España: El Partido Comunista de España (PCE) ensaya su reinvención…
Arranca el XVIII Congreso: mañana comienza en Madrid el cónclave de relanzamiento del partido en una Izquierda Unida apaciguada. Los comunistas abren una nueva etapa en su historia para construir el “socialismo del siglo XXI”.
Foto: Mitin del PCE en Torrelodones (Madrid), el domingo 12 de junio de 1977. Faltaban tres días para los primeros comicios legislativos de la democracia y el partido logró reunir a 300.000 personas.
JuanMa Romero
Madrid, 05/11/2009.
www.publico.es
Colaboración de Euskadi
Eran cifras de otra galaxia. Más de 500 periodistas acreditados, delegaciones de 30 partidos comunistas de todo el mundo, 1.500 compromisarios, más de 30.000 militantes y simpatizantes casi en éxtasis en el mitin de clausura, en la madrileña plaza de Vista Alegre.
Eran otros tiempos, claro. Era abril de 1978, cuando el Partido Comunista de España (PCE) celebró su IX Congreso, el primero en la legalidad tras la dictadura, el primero en España después de 46 años. Así se ve la fuerza del PCE, gritaba la multitud. Frente a ella, la mujer que encarnaba y encarnará el mito de la resistencia, del No pasarán, de la heroica lucha antifranquista, Dolores Ibárruri, Pasionaria. Y el hombre astuto, pragmático, que con talante de hierro había conducido al partido a la legalidad, Santiago Carrillo. “El apóstol del eurocomunismo”, como le calificó la revista americana Time en 1977. Eran los tiempos del esplendor.
Ya nada es igual. Mañana el PCE enciende en Madrid el motor de su XVIII Congreso. Sin oropeles ni neones. 552 delegados para 12.558 militantes. Con una veintena escasa de medios como testigos, con un impacto en la sociedad reducido. Y sin embargo, hay noticia, dice el pregón del PCE. Tras años de declive, de vida moribunda, el partido busca ampliar su espacio, convencer con su proyecto, el “socialismo del siglo XXI”, volcado en la construcción de un nuevo modelo de desarrollo, la defensa de los trabajadores y la apuesta por una IU que respira en paz. Un guión endiablado que deberá escribir el próximo secretario general, José Luis Centella, un líder poco líder, adusto, tímido, justo de carisma. Un secretario general nuevo para un tiempo nuevo.
Del sectarismo a la apertura
La historia echó a andar el 15 de abril de 1920. Ese día, el Comité Nacional de las Juventudes Socialistas se adhirió a
Las luces: la unidad de los 30 y la política de reconciliación nacional del franquismo
El PCE de aquellos años era pequeño. Minúsculo. Condenado pronto al exilio por la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. Un partido “sectario”, como admiten todos los historiadores, plegado en sí mismo, con exigua influencia en el movimiento obrero y a las órdenes de un nuevo líder, José Bullejos (1925-1932). “Con los comunistas, ni los buenos días”, afirmaban entonces los socialistas, recoge Rafael Cruz, profesor de
El ostracismo se rompería a mediados los años 30. No con el advenimiento de
Las sombras: el sectarismo de los 20, las crisis desde los 80 y las sucesivas purgas
La infiltración en el régimen
La lucha continuaría tras la derrota. El PCE, comandado desde 1942 por Pasionaria, mantuvo viva la llama guerrillera, los maquis, como método para derrumbar un régimen que podría caer si los Aliados vencían al fascismo. El partido se contagió de las “técnicas más negras del estalinismo”, lamenta Carme Molinero, profesora de Historia Contemporánea de
La Transición tuvo costes: la pérdida progresiva de votos y la renuncia a los símbolos
Pero la misma Pasionaria impulsaría desde 1948 un giro táctico clave, que culminaría en 1954 con la adopción de la “política de reconciliación nacional”, que la doctrina rotula como el segundo gran éxito del PCE tras su estrategia unitaria en los 30. Ibárruri y Carrillo –el secretario general desde 1960– promoverán el entrismo, la infiltración en el franquismo, en su aparato sindical, en el movimiento vecinal y estudiantil para, desde ellos, organizar la lucha.
La reinvención del PCE desencadena, para Molinero, dos hechos. “Uno, dejar atrás
“Se lanza la alianza con las fuerzas de la cultura y el trabajo. España ha cambiado. Se suceden la emigración del campo a la ciudad, el nacimiento de una clase trabajadora y una pequeña burguesía distinta, que ve cómo el régimen bloquea la economía y reprime a la disidencia”, explican.
Los errores del eurocomunismo
El PCE agita la movilización social y política contra Franco, se expande en pequeñas células por todo el país para sumar fuerzas, y garantizar la “ruptura democrática”. El PCE crece, se hace enormemente poroso. Es “el partido del antifranquismo, el partido a secas”, repite Molinero y su colega de
En el ADN persiste la pulsión de cambio, la lucha por la liberación social y su militancia
Carrillo engarza la política de reconciliación con el eurocomunismo, una versión heterodoxa del comunismo, y que implica el radical distanciamiento de
El partido de células mutó a un partido más institucional, gobernado por un aparato que Carrillo dirigía de forma “autoritaria”. El sitio en la democracia costó “demasiado” al PCE: la renuncia de los símbolos –
Para Ysàs, Carrillo erró no tanto en sus grandes líneas estratégicas, sino en su “política benevolente hacia UCD, los Pactos de
La sangría agotadora
Luego vendría la crisis. Una crisis devastadora con muchas raíces: la debacle electoral de 1982 (4 escaños frente a los 23 de 1979), la gestión del secretario general, la división entre carrillistas, renovadores y pro soviéticos, la desvertebración interna.
En 1986, el nuevo líder, Gerardo Iglesias, promueve la creación de la plataforma electoral Izquierda Unida. Otra vez la alianza con los otros. Julio Anguita asienta la marca, la lleva hasta su apogeo en 1996 (21 diputados). Pero costó desgarros internos y la percepción, no del todo falsa, de la pinza con el PP. Las bases no lo entendieron. Lo castigaron. En 1999, IU pasó de
El relevo de Anguita en el PCE por Frutos, en 1998, traería más guerras intestinas, esta vez por la oposición a
Otros lo juzgan innecesario. Importa más que preserve su ADN, que desguazan Ysàs y Molinero: “Procurar la liberación social, una sociedad igualitaria y libre, la voluntad de cambio”. El PCE confía en ayudarse de esa muleta para sacar cabeza. Y necesitará al que es su gran capital, según Manuel Bueno: la “militancia, los hombres y mujeres que lucharon para conquistar un mundo mejor”.

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