"Las secuestraban para violarlas y se las repartían
como vacas"
La Haine
http://www.lahaine.org/
Fuente
http://mujeresfnrp.blogspot.com/
Una mujer, una campesina, una líder de la Asociación de
Mujeres del Magdalena, se paró en frente de un auditorio de 300 personas. Sin
timidez. Tenía en las manos un escrito que había preparado para ese día. Lo
leyó con la voz quebrada mientras las lágrimas le resbalaban y se escondían en
su blusa. Su testimonio inauguró la Semana por la Memoria y ayudó moldear el
informe: "Mujeres que hacen historia. Tierra, Cuerpo y Política en el
Caribe Colombiano". Esto fue lo que contó.
"En el Magdalena a las madres las obligaban a buscar
los cuerpos de sus hijos por días, los cadáveres que los paramilitares mataban
y botaban lejos. A otras les ordenaban no darles sepultura. A las celosas les
exigían barrer las calles a pleno sol. A las que eran habladoras las amarraban
a un palo todo el día. A las que usaban faldas cortas les rapaban el pelo o les
marcaban la piel. A las que acusaban de infidelidad las mataban. A las que
señalaban de ser colaboradoras de la guerrilla las torturaban y las violaban,
como trofeos de guerra. A las campesinas las mandaban a lavar la ropa y las
botas ensangrentadas y les decían que tenían que cocinarles. ¿Quién les decía
que no?
En Orihueca, por ejemplo, a las mujeres de los obreros y
campesinos las secuestraban todas las noches y las llevaban a pernoctar con los
paramilitares. Las montaban en las camionetas y luego se las repartían como
quien reparte vacas. Y cuando no se movían o no se dejaban acariciar, por el
asco que les producía, las torturaban con puñales, les laceraban el cuerpo. Las
violaban en público y en plena calle del pueblo.
Está el caso de la mujer de Piñuela, a quien el asesino de
su esposo la forzó a convivir con él en su propia casa. La forzó a cobrar la
pensión de su esposo asesinado para gastarse la plata en parranda. Tuvo que
parir el hijo de su victimario y fue presionada a ir con él al campamento en
donde cometían crímenes. Un día, en medio del miedo, escapó como pudo y lo
denunció.
También acosaban sexualmente a todas las niñas de los
pueblos. En las escuelas, los chicos no se atrevían a enamorarlas porque ya
tenían dueños. Como Silvia, que apenas con 13 años estaba destinada a ser mujer
de varios paramilitares y no se les permitía a los chicos mirarla. Si lo hacían
firmaban su sentencia de muerte.
No puedo olvidar ?no borraré de mi memoria? a una niña de 12
años que fue llevada a empujones, llorando por el camino a pie que va a la
finca La Guachatela, en la Sierra, en donde su padre negoció su castidad con el
patrón, el mismo que compraba la virginidad de las niñas menores de 14 años en
5 millones de pesos. Cuando llegó la encerraron durante 15 días. A las afueras
estaba rodeada por hombres armados. Daba gritos cuando el patrón se acercaba a
besarla, cuando la tocaba con sus manos asesinas. Hoy cuenta con dolor que era
un viejo de 60 años, y que a pesar del tiempo ella sigue sintiendo asco de su
cuerpo, y no ha podido olvidar.
No es fácil contar estas historias. Las mujeres que se
atrevieron a relatarlas son las valientes que vencieron el dolor y la
vergüenza. Han resistido y siguen resistiendo porque en el Magdalena muchos
actores armados siguen en el territorio. Son ellas quienes reclaman respeto,
las que no quieren más violencia feudal, ni más patrones o caciques que
prostituyan a las niñas. Las que quieren sentirse bellas y dignas, capaces de
inventar, de conocer, de soñar con que el amor existe".
Los paramilitares de Puerto Gaitán llegaron a extremos que
el mundo sólo conocía en la Segunda Guerra Mundial... A las mujeres que no
obedecían sus órdenes, las condenaban a trabajos forzados en sus campamentos y
las calveaban para el escarnio público.
Ahora las víctimas y dos paramilitares aseguran que el
alcalde que se va a posesionar en Puerto Gaitán era quien escogía a las
castigadas y quien le recomendó a los paramilitares que las castiguen.
Una víctima de estos hechos lo testificó.
Ella dijo: "En ese tiempo aquí mandaban eran los paracos y
en ese tiempo ellos eran los que castigaban y ponían las leyes y para ponerle
las leyes a uno y castigarlos, se lo llevaban a uno 3, 2 meses.
Una vez reclutada, los paramilitares dispusieron de María a
su antojo. "Nos cortaban el cabello, nos ponían a trabajar en las
carreteras, arreglando carreteras; privadas de la libertad, por allá en las
fincas, eso era terrible". La historia de su rapada como castigo a su
"desobediencia" calificada por los paramilitares se remonta a junio
de 2003.
"Yo era una niña menor de edad, no tenía ni 15 años
cuando trabajaba y se acercaron donde yo trabajaba y me dijeron que me tenía
que ir a presentar allá". Cuando María se presentó supo que había una
lista en donde estaba inscrita y que alguien se había quejado de su
comportamiento.
En primera mano el Sr. Guillermo y en segunda el señor
personero, Edgar Silva, en ese tiempo, hoy el actual alcalde. "Él era el
que señalaba quién iba y quién se quedaba".
Se refiere al candidato a la alcaldía del departamento de
Puerto Gaitán hace un mes, Edgar Silva, que en esa época era personero del
municipio. "Él hablaba con Don Pablo y le comentaba los problemas que le
llegaban a diario a la oficina de la personería".
Y la vida, a partir de ese momento, le cambió por completo.
El entonces personero, Edgar Silva, hoy elegido alcalde en Puerto Gaitán negó
haber participado en estos hechos.
Quiero decirles a todos los televidentes,
especialmente a los habitantes del municipio de Puerto Gaitán que esas
aseveraciones hechas por ese individuo son totalmente falsas.
Pero, en el portal Verdad Abierta todavía tienen en su web
las declaraciones que el alcalde electo Edgar Silva dio ante Justicia y Paz, en
febrero de este año para responder por los hechos sucedidos en Puerto Gaitán.
"Mencioné esas actividades cuando las mujeres estaban involucradas en
riñas, o escándalos, chismes, comentarios. Sí era normal que se aplicaran esa
serie de castigos".
A pesar de las declaraciones del ex paramilitar Pocillo a la
Fiscalía y de su jefe Guillermo Torres, no hay abierta ninguna investigación.
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