Chile: La píldora del día despúes

Posted by Correo Semanal on lunes, septiembre 11, 2006

PILDORA TOTALITARIA
Por Luis CASADO – 10/09/2006

Sabido es que Jesucristo no dejó ningún escrito. Sus enseñanzas sonconocidas a través de los Evangelios, textos escritos siglos despuésde su muerte y que nunca tuvieron la pretensión de fijar el dogma, lasverdades fundamentales en las cuales debían apoyarse los cristianos.

Inicialmente fue la comunidad cristiana quién definió o expresó estasverdades, fuente que, conocida bajo el nombre de Tradición, fue tanto más importante que los Evangelios para todas las iglesias cristianas. A la Tradición se le reconoció el carácter de"infalibilidad", admitiendo que la comunidad cristiana no puedeequivocarse, unánimemente, en lo que toca a su religión. De ahí elconocido adagio "Vox populi, vox Dei" (la voz del pueblo es la voz deDios) que de algún modo consagró el origen democrático del pensamientocristiano. Hasta que llegó el inenarrable Papa Pío Nono e inventó que el infalible era él, y que a la comunidad cristiana le podían dar morcilla. Para ello Pío Nono convocó un Concilio Vaticano que proclamó en 1870, con la oposición de numerosos obispos, el dogma de la infalibilidad papal. Para decirlo de algún modo, el pueblo cristiano tuvo que tragarse una píldora totalitaria.

Curiosamente, Gian Maria Mastai Ferretti, de frustrada vocación militar, inició su papadoaplicando medidas tan progresistas que hoy en día la curia pontificialo habría acusado de comunista. Pero a Pío IX el progresismo le durópoco: unos dos años de los treinta y dos que duró su reinado. Las revoluciones europeas de 1848 lo alejaron para siempre de toda veleidad democrática y lo llevaron a afirmar un sinfín de enormidad es como por ejemplo que es útil que la religión católica sea consideradacomo la única religión del Estado, que es la única verdadera, que en caso de conflicto legal entre el poder civil y la iglesia debe prevalecer el criterio de la iglesia, e incluso que "Socialismo y democracia son unas calamidades" (Pío IX Qui pliribus - 1846 ;Singulari quidam - 1854; Syllabus chap. IV). Tales aberraciones no son de extrañar en un tipo que se permitió afirmar "No es contrario a la ley natural y divina vender, comprar, o intercambiar un esclavo"(sic). Tal vez por eso le premiaron en Santiago con el puente que lleva su nombre. Si te cuento todo esto es porque conviene saber de donde viene la autoridad moral y la eminente sabiduría que le permiten al Episcopado sugerir, a propósito de la píldora del día después, que la política del gobierno sobre fertilidad "recuerda políticas públicas fijadas en regímenes totalitarios".

Uno no sabe si el Episcopado se refiere al papado de Pío Nono, a la Santa Inquisición, a las hogueras que en su día redujeron a cenizas a heréticos peligrosos com oSavonarola, o a la tierna afección del Papa Alejandro VI por el crimen como medio de obtener y conservar el poder. César Borgia, uno de los cinco hijos de Alejandro VI (en aquella época no existía la píldora del día después), nombrado cardenal por su papito a la edad de 18 años, fue reconocidamente el más grande criminal del Renacimiento a tal punto que le inspiró a Maquiavelo su conocida obra "El Príncipe" en la que el autor afirma que si las circunstancias lo exigen el Príncipe no debe dudar en cometer los crímenes que haga falta.

Y no es que uno le tenga manía a los Borgia. En su día el Papa Clemente VIII hizo torturar durante años a Giordano Bruno, uno de los espíritus más avanzados de su época, para finalmente quemarlo vivo en una hoguera el17 de febrero del año 1600. Y que quede claro que Bruno no lanzó su famosa réplica "Ustedes tienen más miedo que yo" desde lo alto de suhoguera sino en el tribunal de la Inquisición porque una vez condenado, para callarle, le cortaron la lengua. Tú me dirás que todo esto es cuento viejo, pero olvidas que hasta el día de hoy la iglesia rehúsa rehabilitar al insigne científico que fue Giordano Bruno, y que Juan Pablo II beatificó a Pío Nono en septiembre del año 2000...

Hoy por hoy resulta difícil cortarle la lengua a nadie, las hogueras están prohibidas - cuestión de no aumentar la contaminación -, y el Episcopado no puede escudarse detrás del dogma papal para hacer prevalecer el criterio de la iglesia. El gobierno civil debe ocuparse de la sociedad real y aportarle soluciones a los dramáticos problemas que afectan a los sectores más desvalidos de la población. Los embarazos no deseados constituyen para innumerables familias, para numerosos(as) jóvenes, una suerte de catástrofe cuya gravedad y frecuencia exigen del gobierno políticas públicas ineludibles.

Mientras tanto, gracias a un Estado laico, nada le impide a la iglesia seguir celebrándole las gracias a Pío Nono, y a los creyentes seguir practicando su fe como les dé la real gana.