Fabrica recuperada en Argentina

Posted by Correo Semanal on viernes, agosto 18, 2006

Cooperativa La Nueva Esperanza,
la fábrica recuperada de globos de Buenos Aires.

Por Andrés Vergara

En Argentina, la sociedad sudamericana más inmersa en el modelo neoliberal hasta la caída de Menem se ven emerger después de la bancarrota nacional elementos sorprendentes de formas socializadas de producción. Esta acción ha sido una respuesta vital del obrero en contra del hambre...en lugar de desorganizarse y diluirse en la masa informe de la inmensa ciudad bonaerense, se han organizado, y han ocupado sus puestos de trabajo creando una producción que tiene como fin principal el de darles los medios de sustento cotidiano con dignidad, sin mendigar subsidios, ni robar.

El secuestro del dinero de la clase trabajadora argentina, por parte del sistema bancario, que siguió inmediatamente a la devaluación de la moneda, provocó algunos resultados inesperados: la reaparición de antiguas formas de intercambio en especie, por servicios o productos manufacturados, la emisión de papel moneda o bonos de intercambio a escala vecinal en ciertos barrios de ciudades argentinas.... y la recuperación por parte de los trabajadores de algunas fábricas abandonadas por sus propietarios después de producirse “el corralito”.
Este fenómeno social de las fábricas recuperadas ha comenzado a ser estudiado tanto desde la academia, a través del análisis sociológico, político, económico, histórico, antropológico del conjunto de hechos que desembocaron en la ocupación y puesta en marcha de sistemas complejos de producción por parte de los asalariados. Una muestra de ello se encuentra en la red (usar en un buscador de la red Internet “fabricas recuperadas”).

Aquí describiremos brevemente la experiencia de la fábrica de globos de Buenos Aires que nos fue narrada en la fábrica en cuestión en el mes de junio del 2006 por el presidente de la Cooperativa de trabajadores que recuperó no sólo el espacio físico, sino también los medios de producción, que fueron extraídos por el propietario y ocultados a varios cientos de kilómetros de Buenos Aires.

Al momento de producirse el corralito el propietario de la fábrica de globos, ahora llamada Cooperativa La Nueva Esperanza, ante el hundimiento temporal de la economía argentina, se dejó llevar por el pánico y provocó un incendio de parte de la fábrica así como el traslado nocturno de los medios de producción. El incendio estuvo a punto de terminar en catástrofe vecinal pues fue afectada una conducción de gas que si hubiese estallado, al menos, las casas colindantes a la fábrica se habrían visto demolidas por el efecto de la onda expansiva. Este incidente fue un elemento capital para atraer la simpatía de todo el vecindario hacia los obreros pues demostró a las claras la violenta irresponsabilidad social del propietario.
Los obreros con la ayuda de compañeros del gobierno de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, y después de un trabajo de inteligencia desarrollado en varias ciudades de la periferia bonaerense, determinaron con precisión el lugar donde estaban escondidos los instrumentos y maquinaria para hacer globos. Por cierto cabe mencionar que esta fábrica es la segunda en importancia a escala nacional, a pesar de no haber modernizado en un par de décadas esa maquinaria.
Así pues determinado el lugar, un grupo de acción se preparó para devolver a los locales de la fábrica quemada las maquinas e instrumentos de trabajo. Los camiones en los que fueron transportados de regreso a Buenos Aires iban precedidos por un coche en el que se movilizaba una persona clave en toda la operación de fabricas recuperadas de la ciudad de Buenos Aires, un diputado del parlamento, que actuaban como reserva en caso que la columna hubiese sido detenida, eventualmente, por la policía.

Una vez la maquinaria devuelta a su lugar de origen, los obreros comenzaron la ardua tarea de limpiarla , reinstalarla, efectuando múltiples ensayos que abocarían en la puesta en marcha de la línea de producción. Para sorpresa de propios y extraños, la demanda de globos ha sido tal que más de 100 familias han vuelto a comer y vestirse de forma casi regular, y a disponer de ingresos medios del orden de los 1500 pesos argentinos mensuales, muy lejos del subsidio de miseria que el gobierno de la nación paga a los obreros de fábricas en quiebra (300 pesos al mes, (casi 80 Euros)). Paradójicamente la principal fábrica de globos del país se ha dedicado casi de forma exclusiva a la producción masiva de condones, dejando a esta fabrica de un barrio de Buenos Aires, un espacio bastante importante para satisfacer la constante demanda de globos para celebraciones familiares, fiestas, actos políticos y deportivos.

Las cifras hablan por si solas en Buenos Aires: hasta la fecha más de 170 fabricas (15000 trabajadores) han sido recuperadas por sus trabajadores, que no han soportado el estado de indefensión social y económica , al que los propietarios los han abandonado, al cerrar las puertas de sus lugares de trabajo.

Ahora, una vez consolidada la producción y recuperados los mercados por parte de los trabajadores, queda abierta una incógnita: el status legal que deben obtener por parte del Estado aún ha de decidirse en el parlamento. Este es uno de los principales retos que las próximas elecciones presidenciales deberán resolver, pues hasta la fecha Kichner ha rehusado manifestarse explícitamente a favor de este movimiento de los trabajadores argentinos.

Desde una perspectiva más amplia, en otros países de América del Sur existe un movimiento similar. En efecto en Brasil, Uruguay y Venezuela se encuentran fábricas abandonadas por sus propietarios y recuperadas por los obreros, quienes las han puesto en marcha, la mayoría de los casos de forma exitosa. Y ciertamente, al igual que pudimos observar en Buenos aires, este fenómeno viene acompañado por una intensísima actividad social que emana desde las fabricas hacia su entorno, tanto físico como moral. Pues en la mayoría de los casos los trabajadores desarrollan actividades culturales y de ayuda social a otros segmentos de la sociedad mucho más allá de su entorno próximo, por ejemplo ofreciendo parte de sus espacios físicos como locales para organizar comedores populares, o alfabetizar a mayores, o realizar actividades culturales. Así la magnitud inmaterial va mucho más allá de los limites de las paredes de la fabrica recuperada, donde ella deviene un factor productivo y social esencial de un nuevo tipo de accionar socio cultural.

Miles de trabajadores bonaerenses han demostrado con creces su capacidad de sobrevivir, produciendo con equipos y sistemas tecnológicamente complejos y en el mercado nacional. Así, por esta causa, esos limites últimos a los que esta experiencia afectan desde hace un par de años, son los de la teoría socialista, que aquí se está escribiendo, no reescribiendo, con nuevos métodos de trabajo, de organización, de interrelación social y cultural...

Así, esta experiencia tiene un valor de campo inestimable, pues permite observar en condiciones reales, los limites tanto de la capacidad de la clase trabajadora urbana bonaerense por superar las dificultades técnicas y jurídicas que les han sido impuestas para sobrevivir, toda vez deciden no dispersarse en el espacio urbano cuando el propietario cierra o quiebra la unidad productiva. Por otra parte también nos sirve esta experiencia para medir los sistemas de reacción que poseen los dueños y el sistema judicial y bancario para reapropiarse de los bienes productivos revalorizados por los trabajadores. Porque en casi todos los casos los propietarios, una vez han constatado que los trabajadores eran capaces de operar de forma autónoma y exitosamente, intentan recuperar la propiedad de los medios de producción.