Chile: TRATAR DE PERCIBIR LO QUE ESTA EN EL AIRE: ESE ES EL PROBLEMA

Posted by Correo Semanal on lunes, julio 30, 2007

Por Juan Varela

“Vamos a hablar de los díscolos,
Que es como buscar un gato negro en una pieza oscura,
Vamos a hablar de los demócratas,
Que es como buscar un gato negro en una pieza oscura,
Sabiendo que no está
Vamos a hablar de los consecuentes
Que es como buscar un gato negro en una pieza oscura,
Sabiendo que no está, pero gritando a cada rato:
¡Lo encontré!, ¡lo encontré!, ¡¡¡aquí está!!!



Durante los últimos días hemos oído los afanes de distintos grupos y actores que se han empezado a poner de acuerdo para generar un pacto que, según sus dichos, permita enfrentar el tema de la exclusión política – electoral de la “izquierda extraparlamentaria”, es decir, de aquel grupo que, aparentemente, se ubica más allá de los límites de los arreglos institucionales. Definiciones engañosas, porque no hay una izquierda en la concertación y aquella que aspira a entrar furtivamente hace un rato que empezó a cambiar su color.

Ese motivo aparente de la inclusión y las formas de enfrentarlo aparecen ante los ojos de la sociedad como algo justo, asumiendo que hoy día hay millones de personas que no deciden y que no existen mecanismos de participación efectiva y todo se limita a tratar de utilizar un lugar en algunos espacios aún no ocupados de esta democracia representativa. Sin embargo, la causa real es que el modelo va demostrando algunos signos de agotamiento, sobre todo en su base de sustentación y es necesario ampliarla para seguir dominando. Conviene decir que, en el actual contexto, y producto de los apuros que tienen aquellos que se hicieron del “sartén y del mango” de mostrar quien da mejores garantías para seguir manteniendo y profundizando las políticas neoliberales, se empiezan a preparar los certificados de buena conducta que les permitan seguir contando con la confianza de los dueños de Chile: los empresarios y las grandes transnacionales que no quieren ver amenazados sus intereses y sus ganancias.

Para lograr esas certificaciones necesitan mostrar algunos resultados que den cuenta de la “buena” marcha de la economía y un ejemplo de ello ha sido la entrega de los resultados de la encuesta CASEN que, mañoseados, llegan a la conclusión que las desigualdades en esta sociedad habrían disminuido, cuando en realidad éstas aumentaron. Aquellos resultados señalan, por ejemplo, que la diferencia entre los que más y los que menos ganan sería de 31 veces, cuando en la práctica esa diferencia ha aumentado escandalosamente hasta 147 veces, en promedio. Pero necesitan también, como decíamos, demostrar una base de apoyo que de garantías de gobernabilidad, que enfrente las crisis que van provocando algunas pequeñas grietas en el armado político de esta democracia.

Y como la acción política es realizada por actores concretos es necesario ponerlos en escena.

Aparecen, en primer lugar, aquellos actores que se han autodefinido así mismos como “díscolos”, eufemismo que encierra una definición engañosa y falaz. Se presentan en el espacio mediático de la política como críticos de algunas medidas secundarias del modelo, como son aquellos accesorios de los denominados temas valóricos, pero de los grandes temas, como las desigualdades, las injusticias y los atropellos a los trabajadores guardan un silencio muy semejante a la complicidad, en verdad se presentan como posiciones funcionales al modelo. Es muy fácil hacerse cargo, de alguna manera, de los problemas menores de la sociedad sin demostrar la misma consecuencia con aquellos que si son fundamentales. En apariencia se presentan consecuentes con la suerte de algunos grupos sociales, en esencia su discurso no es más que la demostración de posiciones cómodas y acomodaticias, que ayudan a desviar la atención hacia otro lado, hacia el lugar en que nada se decide. Hay que decir que en este modelo, aunque existan las elecciones, los pactos y acuerdos y que ello pueda contribuir a cambiar los gobiernos, el debate público se limita a un espectáculo estrechamente controlado y gestionado por grupos expertos en técnicas de persuasión y que se centra solamente en una pequeña gama de cuestiones escogidas por estos equipos. Eso es lo que pasa con estos “díscolos”, expresión caricaturesca de la crítica.

Un segundo grupo corresponde a aquellos que han asumido la tarea de ordenar las filas más allá del bloque que está en el gobierno, es decir, ordenar las filas de aquellos que aspiran a entrar por la ventana. Durante estos 17 años este grupo ha estafado, en todos los sentidos, y traicionado la confianza de aquellos que apostaron por ellos. Como hoy día sus fuerzas empiezan a mermar se dan a la tarea de ordenar por la derecha a aquellas fuerzas que se dicen de izquierda. Tienen la misión clara de atraer hacia las filas oficiales aquellos descontentos sociales, morigerarlos, reducirlos y encajonarlos como críticos dentro del modelo, es decir, tienen que aumentar la fuerza de los díscolos. De lo que se trata en suma es de formar “una concertación fuera de la concertación”, un quinta columna que pueda de alguna forma ventilar la política oficial con el riesgo evidente de hacerse cargo de la corrupción, la mentira y el engaño.

Un tercer actor lo conforman aquellos que hace un rato aspiran a entrar de cualquier forma a la repartija del poder. De aquellos que no han trepidado en dejar de lado sus discursos alguna vez consecuentes y transarlos en la bolsa del modelo. Ya nos hemos referido en algunas oportunidades a ellos y sólo nos resta decir que ya es hora que se decidan, que arranquen luego, que no se detengan y que de una buena vez dejen de seguir engañando con sus dichos a aquellos que si en verdad queremos hacer el camino de la ruptura revolucionaria y construir otra sociedad.

Santiago, Julio 27 de 2007