Literatura - Reedición de novela de Manuel Rojas
Fuente: http://www.mercuriovalpo.cl/
El regreso de un clásico
Novela narra las peripecias de Aniceto Hevia, protagonista de "Hijo de ladrón", en Valparaíso.
LEONARDO ROBLES
vialibre@mercuriovalpo.cl
Manuel Rojas (Premio Nacional de Literatura 1957), es sin lugar a dudas uno de los novelistas más importantes de nuestro país, debido a su narrativa humana e inteligente que ha trascendido las fronteras, siendo traducida a los principales idiomas del orbe y, en esta ocasión, gracias a LOM Ediciones se reeditará su última novela: "La oscura vida radiante", escrita en 1970.
La escritura de Rojas es sincera como el dolor físico. No admite escapatorias ni sobornos. Es punzante y directa, poseedora de un estilo que confundió a los críticos de su tiempo, como Alone que llegó a decir "No se sabe cómo está hecho", quizás porque la prosa de Rojas -innovación en las letras nacionales- discurre como ríos en caudales desbocados, retratando su vida en monólogos autobiográficos que se confunden con la ficción utópica de un proyecto de Latinoamérica en pañales, finalmente truncado.
Según el crítico Camilo Marks, la irrupción de Rojas en la literatura chilena "terminó de una buena vez por todas con la escuela criollista, su obsesión descriptiva y su pintoresquismo costumbrista", agregando que "por primera vez en nuestra tradición literaria un novelista creó un estilo por completo propio, original y personalísimo, tal vez inimitable".
de vuelta
Otro rasgo importante en las innovaciones narrativas que aportó Rojas a la literatura nacional es la incursión sicológica y existencial en sus personajes, situados en la condición de marginalidad social.
LOM Ediciones rescató del olvido "La oscura vida radiante" (1971), última novela de su llamada "tetralogía del aprendizaje" conformada por "Hijo de ladrón" (1951), "Mejor que el vino" (1958) y "Sombras contra el muro" (1964).
La obra es la continuación de la azarosa vida de Aniceto Hevia, quien tras un largo caminar por el país y luego de experimentar variados oficios, entre ellos como apuntador de una modesta compañía de teatro, se hace finalmente linotipista, un oficio que parece llenar sus expectativas.
Durante su viaje, tanto físico como existencial, el protagonista de la novela también va mezclándose en los hechos políticos de la época.
vialibre@mercuriovalpo.cl
Manuel Rojas (Premio Nacional de Literatura 1957), es sin lugar a dudas uno de los novelistas más importantes de nuestro país, debido a su narrativa humana e inteligente que ha trascendido las fronteras, siendo traducida a los principales idiomas del orbe y, en esta ocasión, gracias a LOM Ediciones se reeditará su última novela: "La oscura vida radiante", escrita en 1970.
La escritura de Rojas es sincera como el dolor físico. No admite escapatorias ni sobornos. Es punzante y directa, poseedora de un estilo que confundió a los críticos de su tiempo, como Alone que llegó a decir "No se sabe cómo está hecho", quizás porque la prosa de Rojas -innovación en las letras nacionales- discurre como ríos en caudales desbocados, retratando su vida en monólogos autobiográficos que se confunden con la ficción utópica de un proyecto de Latinoamérica en pañales, finalmente truncado.
Según el crítico Camilo Marks, la irrupción de Rojas en la literatura chilena "terminó de una buena vez por todas con la escuela criollista, su obsesión descriptiva y su pintoresquismo costumbrista", agregando que "por primera vez en nuestra tradición literaria un novelista creó un estilo por completo propio, original y personalísimo, tal vez inimitable".
de vuelta
Otro rasgo importante en las innovaciones narrativas que aportó Rojas a la literatura nacional es la incursión sicológica y existencial en sus personajes, situados en la condición de marginalidad social.
LOM Ediciones rescató del olvido "La oscura vida radiante" (1971), última novela de su llamada "tetralogía del aprendizaje" conformada por "Hijo de ladrón" (1951), "Mejor que el vino" (1958) y "Sombras contra el muro" (1964).
La obra es la continuación de la azarosa vida de Aniceto Hevia, quien tras un largo caminar por el país y luego de experimentar variados oficios, entre ellos como apuntador de una modesta compañía de teatro, se hace finalmente linotipista, un oficio que parece llenar sus expectativas.
Durante su viaje, tanto físico como existencial, el protagonista de la novela también va mezclándose en los hechos políticos de la época.
APASIONADA TERNURA
La acción transcurre en un Valparaíso fantasmal y reconocible a la vez, perteneciente a la primera mitad del siglo pasado, en el cual deambulan anarquistas curtidos por la esperanza insaciable de la pobreza, vendedoras de pescado frito, mozos y actores que viven el día a día en una urbe mutante, en constante destrucción y nacimiento.
Personajes sobre los que el escritor deposita una apasionada ternura y un genuino interés, convirtiéndolos en seres humanos sólidos y creíbles sin llegar jamás a incurrir en la caricatura y el retazo incompleto, los cuales aunque vivan sumergidos en submundos hostiles de miseria extrema, se nos presentan a nuestros ojos de manera entrañable, sin perder el libro en su lectura, un ápice de vigencia hasta nuestros días.
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