Tito Tricot
En las sombras
del miedo siempre hay sombras más oscuras, como boquerones de noches antiguas, que se te clavan en la
garganta con tal furia que no
puedes gritar. Y te desgarran el
alma mientras intentas huir por las huellas del silencio.
Pero el silencio es cómplice de las sombras y por entre sus pliegues se mueven los torturadores, escondidos
como se esconden los cobardes,
agazapados como se agazapan los
cobardes, vestidos de oficial del ejército de Chile, como Miguel Krassnoff, torturador y asesino.
De la DINA, policía
secreta de la dictadura fue
el coronel Krassnoff, al igual que Cristián Labbé, alcalde de la comuna de Providencia en Santiago,
quien rinde homenaje en el
lanzamiento del libro denominado
"Miguel Krassnoff, prisionero
por servir a Chile”.
Así, a casi cuatro décadas del golpe militar,
Labbé, quien sin vergüenza alguna se ha
autoproclamado como el adalid y símbolo del Estado de Derecho en nuestro país, honra a un asesino por
servicios a la Patria.
En la perversa lógica de Labbé y de todos aquellos que
participan del homenaje, a Chile
se le sirve torturando,
asesinando, violando y haciendo desaparecer a miles de chilenos y chilenos.
Es el Mundo al revés: los supuestos defensores del Estado de Derecho derrocaron al gobierno
legítimo de Salvador Allende,
instauraron una dictadura terrorista
y violaron sistemáticamente
los derechos humanos.
Ahora, vuelven a invocar las sombras del miedo para procurar reescribir una historia que ya está narrada con
angustia y dolor, pero con inconmensurable coraje, por las víctimas de la represión.
Y fueron muchas
las victimas de Krassnoff en los Centros de Detención y Exterminio de Londres 38, Villa
Grimaldi, José Domingo Cañas y Simón Bolívar y, por lo
mismo, ha sido condenado a más de 140 años de cárcel por reiterados secuestros y desapariciones.
Los horrores experimentados por los prisioneros fueron producto de la acción de
Krassnoff y de otros como él que se solazaron con el sufrimiento personas inermes hasta lo indecible. No
importaba si eran jóvenes o ancianos, niños o mujeres
embarazadas.
Un sobreviviente de Villa Grimaldi relata que lo golpearon “brutalmente haciendo uso de puños,
pies y un objeto contundente durante varios minutos delante de mi madre y de mi esposa. Mi madre fue llevada
aparte y la golpiza continuó sobre mi esposa. Ofuscado por nuestro silencio... ordenó "¡A la
parrilla!"... me sacaron a un patio donde me dejaron tendido mientras me hacían escuchar los gritos
de mi compañera que torturaban en
una pieza aledaña. Tras una media hora de mantenerme escuchando los
tormentos de mi esposa, durante
los cuales me intimaban para evitarle sufrimientos… me desnudaron a la fuerza, me introdujeron
en una pieza con catres metálicos
de dos pisos, me amarraron a uno de ellos, me conectaron cables y electrodos
hechos con ganchos y llaves metálicas a los pies, las manos, narices, ojos, encías, ano, pene y testículos, y
comenzaron a aplicar descargas
eléctricas producidas por
un dínamo a manivela…”
A mí no me
torturó Krassnoff, pero sí otros como él, por lo que conozco de los mismos silencios y de las mismas
sombras, de los mismos gritos y de
la inmensa soledad de estar
desnudo, vendado y amarrado frente a frente con nadie.
Porque se
esconden en las fisuras de las sombras para golpearte o aplicar
electricidad, pues no tienen la
valentía de mirarte a los
ojos. No es por vergüenza, sino por cobardía, no es por remordimiento, sino por pusilanimidad
que escabullen la mirada y se
ocultan tras el metal de sus
fusiles.
Y así, golpe tras golpe, grito tras grito, desmayo tras desmayo, lágrima tras
lágrima, se construye la eternidad
de la tortura.
Pero no creas que tengo pesadillas contigo, no te creas tan importante. No, al contrario, sabemos que al
recordar lo sucedido, gradualmente
vamos reconstituyendo la memoria
nuestra y de todos aquellos que no
sobrevivieron.
Esté sí que es un homenaje a los que realmente sirvieron a
Chile con su sacrifico, tal vez parte de una guerrilla de la memoria contra la
guerra del silencio y la mentira
impuesta por la dictadura. y que
hoy tratan de reeditar los nostálgicos del horror.
En las sombras
del miedo siempre hay sombras más oscuras, pero no creas que tengo pesadillas contigo, porque estoy seguro
que el día que mueras se te
aparecerán todos los torturados de
Chile para simplemente mirarte porimera vez sin vendas, sin
capuchas, simplemente mirarte.
Y se te aparecerán todos los desaparecidos de Chile para decirte en oceánica voz
que jamás habrá perdón ni olvido,
y en ese feroz instante sabrás lo
que nosotros vivimos, pero sin
necesidad desiquiera
rozarte un momento.
Tito Tricot
Sociólogo
Director, Centro de
Estudios de América Latina y
el Caribe-CEALC
Chile
Noviembre 2011
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