsillos, lo cual es cierto.
¿Y qué importa? Total, la Concertación hizo la
misma martingala con créditos hipotecarios para la “clase media alta”,
comprando así votos demagógicamente. Lo lamento pero sí importa, y mucho. El
actual gobierno -que ha hecho otras cosas buenas por la educación- está también
“comprando” votos por un mendrugo y de pasada está profundizando el mecanismo
de financiamiento compartido, esta feroz herramienta de segregación social, y
por supuesto está perjudicando la ya alicaída educación pública. Además, está
favoreciendo a escuelas particulares subvencionadas con fines de lucro, muchas
de las cuales se verán tentadas de subir la matrícula en unos $5 ó $10 mil que al fin y al cabo ni le van a doler a los
padres, pues van a permitir una mejor selección social y aspiracional. Mil
alumnos a 10 lucas mensuales, son $100
millones anuales más de utilidades para pagar la gasolina del 4x4 del
sostenedor.
Si quisiéramos ir en la dirección
correcta, lo único que cabe es aumentar la subvención general para todas las
escuelas, y eliminar progresivamente el financiamiento compartido. Asimismo,
habría que quitarle la autorización a toda escuela particular pagada o jardín infantil
que no le dé becas al menos a un 25% de alumnos de bajos ingresos, para evitar
el “efecto Machuca”. Es eso o apartheid para siempre. No me gusta vivir en un
país así, ni se lo deseo a mis nietos.
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