CUBA: Comentarios de Manuel. El Proceso de Transición
Fuente: revista digital del Partido Social revolucionario Democrático de Cuba. http://www.psrdc.org/notas.htm
El proceso de transición que se ha iniciado en Cuba tiene lugar en consecuencia de:
a. Los cambios estructurales de la economía cubana.
b. El advenimiento de una nueva generación en la dirección del gobierno en forma evolutiva, sin confrontar la vieja dirección política que detenta el poder por más de cuatro décadas.
c. La enfermedad del Comandante en Jefe.
d. Los cambios radicales y estructurales en Latinoamérica que están transformando las sociedades, proyectando la integración de sus pueblos.
e. La necesidad de la reflexión y el debate de todos los que en Cuba,
Nuestra América y el mundo nos sentimos preocupados por el proceso de cambio iniciado en todo nuestro pueblo-continente.
Los acontecimientos que se están efectuando en Cuba se sustentan en los valores del socialismo y las demandas de corresponsabilidad en la dirección del Estado por parte del movimiento obrero organizado. Éstos han de considerarse junto con los cambios estructurales que se realizan en nuestro pueblo-continente. Con los mismos y una amplia solidaridad de los pueblos bolivarianos y los integrados en el Mercosur, la Revolución Cubana podrá superar el presente y realizarse en los parámetros ideológicos de José Martí, Antonio Guiteras y Sandalio Junco.
La Revolución Cubana y el proceso revolucionario latinoamericano
El proceso de realización de la Revolución Cubana, comprometido como siempre lo ha estado en todo proceso revolucionario latinoamericano a través de la historia, ha de ser fuerza de solidaridad material y social para los pueblos que todavía se encuentran paralizados para marchar a la integración política y económica.
En Cuba padecemos un grupo que no tiene esperanzas en la superación del actual régimen y mucho menos en un futuro social y político protagónico. Es cierto que sectores importantes de nuestra población se sienten frustrados y sin capacidad de actuar como fuerza contra-revolucionaria. Pero quizás han de ser en grado considerable fuerza dinámica en cuanto se inició un proceso perceptible de cambio. Y podemos afirmar que en modo alguno se renunciarán las corrientes discrepantes en el Estado y en el gobierno que coinciden en los logros del proceso que se inició hace ya casi medio siglo.
La “corriente Gorbachevista”, protagonista en el Partido y el gobierno en la década del 80, es hoy fieramente rechazada hasta por los que abogaban por tomar ese rumbo. En Cuba no hay quien hoy se adscriba a esa línea después de conocer las consecuencias que sufrió y hoy aún sufren los pueblos de la antigua Unión Soviética y de Europa del Este. La transición al capitalismo produjo, y continúa produciendo, hambre, pérdidas en la asistencia social y educacional, y subordinación política y económica.
La dirección del Estado: El debate
Ante esta correlación necesaria de los revolucionarios cubanos en Cuba y el exterior, y los de los pueblos hermanos, tenemos la responsabilidad de iniciar el debate que nos permita la realización del proyecto que me atrevo a calificar de histórico. En el debate propuesto, hemos de discutir si la dirección del Estado corresponde a:
a. El pueblo, o a un líder predestinado por sí mismo, o por mandato divino.
b. El Partido, aristocracia auto-seleccionada como poseedora de la verdad.
c. Los representantes de una clase social dominante, de un grupo religioso, filosófico, o de cualquier otra secta.
d. Las bases sociales representadas por los sindicatos, universidades, grupos comunales, etc., etc.
El concepto de que sólo el Partido Comunista –como institución que reúne a la vanguardia revolucionaria que siempre garantizará la unidad de los cubanos– es fundamentalmente antagónico al pensamiento socialista en general y particularmente una afirmación no marxista.
En la realidad cubana se establecería el control del Partido por las fuerzas armadas, y éstas decidirían si Raúl Castro continuaría en la jefatura de las mismas.
Frente al anterior criterio, el de la generación más joven que integra la cúpula del gobierno, el Estado y el Partido. En ella cada vez se identifican más nombres, entre ellos, Carlos Lage y Ricardo Alarcón, quienes opinan que la sustitución ha de ser decidida por el Estado, el gobierno y el Partido, y sólo secundariamente por las fuerzas armadas.
Este segundo criterio se sustenta generalmente en considerar que el Partido, los Comités de Defensa de la Revolución, los sindicatos y otras organizaciones calificadas “de masas” son organismos despojados de toda capacidad de convocatoria y desarrollo de una amplia discusión pública del proceso de cambio.
Esta discusión pública tiene lugar a nivel nacional e internacional, y muy especialmente con las fuerzas sociales que están emergiendo en Latinoamérica. Con ellas hemos de construir una vigorosa solidaridad a los efectos de que unos y otros podamos crear, dentro de nuestra diversidad, un vigoroso frente antiimperialista y una firme, segura y enérgica acción por lograr los valores de la sociedad socialista. Esta prioridad es más importante que la actual política internacional en que el gobierno de Cuba ha privilegiado las relaciones políticas con los gobiernos liberales de Europa, Latinoamérica y políticos demócratas de Estados Unidos.
Es necesario afrontar la realidad interna. El Partido Comunista sólo realiza hoy actividades formales sin motivar –es mejor decir desalentando –la discusión publica de los problemas políticos que nos afectan.
La Asamblea Nacional del Poder Popular –nuestro llamado parlamento legislativo– todos conocemos que sus funciones son puramente formales, al objeto de parecerse lo más posible a la de los estados capitalistas.
Esta situación debe modificarse de inmediato.
Las bases sociales
El Partido y sus militantes, la Asamblea del Poder Popular y sus diputados como instituciones y a modo personal, deberán movilizarse en cada centro de trabajo, en las universidades y en todas las bases sociales para:
- mediante discusiones públicas, afrontar los problemas que afectan nuestras relaciones internacionales con todas las fuerzas progresistas;
- proceder a la reestructuración funcional del movimiento obrero organizado;
- activar a los sectores marginados o frustrados para que se incorporen con el proceso que nos permita avanzar en el proyecto de lograr la sociedad socialista a que todos aspiramos.
Es necesario que todos podamos comprender que los únicos colaboradores posibles para superar la presente situación cubana son y han de ser las organizaciones de la base social, los sindicatos y las universidades, y consecuentemente hemos de respetar las diferencias de nuestras realidades y fórmulas de afrontarlas, estando prestos a brindar nuestra solidaridad sin condiciones.
Históricamente, desplomada la república burguesa y controlado el poder por una de las facciones insurrecciónales frente a la dictadura, la más impetuosa e inexperta asume el poder considerándose poseedora de toda la verdad. Ello ha permitido lograr arrancar “la costra terca del coloniaje”, como demandaba Rubén Martínez Villena, pero no ha creado las condiciones para avanzar al socialismo. Al contrario, nos ha llevado a un proceso de estancamiento sustentado en un elemental capitalismo de estado.
Algunos compañeros desorientados defienden el modelo chino, sin comprender la psicología-social de nuestro pueblo, los antecedentes del pensamiento social-revolucionario que aparentemente está ahogado, pero que se sustenta en la memoria histórica de nuestro pueblo, y la inevitable correlación del proceso histórico cubano y el de la revolución latinoamericana integracionista y anti-capitalista.
El presente no es el momento de realizar una critica histórica de estos 50 años y evaluar a sus protagonistas. Es el momento de salir del estancamiento, llamar a la reconciliación nacional y al consenso, crear las condiciones de marchar a las metas históricas del socialismo: La tierra es de quien la trabaja. Sindicatos, universidades y asociaciones campesinas, integremos una vigorosa alianza de trabajadores manuales e intelectuales al logro de la realización de la Revolución Cubana y de poder brindar apoyo creciente a la integración de una vigorosa comunidad latinoamericana fundamentada en los valores del socialismo.
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