Egipto - Entrevista a Gilbert Achcar
"El régimen tiene miedo que todo termine como en Túnez"
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Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
A partir del levantamiento del toque de queda a las 8 horas, el domingo 30 de enero de 2011, los manifestantes llegan en pequeños grupos a la plaza Tahrir (Liberación), tanques cortan la circulación de las avenidas y a lo largo del museo egipcio donde algunas salas por bandas de saqueadores. Los manifestantes se organizan para durar. Se distribuyen las tareas, algunos se unen a los Comités de barrio para asegurar sus edificios, otros para limpiar las calles, como Ahmed, que tiene un gran bolso de plástico en sus manos: “No hay servicio de limpieza para retirar los cubos de basura y los residuos que se dejan detrás de nosotros. Nadie lo hace, por lo tanto hacemos el mantenimiento nosotros mismos, los manifestantes, quienes nos encargamos de la limpieza. Ahora, es el pueblo que dirige su destino. Es eso la democracia que se quiere”.
Grupos esgrimen carteles “Moubarak afuera”, “Souleimane afuera”. Algunos se arrodillan para un rezo colectivo, y sobre el terraplén central las familias enteras se instalan sobre cobertores, pasaron la noche allí, haciendo frente al toque de queda, como Shala: “No tenemos miedo, se pudo circular por los alrededores, estaba la policía, ahora es el ejército. Pero nosotros no tenemos miedo, no es grave si uno muere, tampoco si mueren nuestros niños es grave, es por Egipto”.
La primera manifestación del 25 de enero último se había concentrado aquí mismo, organizada a través de la red Facebook por líderes del Movimiento 6 de abril, como Mohamed Adel, que se sorprende de la amplitud del movimiento: “No pensaba que se tendría tanta gente en las calles. Se esperaba que hubiera un mundo, pero no tanto. Y sobre todo no imaginábamos que estas manifestaciones seguirían con tal amplitud”. Chérif Ramadan, abogado, está en la misma onda: “Todo el mundo está mezclado aquí, hay pobres, cristianos, ricos, musulmanes todo el mundo junto. Se descubren. Ahora, es un amigo, un hermano. Se redescubren por fin. (…) Este tipo que tiene el poder se olvidó del pueblo. Lo hizo de los ricos y de los pobres. Truncó él sistema judicial. Todo pasa por el sistema Moubarak. ¡Ya basta! ”.
Cruzado la calle, un religioso de Al-Azhar, comparte la misma opinión: “Hoy hemos venido aquí para unirnos a nuestros conciudadanos, queremos decir que este sistema es un sistema tiránico, que controla todo, y queremos que este sistema se termine por fin, no lo queremos más.”. Es él, Moubarak, quien creó el caos en el país: “Estamos aquí para rebelarnos contra esta tiranía, no se lo quiere más, es él que creó este caos, es él que hizo que la gente fuera incapaz de tener una dignidad para ella misma, eso basta, eso basta, queremos que se vaya”.
Hacia las 15y 30 de este domingo 30 de enero, una media hora antes del toque de queda, una demostración de fuerza: aviones F16 sobrevuelan la ciudad a muy baja altitud, por primera vez desde el principio del conflicto. “Los aviones son utilizados para darnos miedo, pero no vamos a irnos”, dice Shala, una mujer muy firme en la plaza. “Se va a permanecer aquí, las mujeres igual que los hombres, no se moverán. Ustedes ven a nuestros niños que están aquí con nosotros, ellos no han dormido desde hace dos días, pero se quedan. Ahora somos nosotros quienes nos organizamos para tomar el cambio en nuestro país y reestructurarlo sin él, sin el presidente”, añade.
Un ex piloto F16 testimonia: “Soy un antiguo militar, era piloto en el ejército del aire, estos aviones que vemos pasar son F16, aviones militares americanos. Nosotros no tenemos miedo, vamos a permanecer aquí, soy un funcionario jubilado. Observe, quieren que el ruido de los aviones tape nuestras voces y nos hagan ir, pero eso no será posible, lo que queremos es hacernos entender, no nos iremos de aquí, pueden siempre intentar intimidarnos de esta forma, pero no nos moverán, vamos a resistir, se va a seguir”.
Este lunes por la mañana, 31 de enero de 2011, de nuevo hay muchos tanques en las calles de El Cairo. El centro es dividido por el ejército. Los militares instalaron los tanques en los alrededores de la plaza Tahrir donde manifestantes pasaron la noche a pesar del toque de queda. Alambres de púas han sido colocados sobre las aceras con el fin de filtrar el acceso de los peatones a este lugar, símbolo de las manifestaciones de los últimos días. Y luego camiones descargaron enormes bloques de hormigón con el fin de bloquear las calles. El objetivo es impedir la circulación en dirección de la plaza. La circulación de los coches es limitada también por los tanques, a veces el tráfico se resume a una fila.
Hoy, nuevamente, la muchedumbre fluyó sobre la plaza Tahrir. El clima parecía distendido entre los manifestantes y los militares. Gente ofrece comida a los soldados que están de pie junto a sus tanques, mientras que otros militares hacen controles de documentos.
“El ejército debe elegir entre ¡Egipto y Moubarak!”, se puede leer sobre una bandera. Los manifestantes cuentan con el pasar la voz para convocar a la manifestación, ya que Internet permanece bloqueado y el servicio de mensajería de los teléfonos móviles es siempre perturbado. Difícil para los habitantes de El Cairo ir a trabajar. Los desplazamientos por otra parte se volvieron tanto difíciles que la mayoría de los cairotas no van a trabajar. Si lo intentan o lo consiguen, luego tienen muchas dificultades para regresar, porque es difícil desplazarse dentro de la capital egipcia y por los restricciones a la vida pública que impone el toque de queda.
La oposición, por otra parte, hizo hoy un llamado a la Huelga General y convocó a una gran marcha para mañana, martes 1º de febrero.
Este lunes, la policía ha reaparecido en las calles de El Cairo, luego de que se había ausentado misteriosamente durante los dos últimos días, lo que ha obligado a la gente a organizarse en grupos de autodefensa para proteger sus bienes y sus barrios. Para numerosos cairotas consultados por la Agencia France Presse (AFP), no cabe duda de que la ausencia de los policías era una maniobra calculada del poder político.
A continuación, publicamos una entrevista que le hiciéramos el 26 de enero a Gilbert Achcar, profesor del SOAS (Londres) de origen libanés, especialista sobre las cuestiones políticas de la región, y autor de numerosas obras referidas al Medio Oriente. (Redacción de La Breche , con distintas fuentes)
¿Las manifestaciones, las confrontaciones en Egipto, implican una situación similar a la de Túnez?
En Túnez, el movimiento se puso en marcha de manera casi espontánea; la rebelión se extendió como una mancha de aceite después del suicidio del joven vendedor ambulante de Sidi Bouzid. En Egipto la situación es diferente. Las manifestaciones fueron organizadas por una oposición política que conduce una fuerte campaña contra el régimen, una campaña contra la “transmisión hereditaria del poder”: es decir, el proyecto de Moubarak de transmitir a su hijo la dirección del país. Las elecciones de finales de noviembre - con un porcentaje oficial de participación del 25% - empujaron la farsa aún un poco más lejos, destacando la diferencia con las - con todo amañadas - de 2005. En esta época G.W. Bush ejercía una presión sobre los aliados árabes para que adoptaran una máscara democrática. El régimen egipcio permitió a la principal fuerza de oposición, los Hermanos Musulmanes, elegir a 88 diputados. Unas elecciones efectivamente libres, habrían permitido a los islamistas ser una fuerza electoral mucho mayor, quizá hasta de ganar las elecciones, como fue el caso en Argelia a principios de los años noventa.
Pero esta apertura controlada promovida por Estados Unidos fue, de hecho, lo que quería Moubarak: es decir la alternativa era o él, o los Hermanos Musulmanes. Washington estaba convencido de que jugaba con fuego pero que era preferible recurrir a esta política: mejor regímenes autoritarios aliados que situaciones sociopolíticas incontrolables. Moubarak por lo tanto, organizó nuevas elecciones como en los años anteriores a 2005, es decir, completamente tramposas. Los Hermanos Musulmanes pasaron de 88 diputados a uno sólo.
Además, a partir de 2006-2009, Egipto conoció la más grande ola de huelgas obreras de su reciente historia. Una ola que comenzó en 2006 pero que nunca se detuvo y que causó una fuerte tensión social en el país. Moubarak cometió el error de creer que si apretaba la válvula de seguridad podría controlar la ebullición social; en realidad, la hizo estallar. A eso se añade el ejemplo tunecino que impulsó a la población a actuar. La situación del régimen es dudosa, tiene miedo que todo eso termine como en Túnez y no quiere perder el control.
¿Cuál es la composición de la oposición?
En primer lugar, están los Hermanos Musulmanes. Luego están las fuerzas de oposición liberales que tienen como expresión política central el antiguo director de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU , Mohamed El-Baradei. Moubarak no le permitió presentarse en la última campaña electoral porque eso habría implicado modificar las normas electorales que permiten al régimen decidir sobre quien puede presentarse a la elección presidencial.
Se pueden contar entre los apoyos de El-Baradei a muchos nacionalistas de izquierda que ven en él la alternativa no religiosa más creíble. En la elección presidencial, tendría buenas posibilidades. Hay también una extrema izquierda que va de los comunistas a un ala más radical, a los restos del naserismo, pero tienen poca incidencia. Hay también una nueva izquierda que ha aparecido estos últimos años y que está muy vinculada con las luchas sociales en curso. Pero es aún bastante embrionaria. Por primera vez en la historia post-naserista se han visto surgir sindicatos independientes. No obstante, los movimientos sociales aún no encontraron una fuerte expresión política. Si se manifestaba un punto de convergencia entra la movilización social y una oposición política, se podría asistir a un cambio a la tunecina; pero por el momento, las cosas no parecen haber alcanzado este punto.
¿Quién sostiene a Moubarak?
Desde el golpe de Estado de 1952, es el ejército quien es el verdadero centro del poder en Egipto. Incluso Moubarak viene del ejército. No es el caso de su hijo que, entre otras cosas por esta razón, no es creíble. Momentáneamente, el ejército es prudente. Pero si la movilización se desarrolla de manera creciente, podría abandonar a Moubarak. O, al menos, dejar caer “la transmisión hereditaria”. De todas maneras, hay que resaltar que de Egipto a Yemen, de Túnez a Jordania y Argelia se manifiesta una ola de protestas populares que viene de abajo y que suscita una nueva esperanza.
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