India - Una huelga histórica
Kunal Chattopadhyay *
La Breche/ A lencontre
http://alencontre.org/
Tradución de Viento Sur
http://www.vientosur.info/
El 28 de febrero 2012, 21
federaciones y cerca de 5.000 sindicatos de empresa se pusieron de acuerdo para
convocar una huelga en la industria. Finalmente, esta huelga se convirtió en
una huelga general. Y eso a pesar de las decisiones judiciales que prohibían
las convocatorias de bandhs o de hartals (la interrupción total del trabajo, el
"cierre" de las empresas). Esta huelga constituyó un desafío abierto
a la política gubernamental, más allá de la patronal o de determinados
representantes políticos.
En algunas provincias, el
gobierno reaccionó con dureza. En Kerala, el gobierno del Partido del Congreso
declaró que los huelguistas perderían su salario. En Bengala-Occidental, el
gobierno del Congreso Trinamool (partido de la derecha dura bengalí, dirigido
por Mamata Banerjee) amenazó con cargarse la huelga y obligó a una gran parte
de los funcionarios a trabajar, lo que en muchos casos se tradujo en que
tuvieron que pasar la noche en sus puestos de trabajo. A pesar de ello, cerca
del 35% hicieron huelga.
En conjunto, la huelga fue un
gran éxito. En sectores como el carbón, las centrales eléctricas y la
construcción se sumaron a la convocatoria. G. Sanjeer Reddi, presidente de la
Unión Nacional de Sindicatos del a India declaró: "Hemos logrado un apoyo
importante de los trabajadores de las minas de carbón, de las centrales
eléctricas y del sector del transporte". Entre las reivindicaciones de los
huelguistas destaca la exigencia de la equiparación salarial entre las plantillas
fijas y eventuales.
Los gobiernos de los distintos
Estados ha intentado minimizar la huelga y dar una imagen de normalidad
declarando que la huelga había sido una fracaso. Pero la realidad es terca: la
Asociación de Cámaras de Comercio e Industria de la India (ASSOCHAM), que declaró
que no había ningún motivo para llevar a cabo esta huelga, señaló que la misma
podría acarrear la pérdida de cerca de 1.000 millones de rupias (18 millones de
euros) para la economía a nivel nacional.
Las reivindicaciones de los
huelguistas eran las siguientes: un salario mínimo a nivel nacional, empleo
fijo para 50 millones de trabajadoras y trabajadores precarios, más esfuerzos
gubernamentales para impedir el incremento del costo de la vida y la inflación
(al incremento de los precios alimenticios hay que añadir el aumento de los
precios, de dos dígitos, en vestido y calzado) y poner fin al cierre de
empresas y a los despidos en empresas públicas rentables.
En Calcuta, tradicionalmente un
enclave sólido de los sindicatos, la mayor parte de los bancos, comercios y
empresas cerró y los taxis y rickshaws (triciclos de tracción humana para
transporte de pasajeros; los motorizados se denominan autorickshaws) no
circularon. Por el contrario, el metro funcionó con regularidad y el Primer
ministro de Bengala-Occidentral, Mamata Banerjee -conocido por sus diatribas
antisindicales y la intensa campaña que desarrolló contra la huelga- trasladó a
la ciudad 100 autobuses públicos. R. K. Pachnanda, responsable policial de
Kolkata, declaró que se vio obligado a desplegar 10.000 policías en la ciudad,
con unidades especiales dedicadas a impedir actividad de los piquetes de huelga
ante las oficinas gubernamentales, las cocheras de autobuses y la estaciones de
metro. La agencia de prensa Press Trust of India (PTI) anuncio que alrededor de
100 sindicalistas habían sido detenidos en diferentes barrios por participar en
piquetes de huelga para bloquear el transporte en la ciudad.
En Mumbai, la capital financiera
de India, Vishwas Utagi, Secretario General de la Asociación Pan-india de
trabajadores de banca, declaró a PTI que en el sector bancario "el cierre
había sido competo". La Bolsa Interbancaria también estuvo cerrada, lo que
"repercutió en la banca privada y extranjera, donde no estamos implantados".
En Nueva Deli, la circulación fue
menos densa que de habitual y la gente que llegaba a la estación central de
tren no lograba encontrar un medio de transporte para desplazarse a sus
destinos en la ciudad. En la filial del Banco de India, un banco público en el
centro de la capital, sólo acudió al trabajo una pequeña parte de la plantilla.
El banco abrió sus puertas, pero no pudo efectuar ninguna transacción. Por su
parte las y los usuarios de autobuses se quejaban de que su frecuencia había descendido
mucho.
La huelga de 24 horas afectó
también al conjunto de las actividades en el Estado de Karnataka (incluso en la
ciudad de Bangalore), donde el comercio, los bancos, las empresas, los
restaurantes y el cine permanecieron cerrados y el transporte público y los
autorickshaws se evaporaron de las calles. Más de 10.000 trabajadores y
trabajadoras (representantes y delegados de diferentes sindicatos-entre ellos
el Congreso Sindical Pan-Indio, AITUC-, y empleados de banca) se manifestaron
contra las políticas anti-obreras del gobierno frente al Ayuntamiento y en
Mysore Bank Circle, plaza histórica de la ciudad.
En Nagpour (Estado de
Maharastra), la huelga no sólo afecto al transporte y a la banca, sino también,
y por la primera vez desde hace años, a la fábrica de armamento de Ambhajhari.
Esta empresa, además de producir 24 unidades diarias del último modelo de misil
Pinaka, fabrica obuses de artillería y entre ellos, los de calibre 155mm para
los cañones Bofors (de la firma sueca Bofors que en los años 1980 y 1990 estuvo
mezclada en escándalos de corrupción en los que estuvo implicado Rajov Gandhi).
La huelga paralizó totalmente la producción porque nadie acudió al trabajo. Los
sindicatos de la industria, las organizaciones de la gente en paro, los
sindicatos de la banca y de la enseñanza se unieron para lanzar el llamamiento
a la huelga general. En este Estado, las y los enseñantes a tiempo completo
acumulan retrasos salariales de más de cinco años, al mismo tiempo que los
salarios de la nueva gente contratada son irrisorios.
El panorama también es siniestro
para al personal funcionario del gobierno. Actualmente se estima que como fruto
de las sub-contrataciones, las deslocalizaciones y la precarización de la
fuerza de trabajo iniciada en los años 1993-1994, se han perdido alrededor de 1
millón de empleos fijos. La presión es tan fuerte que el INTUC, controlado por
el Partido del Congreso, al igual que los sindicatos controlados por el Partido
Comunista de la India (PC-M-), por los socialistas y otros, se vieron obligados
a convocar la huelga. Según los sindicatos, centenas de trabajadores fueron
arrestados en numerosos Estados Hubo 200 detenidos en Deli y 2.000 en Jammu y
Cachemira. En Bengala-Occidental, donde el gobierno se mostró particularmente
agresivo, las cifras fueron aún mayores.
Durante los últimos veinte años,
la clase obrera ha utilizado su poder de forma muy desigual y las clases
dirigentes han podido andar a su antojo. La huelga les obligará a respetar de
nuevo a los trabajadores y trabajadoras y a reconocer que: "han acumulado
millones sin haber dado un palo al agua. Sin nuestros conocimientos y nuestro
esfuerzo físico, nada hubiera funcionado. Podemos quebrar su poder despótico
(altanería) y ganar nuestra libertad siendo conscientes de que nuestra fuerza
reside en la unidad".
* Kunal Chattopdhyay es analista
político marxista, miembro de Teachers and Scientists Against Maldevelopment
(TASAM) y profesor de historia en la Universidad de Jadavpur (Sur de Kolkata)
Para más información:
http://www.citucentre.org/press_release/details.php?id=473&phpMyAdmin=3a7a0d985d532b349002380a96a45723
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